Partida Rol por web

El trayecto transcurrió sin incidentes reseñables, salvo la contínua cháchara de varios de los viajeros que se empañaron en dar a conocer su nombre, procedencia y profesión. Travis los observó en silencio uno a uno, con un gesto serio difícil de interpretar. Sentía una desazón cada vez mayor y un sudor frío le humedeció las palmas de las manos. Se palpó en varias ocasiones el bolsillo de su pantalón pero allí donde habitualmente hubiera encontrado su móvil solo encontró la tela vacía. Llevaba varias horas sin comprobar sus cuentas de correo electrónico, sin revisar la actividad en los diferentes foros en los que participaba y en general sin conectarse a internet. Y eso comenzaba a generar una sensación de catástrofe inminente que crecía despacio, sin remedio. Y no tener a mano ni siquiera su PSVita no estaba ayudando en nada.

Por suerte un altavoz avisó de que su destino estaba cercano, y Travis estiró el cuello buscando la isla, obedeció y comprobó meticulosamente todos los bolsillos exteriores de su gran maleta, haciendo un nuevo repaso mental al equipaje completo. Cuando quedó satisfecho se volvió a relajar, olvidado por unos momentos de su aislamiento tecnológico.

-Encantado, yo soy neoyorquino me llamo Tyler y soy cantante- digo casi mecanicamente intentándo no mirar el porro que se lia Randy, espero poder aguantarlo.

Al escuchar la voz respiro aliviado.

-Bueno comienza la aventura, la verdad parecemos un grupito bastante variado-

Me quedé un poco adormilada con el balanceo del barco y la brisa del mar, hasta que de pronto hablaron por el altavoz. ¿Campamento paraíso? Aquello sonaba a vacaciones en jacuzzi y playa. No está mal.

Algunos ya estaban conociéndose y haciendo planes, lo que me pareció de lo más normal. Me pregunté si seríamos los únicos en el campamento. Había bastante gente allí pero no la suficiente para un campamento.

Agarré mi maleta y asomé la cabeza por la borda para divisar mejor nuestro destino.

El barco llega al embarcadero. A los pies de la rampa hay una mujer de unos 32 años que os recibe con una sonrisa y se presenta antes vosotros.

¡Buenos días!

Me llamo Sandra y soy la conserje de "Campamento Paraíso". En nombre de la directora os doy la bienvenida y os deseo que tengáis una muy feliz estancia con nosotros.

Por mi parte deciros que cualquier incidencia que detectéis en las instalaciones no dudéis en indicármelo. Estamos a vuestro servicio.

Ahora si sois tan amables de acompañarme os llevaré a la sala común para que conozcáis al resto del personal.

Ah! Se me olvidaba. Dejad vuestras maletas en ese carrito de ahí y luego se os llevaran a vuestro dormitorio.

De nuevo bienvenidos y gracias por confiar en nosotros para disfrutar vuestro verano.

Me bajo y oteo las primeras vistas que veo, más tarde miro a la mujer que nos recíbe.

Escucho atento sus instrucciones.

-¿Todas en el mismo carrito? ¿No será algo confuso?-  Digo en tono de duda mientras me peino la melena con los dedos , mis gestos siempre están a medio camino entre elegantes y pasotas.

La conserje responde con una sonrisa al cliente que se ha dirigido a ella con dudas sobre el equipaje.

No se preocupe. Pueden coger una de estas pegatinas y ponerla en cada una de sus maletas para que no haya problemas.

Sandra reparte pegatinas con los nombres de todos para que podáis poner en las maletas.

En cuanto llegamos me bajé del barco bastante animada. La verdad era que tenía muchas ganas de empezar aquellas vacaciones, de desconectar de todo y volver con las pilas lo suficientemente cargadas como para poder enfrentarme a todo. Ni tan siquiera había querido pensar en lo que dejaba atrás para no amargarme las vacaciones.

Al ver a aquella mujer me quedé perpleja.

- Pobrecilla. Esta mujer no se ha visto los pies en mucho tiempo. - Era imposible que lo hubiera hecho con semejante " pechonalidad ".

Luego pensé en que yo era precisamente el caso contrario, me parecía alarmantemente a una tabla de planchar.

- ¿ Quizás fue por eso por lo que... ? No pienses!! - Me reprendí. Había aguantado hasta ahora sin deprimirme y no podía empezar a lamerme las heridas de nuevo.

- Muchas gracias. - La dije arrastrando mi maleta hasta el lugar que nos indicaba. Después cogí una pegatina, saqué mi bolígrafo del bolso y escribí en ella " Jess Cross ".

Tras ello me dispuse a seguir a la mujer a donde quisiera llevarnos.

- Venga que al fin empiezan las merecidas vacaciones!!

Tomo la pegatina y sonrio.

-Muchas gracias-

La pegon en mi maleta y la dejo en el carrito.

A mi no me engañan, esto no es por comodidad es para registrarnos las maletas como en la clínica. Pienso para mi sin decir nada.

-Bueno a mi no van a encontrarme nada-. Me cruzo de brazos después de dejar las maletas esperándo lo que nos dice Sandra

Venga chicos, no remoloneéis e id yendo a la sala común que os están esperando allí.

