Partida Rol por web

Corred, corr,...!

Un frío gélido atenaza el cuerpo del pistolero... Su corazón ralentiza sus latidos y siente como si la sangre de su cuerpo fuese parándose poco a poco. En el transcurso de un respiro, el cuerpo del pistolero esta al borde de la congelación total... Hasta que ve caer a Lyria. En ese momento, su cuerpo parece despertar del letargo en el que se estaba sumiendo y sale disparado para sacarla de allí. Pero Erzsen es más rápido y lo hace antes que él.

Jarik ayuda a su hermano, mientras va vigilando por si lo que sea que les está causando daño apareciese...

Poco pudo hacer el joven inquisidor después de avisar a los demás de lo que empezó a percibir, momentó en el que trató de hacer que los demás hermanos salieran de aquella letal estancia. A pesar del feroz grito de Desther y del repentino aviso, el tiempo fue más rápido que él y justo cuando salía de la estancia y trataba de flanquear la salida para ayudar a los demás a salir lo que fuera que hacía congelar la sala logró su objetivo...

Cuando Ersen y Jarik llevaron consigo a Lyria, en su actual estado de congelación, el inquisidor se apresuró a ayudarles a sacarla y cuando estuvo fuera este examinó su estado con el semblante preocupado aunque sin vacilar. Llevandose las manos a su zurrón extrajo algunas de las hierbas curativas que tenía y trató de aplicarlas sobre la cristalizada piel de la mujer, allí donde el hielo hubiera desgarrado su piel. Se descolgó la capa hecha jirones y chamuscada que portaba y trató de echarla encima de la hechiera, intentando que su cuerpo pudiera recuperar la temperatura y resistir el mortal frío que amenazaba con producirle el cesar de sus latidos.

- Resiste Lyria... vence el frío, mantente con vida.... estamos contigo -

Durante sus años como aprendiz herrero el joven inquisidor había tenido la ocasión de aprender como curar cortes, magulladoras y quemadas... sin embargo como frenar el daño producido por el frío era algo que hasta ahora no se había enfrentado. A pesar de dicha falta de experiencia, el inquisidor siguió tratando de estabilizar a la ahora gélida Lyria con todos los medios posibles.

Erzsen y Jarik actuaron con felina destreza, y en un suspiro, extrajeron de aquella fría tumba a Lyria. El helor avanzaba sin concesiones por toda la estancia, condensando la humedad en hielo, y congelando todo lo que hallaba a su paso. Para Ishaya y Sicarius, la cosa no fue tan fácil, y a la vez que la ropa del guerrero se cubría de una fina y gélida capa de hielo, la barba del sacerdote enano se desajaba presa de la escarcha.

El frío proseguía con su funesta función, y la estancia cobraba el aspecto de un lugar propio para los espíritus y criaturas que moran entre los glaciales...

El tiempo se ralentizó. La temperatura de la sala descendió en picado y el frío hizo caer a Lyria. Quiso reaccionar con rapidez pero el entumecimiento que sentía en todos los músculos de su cuerpo parecía frenar su avance. Era como la pesadilla en la que por mucho que corriera nunca avanzaba...

Erzsen primero y después Jarik llevaron a Lyria fuera de la sala para protegerla de aquel horrible maleficio. La rabia y el dolor por la pérdida insuflaron algo de calor a las agarrotadas piernas del sacerdote pharasmita, que empezó a avanzar hacia la puerta con la decidida intención de reponer a su hermana del daño sufrido. Estaba apenas a un metro de la puerta cuando volvió a sentir el mordisco de hielo en sus carnes, entumecido logró salir de aquel infierno gélido en el que se había convertido aquella sala.

Sin pararse a pensar se acercó al cuerpo caído de Lyria y posando su mano sobre la frente de la hechicera elevó una plegaria a la Dama de las Tumbas, tratando de retener la vida en ella y hurtando a la muerte de su codiciado premio.

Tú tiempo aún no ha llegado....Aún no....

Con su habitual concentración para el combate Sicarius aguardaba al enemigo al que había de combatir o bien del que había que proteger a sus hermanos. En posición defensiva agitaba su escudo buscando con la luz que proyectaba al responsable del terrible frío de la sala. Miró en todas direcciones afinando su visión entrecerrando los ojos, buscó, oteó y al final lo único que halló fue la soledad, sus compañeros habían abandonado la sala por el motivo que fuese y el se había quedado solo allí. Pudo ver como Ishaya salía el último y parecía que más que prisa por huir lo que tenía era apremio por curar a alguien. 

