Partida Rol por web

El cigarro se acabó calada a calada, y quedaron ambos sumidos en silencio contemplando cómo el sol ascendía minuto a minuto. Darryl se dio cuenta de que no había dos amaneceres iguales, y cómo la luz caía de forma angular con la fuerza de una apisonadora caldeando el ambiente hasta el punto en que el chaleco empezaba a pesar. Era algo único a irrepetible que no se producía de la misma forma en dos partes diferentes del globo. Jane llegó mientras esperaba, saludó a Darryl y al 'desconocido' con brevedad, y entró al club buscando a Eliot, quien todavía no había dormido. Salieron minutos después y les dijeron que Abbie casi había terminado. Ellos iban a la prisión de Tucson para ver a Travers y ponerle un poco al día, lugar donde se reunirían también con la abogada del Club. Después sí, Abbigail y Dimitri salieron. Merten se bajó de la ranchera y abrió las puertas del vehículo. Un poco perdido, Darryl se dio cuenta de que no iban a conducir sus motos hasta allí, sino a ir en el propio vehículo de los garous. Al parecer iba a ser todo a su manera.

Lo peor de todo aquello es que si las cosas se torcían iban a depender de ellos para volver: eso o esperar a que viniesen a buscarlos, cosa que le parecía igual de desagradable. Se subió sin rechistar a la parte trasera de la ranchea tras darle los buenos días a la parentela y esperó a estar en camino para dirigirse a la rubia.

- Oye, quería pedirte disculpas por cómo te hablé el otro día por la noche, tras atender a Walter. Las circunstancias me pudieron y me comporté como un imbécil. No volverá a ocurrir, te lo aseguro. - le dijo de la mejor manera que pudo. No era una mentira, al fin y al cabo.

La parentela estaba organizando la mochila (donde Darryl pudo ver tanto vendas y jeringuillas como ungüentos y hierbas). Al principio no pareció entender de qué le hablaba, pero pudo ver cómo el recuerdo hizo presencia poco después.

-Ah, sí. No te preocupes, no pensé que fueses imbécil. Solo un poco raro con tanta pregunta. No tienes por qué disculparte.

Túmulo Garous; Parque N. Saguara

11 de Septiembre, 2001 - 11:46 am

El camino hasta el refugio fue largo, de más de una hora. Tuvieron que ir hasta el Parque Nacional del Saguaro y de ahí culebrear entre caminos de tierra y monte al raso. La vegetación se fue haciendo más y más densa, y Darryl se dio cuenta de que allí tenían un lugar precioso que nunca le había dado por explorar. Pronto fue difícil ver más allá de la arboleda, y tras un viaje bastante zarandeado por fin, Merten aparcó junto a unos postes donde también había otro coche tan desvalijado como el suyo.

Los cuatro bajaron del coche: no había nada especial en aquel área, así que tuvieron que ir a través del bosque guiados por Merten y Abbie, que llevaban la ventaja. Iban hablando sobre alguien, otro Parentela por lo que entendió Darryl. Dimitri iba a su lado y la verdad es que se le veía bastante relajado a pesar de las circunstancias. ¿Cuántas veces habría estado allí antes? Al final el bosque se abrió en un claro muy espacioso donde había una cabaña del Guarda Forestal. También había una hoguera, bancos de madera, hamacas, y una torre de altura considerable que se alzaba por encima de las copas de los árboles. De repente se escuchó un aullido; un sonido largo y profundo que resonó en los alrededores. En la torre, ya bajando, había una mujer de pelo rubio y con la cara pintada que se daba un aire a Abbigail, pero de una forma mucho más salvaje y primitiva. De la cabaña acudieron a la llamada un niño pequeño, de no más de doce años junto a un hombre robusto y corpulento con camisa de cuadros y un hacha al hombro. Hacía parecer al crío un enanito gracioso en comparación.

Abbigail se adelantó para coger al crío de la mano. Le hizo una caricia en la mejilla y le dijo que le había traído chucherías. El niño sonrió, aunque continuó echando miradas por encima del hombro hacia los desconocidos con curiosidad. El más grande se cruzó de brazos con las piernas ligeramente abiertas, mirando desde arriba a los forasteros, y la mujer adoptó una postura bastante similar. Hubo los saludos pertinentes hacia Merten, y algo más afectuosos para Dimitri. Después, el anciano garou extendió la mano hacia Darryl.

-Este es Darryl Emerson, el que ha regresado.

-Roddik. Encantado -dijo tendiéndole la mano que estrechó con fuerza y firmeza. Eso era un apretón de manos garou.

La mujer le estudió durante unos instante y entonces aspiró el aire haciendo que las aletas de la nariz se le separasen. Darryl supo de inmediato lo que estaba haciendo, y la respuesta de la mujer fue una especie de gruñido-siseo extraño.

-Brooke -se presentó sin manos de por medio.

La verdad es que comparándolos, ella parecía sacada de una película de vikingos mientras que el resto parecían más gente de campo sin más.

