Partida Rol por web

Ishaya ponía en orden su vida. Se preparaba para el juicio de su Dama, la Señora de las Tumbas. Su destino estaba cumplido y él acudía a su llamada aceptando su decisión. No se reprochó nada, todo lo que había hecho estaba destinado a salvaguardar a los demás, ya fueran sus hermanos o las buenas gentes de Ravengro. Nada había que enturbiara su juicio, tal vez la inmensa pena de saber que aquellos pobres que acudieron a él en busca de sosiego y paz para sus almas, se estaban encontrando con el fin entre aquellos malditos muros. El orgullo le llenaba el corazón cuando pensaba en el variopinto grupo que habían conformado, y en el cómo, sin dudarlo, se habían metido en Harrowstone para purgar su mal. No, no tenía miedo al juicio de Pharasma... Notaba como las lágrimas le resbalaban por la cara y caían pesadamente al suelo. No se sorprendió cuando al bajar la mirada descubrió que lloraba sangre. La maldita flauta exigía su tributo por dañar a su dueño y por frenar a los esqueletos. También notaba como le robaba la vida en cada embate, cada vez que el flautista rugía un poco de él se marchaba.... Ya podía ver a los psicopompos revolotear alrededor de él, ellos le guiarían hasta su señora. Estaba preparado. Se iba en paz. Agotado en extremo, el sacerdote pharasmita se bamboleaba sin control y en un brusco movimiento dio un paso sin saber a donde quería ir. En el mismo momento sacó la flauta de su boca y trató de mantener el equilibrio.... El instrumento resbaló entre sus dedos y cayó irremediablemente al suelo.... Poco tardaría el enano en seguir el mismo camino....

Lyria vio como su hermano se tambaleaba. No estaba en condiciones de seguir tocando ese horrible instrumento que parecía robarle la vida.

La flauta cayó al suelo con el repiquetear característico de metal. Al acto vio como los esqueletos dejaban de estar aletargados. No podía permitirlo, ...., sería el final para sus hermanos. Sin pensarlo dos veces recogió la flauta y se alejó un poco más del combate, tenía que reanudar la música, apesar de los peligros del objeto, ...., pero si no lo hacia sería el fin para todos.....

Lyria recogió la flauta y comenzó a hacerla sonar. La vibración del instrumento, dejaba escapar una melodía mucho más enérgica y segura que la que Ishaya has el momento había interpretado. La hechicera de ojos dispares, también intentaba recordar las bellas melodías que oyera en el templo donde pasara su niñez, pero sin saber como, aquellas notas la embargaron de tal manera que sus dedos comenzaron a deslizarse sobre sus orificios como si no hubiera nada más importante... Su sonido poseía una belleza sin igual...

De repente vio como sus ojos comenzaron a llorar sangre, pero nada importaba ya... Aquella melodía la acercaría mucho más a la gracia de Pharasma...

Estaban agotados y los esqueletos les habían sobrepasado. Nada más que decir. Parecía que todo había acabado. Sus hermanos caían por el embate de los esqueletos que los rodeaban.

Pero de repente la melodía que tocaban sus hermanos cambió. Era una canción que había escuchado cuando aún era pequeño y le llenó el espíritu. Si había que morir  se haría bien.

Dejo caer la espada y desenfundo  a pimentera mientras retrocedía para descargar  la lluvia de balas sobre el esqueleto que estaba con Erzsen. Descargaría todo lo que tenía antes del final. Y moriría con sus hermanos en el intento de traer un mejor mañana para las gentes de Ravengro. Así eran las cosas. Y el pistolero así las aceptaría.

La flauta sonaba y los balazos de Jarik fallaban. El templado pistolero veía muy próximo su final, y ahora, todo eran prisas y malas decisiones. Nuevamente los esqueletos salieron indemnes de los ataques del muchacho, y otra vez más, el esuqleto que se hallaba junto a Sicarius, se cebó en la de4sgracia del guerrero caido... ¿Habría muerto ya?...

Mientras tanto, Desther soportaba el acoso del esqueleto ardiente anteponiendo su alabarda... aquello debía acabar pronto...

Sus hermanos padecían, y muy pronto moririan todos, el incluido. Y pese a todo, no se rendían. Nadie bajaba los brazos, nadie claudicaba hasta que las fuerzas se desvanecían. Que hermosa forma de morir!! Rodeado de los seres a los que amaba, luchando hasta el limite por un bien superior. Erzsen reiria, sino fuese por la agonica situacion. Con decisión dio un paso atras, tratando de no pisar y dañat aun a mas a Sic, que ya exhalaba sus ultimos estertores. El esqueleto frente a el recibió un golpe horizontal de la daga curva. De nuevo las energias blancas surgieron de la hoja, y de nuevo estas envolvieron al no-muerto. Seria suficiente para acabar con el? Serviria de algo? O ya era un mero tramite final antes de traspasar las estancias de Pharasma y comparecer ante ella para rendir cuentas por toda una vida?

La daga de Erzsen se hundió entre el amasijo de amarillentos huesos, convocando las sagradas energías de Pharasma, y desintegrando a la criatura en una nueva nube de polvo. A sus pies, Sicarius respiraba agónicamente más cerca de la muerte, y a punto de rebasar una línea de difícil retorno. El conde hacía uso de todas sus argucias en combate, pues ya hacía tiempo que las florituras habían pasado a mejor vida en aquella malévola trampa llamada Harrowstone...

De repente las llamas que cubrían al esuqleto volvieron a reverberar, y la criatura sucumbió a los pies de Desther, mientras el hijo de herrero, dibujaba una trayectoria perfecta con su alabarda destruyendo al no muerto que amenazaba la integridad de Ishaya. El sacerdote pharasmita, aturdido, pudo respirar aliviado...

