Partida Rol por web

El día se presenta tranquilo, hace mucho que no obtenéis ningún trabajo de fabricación de armas, pero no perdéis la esperanza. Actualmente estáis trabajando cada vez más para Glec, la que maneja la principal mafia Bauhaues, por encima de otras que poco a poco están alzándose por encima de las mafias mishimesas. Luna corre un riesgo grande si alguna de ellas destaca más que la otra. La firma de paz que realizaron todas ellas parece que se va a quebrar. 

El viaje con vuestro camión hacia el Bar Los Pencos Mishimeses es rápido, la autovía está casi desierta y no se esperan controles por ningún lado. Vuestro localizador de coches de policía y demás autoridades os lo demuestra. Llegaréis a vuestro destino en poco más de una hora, cuando de pronto, vuestro teléfono suena. Miráis la llamada y es Glec. Pudiera ser que tenga algún trabajo para vosotros, seguro que es dinero fácil para gastarlo en alcohol y comida basura.

Una jornada más tranquila en la ciudad. Hacía tiempo que no teníamos nada mejor que hacer que ir de bar en bar quemando nuestro dinero, dinero que se estaba acabando rápidamente. Estoy sentado delante de las pantallas de control y radar, mirando las señales luminosas y buscando puesto de control de la policia.

Estoy absorto en las pantallas inusualmente silenciosas, cuando un sonido vibrante me saca de mi ensimismamiento. El comunicador suena, bien, espero que sea un trabajo. Miro la pantalla de identificación y leo "Glec". Perfecto, eso significa dinero.

Aprieto el botón verde del comunicador y digo con voz neutra - ¿Sí?

Frank estaba repantingado en el puesto de conductor, mientras intentaba combatir el sueño con café sintético. Esa mierda que venden los del capitol; agua sucia con estimulantes y saborizantes. Pero teniendo en cuenta el precio de una taza de auténtico café venusiano, bien valía. Le pegó otro trago a su taza y la puso en el resposavasos.

Las mortecina luz azulada producida a partir de gas marciano le daba a la carretera un aspecto fantasmal. Lo cierto es que le gustaba, a pesar de todo.

Giró para incorporarse a la Freeway. Habían quedado de pasarse por un almacén que conocían para ver si tenían piezas útiles para un "chisme" que estaba montando, cuando recibieron la llamada. Threshum abrió las comunicaciones. Frank ladeo ligeramente la cabeza, de forma incosciente, como si tratara de colocarse en una posición que le permitiese escuchar mejor. Un breve sonido de estática dió lugar a la voz de Glec. era curioso pues cuando oía aquella voz, era incapaz de relacionarla con su propietaria; una chica que parecía apunto de terminar la secundaria, de aspecto amable y sonriente. Todo fachada. Por dentro era una auténtica vívora.

Levanto la cabeza con gesto cansado. Tumbada en uno de los asientos "cómodos" que hay en el camión. Era impresionante como aquella cabina daba para tanto. Tenían el pequeño centro de comunicaciones pegado a la espalda de Frank, que conducía como de costumbre. Una pequeña cortina era lo que lo separaba de los artilugios que manejaba en ese momento Threshun. Era evidente que mientras no hiciera falta sus armas, iba a permanecer quieta y tumbada. 

Cruzo las piernas y se tumbó más aún si cabe. Aquel pequeño habitáculo donde pasaban las horas y las horas mientras Frank conducía, contenía poco más que el sofá donde estaba ella tumbada, una pequeña cocina y el centro de comunicación. Aquella cabeza de camión era amplia, y no le agobiaba el espacio. Sabía que siempre dormían en hoteles.

Glec no detecta bien de quién es la voz. Una frase demasiado corta y con poco espíritu, apostaba a que era de Threshun, pero no podría asegurarlo. A pesar de ello se arriesga, pues casi siempre quien conduce es Frank, por lo que no podría atender la llamada a la primera. Quién atendía era el friki de Threshun. Ese calvo era listo, si. Manejaba aquello con bastante destreza.

- ¿Puede ponerse Frank? Necesito hablar con él. - Pidió con autoridad.

Hola Glec. - contesto - Frank está conduciendo ahora, estamos en ruta. Te pongo en el altavoz y así te oímos todos. - pulso el botón del altavoz. - Estas en el altavoz Glec, ¿qué se te ofrece?

-Hola "Pinkie"-dijo Frank-Te escucho.

Pinkie era un sobrenombre que Frank solía usar para referirse a Glec y que obviamente hacía referencia al color de su pelo. Era evidente que a la mujer no le gustaba demasiado, pero lo consentía. Y era también evidente que Frank disfrutaba con ello.

Glec sonrió con malicia.

- No te pases Frank. Sabes de sobra que no me gusta que me llames de esa forma. No es bueno para nuestros negocios.

