Partida Rol por web

-- Maldito hideputa. A fe que ese malnacido paga el desplante --

Hernan coge la mano de Gerald cuando este le da la palmada en la espalda y le susurra:

-- Tenga vuestra merced por seguro que volveremos a vernos --, y corre sigiloso hacia el lugar donde Gerald ha sugerido para escapar

-- No podías dejar la curiosidad para el gato, zagual, noooo..., tenías que meter las narices donde podían cortartelas. ¡Pardiez qué estúpido! --

Gerald se aleja hacia la puerta mientras tu trepas a la parte superior de la casa y te encaramas a una de las ventanas con alfeizar asomando mas de medio cuerpo por la salida al exterior antes de realizar mas acrobacias.

Miras enrededor y te percatas de que ventana esta orientada a una calleja cercana sin mas vigilancia que un soldado abajo que no parece percatarse de tu jugada. Arriba, sobre ti, ves el tejado por donde podrias huir y saltar, posteriormente, a casas cercanas...

Sales con paso firme mientras escuchas a tu compañero escabullirse hacia la parte mas alta de la casa.

Una vez en el exterior el sol te hiere la cara y ves como la comitiva se prepara mientras tu familia sigue retenida y el Holandes te mira con gesto serio.

El jefe de corchetes te mira de arriba abajo y grita:

- Tira los hierros y avanza hacia los soldados. Quedas detenido!

-- Maldita mi estampa. Que hago yo aquí en las alturas. Ya me decía mi señor marqués que yo era hombre de corte, y la corte está en el suelo...

Resopla tratando de no mirar abajo:
-- No mires abajo, no mires abajo...--, masculla entre dientes Hernan

-- ¡Vamos arriba! --

Hernan, con más de medio cuerpo fuera de la ventana, saca un pie, despacio, luego el otro y permanece sentado en el marco de la ventana:

-- Ya falta poco --, pero una vez el primer pie se posa sobre el suelo no hay más pies que poner. Hernan resbala.

-- Pardiez, ya sabía yo que esto no podía salir bien --, rápidamente Hernan busca un saliente donde agarrarse, es difícil pero tiene que buscar alguna forma de salir de esta.

Comienzas a trepar cuando algo falla y tus manos ceden bajo las tejas que te sostenian. No puedes evitar caer pero, milagrosamente, el saliente de la ventana te ayhuda a quedar colgado de el con un fuerte quejido y notas como tus musculos se tensan y tus huesos crujen de dolor.

Rapidamente escuchas al soldado, debajo que, sobresaltado, alza la mirada para dar la voz de alarma ante tu infructuosa fuga.

- Se escapa!! detenedlo!!

Escuchas como en el exterior la voz de alarma corre como la polvora lo que no te da demasiado tiempo para intentar la huida denuevo.

Gerald mira a su alrededor disimuladamente, grabando en su mente la posición de los guardias. Un paso por fuera de la puerta de la casa, abre los brazos en señal de paz y le responde al jefe de corchetes.

Si me quieres a mí... antes, quiero ver como sueltan a mi familia.

- JAJAJAJA!!No estas en posicion de pedir nada, sabes? Ahora mismo mis dos arcabuceros te apuntan con sus armas y moririas antes de acercarte o huir asi que tira los hierros al suelo y acercate. Quedas detenido por la Santa Madre Iglesia igual que tu impura familia de herejes.

Los soldados, prestos, te apuntan mientras el resto te rodea los flancos cuando suena en una calleja cercana a tu casa una voz de alarma de uno de ellos. Parece que han visto a Hernan.

- Id un par a ayudar a Federico. No queremos que ninguna rata salga del barco antes de que se hunda.

Asi pues quedan delante tuyo los dos arcabuceros, el jefe de corchetes y dos soldados mas que mantienen a tu familia junto al Holandes a una distancia de unos seis metros tuyo.

- Rindete. No seas estupido. he descubierto a que queriais enfrentaros y creeme que es mejor asi...

-- ¡Ay! --

Hernán queda colgado de un saliente pero el dolor es fuerte.

