Partida Rol por web

La caja de marras es del tamaño de una de zapatos, con la tapa entreabierta. Esta vacia.

Primero le saco una pistola a Matthew que llevaba entremetida en el pantalón en la cintura, aún sin soltarle la boca. No me preocupan esos cacharros en exceso que suelen hacer más cosquillas que problemas de verdad a los vampiros, pero hacen mucho ruido que puede hacer que los vecinos llamen a la policía y la cosa iba a estar jodida de explicar.
Me guardo la pistola en mi cintura a la espalda, sujeta entre el pantalón y la espalda.
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- Yo no la he registrado. Antuan se encargó de la distracción, yo de reducirlo y Cage del registro. – digo sin quitar el ojo de Matthew. – Cage, ¿miraste ya arriba? – pregunto mientras sigo a lo mío.
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Saco un móvil de un bolsillo de Matthew que me guardo en uno mío. Ya llegaremos a eso.
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Saco también una cartera de sus bolsillos que me pongo a revisar como puedo valiéndome de una sola mano. Aún no me fío de quitarle la boca al cabrón este.
- Veme diciendo como puedas el código PIN y la contraseña del móvil para desbloquearlo. – le digo a Matthew; será un poco difícil de entender con la mano en la boca pero algo podrá moverla aún para decirlo aunque se oiga amortiguado.
Mientras sigo a lo mío con un ojo puesto en revisar la cartera y el otro en el tipo para que no haga ninguna gilipollez.

-Tios, ¿vino la bruja marítima y me robó la voz a cambio de unas piernas? Si queréis que vaya a fuera a cascar cazadores, por mi de puta madre, pero os pregunté... ¿porque perdeis el tiempo hablando, podiendo usarlo de escudo humano?

Vamos, digo yo que si hay trampas será el primer interesado en desactivarlas.

Tras las respuestas o la falta de respuestas, añado:

-Boh, voy afuera a ver si hay suerte y nos han descubierto algunos amiguitos del simio ese.

Cuando salgo afuera, paso de la puerta y me dirijo a mi caravana, a ver que tal Caricias, y a ponerme música guai, mientras vigilo desde la cabina si algun gilipollas quiere tener la noche de su vida.

-Si, no hay nadie mas en la casa. Y tu Randy, si quieres ir delante confiando en que desactivará las trampas por mi cojonudo. Dale. Pero no me fiaria demasiado.

-¿No será mejor que echemos un vistazo primero? A ver que se ve con calma y ya decidimos.

La caja esta vacia y no tiene compartimentos o cualquier cosa fuera de lo normal.

Mientras tanto intento responder al tipo que tengo encima, aunque no sé qué pretende si me sigue tapando la boca.

-Tlef, cho, cheitado.

-Si, no hay nadie mas en la casa. Y tu Randy, si quieres ir delante confiando en que desactivará las trampas por mi cojonudo. Dale. Pero no me fiaria demasiado.

-Na tio, aunque yo abogue por el método directo, creo que hay que darle una oportunidad al colega Jack. No entiendo su método pero me cae bien, y si la caga nos echaremos unas risas a su costa anyway. Espero fuera, mientras vigilo, cualquier cosa ya sabéis. 

Antes de salir, no puedo evitar escuchar al humano decir algo en arameo.

-"Tlechocheitado" -alzo las manos y le imito en modo "ñiñiñi"-dadle dos ostias y que espabile.

Salgo, ahora sí, a la autocaravana con mis quehaceres. Caricias, la tablet y vigilar la entrada.

Con dedicación y pericia, y ajeno a la conversación que transcurría sobre usar personas de escudos humanos y ser un villano unidimensional de película de holywood pero en la vida real (¡las cosas que uno hacía por amor!) acabó por sacudir la cabeza tras comprobar por todos los medios que no hubiera ningún misterio en la caja: doble fondo, código grabado o cualquiera de los detalles que pudiera haber. En resumen era una caja, vacía.

-Ninguna novedad en la caja -se levantó, dirigiéndose a Jack- Está vacía, nada oculto.

Conseguir el PIN del móvil no debería ser demasiado difícil con sólo mirar la compañía y sacar el DNI del tipo, conque las empresas de USA funcionaran de la misma forma que en Europa... y el negocio se había exportado de usalandia, así que no veía por qué no. Era un problema sencillo de resolver.
 

Cuando entramos en la casa la fiesta ya había empezado y, como suele ser habitual en los hombres, habían actuado antes de empezar.

