Partida Rol por web

Adam despertó extrañado. El sueño le había tomado por sorpresa apenas un atisbo de luz asomaba por la ventana, y cuando le llevaron a un cómodo cuarto, no pudo evitar caer rendido. Se levantó frotándose los ojos, pensando en todos los mitos populares sobre los vvampiros y sin poder esperar un segundo más para saber la verdad. Una voz le tomó por sorpresa, pero no se inmutó. Hace tiempo que había dejado de sobresaltarse.

Volteó para ver el origen de la voz, pero estaba listo para seguirle sin importar quien fuera. Allí estaba seguro, entre sus pares.

Te llevan a un salón largo, ves seres como tu luchando entre ellos. Una especie de entrenamiento militar.

Saludos mi chiquillo. Dice mientras ve a  los otros entrenando. Dime, tres cualidades que debe tener el asesino perfecto. Te mira.

Adam saludó con una silenciosa inclinación de cabeza a su sire, para mirarlo fijamente a los ojos. No sabía como consideraban ese gesto, pero para él era como decirle "no te temo, aunque te respeto". Sin embargo, esa sensación de respeto se extendía casi hasta la lealtad, y aún no sabía por qué. Aquel hombre debía de ser poderoso.

-Paciencia, discreción y perfeccionismo- afirmó el sicario, acorde a su forma de trabajar. Se preguntaba que agregaría Samiro a su elección, ya que estaba seguro que aquel hombre tenía su propia visión de la muerte.

Sonríe y se pone al frente tuyo.

Un  Asesino tiene que ser rápido.

Y en ese momento observas como se  moviliza rápidamente, tan rápido que parece un rayo y golpea a otro aprendiz que estaba entrenando, casi sin que él se dé cuenta.

Un asesino como bien lo has dicho, debe ser invisible.

En ese momento se para al lado de una columna, y ya no lo vez más.

De repente te sorprende que está al lado tuyo sin que tú te hayas dado cuenta cuando se coloco ahí...

Y un asesino, debe aprender el arte de los mejores asesinos... pero eso. Sonríe. Sera lo ultimo que te enseñe.

Duraras 7 años estudiando como ser el mejor, te enseñare todo... y solo necesito tu constancia...

Sube una ceja. ¿preparado?

La expresión de Adam ante la demostración de rapidez de Samiro era inmutable, pero por dentro sentía que era el mejor día de su vida. Estaba eufórico. Había obtenido las herramientas que todo sicario deseoso de mejorar sus métodos, y por consiguiente el resultado de su arte, podía ambicionar. Se había convertido en el asesino perfecto. No, había comenzado un largo camino hacia la perfección, que demandaría trabajo, concentración y superar obstáculos que nunca hubiera imaginado, y estaba listo para todo eso.

Se avergonzó de si mismo al sentir como se erizaban los cabellos de su nuca cuando Samiro le habló de cerca, haciendo su aparición como un verdadero fantasma. Deberás trabajar en eso... Sin mirar a su sire, asintió.

Ahora, te voy a enseñar algo muy importante.

Hace una seña y viene un empleado y te da un puñal con decoracion del medio oriente.

Tu sire se quita la  camisa, y puedes ver su pecho desnudo. Se para al frente tuyo.

Atacame.

Adam afirmó su posición, irguiéndose un poco más aún. Su entrenamiento comenzaba, y su sire le enseñaría algo importante. Aquel día estaba siendo uno muy bueno.

Tomó el puñal con ambas manos, como si eso formara parte de un ritual. Admiró la decoración preciosa del arma, y envidiaba a quien quiera que fuera su dueño. Alzó la vista hacia Samiro, y recibió la orden. Con un ágil movimiento, carente de cualquier duda o vacilación, lanzó un ataque ascendente hacia el riñón de su maestro.

Tu sire no se mueve mientras lo atacas, y una vez has perforado su riñon, y esperas talvez una respuesta violenta de él, e hombre se queda quieto mirandote con una sonrisa.

Buen ataque, aunque pude esquivarlo facilmente, si lo hubiera deseado... sonrie... observa.

En ese momento tu sire se concentra y la herida que le hiciste se cierra, y de repente esta completamente curado.

El puñal perforó la carne del vampiro con facilidad, y Adam no pudo más que sorprenderse notablemente. Creyó que aquellas criaturas, una clasificación en la que debía incluirse, tendrían mejores defensas. Al retira el arma y observar a su sire sonriente, el sicario entendió. En ese momento, Samiro hizo que sus sospechas se confirmaran, mostrandole como, con un ligero esfuerzo de su parte, la herida se cerraba completamente, sin dejar rastro. Aquella pelea nunca había sucedido.