De nuevo notó la gélido mordedura del lugar, en ese momento Sicarius decidió poner pies en polvorosa y salir pitando de esa estancia y ver lo que sucedía fuera de ella

Ishaya ya no tenía dudas. Debían acabar cuanto antes con los grandes espíritus que intuían que se encontraban en las profundidades de Harrowstone. En cada sala por la que pasaban destinaban más recursos que lo que encontraban de utilidad. Ese desgaste les iba a costar la vida. Además después de constatar la debilidad de Lyria no estaba dispuesto a arriesgar un segundo más del necesario la vida de su hermana, ni la de ningún otro... Ahora solo quedaba convencer a la terca mujer....

Creo que si fuéramos arriba perderíamos demasiado tiempo y el beneficio no sería tal si hemos de ganarlo con grandes sacrificios... Vayamos al meollo del asunto y acabemos con esto... si acabamos con los grandes espíritus de la prisión todo lo demás de desvanecerá...- Al menos esa era su esperanza.

El sacerdote enano empezó a examinar las heridas de los Vengadores de Pharasma, y comenzó a dispensar curación de múltiples maneras, a Lyria le dio de beber el único vial de liquido reparador que tenía y al resto les tocó con la varita que encontraron en las Restlands...

Y bien? Nos ponemos en marcha en cuanto os decidáis...

Estaba claro que para el tosco guerrero la palabra de Ishaya valía más que la de cualquiera del resto de sus hermanos y aliados, pero si encima estaba de acuerdo con su postura esta era valorada aun más.

No se como lo haremos, pero bajemos ya. Estoy un poco hartito de buscar libros y pistas mientras me congelan el trasero o fríen al herrero. Tal vez tu vida o la de los demás no te importe tanto, pero a mi si, sois responsabilidad mía y la única manera que tengo de protegeros es encontrando a esos bastardos y rematándolos ya. Osea que pabajo y punto.

El mensaje llevaba algo de veneno dedicado a Lyria, al igual que ella, Sicarius era en ocasiones rencoroso y le debía una, sin maldad alguna, pues la quería con toda su alma de hermano, pero no le gustaba que le diera rapapolvos y no hacía mucho había recibido un par de pullazos de ella por lo bajini.

La prisa por desentrañar el mal de los espiritus más poderosos de Harrowstone si hizo evidente. Salvo Lyria, que aunque no se había pronunciado, todos querían ya acabar con aquello de una vez. Y aunque a buen seguro sería una acción ardua y temeraria incluso, el regusto amargo que restaba en sus almas tras cada sala explorada los llevaba a desear con ardor una pronta finalización de todo aquello, aun a riesgo de poner en peligro mortal sus vidas.

- Recordais la ultima sala donde abatimos a aquellos craneos llameantes? La sala medio inundada? El agujero en el suelo que allí había pudiera ser una via de entrada al nivel inferior... por el momento no se me ocurre nada más, hermanos.

Aun con el frio infernal metido en el cuerpo, aunque ya más sosegado, gracias a las artes de Ishaya, Erzsen ya se disponía a encaminarse al lugar mencionado. Su petate ya se abría en busca de la cuerda de seda que hallara, y el garfio de escalada apareció en sus finas manos. No tenían, por el momento, mejor opción, y un descenso a la oscuridad, que momentos antes se antojara una locura, ahora cobraba nuevos visos de esperanza. Tal era el oscuro poder que la maldita prisión ejercía sobre ellos. Mirando a Sic, el niño conde dijo:

- Si me colocas el escudo a la espalda, podré bajar con luz y abriros el camino... y rezar para que nada nos espere allá abajo nada más ponga el pie en el suelo... si es que hay suelo. Espero que la cuerda nos resulte suficientemente larga...

Erzsen ya cavilaba la maniobra, y aunque no las tenía todas consigo, tampoco mostró flaqueza ni duda. Tenían que bajar, y aquel hueco tenebroso parecía su unica via.

