Partida Rol por web

Si algo se le daba bien, era aparentar. La despacharon sin reparos y eso la disgustó, no era la respuesta que esperaba y ahora ya era tarde para tomar cualquier acción. En el ascensor fingió indiferencia y siguió con los zapatos en la mano y cuando todos salieron ella tuvo que ir en cabeza porque había sido la última en entrar.

Se quedó en silencio mientras los demás hablaban con el siguiente vástago que les daría información. Allí todo el mundo había aceptado que tendría que trabajar para ganarse el corazón, pero ella seguía con la mosca detrás de la oreja porque nadie le había dicho si Alexander estaba vivo o muerto. Todo lo demás le daba igual, las luchas internas, la camarilla, el sabbath... si por algo había decidido permanecer en un segundo plano era porque la política le importaba bien poco. Pero por lo visto a su Sire sí le importaba la política... ¿La acusación sería cierta? ¿O solo era una excusa?

- Por favor... - protestó después de estar un buen rato escuchando a los demás. La jerga le resultaba irritante, en buen lugar le había tocado quedarse, aunque entendía el idioma castellano los conceptos se le escapaban. - Que alguien utilice un idioma que entienda... ¿Tenemos algún tipo de piso franco para cambiarnos de ropa, conseguir alguna que otra herramienta necesaria para nuestra misión diplomática o pasar el día? ¿O eso corre de nuestra parte también? Lo digo porque no pienso ir con traje de gala durante el tiempo que tenga que estar arrastrándome por esta ciudad, aunque sea una cainita los tacones siguen siendo igual de molestos cuando los llevas mucho tiempo...

En eso tiene razon Señorita, digale a Pepe de mi parte que paren en algun sitio donde vendan ropa para que usted se compre lo que quiera, el le dara el dinero.

Una vez escuchado aquello, sales del bar.

Una vez afuera, encuentran el vehiculo y a Pepe que les abre la puerta.

¡Bueno gente! dice el conductor desde adentro del vehiculo, mirando hacia ustedes con la ventana baja Ya escucharon a Pepe, vamos.

Àngel accedió con presteza a la llamada del chofer de turno, pero en lugar de tomar asiento en la parte trasera del vehículo se dirigió a la puerta del conductor para increpar a ese individuo.

- Che, Pepe, Más vale que me dejes ese volante por las buenas. Los Jefes me pusieron a cargo de toda esta gilada, así que mejor que te pases al asiento del acompañante porque tengo ganas de manejar un rato para sacarme un poco la bronca. ¿Está claro? - Dijo amenazante apoyando una mano sobre el marco de la puerta y la otra sobre el respaldo del asiento del conductor, sacundiendolo enérgicamente para apurar al sujeto a ceder a su reclamo. Desconfiaba de los criados de los Jefes, tarde o temprano habría de matar a todos esos traidores hijos de puta. Por eso es que se negaba a que un esbirro del poder se diera el gusto de manejar su camino, ya demasiada gente lo hacía como para sumar otro más...

Como siempre la curiosidad me impulsa a examinar todo a mi alrededor al salir. Miro el entorno, la fachada del edificio donde está el bar, la calle, la cuadra, los vehículos aparcados . . . ¿la gente? ¿Estoy en algún lugar que conozca o haya recorrido antes? ¿Quizá por abajo del suelo?

Cuando por fin todos salen me dirijo a la trasera del vehículo. Abro el portón y me acomodo en el espacio de carga. De pasada hacia allá escucho el discursito del malkavian y mientras cabeceo no puedo evitar decir: 'amos loco. 'onte atrás con'igo. Mientras le invito a que se siente como pasajero me imagino al loco manejando, la furgo volcada en cualquier esquina y la policía acudiendo en manadas con ambulancias y bomberos. Hilarante.

Tras abrir miro detenidamente el interior, buscando algo, como si fuéramos a encontrar ahí un manual de instrucciones para manejar la situación. O al menos al loco.

Al salir del lugar me encuentro con el vehiculo que nos esperaba. - Vamos gente, hay que largarnos de aca. Mientras mas rapido terminemos esto mejor. - Digo subiendo pesadamente a la parte trasera de la camioneta. - Eh, Pepe hace lo que dice sino termina en llamas tu cafereta - Y suelto una risa sonora, mientras le doy unas palmadas al techo.