Agacho la cabeza, y  mientras jugueteaba con un bolígrafo, siguió hablando.

- Hay algo que me gustaría que hicieras. Hay un hombre que se dirige actualmente por la radial Sur en un "Diente de León" Negro. Su destino es la salida 9 hacia el barrio Radicheta. Creo que os pilla cerca de por donde soléis andar. Quiero que cojáis lo que sea que transporte. El lugar donde me entregarás la mercancía te la diré cuando la consigas.

Frank se sonrió viendo que su "pinkie" había causado el efecto deseado.

-Parece fácil-dijo Frank con cierta desconfianza-Demasiado fácil ¿Qué oposición podemos esperar?¿Lleva escolta?¿guardaespaldas?

- Según mis informadores, va sólo un coche. Dentro de él, va el hombre de Imperial y el conductor, un Mishimes. Quieren pasar desapercibidos, creo que no encontrarás mucha oposición. Es un movimiento típico de extorsión. - Pausó un poco. - Tenéis que daros prisa, el hombre saldrá de la Radial en breve.

- ¡Vamos tío! - Grito - ¡No seas así! No hay de que preocuparse. Mis dos pistolas podrán con todo tipo de problemas. 

Mientras grito muevo en el aire mis manos y brazos indicando disparos ficticios mientras sigo tumbada en mi sofá. 

- ¡Necesitamos dinero!

Oído Glec - digo al interfono - ¡Dale Frank, tenemos trabajo!

-Vale Pinkie-contestó Frank-vamos para allá. Te informaremos en cuento tengamos "el paquete". Cierra, T.

Frank siguió la Freeway hasta alcanzar la salida correspondiente y giró en dirección a la radial donde deberían encontrar el "Diente de León". 

-Bueno chicos, mantened los ojos bien abiertos.

- Perfecto. Perfecto. Suerte.

Cuelgo.

La carretera que bordea la Ciudad de Luna en uno de sus anillos, está prácticamente desierta, sólo de vez en cuando pasa un coche a toda velocidad adelantando al camión de La Forja. Está todo muy tranquilo y para ser cerca de la hora de comer, no hay movimiento de controles policiales, militares ni de la Hermandad. En este tipo de carreteras, sólo se suelen ver al entrar y al salir, y sobretodo por lugares no tan peligrosos como los que normalmente visitáis.

De pronto, uno de los coches que os adelantan es un "diente de león" negro por la derecha a una velocidad moderada. Desde vuestra posición no podéis distinguir bien cuanta gente hay dentro o si ese es vuestro objetivo.

Frank conducía tranquilamente, atento a cualquier diente de león que pudiese ver cuando de pronto, consigue ver a uno por su retrovisor derecho que avanzaba acelerando por el carril de la derecha. El coche rebasó al camión. Frank echó un vistazo mirando por el rabillo del ojo para ver si conseguía ver algo que delatara a aquel vehículo como su objetivo.

Aceleró un poco para mantener al diente de león a una distancia moderada, que no levantase sospechas pero conque no lo perdiese de vista.

Lo que finalmente delataría al vehículo como su objetivo sería que cogiera la salida para Radicheta. En principio, sería la única pista que tendría. Por otro lado, intentar interceptarlo en la freeway sería un disparate. El coche era evidentemente más maniobrable y rápido que el camión y parar en mitad de la vía sería un suicidio. Lo ideal sería interceptarlo justo al salir.

-Mirad, debe ser ese-comentó a sus acompañantes-.

Al escuchar a Frank, me levanto y me dirijo a la parte de delante, mirando a través del parabrisas. Si, un "diente de leon" negro. Ese debía ser nuestro objetivo. - No le pierdas - me giro hacia atrás. - Lyona, eres la única con armas aquí, así que deberás cubrirnos cuando le alcancemos.

Pego un salto del sillón, me coloco mi cinto con las dos armas en ella y me lo tapo con la gabardina. Me encanta sentir el peso de las armas. Agito los dedos para calentarlos y me coloco en el asiento de delante, junto a mis dos compañeros, mientras miro atentamente el coche. 

- ¡Estoy lista! ¡Cuando vamos a saltar sobre él! ¡Arrímate y me engancho en el techo! - Grito entusiasmada con la idea.

Necesito un poco de acción, de eso no hay duda.

El Diente de León adelanta a su ritmo a vuestro camión y continúa por la carretera a un paso imperturbable. Quedan unos 12 km para el desvío y mantenéis el ritmo y las distancias con él.

-¿Quieres saltar sobre ellos en marcha en la autovía?¿Estás loca?-dice Frank-No, esperemos a tomar el desvío de Radicheta para asaltarlos. Además, de esa forma nos aseguraremos de que es el vehículo que buscamos-.