- No hará falta que cargues con el escudo para iluminar ahí abajo - dijo el inquisidor alzando una piedra, antaño elemento de la estructura de la vieja prisión, y prendiendola de luz con un gesto de mano y un susurro. Con media sonrisa se la tendió al pelirojo. - Suerte-

La piedra lumínica cayó como a cámara lenta pozo abajo. Su aura de luz fue descubriendo la negrura que albergaba el agujero del suelo, como un amanecer artificial y en miniatura. El agónico descenso del cascote finalizó con un chouf indicativo de que el fondo del pozo estaba anegado. No había manera de saber si el agua - esperaba que fuese agua - tenía mucha profundidad, pero los inquisitivos ojos esmeralda de Erzsen calcularon una caida de unos veinte pies hasta el agua. Al menos su cuerda alcanzaría para bajar.

El niño conde se incorporó del borde del pozo, donde había permanecido en cuchillas para examinar la caida de la piedra. Echó mano a la cuerda rematada en el arpeo de escalar y la afianzó a las piedras y escorias alrededor del agujero. Cuando se cercioró de que estaba lo bastante bien sujeta para bajar sin sufrir, pidió a Desther que cambiase la fuente de luz, centrandola en su daga curva. Antes de comenzar el descenso, Erzsen fue a escupirse las manos, en un gesto que más que practico era de autoconfianza, sin embargo nada salió de su boca. El muchacho estaba nervioso y algo asustado, y su boca quedó reseca por la intranquilidad. Con una sonrisa forzada al resto de sus hermanos, Erzsen cogió la cuerda y se descolgó por el agujero, siendo engullido por la negrura que tan solo el brillo de su daga sagrada rompía levemente.

El joven conde comenzó su descenso con cuidado y cautela. A medida que descendía, la luminosa hoja de Ira de Pharasma, iluminaba lo que años atrás fuera un bloque de celdas, pero que en la actualidad  no era más que una caverna repleta de escombros, estructuras colapsadas, paredes cubiertas de moho y vegetación nudosa que crecía entre los montículos de piedra. Al norte, un retorcido amasijo de hierros y maderos carcomidos, era el único vestigio presente del elevador que antaño comunicaba esta plata con la superior.

El agua de la lluvia, y del estanque exterior, se colaba a través del pozo que daba entrada a esta caverna, y discurría por las paredes creando una extrambótica cascada. El agua formaba en el centro de la sala, una poza de agua negruzca, maloliente, en la cual flotaban centenares de hojas secas. Hacia el oeste, un desestructurado tunel se interna en la oscuridad...

De repente, la mente del pícaro fue asaltada por los gritos agónicos de centenares de almas. Sus gritos eran desgarradores, y por unos instantes, Erzsen también creyó estar encerrado en aquel lugar el día en que el incendio se propagó por Harrowstone. El olor a carne quemada se hizo evidente, y a pesar de que tapó sus orejas, los llantos de miedo, y los alaridos de dolor eran insalvables...

Finalmente, todo cesó. El silencio volvió a adueñarse del lugar, pero de entre los escombros, la silueta de un par de criaturas viscosas y cadavéricas, se alzaron para atacar al joven conde. Sus cuerpos se contorneaban nerviosamente, en una sucesión de grotescas torsiones...

Las siluetas viscosas surgieron de entre las ruinas, con sus rasgos cadavericos en perpetua agonia, para avalanzarse sobre Erzsen con la furia de la muerte eterna. La boca abierta en una mueca de pavor hizo que la daga curva brillante saltase hacia abajo, pero los felinos reflejos del conde consiguieron atraparla antes de que cayera al putrefacto estanque. Con Ira de Pharasma en mano, el niño se dispuso a defenderse de los no-muertos hasta que sus hermanos bajasen para ayudarlo. Con una silenciosa plegaria a la Dama, Erzsen invocó su bendición para poder resistir a aquellos seres, producto del dolor y el sufrimiento que en aquel maldito lugar se había padecido.

Un grito agudo, más propio de una niña asustada que de un joven que antaño segase cientos de vidas sin parpadear se elevó desde la profundidad del pozo.

- RAPIDOOO!! NO ESTOY SOLO AQUIIII!! ESPIRITUUUUUS!!

A la par que el alarido, se escuchó también un chapoteo apresurado, como si alguien se moviese a saltos por agua.

El grito del joven despertó al pistolero de sus pensamientos. Parecía que finalmente habían conseguido convencer a Lyria de  bajar, pero lo cierto es que no la veía segura. 

