Partida Rol por web

Escuché atenta las palabras de todos los que habían dado su opinión y a pesar de mi mutismo, las palabras del doctor me parecieron las más sensatas. Estábamos jugando fuera de casa, en las que las cosas podían no ser lo que creíamos y más con una tecnología y una ciencia tan avanzada como la que parecían haber desarrollado.

A pesar de que me había dicho a mí misma que no influiría en las decisiones que se tomaran, no pude evitar tomar partido, ya que en ocasiones, sentía la necesidad de decir lo que se me pasaba por la cabeza aunque a nadie le importase escucharlo, aunque esto sobretodo ocurría cuando tenía algún experimento entre manos y no me podían seguir, o al menos, eso era lo que mi ego creía.

- Rosseti tiene razón, una cosa es ayudar y otra ayudarles quedando totalmente expuestos.. creo que deberíamos tratar de llegar a un punto intermedio, que el mero hecho de que vayamos hasta allí tampoco les asegura el que vayamos a llegar..

No eran unas palabras que sirvieran como aliciente o como para levantar la moral, pero objetivas eran sin duda.

La Dra. Rosemund siguió centrada en el ordenador. La verdad es que aquello no era su fuerte. Sabía manejar ordenadores, claro, por qué lo pedía su trabajo, pero le costaba hacer según que cosas. Sin embargo, al fin logra encontrar lo que busca, un acceso a los planos de la base. 

-En esta planta hay un acceso a un pasillo, que debería llevarles directamente al centro de Sonden, hasta la red principal de transportes. Desde allí, sin salir de debajo de la tierra, podrán llegar a cualquier lugar de Sonden.- 

-Tsk...apresados como ratas y ahora a movernos como ratas...movamonos de una maldita vez...me estan saliendo raices de tanto escucharos hablar y no moveros

Smith se cargó el arma al hombro mientras miraba con una mirada cinica a su capitan

-Me permite hacer los honores?..."capitán"- Smith pasó una mano de alante a atras haciendo gesto de movimiento hacia donde indicaba la doctora...unos pasillos...más pasillos

Aquello ya era otra cosa, un camino viable y menos expuesto. Sin embargo, nada les decía que no estuvieran expuestos a los bichos. La aportación de los doctores fue providencial. Miró la hora, e hizo una estimación del tiempo que tardarían en llegar allí. Parecían tener prisa por salir de aquella sala, y no les culpaba. Sin embargo, había que dejarlo todo bien atado.

-Un momento, Smith.

Tomó la radio y anunció.

-Aquí McGraw. Vamos a ir a por vosotros, pero quedaremos en un punto intermedio entre ambas posiciones. Os enviaremos esa posición y la ruta de llegada a ella ahora mismo. Cambio.

Miró a la doctora Rosemund un momento.

-Haga el favor de ver qué camino deberían tomar ellos.

Y luego a la doctora Parker.

-Eche fotos de los planos con la ruta que debemos tomar, y planos del complejo. Estaremos lejos de este ordenador, y esa información podrá salvarnos la vida si tenemos que tomar rutas alternativas.

Luego concluyó, mirando a los militares.

-En cuanto hagan eso, nos pondremos en camino.

Lo de tener los planos presentes en todo momento también me pareció una grandísima idea, así que antes de nada, fotografié aquellos planos y al ver que estaban correctos apagué la cámara, ya que no quería que gastara más batería de la necesaria, y menos en aquellas circunstancias.

Parecía que iba a comenzar nuestra expedición y aunque no me hiciera demasiada gracia tener que caminar por un planeta lleno de insectos gigantes y hombres que no dudarían en volarnos la cabeza si nos vieran con aquella mujer, era nuestra posibilidad para poder marcharnos de nuevo a nuestro planeta.

Por unos instantes, tratandod e distraerme, imaginé todo lo que tendría que contar en el informe cuando volviera a casa, aunque esperaba que al menos me diran una semana de vacaciones tras hacerlo, ya que iba a ser horrible. Menos mal que los programas de reconocimiento de voz eran bastante últiles para esas cosas..

- Listo. - dije guardando la cámara en su lugar correspondiente.

Prácticamente tras mis palabras me coloqué entre los militares, ya que lógicamente una manca como yo diaparando, no sería demasiado útil ni al frente ni en la retaguardia.

-Esto...- La doctora dudaba. Los ordenadores no eran su fuerte. Aquello era una base de datos, con algunos programas conectados a ascensores, protocolos de emergencia y cámaras de seguridad, como la gran mayoría en la base. Ciertamente, un experto programador podría usarlo para encontrar una señal de radio y luego extrapolarla en un plano de la ciudad, pero... Ella no sabía hacer ese tipo de cosas. 