Aquel lugar era fascinante: aunque Darryl amaba el asfalto y las carreteras interminables desde lo más profundo de su ser era innegable que un sitio así hacía temblar la belleza de cualquier sitio que hubiera visitado antes. El ghoul se mantuvo en silencio el resto del viaje, escuchando con atención todo lo que decían (y disimulando para que pareciera que únicamente disfrutaba de las vistas) y deseando terminar de una vez con todo aquello.

De algún modo se temía lo que le pudieran contar los garous. No sabía hasta qué punto podían saber lo que Eliot había descubierto durante aquellos días (y lo cual todavía no le terminaba de gustar) y, de no saberlo, como reaccionarían a la noticia.

El aullido hizo que algo en su interior se encogiera (posiblemente por tener tan fresca la esencia vampírica en su cuerpo fruto de la sangre que Raven le había ofrecido) pero se mantuvo firme durante todo el camino. Aquellos seres no eran muy diferentes a los vampiros en una cosa: eran depredadores, a su modo, y si sentía el más mínimo temor ellos serían capaces de olerlo.

Echó un vistazo a los tres desconocidos, intentando no mirar demasiado para no parecer descortes y entonces Merten decidió presentarle. - ¿El que ha regresado? - aquello no le terminó de gustar, ya que le daba la impresión de que era algo de la manada que no quería ser.

Darryl dió un paso para poder estrechar la mano de Roddik con fuerza, asintiendo una vez. - Encantado de conocerte. - asintió a su vez en dirección a Brooke, que hacía honor a su fama - Encantado. Muchas gracias a todos por permitirme estar aquí. -

Y sencillamente esperó, pues así le había recomendado Dimitri. No le costó demasiado ser amable pues aunque Brooke ya le había juzgado por su condición de ghoul Roddik le había causado una buena impresión, la noche de descanso le había bajado los humos... y, por encima de todas las cosas, Sarah no estaba todavía presente.

La mujer miró a Merten.

-¿No iba a venir uno de nuestros hermanos?

El aludido miró en dirección a Dimitri y Darryl.

-Ha habido complicaciones.

La respuesta a ello fue una mueca imposible de descifrar. Lo mismo podía ser resignación que asco, y era mejor no sacacr conclusiones.

-Hum. Sarah y Paul vendrán más tarde, pero la comida está casi lista. -Señaló la cabaña de manedra, que era del tamaño suficiente como para albergar unas diez personas cómodamente-. Vamos dentro.

Abriendo la marcha se adentraron en la acogedora cabaña, pero antes, Brooke silbó varias veces de una forma peculiar y a los pocos segundos dos perros aparecieron de entre los árboles y trotaron hasta ella. Olfatearon rápidamente a Dimitri y Darryl, metiéndose en medio cuando uno intentaba caminar. Sin embargo, les dejaron en paz enseguida sin lanzar un solo ladrido y entraron en la cabaña después de Roddik. Brooke fue la última.

El interior daba directamente a un gran comedor con una imponente mesa en el centro y una gran variedad de asientos. Abbie ya se encontraba con el más pequeño sentado sobre sus rodillas, y los perros saltaron enseguida sobre un viejo sofá que estaba bastante desguazado. Del techo colgaban lámparas y las paredes estaban recubiertas de diferentes cuadros, estandartes y reliquias cuyo uso o función Darryl desconocía. También había un olor fuerte y penetrante, una mezcla entre viejo y humo sobre la que se imponía el olor de algo muy rico. Roddik les indicó sus asientos mientras que Merten le gruñía a los perros para recuperar el suyo. No fue hasta que Brooke los llamó que cedieron. "Deberías educarlos" farfulló, a lo que la chica respondió que ya lo estaban.

Merten ocupaba un extremo, la silla de su izquierda estaba vacía y a su derecha se sentaba Abbigail. Junto a esta habían alojado a Dimitri y a Darryl mientras que en frente se sentó Brooke quedando una silla libre a su derecha y dos más a su izquierda. El otro extremo también estaba vacío.

-¿Agua o cerveza? -preguntó Roddik.

La pregunta de Brooke le sentó como una patada en el estómago e instintivamente apretó el puño de la mano derecha. Chris debería estar ahí, junto al resto, dándose un abrazo con sus supuestos hermanos y conociendo a lo que debía ser su familia lejana. Tendría que responder por lo que había pasado...

Pero otra vez estaba el asunto de Raven. A sus hermanos del Club les había dicho que 'la conocía', aunque no creyó que ni por asomo se imaginaran que se trata de la misma mujer. A la manada le diría lo mismo y tendría que rezar para que no indagaran demasiado.

Esbozó una ligera sonrisa ante los perros, aunque evitó tocarlos por si alguien se pudiera sentir ofendido por ello. Estúpidas normas y estúpida etiqueta: si no fuese por lo ocurrido con Chris y porque necesitaba la colaboración de los lobos para descubrir todo aquello la actitud sería muy diferente. Una vez dentro decidió sentarse entre Dimitri y Abbigail, mirando a Roddik para responder.

- Cerveza, por favor. -

-Lo mismo -respondió su compañero, que se le notaba más relajado y cómodo.