Salir afuera y notar el cambio de temperatura lo hizo fijarse en lo que traía puesto. Camisa blanca, con sangre hasta los codos, seguramente de amputarle la pierna a su sire, y un hermoso agujero a la altura del corazón donde la estaca había entrado. Genial, nadie parecía haber notado que parecían salidos de una película de zombies, y ahora estaban afuera.

- ¿Alguien sabe si en la camioneta hay ropa? - dijo Adrián mientras señalaba su camisa y observaba al resto, para saber que tan mal se veían.

Michaella salió taconeando hacia la camioneta, con el gesto altivo. Aquellos vástagos le seguían pareciendo de lo más vulgar que existía en el mundo, desde luego, hoy en día dejaban a cualquiera crear descendencia.

- No, no hay ropa - le contestó de forma seca al matasanos pasando por su lado para dirigirse al conductor de aquel trasto. - El señor de ahí dentro ya me han dicho que le diga al señor Pepe... que debes ser tú - lo miró de arriba a abajo disgustada con lo que veía. - Florencio me ha dicho que le diga de su parte que nos lleve a un sitio dónde comprar ropa y que usted nos dará el dinero, así que por favor, vamos un lugar dónde vestirnos como personas civilizadas. 

Natalia, en vez de meterse directo a la camioneta, se había quedado parada afuera mientras iban entrando o amenazando al conductor, por partes iguales. Parecía estar evaluando la zona en la que estaban, lo mismo que el Nosferatu que como se volvía costumbre estaba inspeccionando absolutamente todo lo que había a su alrededor. Pero luego él entró, y Natalia siguió allí mirando, apoyándose en la camioneta con una mano, adoptando con el cuerpo la forma relajada de quien está esperando algo agradable. Algo que no llegó cuando apareció la chiquilla del rigor andando sobre zancos, y dictaminó todas sus preocupaciones.

Sonrió hacia ella. Qué manera despojada de cerebro de vivir una existencia inmortal.

- No, flaca, no pidas civilización donde no va a haberla - le dijo, casi de forma dulce, como si estuviera intentando enseñarle algo que evidentemente la niña, cabezadura, no podía aceptar.

Después miró a Adrián. Ante su pregunta, o más bien sus señas, se miró a sí misma. Llevaba un sweater verde de cierto grosor, y los puntos se habían corrido notoriamente en un par de sitios, dejando formas circulares casi perfectas, y en otros habían vuelto a su posición habitual cerrando los agujeros de la estaca. No era la destrucción de la camisa del otro, pero seguramente era suficiente para desquiciar al señor Giordano y la señora Teté Custarot. Natalia sonrió más.

- De todas formas, es cierto: tenemos que ponernos presentables. Los anarquistas suelen tener un gran sentido de la moda.

El Toreador baja galante del vehículo al tiempo que escucha los comentarios de la brujah...-En eso, disiento contigo querida...los anarquistas NO tienen gusto. No puede evitar emitir una amplia sonrisa de autosatisfacción al ver su atuendo fabuloso aunque dañado...

-Lo mejor sería calmarnos un poco haciendo explícita referencia al demente que quiere conducir, a los demandantes y sucios pasajeros que han subido y a la impertinente Michaella...-Tratemos de hacer este trabajo lo mejor que podamos y aceptemos nuestro destino honorablemente a pesar que no estemos de acuerdo con la estupidez de algunos, y terminemos con esto de una vez...dejemos las tonterías para otro momento por favor, y avoquemonos a lo que se nos ha encomendado...

Antes de subirse, se dispone a un costado de Pepe y dice...Te puedo recomendar algunas direcciones donde podremos adquirir vestimentas decentes...

Mientras todos van subiendo, Pepe arranca el motor y espera.

Cuando escucha lo que hablan, mira hacia atras donde estan todos sentados y dice

¿A comprar Ropa? Pepe los lleva, Pepe sabe donde ir.

Viendo que todos adentro, sin decir mas el amigo pepe pone a rodar el vehiculo.

Me acomodo lo mejor que puedo en la trasera, donde el equipaje. Echo la capucha sobre la cabeza y dejo que mi ojo fije lo que se ve desde atrás, al pasar. No llamaré la atención ahí atrás, nadie podrá verme. Y si ven algo no será un algo que llame la atención.

Así que Pepe nos lleva a por ropa. Pues vayamos por ropa, aunque no piense cambiar de indumentaria. ¿O es que van a hacerme un traje a medida?

