Partida Rol por web

Un chico joven logra reuniros a todos y aprovecha el camino hasta el dormitorio para presentarse.

Bueno, me llamo Ramón Alcázar y este es mi primer año como monitor en Campamento Paraíso. Además también soy socorrista titulado. Como ha dicho Manuela seré vuestro monitor de referencia. Cualquier cosa que necesitéis, cualquier problema que tengáis no tenéis más que poneros en contacto conmigo y, si está en mi mano os los solucionaré.

Ya estamos llegando como veis los dormitorios son bungalós independientes con capacidad máxima de cuatro personas. Espero que lo encontréis de vuestro agrado y que disfrutéis mucho de la estancia en Campamento Paraíso.

Si no tenéis ninguna pregunta os dejo que os instaléis.

Al ver a un chico joven casi aluciné. No por el hecho de que resultara muy atractivo, que lo era, sino porque pensaba que todo lo que habría en aquel lugar serían airbags como los de antes.

- ¿ A qué le habrán tenido que tomar medida a este hombre para dejarle ser monitor?

Asentí a las palabras que dijo el monitor, más que nada porque es uno de esos gestos que haces cuando te están dando instrucciones.

- Gracias. Te avisaremos si necesitamos algo.

A mí siempre se me ocurría alguna pregunta, por lo que no tardé en hacer una.

- ¿ A qué hora son las comidas aquí? ¿ A dónde tenemos que dirigirnos?

Era algo importante que teníamos que saber, al menos, que a mí me interesaba, pues podría perderme por ahí a mi bola, pero tendría que venir después a comer a su hora, claro.

Mientras me respondía me fui hasta la litera del fondo y puse mi maleta sobre la cama de abajo.

Una de las ventajas de este Campamento es que nos libera de la esclavitud del reloj. A través de megafonía ser irá avisando de las diferentes actividades. Así no hay que estar pendiente del tiempo...se disfruta menos, ¿verdad?

No sabía si su manera de hablar era muy propagandística o es que a mí me sonaba ya todo mal desde el momento en el que había escuchado la palabra " obligatorio ", que hacía que directamente me sentara como un sarpullido en el trasero.

- Te haré caso y dejaré el reloj en la maleta. No sé si me voy a poder a acostumbrar a estar sin él.

Yo vivía en una ciudad. Una de esas en las que todo funciona a golpe de reloj. Coger el bus que llega a una hora, a tal hora cita en no se donde, el trabajo a otra hora... Sí, quizás fuera una buena idea dejar el reloj en alguna parte, total, esos últimos meses sólo me había servido para torturarme.

Abrí la maleta y busqué en ella uno de los bikinis que había traído y coloqué una toalla sobre la cama.

- Yo me voy a cambiar, que desde que he oído la palabra jacuzzi...

Sin decir nada más busqué el baño para cambiarme.

Llegué a la habitación y ante las atenciones del monitor respondo alegremente, gracias amigo, te avisaré si necesito algo.

Cojo mi bañador de mi maleta, la toalla y las zapatillas de goma. Tapándome con la toalla comienzo a cambiarme para no escandalizar a nadie puesto que el baño ya está ocupado.

¿Qué vais hacer ahora?.

Salí del baño con el bikini puesto. No era nada del otro mundo. Era todo lo discreto que puede ser un bikini. Llevaba una toalla de esas grandes en la mano y unas sandalias en los pies. Eso sí, salí justo a tiempo para escuchar las palabras de Randy.

- Yo me voy al jacuzzi. - Sonreí por poder ir a meterme en uno. Me apetecía quedarme a remojo en agua caliente y burbujeante hasta que se me quedara la piel como la de un aguacate. - Nos vemos luego. Que os lo paséis bien surfeando.

¿Segura que no te apetece el mar y el sol?, aun estás a tiempo pregunto divertido mi compañera sabiendo que le gusta demasiado el Jacuzzi, aun así pretendo intentarlo.

