Partida Rol por web

El chiquillo te guió, y desapareciste mientras la gente más importante que tú hablaba. Cabalgasteis hasta el pueblo, hasta el estrado donde la gente se arremolinaba. Y, allí en medio, hablando, estaba él. Alto, delgado, pálido, idealizado en su dolor. Un mártir de la fe.

Un santo.

-- ¡Hermanos! Durante demasiado tiempo habéis vivido con los ojos bajados ante la vista de los poderosos y corruptos señores, y el alma encogida ante su ridículo poder terrenal. Este pavor os ha vuelto los unos contra los otros, vivir en un estado de guerra constante, una guerra entre hermanos. Sí, pues todos vosotros sois hermanos.

>> En este páramo podría parecer que Dios no os oye, no os ve, no os ama. Pero recordad las palabras de San Agustín. Escuchad el Evangelio: "Benditos son los puros en el corazón, pues ellos verán a Dios." Pero no imaginéis a Dios según la vana lujuria de vuestros ojos. Si lo hacéis, crearéis una enorme figura o una magnitud incalculable que, como la luz que ven vuestros ojos, se extiende en todas las direcciones. O, quizá, os lo imagináis como un anciano venerable. No imaginéis ninguna de estas cosas.

>> Si queréis ver a Dios, podéis hacerlo. Dios es amor. Dios es amor. ¿Qué clase de rostro tiene el amor? ¿Qué forma? ¿Qué tamaño? ¿Qué manos, qué pies, tiene? Nadie lo sabe. Y sin embargo tiene pies, aquellos que llevan a la gente a la Iglesia. Y tiene manos, aquellas que se abren a los pobres.

En este punto, muchas de las personas a tu alrededor estaban llorando. La gente gritaba Amén o Dios es amor de manera indistinta. Pero cuando Daniel prosiguió, la gente calló.

-- Habitad, y seréis habitados. Vivid, y Él vivirá en vosotros. Después de todo, ¿quién puede amar lo que no ve, hermanos míos? Pero entonces, ¿por qué gritáis amén a mis cánticos al amor? ¿Qué os he mostrado? ¿He hecho aparecer un torrente de colores? ¿Estoy hablando de algo hecho de oro y plata? ¿Os he mostrado joyas de un tesoro oculto? ¿Mi rostro se ha transformado al hablar? No, vosotros y yo estamos exactamente igual que antes. Pero el amor es adorado, y gritáis y aplaudís. No veis nada nuevo, pero os agrada adorar el amor, entonces que os agrade mantenerlo en vuestros corazones. Si os agrada, tenedlo, poseedlo. No hace falta robárselo a nadie, no hace falta robarlo. Es gratis. Tomadlo, sentidlo. 

>> No hay nada más dulce.

¿Madre? Si me da permiso iré ahora mismo a ver que sucede.

-No será necesario, Vicenç. Como ya he dicho, recibiré a ese hombre en esta casa, bajo mis condiciones, no las suyas. Mossèn Bernat, me gustaría que estuviese presente en esta conversación, si se ve con el ánimo. Mientras tanto, descanse, sírvase usted mismo un poco de vino si quiere, le hará bien a su temple -dije, restándole importancia a lo sucedido. El pueblo llano, ya se sabe como son, excitables, emocionales. La casa Mormont tenía que ser mejor que eso, tenía que dar ejemplo de virtud y mesura. -Roger, tomad cuantos hombres necesitéis y traedme a este misterioso sujeto cuanto antes. Sin violencia alguna, por supuesto. Es evidente que habrá barullo, si como dice el padre, esta gente parece creer con tanta firmeza en este "santo" Daniel. No quiero tener noticia de que alguno de sus hombres haya decidido desenvainar la espada por no saber soportar el escupitajo de un labriego.

-Vicenç, puedes ir si quieres, pero obedecerás al caballero d'Erill en cuanto te diga -resuelvo, finalmente, a la petición de mi hijo.

Permanecía alejada de aquella escena, en silencio en uno de los rincones, pasando desapercibida y sólo mostrando una ligera y algo enigmática sonrisa de alivio en mi rostro.

Llego al salón a tiempo de ver como Roger d'Erill está frente a todos recibiendo las órdenes de nuestra señora de Mormont, después observo cómo Vincenç se somete a su madre, tan solo para poder ir con Roger a por el tipo que ha usurpado la parroquia de la villa a Bernat del Gat, aquel borracho barrigón nunca me había caído bien pero ahora mucho menos.

La fría mirada de Roger cuando entro al salón me lo dice todo.

Me siento en la mesa, en un extremo de la misma, esperando que mi presencia pase inadvertida para todos. Resoplo cansado, cansado como si hubiera corrido durante toda la mañana de un lado al otro del castillo.

Miro a mi alrededor detalladamente, como si esperara encontrar algo, luego, miro hacia arriba, como comprobando si hay alguna cosa extraña en la habitación. Claramente mi comportamiento era errático, sin embargo a nadie parecía importarle demasiado.