Sentada en cualquier asiento, porque no tenía preferencia alguna, Natalia miraba a través de la ventanilla mientras se iban las primeras cuadras. La situación ridícula parecía no tener fin. Se preguntó en qué momento había tenido principio, y tuvo que sonreír a sí misma, sonreír de la forma que sólo pueden hacerlo los que sonríen para no llorar, o para no matar. Ya la habían matado una vez, cuando le daba igual que lo hicieran. Poco importaba si volvían a hacerlo, mientras tanto todo quedara en el orden que, ella creía, las cosas estaban en ese momento.

Se volvió hacia los demás.

- Podemos estar silenciosos todo el viaje y todo lo que nos toque, algo que le entendería a nuestro compañero de atrás - comentó, haciendo clara referencia al Nosferatu, una referencia a todas luces de simpatía - Y tenemos oídos que escuchan, sí. Pero quizás esto vaya mejor y más rápido si hablamos y nos ponemos de acuerdo al menos en que todos queremos que nos dejen de joder. Yo, seguro.

Los miró, tan disímiles, un grupo realmente heterogéneo, claramente escogido como un grupo de tareas para diversas misiones.

- Alguno ya lo habrá oído, pero soy Natalia - cruzó las piernas, relajándose en el asiento, y les volvió a observar - Creo que escuché que vos sos Mateo, vos Ángel - sus ojos habían apuntado, correctamente, hacia el Toreador y el Malkavian -, pero si alguien más dijo su nombre, me lo perdí.

Natalia sonrió.

- Creo que podríamos empezar por eso.

Pepe ha visto gente mas animosa en los velorios dice el chofer mientras rie por lo bajo

Esso esss 'orque en loss 'elorioss hay 'oocho ssenti'iento ¿sa'es 'e'e? Hay 'oocho corassón. "Dejá ya de coger pelotudo y llevanos dónde sea". Es algo que me gustaría decirle en voz alta pero que no entiende este pendejo, no estamos de fiesta ni tenemos interés en conocernos.

Total, vamos a liarla con los anarcos en cuanto el malki abra la boca y estos le contesten. Tanto da que vayamos con tacón que de pullover. Bueno, no. Tanto me da a mi, pero no a la chiquilla ventru o al toreador. ¡Cómo me gustaría andar ahora por el submundo! Los rumores deben hacer temblar los cimientos de la camarilla y el sabath.

- Acelerá Pepe, antes de que te mande a tu velorio de una patada en el orto... - Amenazó con fastidio el malkavian a quién poca gracia le había causado el hecho de que aquél sirviente se negara a cederle la conducción de la máquina. Imaginaba una venganza especial para cuando todo ese asunto hubiera acabado, la cual incluía al mencionado Pepe, a su podrida camioneta, explosivos, combustible y fuego, mucho de este último.

- Yo soy Ángel, pero pueden llamarme "jefe". Trabajé muchos años con estos sinverguenzas y creo saber un poco de como manejan sus negocios y a sus peones.  - Comentó finalmente en un tono inusitadamente solemne para lo que había sido hasta ese entonces, mirando a sus compañeros de viaje y tratando de discenir quién era quién entre tanta variedad de sujetos. - Olviden sus nombres, a partir de ahora somos violencia. Con estos hijos de puta sólo valen las acciones, dentro de poco lo van a ver con sus propios ojos...

-Otra vez lo mismo...piensa Mateo al escuchar las palabras del loco. -Después se quejan de la animosidad del resto hacia ellos...

-Sé que a muchos le gustaría entrar a los tiros y eso, pero tratemos de tantear un poco el ambiente.  Un grupo tan variopinto como este llamaría mucho la atención. Tú por ejemplo dice dirigiendose al Nsoferatu Verme contigo sería raro, no puedes hacer uno de esos truquitos que tienen para no verte tan...impresentable...pregunta el Toreador con un dejo de repulsión.

-Si Ángel los conoce, mejor todavía...Yo tengo el placer de haberme relacionado poco con esa clase de bárbaros...

Maldición. Sufro una maldición dentro de mi maldición. Otra vez querría sonreír como hacía días que no sonreía, pero no puedo. Mi rostro es incompatible con las sonrisas ni nada parecido.

'or ssu'uesto, haré truquitoss.

¿Qué truquitos habrá visto hacer este presumido a los nosferatu locales? Da igual, yo no sé hacer truquitos. Pero creo que empieza a gustarme esta situación. No puedo sonreír, pero puedo reírme de lo lindo. Y eso es mucho más de lo que he tenido en los últimos tiempos.