Partida Rol por web

 Pero todo cambio en el año 1941, tenía yo por entonces 17 años y por pura casualidad una noche acabe en un cine maloliente viendo El Halcón Maltes. Fue entonces cuando supe exactamente lo que quería, deseaba ser como Sam Spade (Humphrey Bogart), un detective privado. Sabía que no tenía estudios pero tampoco me preocupaba ¿Acaso los detectives los necesitan? Las calles me habían enseñado todo lo que necesitaba, a mentir, a escuchar a hurtadillas, a ser duro… pero sobre todo, a saber buscarme la vida.   

 Las dos de la tarde de en "Barker & Mcnaugh" de un caluroso día de verano, los socios principales se han ido a casa a pasar los momentos más sofocantes del día, pero alguien ha de quedarse por si algún cliente deja un recado, o llegase algún telgrama, carta o paquete, ¿y quién mejor que le nuevo correveydile? 

 Te abanicas con el la edición de tarde del Times, de hace dos días. Notas las gotas de sudor resbalando por tu cuello, la camisa pegada a la espalda, y unos lacerantes rayos que engañan a la cortina perforan la piel de tu brazo. Al menos estás sentado en el sillón bueno de Mcnaugh, y desde aquí puedes sentir la leve brisa que entra en la oficina. 

 Hace dos semanas que te concedieron en permiso de armas, y aunque todavía no tienes la tuya propia el otro día conseguiste sacar la de Barker a escondidas, y disparar por primera vez, un tiro a dos horas andando de la ciudad, mereció la pena no dormir en toda la noche. Llevas esas dos semanas "trabajando" para tus dos "compañeros", en realidad te limitas a coger recados, mecanografíar cartas, y hacer sugerencias, aunque todavía, y esperas que no por mucho más tiempo, no te han dejado hacer nada. Estás cabreado, todo la fogosidad de la juventud encerrada en un despacho a 40º a la sombra, en cualquier momento vas a comenzar a arder, y con todo esto hace semanas que no sales, que no encuentras a una chica en los muelles, ¡Dios!, la tensión te va a matar. Verano, 17 años, y llevas mirando como dos moscas se aparean durantes horas.

 De repente alguien toca a la puerta, apenas te da tiempo de subirte los pantalones cuando la figura de una mujer de mediana edad, vestida de rojo entra en el despacho. 

 (Por regla general no me gusta poner fotos de dibujos animados, pero esq es ella, además, no es del todo un dibujo animado)

 Sus palabras todo lo sensuales que te puedas imaginar se can de sus labios de forma lasciva. Debido a tu turgente juventud comienzas incluso a pasarlo mal, el sudor de hace un rato no tiene comparación con el que ahora recorre tu cuerpo.

 Detective, 

 me temo que necesito su ayuda.

 Mi marido, ha desaparecido.

 Sus ojos se clavan en los tuyos.

Dios me encantaría hacerselo sobre la mesa...

Me cuesta rerprimir estas ideas, por mucho que lucho contra ellas acaban volviendo a mi cabeza, apenas puedo mirarla y no pensar en otra cosa que no sea montarmelo con ella.

Orden. Vayamos por partes.

La invito a sentarse.

Cojo una libreta.

Le pido que me hable, que me cuente que ha pasado.

Anoto todo lo que me va diciendo, he de conseguir alejar mis ideas de la cabeza... pero es difícil, mirar sus labios me basta para pensar en como me gustaría verla desnuda... Procuro fijarme en sus palabras y no en sus provocativos gestos ni en su sensual figura.

 Te es dificil pero consigues garabatear lo que te va diciendo en tu libreta, 

 Me llamo Verónica, Verónica de Vito, mi marido, Tony, salió anoche de casa, y no ha vuelto, la policía dice que hasta que no pase más tiempo no puedo denunciarlo, pero sospecho que alguien lo ha matado.

 Podrá ayudarme? De tec ti ve.

Solo soy un socio... no soy realmente detective todavia... debería pasarle el caso a Barker o a Mcnaught...

QUE SE JODAN.

Me esfuerzo por parecer preparado y desenvuelto.

-Claro que puedo ayudarla Señora de Vito. Pero necesito que me cuente todo lo que sabe empezando por quien cree que pudo asesinar a su marido... y elr esto de la historia.

 Verá, mi marido, regenta, ..., regentaba la heladería de su padre, una heladería italiana de gran prestigio, aunque tenía algunos... enemigos, por así decirlo, competidores que lo quieren a él y a su negocio fuera. Anoche recibió una nota antes de volver de la heladería, volvió a casa, cogió un arma, y... lo siento, no puedo seguir.

 Verónica se tapa las manos con la cara y solloza un poco

 Lo último que me dijo es que iba al río a solucionar unos problemas, nunca debí dejarlo marchar!

 Vuelve a taparse la cara.

¿Italianos? ¿Competidores?... Me suena a que este spaghetti le debía pasta a la persona inadecuada... Si las mafías andan por medio el asunto podría ponerse feo. Pero joder... joder... es posible que aquí la Señora de Vito se haya convertido en la viuda de Vito... y cualquiera le diría que no a semejante Viuda...