-Asumo que esa será mi primera lección- dijo Adam, extendiéndole el puñal a su maestro, dispuesto a recibir cuantas puñaladas fueran necesarias para que aprendiese.

Adam, escucha. Dice Safiro de manera muy elegante. Tu puedes curar rapido,  bueno siempre y cuando las heridas no sean graves, puedes hacerlo. Para curarte debes concentrarte y solo desear curar... pero debes estar concentrado en eso...

¿Imaginate lo util que es esto para un asesino?

Ahora. Se acerca hacia ti, y te dice. Tu sangre es valiosa, no la desperdicies, ya tendras tiempo para curarte cuando te enfrentes a Lailena, jejeje

Comienza a caminar cruzando el salon y te dice.

Camina...

La mujer (atractiva) te mira desde lejos. Tiene una postura algo egolatra. Saluda con una venia a Samiro y te mira. ¿este es mi hermano?... aunque no creo que seas muy bueno. Sonrie. Te enseñare a pelear, espero no "lastimarte" lo ultimo lo dice con algo de ironia.

Las sensaciones a las que Adam estaba, de por sí, un tanto desacostumbrado, se hicieron sentir después de un largo tiempo. La presencia de la hermosa mujer causó un torrente de emociones, entre ellas la euforia, la lujuria, el deseo, todas ellas potenciadas.

Debo estar sensible aún, pensó, tratando de encontrar una buena explicación para justificar semejante despliege. Pronto recordó como, al parecer, Samiro conocía cada palabra que cruzaba su mente, y llegó a suponer que Leilena sabía todo lo que había pasado en los recovecos de su subconsciente.

Pero por fuera, seguía siendo el mismo asesino de sangre muerta que siempre, con un semblante pétreo, siempre profesional. Aquella magnífica reacción a las contracciones musculares involuntarias, producidas por un exceso de emociones, había sido prefeccionada a los largo de varios años.

Adam hizo una reverencia ante su nueva maestra, no muy desarrollada, por temor a equivocar los gestos. Pronto, el significado de las palabras de la mujer hizo efecto en sus sentidos. ¿Enseñarme a pelear?, se preguntó, rozando al indignación. Tranquilo, estás aquí para perfeccionarte. Saca provecho de esta oportunidad única, y cierra la maldita boca.

-Adam Chancellor- se presentó, ahora extendiendo su mano. -¿Comenzamos?-

La mujer da tres pasos hacia el centro del salón y te dice: No espero ningún tipo de piedad de parte de ti, asi que atacame, muestrame que es lo que eres capaz de hacer.

Adam se limitó a asentir, comenzando a moverse en círculos alrededor de la mujer. Sus movimientos eran inconscientes, parte de un mecanismo automático formado por una mente entrenada. Se movió hacia adelante, con movimientos ágiles y fluidos, para intentar asestar un golpe en el estómago de Leilena, intentando dejarla fuera de juego rápidamente.

En ese momento la mujer se  mueve como un rayo, primero bloquea tu golpe, y lo siguiente no lo ves con claridad, pero sientes un golpe fuerte en la espalda que te hace caer al piso,   sientes que te toca despues de eso (en realidad trata de empujarte sin exito) y se pone al frente tuyo.

Algo que dice que pudo hacer mas cosa, pero desde el suelo miras todo.

Concentra tu sangre Adam, siente que eres rápido. Dice tu sire.

El sicario había terminado agazapado en el suelo, totalmente sorprendido por la velocidad de la mujer. Las palabras de Samiro despertaron algo extraño en él, como una súbita consciencia de sus nuevas capacidades. Podía sentir la sangre correr con fuerza por sus venas, y sentía que le daba un poder que jamás hubiese imaginado.

Como un rayo, Adam se paró sin esfuerzo y se abalanzó sobre la mujer nuevamente, situándose a sus espaldas e intentando apresarla para así cortarle la yugular. Cuando la sangre recorriese sus dedos, ahora algo lujuriosos por la cercanía, empujaría el "cadáver" con desprecio.

De repente sucede algo extraño.  Comienzas a actuar rápido, muy rápido, primero tratas de golpear pero talvez por no estar acostumbrado a esta modalidad veloz fallas, a la segunda apuntas, pero la mujer te bloquea. De repente ella tiene la mano agarrando tu mano y evitando que la toques.

Buen intento. Te suelta. Safiro... supongo que podre entrenarlo, pero le falta mucho. Dice dirigiendose a tu sire.

No sabes porque estan conversando sobre eso.

Estoy seguro que llegara a ser bueno. Sonrie. Por eso deseo que tu lo entrenes.