-No puedo localizar una señal de radio con este equipo... Soy experta en... Amh... Biología... No en ordenadores... Puedo mostrarles los planos, y guiarles por Sonden con los planos. Pero no puedo decirles donde están sus amigos, sin una descripción... Más adecuada.- 

Era una observación perfectamente normal. De hecho por eso no había cortado todavía el canal de comunicación con el SG-3, y volvió a usar la radio para aclarar ese punto.

-Aquí McGraw. Por favor, necesitamos una descripción del edificio donde han entrado, el camino que han seguido desde el stargate hasta llegar a él, y su situación aproximada dentro del mismo. Cambio.

La voz del presunto Coronel Makepeace no tarda en responder por radio.

-"Estamos en un edificio, parece una especie de hotel de lujo. Atravesando el edificio de cristal del Stargate, justo a la derecha. Atrapados en el subterráneo, con todas las salidas bloqueadas. Hay docenas de elementos hostiles rodeando nuestra posición. Pero lo intentaremos, SG7. Denos la posición."-

La doctora Rosemund no tardó en chasquear los dedos, recordando algo. Tecleó de nuevo en el ordenador. Encontró lo que buscaba, y sonrío. 

-Si, lo conozco. Es este edificio. Se usaba para reuniones de gente importante.- Señala en el mapa, ahora ampliado del sector de la ciudad. -Hay un pasaje subterráneo que les llevará directamente al edifico de al lado. Es poca distancia.- 

-Bien, parece que ya está toco claro... O al menos todo lo claro que puede estar- comentó Rosetti tras la última comunicación por radio y las indicaciones de Rosemund -Vamos ya- incitó al resto sintiéndose un poco extraño por ser precisamente él el que metiera cierta prisa a un grupo de militares pero nunca le había gustado quedarse en un sitio parado sin nada que hacer y si encima a eso le añadía super-soldados piscópatas y bichos gigantescos el panorama no se le antojaba nada atrayente.

Tras la última confirmación del capitán dejó que uno de los muchachos tomará la posición en cabeza y les siguió de cerca en una de las primeras posiciones con su 9mm desenfundada. No serviría de gran cosa pero suponía que sería mejor que nada... al menos para su autoestima.

  Tom sabía perfectamente cual era su cometido asique las palabras sobraban, con el permiso del Capitán intentaría ir a su par o incluso adelantarse, no era una mera cuestión de iniciativa, su arma tenía una potencia y una cadencia de fuego superior a las demás, estaba preparada para la cobertura y a eso se disponía, en una posición algo más atrás podría herir, sin desearlo, a alguno de sus compañeros.

  Estuvo tentado a desenfundar la pistola y avanzar con total tranquilidad pero después de desplazarse por los túneles, inmerso en la oscuridad, dos cosas habían cambiado en la aptitud del Sargento Hammer, la primera que había ajustado la linterna en la ametralladora para poder disponer de luz llegado el momento y la otra...que no pensaba bajar el cañón del arma en un solo momento, las balas de las pistolas no serían demasiado problema para aquellas cucarachas gigantes pero ahora...Tom volvía a estar armado y preparado de nuevo.

  A ver quien escapa de quien ahora...

 Pensó, bromeando para sus adentros, era una forma de mantener la adrenalina fluyendo por su sangre, en realidad sólo quería recuperar con éxito al otro equipo y acabar con esta misión cuanto antes, ya se había pospuesto demasiado un final merecedor de un oscar...y...hablando de finales...

 - Oye Doctora, no tendrá por ahí otro chicle, ¿no? - echó la cabeza hacia atrás y llevó la mirada hacia la posición de Liisa. Sonreía, y era dificil saber si sólo bromeaba. - Recuerdame que si necesito que me adivinen el futuro acuda a ti.

 Por cierto...no tengo tu número de teléfono, ¿no? jajaja

 rió con naturalidad, como si hablase con alguien que conocía de toda la vida.

Ya estaba esperando para partir, dispuesta a intentar regresar a mi casa a toda costa cuando las palabras de Hammer me sacaron de mis siempre más que activos pensamientos y asentí mientras sacaba los chicles sin entender que estaba bromeando. Se los tendí cuando escuché eso de adivinar el futuro y arrugué el gesto, aún sin entender a qué se refería, hasta que miré a la doctora y entonces caí en la cuenta.. Tan sólo estaba bromeando por lo de la extraterrestre que al final, parecía que sí que había encontrado.. Al menos había para quien no todo lo que aquí sucedía había sido una desgracia.

- Abriré una consulta en pleno Helsinki cuando vea que la bioquímica no me satisface lo suficiente.. - Respondí seria, aunque estaba siguiendo claramente su broma, no sin cierta ironía. - " Sirkka la pitonisa.. ". Debería ir pensando un nombre artístico..

