Partida Rol por web

Entras a un salón  mediano, con pocas sillas pero preciosamente decorado. Entienden porque le llaman el salón Aurora, los colores son almarillos y rojos, con muchos detalles propios de los toreador.

Dentro ya estaban dos hombres ambos elegantemente vestidos, aunque uno de ellos tiene más aire de antiguedad que el segundo quien tiene el pelo largo hasta el hombro.

Ingresan al poco tiempo dos hombres, uno alto, flaco y refinado, vestido con un buen traje, y a su lado un hombre un poco mas bajo, delgado, con gafas y con un caminar lento.

Buenas Noches caballeros. Dice el hombre que parece más antiguo y mira con aire de superioridad.

Buenas Noches. Dice el Hombre de manera seca mientras mira al rededor como explorando todo. Mejor nos sentamos le dice a su acompañante.

En ese momento entra un hombre que  resalta por su informalidad, en realidad  contrasta pues todos están “muy bien vestidos” menos él. Buenas Noches. Dice casi de manera bruzca. En ese momento Rowan hace un gesto de desagrado y lo mismo hace Delain. Soy Morgan el guardían del Eliseo, antes de pasar a la reunión con la princesa me han pedido que les interrogue...  mira Tanto a Terence como a Alan de manera discordante. Supongo que son ustedes dos. Los señala con las manos.  ... los chiquillos... pues bien señores... quiero  saber si sus sires los han entrenado adecuadamente,  recuérdenme las tradiciones por favor. Su actitud es algo hostil.

Llegan al lugar rapido. Manejas como un experto y parqueas cerca al Eliseo. Adelantate. Dice tu sire, yo entrare en un momento.

Una mujer muy hermosa te recibe.  Bienvenidos al Eliseo de los Angeles. Su sonrisa es expectacular. Puedo servirte en algo.

Hola maciza, se me ocurren muchas formas de que me sirvas, pero seguro como la mayoria de las vampiras no se lía con nadie.- le digo mirandola de arriba abajo - Y ahora dime, quien eres ricura? Acaso me esperabas?

Esta tipa me pone demás, - poniendo una cara de sádico mientras acaricio mis labios con la lengua - ojala este conmigo más tiempo que este simple cruce de palabras

Me siento en una silla al azar. En un momento se me pasó por la cabeza sentarme lo más cerca posible del Príncipe, pero al entrar en la sala, tal despliegue de riqueza me dejó anodadado. Lo que me hizo que me diera lo mismo el sitio a ocupar.

Me siento y estiro mi camisa blanca, que hacen juego con mis pantalones de lino blanco y unos sencillos zapatos del mismo color, resaltando todo el conjunto mi piel bronceada de mis años surferos. Mi pelo corto, con un corte a la moda, está recien lavado. Mi incipiente barba, como de costumbre no me la he afeitado, dándome un aspecto rebelde. Físico trabajado y cara atractiva, sin duda lo mio es la Presencia.

La mujer te mira asustada. Tiene una invitación señor? dice con una sonrisa forzada.

Entro callado pensando que esperar de este encuentro, la ultima vez estaba ese nosferatu, y el sujeto extraño el cual no veo. Me siento  sin hablar en unas de las esquinas.  Ahora esperar a la "princesa"

Soy un un joven de tez bronceada, sonrrisa suave y gestos calmos, de  figura es mediana y atletica.

Mmm... dejame pensar mmm... en realidad no se si la traje con la prisa con la que salí solo agarré mi chaqueta y pues espero tenerla ahí- a la vez que metía las manos en la chaqueta -pues mira que sí aquí esta en mis manos como me gustaría tenerte a ti.

De que clan será lo que si sé es que esta macizorra esta divina mmm...- sin parar de acariciar los labios ahora con mi dedo índice y medio.

¿Entonces linda, tu nombre se me es prohíbido saber? - mientras lanzo la mano hacía la altura de su cintura con la carta - y ya que estamos dime, ¿qué más se me es prohibido "tu contacto"?

Mantiene su silencio con cierta vehemencia, a medida que observa como se mueve la estirpe... ese nombre tan peculiar con el que los vampiros se han denominado a sí mismos. Sus ojos se decantan por detallar los decorados y los sitios, algo impresionado con el lujo al que están acostumbrados los inmortales. No le es indiferente tampoco, la actitud de Rowan, quien parece algo inquieto por el rumbo que están tomando los formulismos del Elíseo en nombre de la princesa y todo su aparato burocrático.