Darryl no sabía qué clase de relación llevaban los lobos con la Parentela. ¿Se les trataba de iguales? ¿Mascotas? ¿Siervos? Supuso que sería algo difícil de definir en general, como su propia condición de ghoul aunque lo de ellos nacía a través de la familia y lo suyo... Bueno, lo suyo era hasta más complicado.

Roddik volvió enseguida con cuatro cervezas y una botella de agua. Jim bajó de las rodillas de Abbie para traer los distintos vasos a la mesa, y después se colocó al lado de Dimitri, que era una banqueta más alta que las demás sillas, de modo que alcanzaba la mesa bien.

-¿Habéis dado ya con los furtivos que andabais buscando? -comentó Dimitri al ver que el silencio empezaba a prolongarse.

-Por suerte para ellos, no. ¿Qué ha pasado con Christopher? -insistió de forma impaciente y sin quitarle los ojos de encima a Darryl, y no de la manera en que un hombre desearía que una mujer le mirase fijamente.

El anciano habí cogido un libro y estaba leyendo con unas pequeñas gafas sostenidas por el puente de la nariz.

-Brooke, estás siendo bastante irrespetuosa con los invitados.

No le cabía duda de que Brooke deseaba cualquier excusa para lanzarse contra su yugular, pero por suerte las estrictas normas de los garou también se aplicaban para ella. La carapintada era bastante tocapelotas, pero por algún motivo (seguramente porque apenas la conocía) no le sacaba ni la mitad de quicio que Sarah.

- No pasa nada. - estaba deseando plantarle cara y ponerla en su lugar, pero... tiempo al tiempo - Entiendo su reacción. Si me lo permitís explicaré lo que ocurrió anoche. -

Esperó a que nadie pusiera pegas al respecto para comenzar a hablar. Tocaba meterse en camisa de once varas...

- Después de que Abbigail tratara a Walter nos reunimos para hablar de la situación y decidí que iba a buscar a los vampiros que se estaban moviendo por la ciudad para intentar descubrir por qué estaban acosando al Club. Christopher insistió en acompañarme por si las cosas se ponían feas y acepté. - Darryl le dió un breve sorbo a la cerveza para hidratar un poco la garganta - Pasamos el día investigando y al final descubrimos dónde se encontraba, en teoría, Anthony Ogden. -

No pudo resistir la tentación de echar una mirada a la manada para ver si reaccionaban de alguna manera al nombre. - Como no sabíamos si habría vampiros dentro y si podrían ponerse a la defensiva ante la presencia de Chris decidimos que él se quedaría fuera vigilando y yo trataría con Ogden. Dentro, la heredera de Ogden me encerró y cuando conseguí salir afuera, tres vampiros le habían capturado como rehén... hasta que se solucione todo esto. -

-¡¿Que los chupasangre tiene a nuestro hermano?! -bramó el cabecilla aporreando la mesa con su férreo puño-. Es de día. Podemos pillarles con la guardia baja ahora mismo.

Los perros empezaron a ladrar.

-Lo sabía... Tratar con vampiros nunca funciona. ¿Y qué hacemos a eso? Nos quedamos de brazos cruzados, ¿no Merten?

El garou levantó los ojos del libro como si todo aquel jaleo no fuese con él.

-Te has respondido tú sola, Brooke. Es un miembro de Mayhem y ellos sabrán qué hacer. -Después volvió a la lectura.

-¿Y les vamos a consentir esto del mismo modo que consentimos que se apropiasen de nuestro terreno? ¿Cuánto crees que van a tardar en echarnos?

-Parecemos débiles e imbéciles aquí parados sin hacer nada. Paul diría que saliésemos YA. Tendríamos que acabar con toda esta mierda de un soplo y se acabó.

La puerta se abrió y tras esta apareció quien faltaba por reunirse.

-¿Y pasarte el resto de tu vida sin dormir por la noche? ¿Es eso lo que quieres, Rodd? Porque es lo único que tendrás. Haz el favor de limpiar la mesa y comportarte. Hay invitado en casa.

Sarah cogió un trapo y se lo tiró de mala manera antes de desaparecer en dirección a la cocina. Tras ella apareció Paul, el último que faltaba y con quien pareció que se hizo el silencio. Roddick limpió la mesa de las salpicaduras y los perros se amedrentaron buscando cobijo junto a la chimenea apagada, agazapándose sin emitir un solo sonido. Incluso Abbie, que estaba a la zurda de Darryl, estaba encogida en su asiento.

Paul se sentó en su asiento -al otro extremo de la mesa- con mucha parsimonia. Tenía la mirada turbia como una ciénaga.

-Si un guerrero no sabe mantener la calma el enemigo arremeterá con facilidad. Parecéis gallinas de corral en vez de soldados. Dais vergüenza. -escupió.

Sarah regresó con otras dos cervezas. Le dio una a Paul, le revolvió el pelo al pequeño Jim, y se quedó de pie ocupando el espacio entre Roddick y quien parecía ser el padre de todos ellos.

-Me alegro de volver a verte, hijo. -Con un tono más suave y conciliador, estrechó la mano del ruso.