-- Ahora que mi vida se acaba, ahora que ya nada tiene sentido... ahora me doy cuenta de sus palabras marqués, ahora me doy cuenta de aquellas palabras: "no te metas donde no nos han llamado mi fiel Hernán" --, una lágrima se desliza por la mejilla de Hernán, -- gracias por todo, buen amigo, muy pronto volvemos a vernos --

El esfuerzo es terrible, Hernán no puede más. En su último aliento grita unas últimas palabras antes de precipitarse al vacío:

-- GRACIAS POR TODO MARQUÉS --

Tus manos ceden y caes chocando contra el suelo primero con una pierna y luego con la otra lo que causa que tu tobillo chasque como una rama seca.

En el suelo ruedas y te retuerces de dolor antes de que una ropera te apriete el gaznate y veas como otros dos guardias llegan por la calleja.

- Date preso bellaco.

Con mirada agresiva, Gerald gira la cabeza paulatinamente para enfocar al emisor de aquellas palabras.

Como te atreves a dirigirme la palabra... da gracias por las circunstancias, pero tarde o más bien temprano, saldaremos esta cuenta.

Maldito malnacído, te has librado por el hecho de estar aquí mi familia.

Gerald miraba a su familia y al jefe de corchetes. Estaba indeciso. De vez en cuando, miraba de reojo hacia la zona por donde Hernan había escapado. Se preguntaba si le habrían cogido o si había salido airoso. Tal vez vendría para flanquear a estos perros. Quien sabe.

Hernán se mantiene quedo en el suelo, con los ojos cerrados.

-- Te he fallado Gerald --

Sigue tumbado en el suelo. Con todo el cuerpo dolorido busca la puerta de aquel sitio donde una vez quedó con su amigo el marqués

-- Pronto nos veremos Hernán, cuando veas la puerta al final del pasillo recuerda que allí estaré yo, no dudes en buscarme --, todavía recuerda aquellas palabras que el marqués dijo en su lecho de muerte.

Hernán no mueve un músculo.
-- Si me queréis tendréis que levantarme a pulso --

- Tira los hierros YA!! no me hagas perder mi tiempo con basura como tu y los tuyos!

De repente, tras Gerald, mas alla de la calleja que cerca la casa de su familia, llega Hernan siendo arrastrado por dos de los guardias que fueron en su busqueda. Parece que el hidalgo ha caido desde una altura considerable y apenas puede andar por lo que lo llevan a rastras cogido por los brazos.

- Deja ya esta perdida de tiempo y rindete!

Escuchais la suave caricia de los gatillos de los mosquetes apuntando a Gerald ante la sonrisa del jefe de corchetes viendo saciada su venganza.

- Habeis perdido. Deponed ya las armas. No hagais que corra mas sangre inocente.

Tras ver y oir a su compañero Hernan, cómo es arrastrado por aquellos corchetes, a Gerald no le quedan más opciones que despojarse de su espada y su pistola, dejánsolas en el suelo lentamente.

Muy bien... ya está.

Con mirada de rabia e impotencia, mira a su familia en señal de perdón.

Hernán sigue quieto, dejándose arrastrar por los corchetes.

No abre los ojos, casi ni respira. El dolor de sus huesos es intenso, muy intenso.

-- Hernán, ya deben de estar llevándonos a las puertas de la nueva vida --

Entre el delirio parece que el dolor se desvanece.

Cita:

-- Mira, una voz conocida, nos estamos acercando --

Tras la rendicion de Gerald y Hernan siendo arrastrado hasta el resto de soldados y guardias parece que ya todo se encuentra perdido.

Los hombres armados se acercan a Gerald para tomarle preso mientras el jefe de corchetes sonrie complacido y los otros dos guardias que transportaban a Hernan lo arrojan al suelo.

- Bien, sereis conducidos a la morada de los herejes como vosotros. Quiza aun se pueda salvar vuestro alma - ironiza el corchete.

Entre los presentes veis que se acerca hasta vosotros un monje de aspecto sombrio que lleva el signo de la inquisicion en su tunica.

- Bien, "Holandes". Ahora vuestro pago...

De repente el jefe de corchetes desenfunda su pistola y, a bocajarro, le dispara. El confundido Holandes no puede mas que desplomarse en el suelo, muerto, con su sangre bañando el adoquinado suelo de piedra.

- Llevaoslos presos... no quiero volver a saber de ellos hasta el Auto de Fe del Domingo.

El monje asiente y escuchais como una carreta se acerca con gruesos barrotes.