El aviso proveniente de unos altavoces interrumpió las conversaciones que se habían formado por un lado, y el silencio por el otro. En cualquier caso ya estaban cerca de tierra para su suerte, ya tenía ganas de llegar y ver todo. El trayecto se le hizo mucho más corto de lo que creyó. Tal vez por ser un bocazas. Nada raro por su parte. - Vaya, pues es una lástima. - Añadió de forma divertida al comentario de la tal Jessica.

Al llegar una mujer les esperaba, JB la observó con una ceja enarcada y en silencio. Una mirada carente de sutileza y la sonrisa que denotaba a leguas que con total seguridad había pensado cosas que mejor se quedasen bien guardadas. Por supuesto ignoró por completo las palabras de la morena ya que le pareció el típico discurso de bienvenido tan trillado.

Se limitó a coger su mochila e imitó al resto, una pegatina donde escribiría sus iniciales bien grandes y bien visibles. JB. Y finalmente la dejó junto con el resto maletas. Le pareció raro lo de llevar el equipaje todo junto, pero como no tenía nada fuera de lo usual si no lo propio de un campamento lo dejó pasar. Además, ya tenía ganas.

El ex-fubolista pensó un evidente "sí mamá" cuando la morena de abultado airbag dijo lo de no perder el tiempo. - Por fin, tengo ganas de instalarme y echar un vistazo al campamento. - Comentó ansioso. 

El profesor Farrell se sintió aliviado cuando el barco atracó en el muelle y por fin pudo descender, entre los primeros, hasta el embarcadero. no deseaba compartir un espacio cerrado con personas que estaban consumiendo sustancias sicotrópicas. Aunque se los veía bastante tranquilos y sociables, en cualquier momento podrían organizar una pelea, o terminar lanzándole al mar. 

Aliviado al poner los pies en tierra firme, Travis escuchó con atención las indicaciones de la conserje Sandra. Respondió con un inaudible - Gracias - al discurso de bienvenida y pese a que su maleta ya estaba debidamente identificada con la tarjetita que había traído puesta desde casa, pegó también en un lateral la nueva pegatina que les ofrecían. Se quedó con su bolsa de bandolera en la que llevaba algunos libros y las cosas más imprescindibles, y dejó su maleta grande en el carro indicado, con cierta aprensión. Se volvió un par de veces comprobando que todavía seguía allí y finalmente se decidió a dirigirse al interior del campamento. Seguramente allí les explicarían los detalles sobre el lugar, y no quería perderse nada.

Lara obedeció (sin que sirviera de precedente) las órdenes recibidas y dejó las maletas con su nombre en el carrito y se dirigió a la Sala Común. Qué manía tenían de ponerle nombres aburrido y señoriales a todo. Mejor haberle puesto Sala de Fiestas o algo así.

Se dirige hacía allí con las manos en lso bolsillos sin demora.
 

El viaje en barco no había sido para tanto, cuando este ancló, Cassie se levantó de los estrechos asientos, siguió a los que también iban en el barco, cogió sus cosas y caminó con el resto de sus compañeros.

Allí les esperaba una mujer vastante... vistosa, la cual les indicó que podrían dirigirse hacia la sala común y les ofreció unas pegatinas para así diferenciar las maletas y poder dejarlas en el cuarto de cada uno. La verdad es que es una comodidad esto de dejar ya la maleta.

Tras colocar la maleta en el carro, Cassie camina a la sala común con curiosidad.

Me coloco las manos en la hebilla del cinturón de mis pantalones elásticos y camino con gesto despreocupado mirándo uno a uno cualquier detalle tanto de la isla como del complejo donde pasaré esos días.

-A ver como se dá esto- pienso andándo y mirándolo.

Me pongo las gafas de sol que tengo colgadas en el cuello de la camiseta y camino detrás de nuestra improvisada guía.

Bajé arrastrando la maleta y oí a la conserje decir que dejáramos las maletas en un lugar. ¿Qué demonios ha metido Mandi aquí?. Lo coloqué donde me dijeron y fui a por la pegatina. Durante unos segundos observé a la conserje, o más bien sus airbags. Menuda talla XXL se gasta la tía. Volví a mirarla a la cara, cogí la pegatina con una sonrisa de disculpa y se lo puse a mi maleta.

Luego, con un silencioso ''gracias'', la seguí hasta la sala común. Tenía ganas de saber qué clase de lugar era y qué me esperaba allí. Ya que estábamos, pensaba pasarme el día en el spa, si había, y como un lagarto al sol.

No tenía mucho más que hacer, y tras echar un último vistazo de forma curiosa, se dispuso a ir a donde le habían dicho como un buen chico, con las manos en los bolsillos, una sonrisa traviesa en sus labios, y para rematar unos pasos en aptitud chulesca. Quería quitarse la parte aburrida cuanto antes.

Le pareció absurdo que se llamase sala común, un nombre tan común como triste. Esperaba con ansias ver como serían el resto de instalaciones de aquel selecto campamento.

Durante el trayecto estuve escuchando bastante tiempo, eramos un grupo muy variopinto y esa idea me gustaba bastante. Termino de fumarme el porro cuando llegamos a nuestro destino y viene a recibirnos la conserje, la chica parecía maja y nos reparte una pegatinas para poner en nuestras maletas.

Saludando cordialmente a la chica pego las pegatinas a mis propiedades y acompaño a todos a la sala común.