Con algo de nostalgia, observa mentalmente que no podría haber llegado tan lejos y que en medio de este lío de etiqueta y presentaciones... iba a tener que estar al pendiente de muchas cosas.

El anuncio de la mujer llega con una mirada dedicada por parte de Terence, no se sentía igual y la admiración por una grácil y hermosa mujer parecía ser ahora una tenue admiración, propia del crítico más desapasionado. Asintió ante el comentario de Rowan. Era curioso, pero ciertos límites y cierta intolerancia desaparecía en algunos eslabones de la estirpe. Aquello sería casi utópico si no se tratara de una sangrienta realidad de depredadores sangrientos que caminaban entre los vivos desde las noches más antiguas, manipulando, luchando... criando a los humanos como ganado.

Al parecer no era normal la forma de proceder. Al entrar, se encuentra con otros dos vástagos, presupone... ambos esperan y mantienen cierta elegancia en sus modos. Luego hacen presencia los dos últimos elementos. Uno se presenta como el guardián del Elíseo.

Terence suspira hondamente, aunque no le sea necesario y se pone en pie. -Soy Terence Fowles y vengo con mi sire, Alexander Rowan- sin cambiar una expresión seria, casi resignada.

-Las tradiciones de la estirpe son seis, la primera es la mascarada, mantener oculta nuestra naturaleza de la humanidad, la segunda es el dominio, autoridad territorial autónoma para cada vástago, la tercera es la progenie, solo se abrazará con permiso de un antiguo- realizó una pausa. Compartir la maldición, extender el contrato, aquello debía ser aterrador, ni siquiera él lograba adaptarse y tantas revelaciones habían hecho mella en su mente, en él mismo. -La cuarta es la responsabilidad, todo chiquillo será responsabilidad de su sire, hasta que sea liberado, la quinta es la hospitalidad, ante un dominio ajeno, hay que presentarse, la séptima es la eliminación, el asesinato solo será permitido contra quienes haya caza de sangre- luego se acomodó los lentes. Lo había estudiado bien. Miró de reojo a Rowan y luego al guardián.

Luego guardó silencio y se sentó sin esperar más por parte de sus escuchas.

Terence puede ver una lucecita de orgullo en los ojos de su Sire. Es la primera vez que siente que Rowan esta orgulloso. Es un sentimiento agradable.

El Guardián mira al que acaba de hablar  con cierta antipatía a pesar de que su sire sonríe con orgullo, él sonríe sarcásticamente, y mira al otro hombre esperando también su respuesta.

Si señor. Dice temerosa viendo como tu lengua en su postura morbosa. Siga al salón estrella... la princesa lo atendera en breve. Te hace un indicativo hacia donde queda el salón y vas hacia ahí.

De repente se abre la puerta y entra un joven solo (Albert) quien parece un poco agitado y tiene una sonrisa extraña.

En el salón ya estan los nosferatus, el hombre moreno que ya habia conocido en alguna oportunidad (Joseph), dos jovenes muy atractivos (Cristian y Terry), una mujer muy atractiva de pelo corto y rubia, y un hombre con aspecto agresivo y  vestimenta de motociclista.

En ese momento entra un hombre perfectamente vestido y muy atractivo. Para la mayoría es un fulano cualquiera, pero los sires y personas informadas saben que es un personaje importante. Es Marcelo Morelli, consejero y “amante” de la princesa Verona, lógicamente también del clan toreador.

Buenas noches a todos. Saluda a los presentes de manera formal. Por favor póngase cómodos, la princesa quiere entrar al salón cuando estén todos los convocados y en estos momentos faltan dos personas en el grupo que están en una corta diligencia.

En ese momento entran unas criadas muy atractivas ofreciendo vitae en copas de oro.

Veo que hay algunos gratos conocidos el día de hoy (mira a la rubia y a su acompañante). Estare asistiendo a su magestad en la reunión, tengo que cominicarles un poco el protocolo, al llegar su magestad quiere conocerlos asi que, como es costumbre deben decir su nombre y clan de origen, estoy seguro que ella ya ha oido sobre ustedes pero no les reconoce de manera corporal.