Partida Rol por web

Después de seis días de viaje el convoy vislumbra el último puente, frontera entre lo civilizado y lo que está por civilizar. Eso es lo que oís entre los viajeros de las carretas que se alegran por cruzarlo. Muchos de ellos son de las tierras al oeste de puente y muy pocos lo habían cruzado, de ahí que pensaran que todo lo que haía al otro lado era incivilizado... y devido a su experiencia ahora no les cabe ninguna duda.

A lo lejos observáis una posada de la cual sale humo de su chimenea y varios caballos ensillados permanecen atados frente a la entrada. Sin duda alguna es "la Última Posada".

Los recuerdos llegan a vuestras mentes (Troty y Arthanatan) y podéis ver que la madera que conforma la estructura de la casa es nueva y la pintura no está desconchada. El fuego arrasó la antigua posada. Hoy calienta una nueva que se construyó gracias al esfuerzo de gentiles hombres.

Dejaís los carros en las cercanías de la casa. Uno de los hombres os dice.- Nosotros dormiremos aquí fuera. No tenemos dinero y no creo que haya camas para todos. Además nos quedaremos cuidando las pertenencias- comentó-. De todas formas no hace falta que vosotros durmáis al raso si no queréis- dice sonriente-. Aunque una buena pinta de cerveza si que me bebía.

Nosotros entraremos, tengo unos asuntillos que atender buen hombre pero habrá cerveza una vez termine-digo sonriente y me dispongo a entrar a la posada esperando ver a mi amada (merengue merengue)

-Deberíamos mantenernos todos juntos. No suele ser bueno separarse. -sugirió Laya, continuando con el tema anterior (xD)- Además, no sabemos cómo estarán las cosas en Bree.

Laya se encontraba realmente cómoda en su viaje. Con su nueva yegua y el halcón, el viaje se le hacía ameno. Además, estaba conociendo poco a poco a las gentes de la comitiva, y viajaban a un mejor ritmo del que hubiera esperado en un principio.

Ah, se me olvidaba.

-¡Súrion!  -llamó Laya, seguido de un potente silbido. El halcón, que ya nunca se alejaba demasiado de ellos, a no ser que fuera a cazar, pronto apareció, posándose sobre el brazo de Laya- Estaremos en la posada. Vigila, y avísame si pasa algo -expresó la elfa en quenya.

Dejáis los caballos atados al lado de los otros que ya estaban ahí cuando llegasteis.

Al entrar veis la sala aplia idéntica a la que tenían antes del incendio. La barra en el mismo sitio, las escaleras en el mismo sitio, los reservados igual. Todo, todo es como antes, excepto ese olor a madera nueva que impregna todavía el ambiente.

Pero hay algo que si ha cambiado. La posada, rebullente de vida de gente de muchas razas y profesiones ahora está casi vacía. En una mesa están sentados varios hombres. Sus ropájes y sus atuendos os hacen pensar que son guerreros. Vuestros recuerdos os llevan a otras aventuras en las que os cruzasteis con guaridas del camino a caballo. Pero serían una docena sino más y ahora observáis como solo se han juntado cinco.

En la barra hay un par de hombres vestidos con pieles que os miraron cuando entrásteis y luego siguieron a lo suyo.

Y la última persona que veis es Rubb, el cabeza de la familia Grumm. Su rontro deja a las claras que no tiene un buen día, pero cuando os ve, os reconoce y una leve sonrisa aparece en la misma. Moviendo el trapo que tenía en la mano para limpiar el trozo de barra que tenía delante os dice.- Bienvenidos, amigos mios. Qué os trae por aquí- pregunta un tanto ilusionado.

Buenos dias, buen hombre......veo que este lugar no pasa por su mejor momento, ¿Ha ocurrido algo?-digo con mirada interrogativa pero amable

El enano, a pesar de estar cansando sonrie al ver la animación en la taberna.

- ¿Que dices elfo? Estas muy callado, cosa habitual y muy molesta entre los de tu sangre. Pensais demasiado. ¿Nos quedamos y escuchamos canciones y bebemos vino?

¡¡Yo digo que sí!!

Fili apura la cerveza de un trago y pide otra.

-Sólo estamos de paso. -responde Laya a Rubb, con una sonrisa- Pero no nos vendrían mal unos tragos, a mí por lo menos; y un buen sitio donde pasar esta noche. -tras hacer una pausa para mirar alrededor, prosigue- Un día tranquilo, ¿No?

Mientras habla con el tabernero, pasea su mirada por la estancia, fijándose en los habituales del lugar. Esperaba un ambiente más animado, con los típicos gritos y bravuconadas de los que se habían tomado unas copas de más. Pero, a pesar de lo tranquilo del lugar, decidió mantenerse alerta.

Kili se anima con el jolgorio de la taberna y empieza a afinar la voz.

Ahora bien, buen hombre me gustaría ver a vuestra querida hija si no es mucha molestia, tengo algo para ella-Digo con gesto amable-mientras tanto, ¿podría usted ponerme una jarra de su estupendo brebaje familiar?-tras esto me acomodo en la barra y le dejo una moneda de oro (porque soy el puto amo)