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Cadenas y grilletes (+18)

Epílogo

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18/02/2022, 13:38
Narrador

Shacktar y Mischa caminaban en silencio por los Bosques de Adorem. Antiguamente aquellas tierras habían desbordado vida, con las ramas de los arboles meciéndose bajo las corrientes de aire y los ruiseñores entonando su melodía ante los primeros rayos de sol. Ahora sin embargo, el bosque se mostraba oscuro, retorcido y silencioso. Las ramas de los arboles se mostraban secas y quebradizas, mientras que su alrededor se alzaba deprimente, sin vida alguna. Los animales que una vez corrían por aquellas tierras, habían perecido. Tan solo el aroma de su podredumbre, era el único testigo de su anterior existencia.

De imprevisto, el hedor de la muerte se intensifico, provocando que los aventureros contuvieran el aguijón de las nauseas y las arcadas. Impulsados por la curiosidad, mas que por la sensatez y el miedo, continuaron caminando por el sendero hasta llegar a una zona pantanosa. En mitad de la ciénaga, sobre una de las islas de terreno fangoso, se encontraba un hombre “calentándose” ante las llamas azules de una hoguera.

Dadmelo y vuestra muerte será rápida e indolora— pronunció el desconocido con voz grave, la cual se escuchó con claridad a pesar de la distancia.

Sus palabras provocaron el vello de sus cuerpos se erizara y su corazón se encogiera. Aquel caballero de negra armadura no era un humano normal, pues una maldad destilada colmaba cada centímetro de su cuerpo. Era un agente del caos, la mano ejecutora del mal que conformaba Lilith, la Señora del Terror.

Al ver que su orden no era acatada, el enemigo alzó su brazo, provocando que incontables muertos surgieran de las ponzoñosas aguas. Rodeados y superados temieron lo peor: sin embargo, el avatar de Ragathiel se negó a flaquear ante la oscuridad. Clamó el poder de su señor una vez más, permitiendo que su poder inundara su cuerpo, provocando los muertos se replegaran y no pudieran atacarles. No obstante, tal poder tenía un costo, pues el antiguo esclavo sintió como su piel se desprendía, para poco después convertirse en polvo. Aquello era normal, una carcasa mortal no podía contener el poder de un dios.

¡Huye!— fueron las únicas palabras que Shaktar ofreció a su compañero.

El investigador, impulsado por el miedo a la muerte y hostigado por la culpa, abandonó a su compañero y corrió, dejándole solo ante un enfrentamiento del que sin duda no sobreviviría. Luz y oscuridad lucharon aquel día. Muchos dirán que el bien fracasó una vez más en su lucha contra el mal; sin embargo, siempre que hubiera alguien dispuesto a luchar por la justicia y por lo que era correcto, el mal jamás triunfaría. Sin saberlo, Mischa, llevaba consigo un mensaje de esperanza que cambiaría el curso de la historia. 

Notas de juego

Fin de la crónica La sombra de Lilith: Cadenas y Grilletes