Agradecí el poder pensar en otro cosa, aunque fuera una idiotez, durante unos instantes, ya que me ayudó a relajarme ligeramente y bueno, quizás incluso a tener menos ganas de estar tan callada como una tumba, que era lo que parecía desde que nos habíamos quedado allí encerrados.

Smith se quedo pensativo en el lugar donde estaba mientras el resto hablaban idioteces, y asi lo demostraba su cara de asco.

El capitán asintió, comprendiendo cual era la situación. Haría algo, amoldándose en función de la situación. Abrió el canal de comunicación y anunció.

-Vamos a proceder hasta el edificio de su derecha*. Si ven brecha para poder escapar, reúnanse con nosotros allí. Si no pueden romper el cerco, nosotros les ayudaremos en lo posible con fuego cruzado. Cambio y corto.

Luego se llevó las manos al MP5, y le hizo un gesto a la doctora Rosemund con la cabeza.

-Nos vamos. Doctora, usted delante, y Smith cubriéndola. Yo en el centro y Hammer a retaguardia. Mantengan el silencio y usen la comunicación por señas. Si llegamos a hablar, poco y en susurros. En marcha.

Smith miró a las doctoras mientras se ponia el arma en los brazos

-Muy bien, me gusta este trabajo, niñero de doctores...al menos estare bien atendido...

En su voz se pudo notar el tono critico de su pensamiento aunque no dijo nada en voz alta que pudiera causarle mas berborrea al capitan.

El momento de salir de ahí por fin había llegado. No es que estuviera ansiosa por ponerme al descubierto, pero no podríamos vivir eternamente entre esas paredes metálicas, ya que antes o después necesitaríamos alimento y además, seguramente antes, aquellas cosas quitinosas se las arreglarían para encontrar la forma de entrar.

Me coloqué en el lugar en el que McGraw ordenó que lo hiciera, con la pistola en la mano, aunque con el seguro puesto ya que lo que menos me apetecía era meterle un tiro a alguno de mis compañeros ( al menos, a los que tenía alrededor, ya que quizás con algún otro quizás me lo pensaría seriamente aunque luego tuviera que extirparle la bala ) y miré al doctor Rosseti unos instantes.

- Creo que vamos a necesitar mucha suerte.. - Le comenté sin elevar demasiado la voz, dispuesta a guardar silencio después como ya habían comentado que hiciéramos.

Rosetti sonrió satisfecho cuando al fin empezaron a organizarse y a ponerse en marcha tras haber acordado el lugar de encuentro con el otro equipo. Al menos habían conseguido comunicarse de forma eficaz, que no era poco.
Se posicionó junto a Sirkka y el capitán sin dudarlo pues a pesar de ser un poco bocazas sabía cuando tenía que obedecer sin más aunque por desgracia esa regla no la cumplía siempre.

-Eh, si hemos conseguido activar ese maldito sistema de seguridad, ¿por qué no esto? Tenemos aquí a parte de los mejores soldados de la Tierra- guiñó el ojo cómplicemente a Parker, intentando que se sintiera un poco más segura o como mínimo menos tensa pero aunque fuera con buena intención resultaba una tarea difícil teniendo en cuenta la situación.

-Capitán, disculpe mis dudas pero, ¿qué importa que hablemos o no? Los insectos no suelen guiarse por el sonido, ni siquiera tienen el sentido de la escucha. Normalmente se guían por las vibraciones en el aire o en la tierra... Admito que al hablar las provocamos pero seguro que nuestros pasos todavía les alertan más- se encogió un poco de hombros dando a entender que eso sería totalmente inevitable -En fin, sólo quería que tuviera eso en cuenta- se limitó a añadir antes de volver a callarse aunque quién sabría por cuanto tiempo.

- ¡Si! ¡Señor!

 Se cuadró ante el capitán y, contra todo pronóstico adoptó su posición en retaguardia, era un ppael tan o más importante, cubrir la espalda de mis compañeros resultaba alentador y también una responsabilidad a la que nadie se acostumbraría.

 No se arrepentirá, Capitán.

 Luego Dante sacó sus propias conclusiones, no sabía si Rosemund iba a adelantarse o preferiría guardar silencio, el caso es que no pudo contener cierto tono divertido pero para nada hostil o con ánimo de humillación.

 - Me da que tus teorías sobre bichos no sirven para mucho, Dante. - Y con la informalidad propia de un compañero o incluso un amigo lo llamó por su nombre de pila. - No sé si pasa con todos, pero a las que tienen forma de cucaracha grande, esas de casi dos metros que hacen ese...chk...chkchkchk... - Su imitación le hizo dibujar una sonrisa y contener una leve risotada. - los ruidos fuertes y la luz las dejan fuera de combate durante un buen tiempo.

