Partida Rol por web

Las indicaciones de Threshum son fáciles y tras conducir durante un rato, llegáis a vuestro destino. La guarida de Luaku. Un bar de carretera, dirigido y manejado por la banda. Cuando veis sus puertas, como os habéis imaginado, están cerradas, ya que en teoría, la banda está muerta.

El comunicador suena con una llamada entrante. viene del Cartel de Manizalera.

Una luz roja me avisa que está entrando una llamada.

Espera, Frank. Nos llaman del Cartel de Manizalera.... Que extraño. ¿Qué querrán los hombres de Uribe? - me extraño y miro a mis compañeros. - Nunca nos han contactado.

Sumido en mis pensamientos, pulso el botón del comunicador.

¿Sí? Aquí Threkor.

-¿Mazinalera?-susurró Frank con incredulidad-.

Threshum ya había contestado a la llamada así que permaneció atento mientras aparcaba el camión en una zona próxima a la base de Liauku, pero donde a ser posible, no llamase mucho la atención.

- Buenas Frank - La voz de Uribe era reconocible por su acento Capitolino del sur. - Tengo un trabajo para vosotros. Mañana en el aeropuerto de Luna, llegará desde Heimburg un niño que deberéis secuestrar. Os pasaré una foto por la Red para que lo reconozcáis. El trabajo es sencillo. Secuestrarlo, tenerlo un par de días y acordar el lugar de entrega. Os pagaré bien por ello.

Miro a Frank mientras desconecto el micrófono - ¿que te parece? Saqueamos esto y si Luaku no aparece, podemos quedarnos el local un par de días para tene al crío seguro. No creo que vuelva nadie por aquí en un tiempo

Espero a Frank para darle una respuesta a Uribe. - Incluso podemos instalarnos aquí. Sería como un trofeo por habernos deshecho de Luaku y los suyos.

Frank asiente y busca con la mirada la complicidadad de Lyona. Cuando tiene su confirmación se decide a hablar.

-De acuerdo. Ya tienes equipo para el trabajo-contestó-¿En qué vuelo llegará?¿Será en un vuelo privado o público?¿Le estará alguien esperando?

No lo sé Frank, espera - Vuelvo a conectar el micro.. no sé porque estaba susurrando...

Vale, aceptamos. Danos el número de vuelo y a qué hora llega.

- Os paso una fotografía del chico. El vuelo es el 232B, un vuelo público que llega a las 21:00 de mañana.

Frank levanta el dedo dando a entender que está conforme. Cuando al fin Treshum se despide de Uribe, baja del camión y se dispone a partir hacia la base de Liaku.

-Venga, vamos. Miraremos si hay una puerta trasera. Intentaré abrirla y vosotros me cubrís ¿de acuerdo?

La idea de Frank era buena. Debíamos buscar una manera de entrar. Saco mi arma nueva, y aunque me siento un tanto torpe con ella, conozco lo suficiente como para no pegarme un tiro en el pie.

Te cubro Frank. Abre la puerta. - Me giro de espaldas a Frank y la puerta, controlando que no se acercara nadie sospechoso. Miro también hacia el cielo, nunca se sabe desde donde puede venir el peligro.

Frank comenzó a caminar por la calle disimuladamente hasta lo que sería la parte de atrás de la base de operaciones de Liaku, esperando que sus dos compañeros lo cubriesen. Una vez allí, revisó por si había algún sistema de seguridad electrónica. Intentó asegurarse de que no pasase nadie antes de desactivarlo e intentar forzar la puerta.

La puerta trasera, que daba a un callejón oscuro, con escaleras anti incendios que descendían de los bloques vecinos, y contenedores de basura apilados en las paredes, estaba cerrada pero sin ningún sistema de alarma o seguridad más allá que una llave.

Sigo a  mis compañeros, con las dos pistolas en mis manos. Aún no me había repuesto de mi último ataque y mi adrenalina estaba aún por las nubes. Si algo se movía, no podría impedir que le disparase. Vamos a acabar con la banda de Luaku. Eso nos abrirá muchos más trabajos.

Frank se acercó con discreción intentando controlar que ningún curioso les estuviese mirando. Entonces intentó forzar la puerta.

La cerradura, cede ante el esfuerzo de Frank, y deja abierta la puerta que da a un bar de barrio de mala muerte.

Frank había logrado con uan destreza encomiable abrir la puerta. Destro estaba todo oscuro, pero podía distinguirse una barra de bar. Parece que los de Luaku tenían un buen tinglado montado aquí. Sin dejar de vigilar el exterior, entré en el local con el arma preparada por si había sorpresas dentro.

Intenté tantear por la pared de al lado de la puerta por si había algún interruptor o control de luces.

Las luces se encendieron, dando luz a aquello que era justo lo que parecía. Un bar, con varias mesas y pobremente decorado. Entré con cuidado, con las armas listas para actuar. Pero aquél local estaba vacío. 

- ¿Un Ron?

Frank no bajó la guardia, ni siquiera cuando Lyona encendió la luz del local. Con la mirada buscaba posibles salidas. Indentificó primero la que debería ser la del acceso principal al local, pero lo que buscaba era otra cosa.

-Antes de nada, será mejor asegurar el garito. Esto ha de tener un almacén o una sala privada por algún lado. Si no a las malas, nos podemos llevar las botellas. Al precio que está el alcohol, aún podremos sacarle algo.

El local donde los clientes tenían acceso era grande y espacioso. Con al menos 12 mesas con sus respectivas mesas. Tenía un par de máquinas tragaperras y una barra pequeña pero suficiente. Detrás de la barra hay una puerta que daba a un pequeño almacén lleno de cajas de botellas de alcohol y bebidas gaseosas. Y dentro del almacén había otra puerta que conducía a una habitación lujosamente amueblada, con una mesa grande de madera para albergar charlas con al menos 12 personas. Ordenadores y demás cosas importantes para realizar la labor de extorsión de la banda.

Lo último que revisáis son los cuartos de baños, que se entraban desde el bar. Grandes y con un pasillo entre ellos.

Las puerta de salida son, la pequeña puerta por donde habéis accedido, situada en un lateral. Y otra puerta más grande y principal, que estaba frente a la barra. En el despacho del fondo, había otra puerta que daba a un callejón poco iluminado.

Frank iba haciendo de memoria una especie de inventario de objetos de valor que iban encontrando. Entre todo aún podrían sacar una pasta. Probablemente, más de lo que habrían sacado por el trabajo fallido, así que podían estar satisfechos. Lo que le extrañó es que no hubiera armas ni munición.

-Bueno, acercamos el camión y nos lo llevamos todo ¿no?.