En cualquier caso... puedo ver de que me entero. Y si se pone peligroso: "Señora, su marido se ha largado al Norte con una jovencita rubia de los muelles... pero no se preocupe... yo me encargaré de todo".

¿No me estaré pasando de listo? Bueno da igual, eso ya lo veremos.

-Veré  de que me puedo enterar Señora de Vito, iré a ver si alguien ha visto u oido algo...

!Ostia es cierto¡ ...

-Ahora si hablamos de los honorarios...

 No importa la cifra, no le pondré precio a la verdad sobre mi marido. 

¿Y cuanto le cobro? Si no tengo ni idea de estas cosas...

-Esta bien Señora de Vito. Entonces serán 200 por adelantado, para los posibles gastos que surjan durante la investigación, usted ya me entiende. La cifra final ya lo concertaremos en función de la duración y las exigencias de la busqueda de su marido, pero no se preocupe... no podría aprovecharme de una mujer en su situación.

Me pongo en pie dando a entender que la entrevista por mi parte ha acabado.

-Me pondré en seguida con el asunto de su marido, y no sufra Señora de Vito, lo ha dejado en buenas manos.

Le ofrezco el brazo para acompañarla a la salida...

Realmente ardo en deseos de entablar cualquier tipo de contacto físico con esta mujer

 Cuando te levantas y vas a acercarte a ella, se pone de pie, acerca su cara a la tuya apoya su brazo en tu hombro de forma muy sensual y susurra un 

 Gracias Sr Barker, esto significa mucho para mi

 para alejarse después contoneando las caderas. 

 Escuchas cerrarse la puerta, aún sin moverte escuchas un coche arrancar, e irse. 

 Ahora hace mucha más calor.

Me quedo unos minutos completamente "agilipoyado"

A dicho... ¿Barker?... ¿Me ha confundido con Barker? Mierda tendré que decirle mi nombre...

¿O no? Si la cosa sale bien... Soy Samuel... sino... que se coma el marrón el viejo.

Sonrió mientras fantaseo con la imagen de Verónica.

Al final decido ponerme las pilas... ¡Tengo un trabajo! y no es cuestión de perder el tiempo. Cojo mi gabardina, aunque solo sea para pasearla bajo el brazo y me pongo el sombrero que en un día como hoy me resultara mucho más útil.

Salgo del despacho y me dirijo a los muelles a ver de que me puedo enterar.

Allí me conocen, son mis barrios, incluso los mafiosos me hablan de tu, nunca me he buscado problemas con nadie así que si el asunto no es muy escabroso no me debería costar encontrar alguna respuesta o algún cabo por el que tirar.

 Vas a los muelles, tienes algunos amigos, has ayudado a descargar un par de barcos, la gente te conoce y a algunos hasta les caes bien, no tardas en entrar en una taberna y hacer algunas pesquisas. 

 No parece ser un tipo muy importante, de hecho la mayoría no lo conocen, sólo uno de los cargadores te habla de él, te dice que sí que es una persona muy agradable, que le trae vainilla desde el continente, que siempre paga en el día, y que nunca ha tenido una palabra más alta que otra.

 No pasa por aquí desde el último pedido, y que recuerden, todo fue normal.

-¿Hace mucho de eso? ¿Con quien tuvo el último pedido?

 Un marino gordo y barbudo responde solícito

 Fuí yo, le traje una caja con vainas de vainilla desde Francia. Pero todo fue normal, como siempre.

-¿Alguien sabe si tenía competidores? ¿Socios resentidos? ¿Si había pedido dinero prestado a alguien?

 No a todo, era un pequeño negocio familiar, lo bastante grande como para mantener a una familia, pero no lo suficiente como para tener competidores, hacía sus pagos puntualmente, no bebía, no jugaba. Su único capricho era su esposa. 

Esta claro que de los muelles no voy a sacar nada... No al menos a priori.

Tendré que hablar con los spaghetti

Me dirijo a la zona de los italianos. Intentaré averiguar alguna cosa o ver si saben algo. Pero con mucho cuidado, incomodar a los mafiosos no es algoq ue tenga planeado hacer.

 Paseas por la zona italiana, es un barrio salpicado de heladerías y ristorantes, mucha gente en la calle tiene un gracioso acento mediterráneo, aunq en un día tan caluroso como hoy muchos de los habitantes de la ciudad han decidido acercarse tentados por los famosos helados italianos.

 No te cuesta demasiado encontrar el negocio de tu cliente, ahora cerrado, se nota por la fachada y lo que puedes apreciar del locar a través del cristal que es una de las heladerías de éxito de la zona, aunque las hay también más grandes. Como te dijeron antes, un negocio familiar sin ínfulas de ser algo más. 

 Tras preguntar a algunos de los compañeros, camareros de restaurantes colindantes, y demás, llegas a la conclusión de que tampoco aquí tenía enemigos, de nuevo era el vecino, compañero, heladero perfecto. Y de nuevo el único nombre que asoma es el de su mujer. 

-¿Que ocurre con su mujer?