"Atado, amordazado y en el suelo. Además no entiendo que el señor amanecer le esté dado su sangre ¿Quiere vincularle? ¿No sabe que necesita tres noches? Y, sinceramente, una vez nos diga lo que queremos, dudo que dure más de dos minutos: el tiempo que necesitaremos para saber qué haremos con su cadáver".

-Pobre hombre, ¿cómo le tenéis así? -pregunto poniendo mi mejor voz de "corderito inocente"-. ¿A caso no tenéis el más mínimo sentido de la decencia?

Me acerco a él con calma, marcando con fuerza el suelo a mi paso, para que sepa que me acerco.

Saco un pañuelo y le limpio los resto de sangre de la comisura de los labios. 

Tras esto le acaricio con suavidad el pelo.

-¿No sabéis que se atrapan más moscas con miel que con vinagre?

Me pongo en pie y miro al grupo.

"No, ninguno de ellos creo que sirva".

-¿Habéis pensado llamar a Mich? -pregunto esperando que entiendan a quien me refiero-. Seguro que él puede hacerle... Hablar -digo remarcando la última palabra-, sin tantos problemas.

Tal vez yo también pueda, pero usando mis armas de mujer, no las capacidades que corren por la sangre de Clayton. 

Asentí a las palabras de Jane.

- Me parece lo más sensato – cuando dices eso de la Malkavian del grupo sabes que estás bien jodido.  

No me hace ni pizca de gracia que Randy suelte nombres, pero menos aún que lo haga la Rubia que va pavoneándose como si fuera alguien relevante aquí. La ignoro sin más. Ni siquiera me voy a molestar en explicarle que con esa propuesta se ha meado en la autoridad y competencia de sus dos superiores allí presentes, y que hacerlo sería cagarse en su capacidad a ojos de Michael. Si quiere joderse el futuro en esta ciudad que lo haga, no es mi problema.

- Creo que sería útil si tú y ella – cabeceando hacia Jaimie – fuerais a echar un vistazo. Ella se precia de tener buena vista.

Despido a Randy con un gesto de la mano, aún con la cartera en la mano y asiento a Antuan. Sigo centrándome en Matthew.

- Sargento Donester, para haber nacido usted en el 50 se mantiene muy bien – señalo anodinamente – Voy a repetir los números que ha dado. Por favor, asienta con la cabeza o niegue. Tres. Ocho. Ochenta y dos. – espero a que confirme los números antes de continuar con las preguntas.

Miro alternativamente a los presentes, sobre todo los que se dirigen a mi o desde cerca. El odio en mis gestos es claro.

Asiento a la pregunta de Jack

Hago un gesto a Jaimie invitandola a seguirme junto a quien se quiera unir.
Bajo las escaleras con precaucion seguida de Cage.

Regresas a la calle que sigue tal cual la dejaste hace unos momentos. La caravana sigue en su sito y nadie pasea por la calle.

Asiento satisfecho. No me fío de ese cabrón, pero al menos parece haber contestado. Ya veremos si dijo la verdad. De momento no voy a meter el PIN porque puede ser un hijo de puta suicida listo y que eso active una trampa o una puta bomba que nos vuele a todos por los aires. Ya habrá tiempo de eso.

La caja está vacía. ¿Sería para meter las cenizas del crío cuando acabase con él? Probablemente.

- Comienza a soltar la lengua, y recuerda, nada de gritos ni ninguna mierda. – le advierto por última vez antes de quitar la mano de su boca pero dejándola cerca por si hay que volver a tapársela rápidamente.

>> Empieza por explicar cómo se desactiva la trampa del sótano, por qué secuestraste al crío, que pretendías hacer ahora con él, si trabajas con alguien y/o para alguien, y para qué es la caja esa que tienes en la mesa. – comienzo el interrogatorio con voz normal y atento a cualquier mentira que trate de colarnos, veamos qué tal va la cosa.

Miró a Jack por unos momentos mientras los demás salían, una muda pregunta de ¿necesitarás ayuda? o de ¿necesitarás escolta por si acaso?. El lenguaje no-verbal no era tan preciso, pero la idea se transmitía, y aunque la situación pareciera dominada no quería arriesgarse a nada por exceso de confianza. En el caso de que recibiera una negativa saldría con Jaimie y Jane a reconocer el terreno y que le diera el aire, si no...

Si no, como estaba ahora mismo, apoyada la espalda contra la pared, contemplando al militar. Asegurándose de que si había una sorpresa de última hora no encontrase al Brujah solo.