Partida Rol por web

Mitsuko asintió a su madre con poco convencimiento pero no se apartó ni un centímetro de la posición que ya había adoptado.
Escuchó la pequeña historia del sr. Lu y al final arqueó ambas cejas un poco sorprendida. Por suerte no había sido tan terrible, probablemente por la falta de detalles y de extensión, así que la joven se sintió un poco más tranquila que antes de escuchar la historia.

-Siempre hay una moraleja- dijo con una tenue sonrisa antes de dirigir su mirada al oscuro pasillo. Se sentía cansada y tenía ganas de dormir tranquila sin la presencia de esos señores armados y tan extraños.

Kisho sonrió cuando el sr. Lu terminó la historia. Mientras, continuaba degustando la segunda taza de té. La moraleja de aquel cuento era muy acertada, pensó el hombre.

No hizo ningún ademán de levantarse ni de abandonar la velada, empezaba a encontrarse a gusto. Miró afectuosamente a su hija cuando esta pronunció una frase. Pensando que realmente ella no entendía la historia, pero pronto lo haría.

No podía estar mucho más sin contraer matrimonio, los pensamientos de Kisho empezaron a planear bodas y compromisos, dotes y fiestas. Su corazón se entristeció, pero se llenaba de orgullo al pensar que Mitsuko formaría su propia familia. Y algún día heredaría el negocio familiar.

 "Ha ha ha ha ha"

Una risa se escucha en la puerta, justo detras vuestro. La señora Maruo se encontraba de pie mirando a la familia mientras sonreia y se tapaba con un paipai.

-Que graciosa, pues si pero no todos los cuentos tienen moraleja jovencita. Bueno ya tienen su habitacion lista, es la primera habitacion cruzando el pasillo. Si quieren pueden ir y descansar imagino que estaran agotados despues de andar tanto. El te se lo he dejado junto a los futones por si quieren beber un poco antes de dormir. Yo, si me disculpan me retirare. Buenas noches a todos.

Y con una reverencia se marcho por el largo pasillo.

Ryoko, lejos de hacerle gracia la historia, miró a su marido suplicante, pidiéndole en silencio que las sacara de allí y se fueran a aus dormitorio, peor su marido parecía estar agusto escuchando las historias que contaba aquel señor tan extraño. En vista de la inevitable velada se acomodo un poco  y después de servir otra taza de té a su marido se dispuso a escuchar la siguiente historia...estaba segura que habría otra historia.

"Con lo cansada que estoy y tengo que escuchar a estos extraños contar historias sin convicción y sin tono alguno en als frases. Bueno, al menos a Mitsuko parace no desagradarle tanto como pensaba"

Suspiró y esperó.

Kisho notó el desasosiego de de su esposa. Aquella mirada la podía interpretar como nadie. Empezaba a sentirse cansada de todo aquello.

Kisho la amaba profundamente, y le disgustaba que estuviera pasando un mal rato. 

Cogió la taza de té que ella le servía y tomó varios tragos. La miró calidamente y volvió a depositar la taza en la pequeña bandeja.

- Si nos disculpan, caballeros. He hizo una reverencia a sus anfitriones. - A mi familia y a mi nos gustaría retirarnos a nuestra habitación a descansar. La compañía no podría ser más grata, pero estamos cansados del largo viaje.

Kisho esperó el consentimiento de los demás participantes de la velada, antes de ponerse en pié. Volvió a inclinarse levemente y ayudó a su mujer a levantarse.

- Que pasen buenas noches caballeros. Gracias por dejarnos compartir estos momentos con ustedes. Se dirigió al pasillo, y esperó a que su hija los siguira.

 Los cuatro se giraron en direccion a la familia. Se inclinaron sobre el tatami a modo de saludo pero ninguno dijo nada, excepto el señor Lu.

Buenas noches, que descansen bien y tengan cuidado con los kamis jajaja-dijo riendose.

La familia salió de la sala y suspiró. La verdad es que aquel grupo despertaba en ellos una extraña sensacion, no parecian peligrosos pero para nada les resultaron normales. Quizas se sentian algo incomodos en su presencia pero sea como fuere respiraron mas tranquilos al salir de alli.