Negué con la cabeza ante aquella propuesta. Se me había metido en la cabeza eso del jacuzzi y hasta que no me metiera dentro ya no me iba a apetecer otra cosa.

- Otro día quizás, o más tarde, pero ahora necesito burbujitas y tranquilidad.

Puse cara de necesitar urgentemente un poco de relajación.

- Y porque no creo que haya un masajista, sino, creo que podría pedirle hasta matrimonio si deshace los nudos que tengo en la espalda desde al menos hace... tres meses.

No iba a dar explicaciones de por qué justamente desde entonces, pero había sido precisamente el momento en el que cualquier ayuda para relajarme era bienvenida.

Yo puedo darte un masaje si quieres, comento a la chica con toda mi buena fe, después de apoyarme antes estoy en deuda con ellas y tengo que hacer mas fáciles sus vacaciones.

Regalé una sonrisa a Randy cuando se ofreció a darme el masaje. Estaba sonriendo en serio, porque pensar en el jacuzzi y en el masaje me hacía una mujer casi feliz. Lo cual, ya era mucho más que últimamente.

- Primero el jacuzzi y después... de tomo la palabra con eso del masaje. Que sepas que en cuanto te vea después de ponerme al baño maría te lo pediré.

Miré un segundo a sus manos. Era demasiado grandes, pero no le iba a quitar méritos antes de probar si sabía dar masajes.

Según habíamos llegado dudé de que me fuera a gustar aquel lugar, pero la verdad es que no podía negar que quizás había sido un poco pesimista.

Ya nos veremos entonces en otros momento, no olvides si averiguas algo de poder hacer una barbacoa, que a mi la directora me ignora. Digo entre risas mientras cojo la toalla y mi tabla de surf.

Lara había estado ajena a la conversación, pues le daba bastante igual que hicieran los demás, que ella hacía lo que le apetecía en ese momento. Aunque sí pensó que era bastante obvio como iba a acabar ese masaje y se le escapó una risa de lado. En cuanto el baño quedó libre, se metió ella a cambiarse.

Y cuando salió se dirigió a la playa, a ver si podía alquilar una tabla de surf, sola, puesto que Randy no la había esperado para bajar.

Hasta luego. Que te relajes mucho. Se despidió de la asiática antes de salir.

Tras haber probado aquel pollo que me habían recomendado, aunque sin acabármelo entero, pues había resultado ser mucha comida para mi estómago, volví a la habitación con idea de volver a ponerme el bikini. Lo había dejado secando después del jacuzzi, pero vamos, que había traído unos cuántos imaginando que iba a necesitar de quita y pon, sobretodo, en un viajecito en verano.

No sabía si iba a haber alguien dentro de la habitación y me daba un poco de miedo pillar a mis compañeros enfrascados en algo ahí dentro así que llamé a la puerta y esperé un poco antes de asomarme al interior. Ya había entrado en un despacho sin llamar una vez y había encontrado a mi novio tirándose a su secretaria y lo peor, era que currábamos en el mismo sitio.

Sólo pensar en ello me hizo hervir la sangre.

- Maldito cabrón de mierda!

Luego recordé que había ido ahí a relajarme y a no pensar en ese hijo de puta, así que traté de sonreír de nuevo.

En cuanto pasó un tiempo prudencial como para que quien hubiera dentro hubiera tenido tiempo de prepararse para mi llegada abrí la puerta y entré en la habitación. 

Al ver a Lara allí la saludé, al menos no estaba interrumpiendo nada, por lo que más tranquila, fui hacia mis cosas.

- Hola.

No dije nada más antes de llegar a mi maleta y coger otro bikini, pues el que había llevado al jacuzzi aún estaba un poco húmedo.

Tras ponérmelo, cogí la crema de sol, la misma toalla que a la mañana y un libro. Esta vez pensaba poner rumbo a la playa, a tumbarme al sol.

- Voy a ver si me da un poco el sol y se nota que he estado de vacaciones al menos. Hasta luego.