 Puede ser por la vibración...por supuesto.... Reaccionaban con bastante violencia revolviendose cuando disparaba...

 Pensativo...sacó su propia conclusión más para el cuello de su camisa blanca que para el Doctor...

- Claro que...quizás fue por haberle volado la cabeza a una de sus amiguitas antes....mm...

Así pues, sin más tiempo que perder, os ponéis en marcha. Como respuesta por radio, un solo y escueto "recibido". Con algo de fastidio, la doctora Rosemund parte primera, habiendo memorizando lo mejor posible los mapas antes de partir. Podría haber ayudado mucho más desde aquella habitación con una radio, pero comprendía que no se fiaran. Al fin y al cabo, era algo razonable. Abriendo la marcha, nerviosa, pero tratando de no mostrarlo, la nativa del planeta os guía de nuevo por los enrevesados pasillos de la base, con su peculiar rifle. No es un camino agradable, y no carente de peligro. Una de esas cucarachas sale a través de la pared y se abalanza sobre el arqueólogo, pero está aturdida, y herida. Un solo balazo basta para rematarla, sin daños (al menos físicos) al doctor. 

Tras un laberíntico recorrido por la base (aunque no lo admite, Rosemund se pierde un par de veces), a oscuras y con ruidos de patas y arañazos, gritos y chillidos, se os hace eterno, pero al fin llegáis a una gran puerta de seguridad corredera y de metal, de unos 2 metros de largo por uno de alto, y unos 50 cm. de grosor, muy parecida a la puerta de seguridad de un bunker. Por supuesto necesita de varios accesos de seguridad. Casi por reflejo, Rosemund explica que esos mecanismos de seguridad están diseñados para funcionar mientras haya una puerta que asegurar, sin importar cortes de energía. 

La puerta se abre, y accedéis a un túnel subterráneo, muy amplio. 

Seguís a la doctora, que sigue abriendo la marcha. Parece segura de a dónde va, ahora si. No tardáis siquiera diez minutos, hasta que Rosemund se para, y señala una escalera de mano que lleva hasta una trampilla, parecida a una apertura de cloaca, aunque con varios mecanismos de seguridad. Con un gesto de cabeza, la doctora lo señala. 

-Es aquí.- Sin esperar respuesta, se sube a la escalera, y teclea algo en la trampilla. Esta se abre, de forma automática, y de uno en uno, subís. Una vez arriba, casi obligados, miráis vuestro alrededor. 

-Bienvenidos a Sonden.- La doctora dibuja una media sonrisa torcida. De repente, su ánimo ha sufrido un revés. Había visto imágenes de aquello, desde el satélite, pero no es lo mismo. Aún puede recordar, en el auge de su civilización, la frenética actividad en una ciudad próspera. Aún puede dibujar como estaba todo aquello, antes de los Goa'uld, antes de los Skaald... Cuesta de imaginar. Como ver Nueva York arrasada, o Washington, o... Vuestro propio hogar. Ha de ser duro. Rosemund se hecha a andar. -Es por aquí.- Su voz rebela, ahora, cierto pesar. El edificio en el que estáis tiene varios boquetes en la pared por los que no cuesta nada salir al exterior. Toda la ciudad está destrozada, pero gran parte de su destrucción es debida al abandono, por años de inactividad. Hay destrozos causados por armas de diversos calibres, eso es evidente. Parece que todo se fuera a caer a pedazos de un momento a otro.

Nada más salir del edificio, oís como un arma se amartilla. Sin embargo, ese ruido, tan temido por un soldado, y más aún a la espalda, a los militares os hace sentir alivio. Por qué es muy familiar. Es de un M-16. Al giraros, las armas bajan de inmediato. Cinco hombres, vestidos con los uniformes militares de camuflaje verde oliva, suspiran de alivio. En el hombro izquierdo la inconfundible insignia del comando, y en el hombro derecho, otra, que os es menos conocida, aunque si familiar. 

Son cinco soldados, dos con la rodilla en tierra y dos más de pie. A su lado, uno de ellos sale de entre todos. Es el Coronel Robert Makepeace, del USMC, los Marines, ahora parte del proyecto stargate. Se adelante, hasta McGraw, y tras hacer el saludo militar, le tiende la mano. 

-El Capitán Edwin McGraw, supongo.- Mira a todos los presentes, mirando unos segundos, extrañado, a la doctora Rosemund. -¿No eran ustedes cinco miembros?- Pregunta, más por curiosidad que por otra cosa. Los soldados se relajan y se acercan, ahora ya más confiados. No hay casi dudas. Son el SG3.