Cruzaron el pasillo apenas iluminado por velas y vieron el cuarto en el que dormirian. Era una habitacion pequeña con una vela iluminando el centro. Tres futones se extendian paralelos preparados para la familia. En las paredes podian ver mascaras colgadas a modo de decoracion. Las miradas perdidas de las mascaras de Tengus, hanyas y otros duendes producian inquietud en la familia. Desde luego el gusto de la señora Maruo era un poco...excentrico. Pero el colmo era la pared que daba al aldo exterior de la casa en la que habia un dibujo que la ocupaba toda. Aquel dibujo transmitía algo que la familia no se atrevió a explicar.

Ryoko, que su alma indiscreta no podía disimular, lo primero que percibió fue ese extrvagante dibujo de la pared. Luego pasó su mirada a las máscaras que estaban colgas y después miró a su marido y a su hija. No dijo nada pues sabía que debía complacer a su marido, si a él le gustaba ella no sería quien pusiera pegas. Asique se acercó a un futón.

"Horrible, simplemente horrible. Pero no debo olvidar que estábamos perdidos en el bosque... cualquier cosa es mejor que el bosque"

Esperó a que su marido dijera algo de aquel lugar, o su hija, alguien que rompiera sus pensamientos.

Mitsuko efectuó una reverencia para acompañar el agradecimiento educado de su padre y se sintió aliviada al abandonar el salón, aunque al llegar a la habitación no disimuló un gesto de desagrado. Ahora ya no le era necesario contenerse, o al menos no tanto.

-Ahora entiendo lo de las historias, parece que a la dueña de la casa le gustan esas historias- miró las máscaras componiendo una extraña expresión y finalmente arrugó la nariz frente al dibujo -Qué feos son estos seres. Menos mal que sólo nos quedaremos esta noche- se esforzó en reconfortarse con esa idea y finalmente se sentó con comodidad en uno de los futones tomándose la libertad de coger una de las tazas para probar el té.

-Seguro que mamá hubiera decorado este sitio mucho mejor. ¡Está desaprovechado!- añadió en un tono más distendido.

Ryoko sonríe a su hija con agradecimiento.

-No quería decirlo, peor no me gusta nada la decoración de ésta habitación... las máscaras... y el dibujo... pero es una noche, hija, sólo una noche- la dice intentando tranquilizar a su hija, más para tranquilizarse a ella misma que a su propia hija.

Viendo la libertad que se toma su hija para coger una taza de té, ella se decide a beberse una también.

-¿Quieres otra más, Kisho? No te la sirvo directamente porque igual no quieres más té-se excusa precipitadamente.

Se quedó de rodillas esperando a que su marido la contestara.

"Una noche, sólo una noche" piensa una y otra vez.

- Estoy seguro que tu madre lo hubiera decorado con mucho mejor gusto. Dedicándole una amplia sonrisa a su hija.

Kisho se quedó perplejo al entrar en la habitación y contemplar la decoración. - Un gusto extremadamente extraño. Murmuró el padre de familia. Se plantó delante del dibujo de la pared mientras se atusaba distraídamente el bigote. - Cariño, acércate un momento ¿Quieres? Mientras agitaba el brazo en señal que se acercara, sin dejar de miara el extraño dibujo.

- No te parecen... Arboles. Debe ser por el largo viaje a trabés del bosque, pero juraría que se parecen mucho a un cerezo... Ladeó la cabeza intentando observar el dibujo desde otro punto de vista. - Va... No me hagas caso. Y miró a Ryoko sonriendo amablemente.

- Será mejor que intentemos descansar esta noche. Dio un beso a su mujer y se dispuso a prepara el futón.

La joven acabó su té con un suspiro de placer. El ambiente distendido conseguido gracias a la intimidad de la habitación, por extraña que estuviera decorada, le devolvió la confianza y la tranquilidad así que enseguida se metió en su propio futón y se encogió bajo el colchón.

-¡Buenas noches!- deseó a sus padres antes de cerrar los ojos convencida de que ambos la seguirían pronto en su sueño. Estaba demasiado cansada para plantarse si quiera el hecho de que las máscaras parecían estar observándolos con avidez.

Ryoko mira a su hija meterse en el futón para dormir. Ella se acercó a su marido y lo abrazó.

"Necesitaba sentirme protegida"piensa"No me gusta esta casa"

Después suelta a su marido y se dirige a su futón. SE desliza en él poco a poco procurando no mirar esa pared ni als máscaras que parece que lops observa desde que han llegado. Echa un vistazo a su marido y , sin querer, antes de cerrar los ojos, mira fugazmente las máscaras y el dibujo.

