Partida Rol por web

Johnie pasa la noche junto a Martha. Con la situación y la preocupación por el estado de Martha, Johnie no se había dado cuenta del hambre que tenía, hasta que la mujer llamada Kathrina lo menciona. De repente el estomago de Johnie emite un sonoro ruido de protesta.

Esperar, yo llevaba algo de comida en la mochila- comenta mientras rebusca en su petate. Saca pan y algo de carne seca.
No es mucho para todos los que somos, pero algo es algo. Espero que esos monstruos nos den de comer. Si nos quisieran muertos ya nos habrían matado.- Johnie reparte la comida entre todos en partes iguales, quedándose con la ración de Martha, para cuando recupere el sentido.

La comida sacia el hambre, pero les comienza a dar mucha sed. Agua no es con lo que cuentan. Será una digestión muy pesada.

Los labios agrietados y las miradas perdidas. Uno de ellos herido, los demás débiles, y todos encerrados. Las extrañas criaturas paecen haberse olvidado de ellos. Y mientras ellos van perdiendo las fuerzas y las esperanzas.

- ¿Cuando vendrán a por nosotros?. Si quisieran dejarnos morir aquí no nos hubieran encerrado, ni siquiera se hubieran tomado la molestia de traernos hasta aquí.

¿Quién... quién querría venir a por nosotros? - pregunta ingenua, olvidando por unos instantes a aquellas bestias que... ah, ya recuerda - Esos... ¿esos seres?

Johnie alarga el pellejo de agua a quien se encuentra mas cerca de el, para que cada uno pueda darle un pequeño sorbo, y digerir mejor la escasa comida. No se separa en ningún momento de Martha.

Si, yo también espero que nos quieran vivos. ¿Aunque para que? ¿Qué demonios quieren de nosotros?- la furia vuelve a reflejarse en la cara del joven.

Martha sigue inconsciente...

El odre de agua pasa por las bocas de los compañeros que estábamos encerrados en aquella prisión. Cuando me llega el turno apenas mojo mis labios con ella y la paso, es muy poca cantidad y hay una persona herida que necesita ese agua más uqe yo y tiene que llegarle bastante.

-Oye... tose por tener la garganta seca no se bien tu nombre, pero gracias por todo lo uqe has hecho por mi... por nosotros al darnos comida y bebida cuando podías habertela tomado toda tu solo.

William le acerca la mano a Johnie para agradecerselo.

Kath permanece atenta, y secunda a William de sobremanera, pues aunque no ha podido ser consciente de todo, entiende que si este lo agradece, será por algo.

¡Oh! Sí sí, muchas gracias, en serio - de reojo, vuelve a centrarse en Martha.

Agotado hasta el extremo hasta el propio reverendo toma el odre de agua, no sin antes mojar los labios de Martha intentando aliviar su sufrimiento. Y levantando la vista hacia Johnny que permanece al lado de ella también pendiente, le sonríe diciéndole:

- Tranquilo, Dios vela por ella, y la mantendrá con nosotros. Aunque no quieras hacerlo en público, no estaría de más que en silencio elevaras tú también una oración pidiendo por ella.

El sueño y el cansancio se apodera de vosotros, apesar de estar en la jaula la noche se hace demasiado larga.

El amanecer es muy frio y varios de los monstruos comienzan a salir de la cúpula maldita.

Parecen ignoraros e incluso temeros. Cuando alguno se acerca a las jaulas se alejan rápidamente mirándoos con sus ojos púrpuras.

- Malditos demonios, sin embargo, se han dado cuenta, saben que Jesús y su hermano Mahoma está con nosotros. Sólo mirar hacia nosotros les duele. La bendición de Budalá nos baña en su santa luz, invisible para los que no creen pero brillante y dolorosa para ellos. Rezad conmigo hermanos, ellos temen a Dios, y Dios está con nosotros.

El reverendo alza más la voz envalentonado:

- Acoged la luz de Dios con humildad y agradecimiento. Rezad conmigo, Dios no nos ha abandonado, y sólo espera que todos nos postremos ante su infinito poder para derrotar a esos terribles monstruos. Ni las armas ni huir nos han salvado antes, pues sólo Él puede hacerlo. Rezad conmigo hermanos.

El reverendo comienza de nuevo a dirigir un rezo mientras mira uno a uno a todos sus compañeros de encierro exhortándoles a rezar con él.

- Vamos hermanos, rezadle a Él, pues Él enviara a sus hijos a salvar a sus fieles.

- ¿Qué demonios les habrá pasado a estos engendros ahora? Si tanto nos temen, reverendo, que abran la puerta.

En cuanto uno de los monstruos se acerque a una jaula Tom pega un salto y se lanza hacia los barrotes:

- ¡Buh! ¡Montón de estiercol maloliente! ¡Abre la jaula y dame un arma! ¡Yo te enseñaré a tener miedo!

En el fondo solo son bravatas: Tom ya comprobó que cuerpo a cuerpo poco puede hacer contra los engrendros y sus armas, pero la estancia en las jaulas está empezando a desquiciar su mente acostumbrada al aire libre.