Mi señora, esto es un asunto grave. Y debemos responder con dureza y firmeza antes de que mancillen la casa del señor. Se me notaba enfadado y molesto, respecto a la toma de la iglesia, como alguien educado en una eso, me parecía una herejía.

Espero durante un tiempo hasta que Daniel termina de hablar para poder dirigirme a él. 

-Disculpad mi osadía al dirigirme a vos sin que nadie nos haya presentado. Mi nombre es Dionís y tengo gran necesidad de hablar con vos. Ha llegado a mis oídos que creéis que en este valle osa morar la maldad y es mi parecer que así pudiera ser. El Padre Rodrigo de Astorga me habló de vos y quizá podáis ayudarme. O más bien dicho, podamos ayudarnos, pues de ambos la intención es, que el bien vuelva a morar por estos lares. Sé que en breve los señores del castillo vendrán a por vos. Estaba presente en la sala cuando han empezado a preparar vuestra captura. Así que no disponemos de mucho tiempo. Conozco bien el lugar y, si me permitís, os puedo esconder. Pero os tengo que pedir ayuda para saber si mi buen amigo ha sido embrujado. Desde hace cierto tiempo tiene un comportamiento extraño y sospecho que pueda estar bajo los síntomas de un embrujo, e, incluso, que tenga contacto con una bruja. ¿Podeis ayudarme?

Miro a mi tío Manel, está hecho una mierda desde el torneo y no puedo sentirme mejor por ello, veo como las miradas de Roger a Manel son realmente frías y sin atisbo de afecto, me relamo por dentro.

Quiero dejar claro a Roger que paso de su culo. Le ignoro todo el camino hasta llegar a ser grosero.

Los guardias de Daniel rápidamente te cierran el paso, pero el santo hombre les detiene y deja que te acerques. Escucha con interés tus palabras, sonríe trístemente y te dice:

-- Gracias, hijo mío. Sin embargo, he sido enviado a este valle a llevar luz en mitad de las tinieblas. Y la luz no puede esconderse. Esperaré aquí a la llegada de los señores del Valle, pues el Señor es mi pastor, nada me falta.

>> En cuanto a tu joven amigo, creo que pronto podré ayudarte con ello. Vienes del castillo, ¿no es así? Ellos también.

Dice, y señala cómo, a lo lejos, descienden por el camino del castillo de Alós unos veinte jinetes, entre los que reconoces a Roger d'Erill y a Vicenç, portando los estandartes en alto.

Cuando empiezan a entrar en Villegat, la gente los recibe con una hostilidad notable, que salta a la vista. La decena de guardias pontificios del legado papal se cierran entorno a Daniel, con sus bellas armaduras italianas.

Tras menos de una hora de cabalgata, llegasteis a Villegat. La carretera principal, que cruzaba el pueblo de cabo a rabo y en cuyo centro se encontraba la plaza de la Iglesia y el Mercado, os llevaba hasta un mar de almas de campesinos, reunidas entorno al estrado donde estaba el legado papal. Cuando llegasteis, haciendo estruendo, gritando para abrir paso, la gente se separó y os abrió camino.

Frente a vosotros, en el estrado, estaba el legado papal. Roger tenía razón cuando lo había descrito como un mequetrefe: tendría tu edad, alto y delgado, parecía que una brizna de aire se lo fuera a llevar por los aires. A su alrededor había diez guardias pontificios con flamantes armaduras, más o menos la mitad de vuestros caballeros.

No obstante, percibís la hostilidad del pueblo a vuestro alrededor. Algo te dice que, tras estos duros tiempos, Daniel de Livonia les es más querido que vosotros. Y es ese mismo sentido común que te dice que, si intentáis llevároslo por la fuerza, quizá no salgáis con vida de Villegat.

Dionís, al ver llegar a los jinetes, le acerca la mano a Daniel antes de que estos estén demasiado cerca para reconocerle. 

-Pase lo que pase, podréis contar conmigo en el castillo. Permitidme que guarde anonimato en la llegada de los guardias. Nos volveremos a ver pronto. ¿Podéis decirme, pero, si hay alguna forma de identificar a una bruja?

Contactar con los comediantes no me fué tan facil como pretendía. Pero la encerrona de Clara estaba próxima. En el momento en que pudiera ejecutarla, avisaría a Vicenç con toda presura. 

Me quedo detrás de Roger.

A Roger se le nota incómodo con la situación: él es un guerrero, no un diplomático. Y ve que no puede, o no debe, hacer lo que ha hecho siempre: cargar contra el enemigo y coger el botín. Eso podría significar su muerte y la de sus valerosos hombres. No obstante... es una idea tan placentera, que cuando entráis en la plaza mayor de Villegat y veis a toda esa gente, puedes notar la sangre bombear en la cabeza de Roger. Sabe lo que debe hacer, pero no quiere hacerlo. Y seguirá su cometido de manera limpia, a no ser...

A no ser que alguien le dé un empujoncito para que dé rienda suelta a su furia.

Roger, Roger d'Erill. Vuelvo a repetir por si no me había oído la primera vez. Tus hombres esperan tus órdenes, ese hombre está incitando a la prole ¿Qué piensas hacer?

ok, no problem