-Buenas noches. Qué descanseis-añade mientras cierra fuerte los ojos pues la traicionana y le hacen mirar esas horribles máscaras y el dibujo que a su marido le han parecido unos árboles...a ella, unos seres amosfos.

Kisho se desliza en su futón. Cansado debido a los extraños acontecimientos de aquel día.

- Buenas noches. Dice en voz baja. Aún con la imagen del extraño dibujo de aquellos seres, bailándole en la mente.

La familia se durmio rapidamente debido a lo exaustos que estaban de viaje. Habia sido una jornada agotadora y aquel lugar no les reconfrotaba en absoluto. Los tres se movían intranquilos en sus futones. Tenian sueños extraños, casi como pesadillas. Pero las pesadillas aun no habían comenzado.

Ryoko abrió los ojos. Se sentia intranquila y tenía a sensación de que algo o alguien la observaba. Pero alli no habia nada. Solo el movimiento de las sombras de las ramas en la pared y las miradas perdidas de aquellas mascaras. Pensó que era una tonteria, que simplemente se comportaba como una niña. 

Pero una sombra cruzo rapidamente la habitación y Ryoko se sintió aterrorizada...

Ryoko se sentó de golpe en el futón al ver esa sombra cruzando la habitación.

-Kisho-susurró para no despertar a su hija mientras zarandea a su marido-. Kisho, despierta.

Sigue zarandeándole, pero al ver que no se depierta desiste. Mira toda la habitación de arriba a abajo, pero no hay rastro de esa sombra que le pareció ver.

"Una pesadilla, estaba medio dormida y me pareció verlo, simplemente eso... no es nada, nada" se autotranquilizaba.

Intentó volver a dormirse, estaba vez más tensa que antes. Otra vez cerró fuertemente los ojos, pero éstos volvían a traicionarla y se abrían de vez en cuando buscando una sombra que estaba segura que había visto, mirándo esas máscaras horribles y de observando el dibujo de la pared. Intentó tranquilizar los pasos ribombantes de su corazón y respirar hondo. Sus ojos seguían vagando por todos los rincones de la habitación.

Nada parecia haber cambiado. Ryoko  se estaba volviendo a quedar dormida cuando de nuevo vio aquella sombra. Algo la estaba observando aunqeu no sabia desde donde ni que era. Un escalofrio la recorrió la espalda. 

Pudo escuchar una risa, como llevada por el viento. Y de nuevo intentó despertar a su marido con las manos temblorosas. Algo ocurría alli y no era nada bueno.

Sandraaa no te duermaaas ¬¬ 

Ryoko se levanta de un salto del futón y corre encima de su marido. Lo zarandea fuertemente hasta que consigue que, por fin, abra los ojos.

-Kisho, Kisho... he... visto algo.... Una sombra... dos veces... una podían ser cosas mías, dos no y he oído.... una risa, una risa fría-añade mientras se apelotonan algunas lágrimas indiscretas en sus ojos, muy nerviosa y sin dejar de zarandear a su marido.

Ryoko siente un tremendo escalofrío por todo el cuerpo. Gira sus ojos por la habitación. Está fuera de sí completamente. Mira a su hija que de momento no s eha despertado, loq ue le aprece extraño pues ha hablado bastante alterada. Y vuelve la vista hacia su marido.

-¡Kisho, créeme! Hay alguien  es esta habitación... o algo...o....-no puede casi hablar la tiembla todo el cuerpo.

Kisho se despertó sobresaltado, su mujer le zarandeaba y hablaba atropelladamente. No lograba entender lo que estaba pasando. La sujetó por los hombros fuerte, pero con dulzura. - Cálmate mujer. Aún estaba aturdido después de despertarse bruscamente en mitad de la noche.

 Al verla tan alterada, Kisho, la abrazó fuertemente, intentando calmarla. La besó en la frente y le apartó los rebeldes cabellos de la misma. - Vuelve a contarme lo que has visto... Pero cálmate. ¿Que ha pasado? Esta vez la voz era como un susurro, para no despertar a su hija. Intentando animar y confortar a su mujer dibujó una cálida sonrisa.

Claro que había alguna cosa en su interior que le decía que algo no marchaba bien.