El pistolero se descolgó con la agilidad propia de un especialista en escalada, aunque lo cierto es que no tenía ni idea. LA luz del fondo creaba sombras fantasmagóricas, y esperaba con toda su alma que Erzsen se hubiera asustado... pero no lo creía... Se descolgó los últimos metros y con una mano en pimentera y otra en capullito giró con rapidez, valorando la situación . 

Al parecer la intervención de Ishaya había decantado la balanza hacia la opción de ir hacia abajo en su búsqueda. Los ánimos estaban muy crispados entre los hermanos, detectaba las pequeñas pullas que se lanzaban entre ellos cuando tenían ocasión... Mientras no influyera de forma negativa en el devenir de su misión no intervendría, era mejor que dejasen ir su crispación de alguna manera inofensiva...

Cuando llegaron a la sala donde un gran boquete se abría en el suelo, Erzsen ya estaba pensando como se lo harían para bajar allí. Sacó una cuerda de su mochila junto a un garfio que serviría para disponer un camino hacia las profundidades de Harrowstone. Antes Desther utilizó uno de sus dones para dotar de luz un cascote y lanzarlo al agujero. Descubrieron el piso inferior estaba anegado y con la agilidad que le caracterizaba, el joven conde de Anactoria descendió por la soga.

Era el momento de que empezaran a bajar los demás, e Ishaya intentaría quedarse el último... A pesar de la inusual delgadez del enano, era bastante torpe y prefería no molestar a sus hermanos... Pero el grito desde abajo de Erzsen cambió radicalmente el panorama... Jarik fue el más rápido en reaccionar y con un salto se deslizó cuerda abajo sin dificultad... Ishaya no se lo pensó dos veces, la vida de su hermano podría correr peligro, así que se acercó al hueco y asiendo la cuerda trató de bajar.... Y consiguió llegar al piso inferior

En cuanto puso pie en tierra trató de averiguar en que nueva peligrosa situación se hallaban....

Como era costumbre, Sicarius se disponía a bajar el primero tras Erzen, después de todo él era la punta de lanza del grupo. Esta vez no solo pretendía actuar con el rol que desempeñaba desde que entraron en la maldita prisión (pero sin ser esta vez el portador de luz), también pretendía ser algo más útil y empezó a atar una segunda cuerda para que el descenso pudiese hacerse de dos en dos y fuese un poco menos arriesgado el encuentro con la oscuridad de ahí abajo. Pero el joven conde se lanzó a la aventura muy rápido y enseguida descubrió que necesitaba la ayuda del brazo fuerte del grupo y Sicarius se dispuso a descender con presteza, el chaval le necesitaba. Pero de nuevo un pero, Jarik había decidido porque si ponerse a descender en primer lugar en vez de en último e Isahya lo hizo después incumpliendo el protocolo de exploración que estaban utilizando hasta ahora y eso molestó al guerrero muchísimo.

Pero sereiss patánes! que mierdas haceis bajando ya?!

Sicarius se precipitó en su descenso y se lanzó por el agujero sin asegurarse de que la cuerda que estaba atando estuviese bien sujeta y sin sujetarse él a ella como mandan los cánones. El guerrero cayó dando un terrible golpe contra el fondo y aunque su cuerpo sufrió daño en extremo, éste se levantó en seguida buscando embrazar su escudo y echando mano enseguida de la espada enana para posicionarse defensivamente, nadie le iba a robar su iniciativa de combate.

Jarik descendía a toda prisa por la soga, mientras lo hacía, una nueva cuerda cayó por la apertura del techo, seguramente alguno de sus hermanos llevara otra. El pistolero descendía con bastante soltura, y miraba hacia abajo intentando averiguar que era lo que sucedía.

La luz de la daga de Erzsen, iluminaba una cámara cavernosa, repleta de piedras y muros semiderruidos. La vegetación nudosa, crecía sobre los escombros, confiriéndole un aspecto mucho más tenebroso si cabe. Estos fueron los detalles que en una rápida oteada, Jarik pudo apreciar. Dejó discurrir sus manos sobre la cuerda, con tal de dar más velocidad a su descenso.

De repente, Erzsen gritó de dolor. Miró hacia abajo para ver al muchacho pelirrojo pero... ya era tarde. Sin saber cómo, una garra viscosa le pasó rozando la espalda, y a punto estuvo de herirle.

¡¿Qué demonios era eso?!...

El pícaro se debatía contra dos criaturas viscosas y cadavéricas. Jamás había visto nada igual...

Ahora Jarik también sería presa de su malas intenciones.