Kendra sin perder un segundo apareció girando una esquina. Susurró unas palabras arcanas entre los acordes que las flautas disonantes emitían, y un pequeño orbe verdoso salió disparado hasta el esqueleto que fallidamente había intentado zarpear al pícaro.

Quizás no estaba todo perdido...

Por un pequeño instante la visión de Ishaya se aclaró.... y al ver el dulce rostro de Kendra frente a él pensó que estaba delirando, la proximidad de la muerte hacia que la realidad se distorsionara...

Hermana? En verdad eres tú? Voy al encuentro de padre...

Y la cabeza le dio un par de vueltas antes de poder enfocar la mirada... en la lejanía pudo ver el cuerpo caído de Sic, estaba muy mal... y temía que el mocetón ya hubiese emprendido el camino hacia el feudo de la Dama del Destino. Un parte de él se negó a rendirse, en un atisbo fugaz de rebeldía alzó una mano y buscando el último aliento de su fe pidió que la sangría se detuviera en el hermano moribundo...

Aún no........

Y fruto del postrero esfuerzo el sacerdote pharasmita cayó pesadamente sobre sus rodillas para acabar tendido en el suelo esperando su momento para ir al encuentro de su amada señora.

Tras todos los golpes recibidos, tormentos sufridos y angustias vividas, Sicarius sintió la necesidad de rendirse, ya no podía más. Ni el ansia de vengar a Lorrimor, ni la promesa de salvar a Angela, ni la necesidad de poseer de nuevo el preciado hachuela le daban fuerzas para seguir adelante.

Desde el suelo el guerrero había intentado seguir luchando contra la muerte, pero al final toda la musculatura perdió tensión, sus ojos se abrieron por última vez como platos y un ultimo suspiro vació sus pulmones dejando que el alma escapase con el aliento. La mano que sujetaba el escudo se abrió liberando el pañuelo con el que su dama le había obsequiado mientras que la otra buscó de manera torpe y frustrante su arma más preciada, el hachuela. 

Por fin todo acabó para él, la luz y el calor de la dama de las tumbas se le presentaban para arrullarlo y darle la paz merecida, una cálida sensación de bienestar y templanza le envolvieron elevando su alma para llevarle junto a sus seres queridos, pero...

NO, NO ME LLEVARAS

Todos en la sala pudieron escuchar de nuevo la atronadora voz de Sicarius, no provenía de su cuerpo, más bien resonó por la sala como si ésta fuese la que hubiese gritado. Tras esta declaración de intenciones del difunto guerrero nada más se pudo escuchar o sentir excepto el fragor de la batalla y las melodías de las macabras flautas.

Lyria no era consciente de la situación real. La música la embargaba hasta tal punto que no había nada más importante. Harrowstone no importaba. Ravengro no importaba. Sus hermanos no importaban.

¿Sus hermanos no importaban? ¿Cómo podía considerar que su única familia no importaba? ¿Cómo podía ni siquiera tener un fugaz pensamiento en aquella línea?, ....., pero aquella música la invadía por completo, la sumía en un estado catatónico que impedía darse cuenta de la realidad, ..., Sic tumbado en el suelo, sino estaba muerto ya, ...., Ishaya se desvanecía y comenzaba a precipitarse también al suelo inconsciente ...

Pero aquella música le impedía centrar su atención en la cruda realidad, ...., solo podía seguir tocando ajena a todo a su alrededor ...

Sicarius se encontraba frente a la entrada del lugar que le daría un merecido descanso y una paz que no recordaba haber tenido jamás. Necesitaba entrar y acabar por fin con su martirio y penosa existencia, pero el deber hacia sus hermanos, la rabia que sentía hacia la Senda por matar a Lorrimor y sobretodo la hachuela... no podía descansar, no podía dejar el mundo sin haber consumado su venganza, sin volver a poseer el arma maldita, no podía dejar marchar a Ishaya y Lyria libres después de traicionarle y arrebatarle el hacha con falacias y artimañas, no podía irse sin ver sufrir a Jarik por su soberbia... no podía irse.

Así pues en el momento más inoportuno y aprovechando la brecha oscura que era este lugar, Sicarius renegó de Pharasma y su descanso, se maldijo a si mismo y a todo lo que hacía tan solo unas horas era sagrado. No sucumbiría en alma y decidió venderse a la no-muerte. Si era la única forma de seguir existiendo así lo haría.

El combate de acordes disonantes retumbó como una grotesca composición infernal. Varios de los Vengadores se debatían en el suelo, en un estado demasido difícil de discernir, entre la vida y la muerte. Lyria, cuyo rostro se agrietaba por el uso de la macabra flauta, se dejaba seducir por su horrible melodía, por su corrpto timbre, mientras sangraba y sangraba. De repente, la flauta plateada de la hechicera de ojos dispares emitió una terrible y molesta estridencia, que provocó que de sus narinas surgieran un par de regueros de vívida sangre, al tiempo que el bramido sobrenatural del Gaitero denotaba que el grupo una vez más había salido airoso de otro combate. Los bramidos de los esqueletos atrapados en sus celdas, cesaron, deshaciéndose en amasijos de huesos sin vida. Nuevamente habían vencido... Aunque en esta ocasión... a un elevado precio...

Kendra, sin dilación se acercó hasta hasta Ishaya, y le administró un vial curativo que guardaba en su equipo, pero el cuerpo de Sicarius, permanecía inerte en el suelo... El castigo había sido exagerado incluso para el fuerte y poderoso escudo de los Vengadores. Ya no había atisbo de vida en sus ojos, y su cara lívida, manchada por moratones, heridas y sangre, eran los testigos del escarnio recibido...

Una risa ultraterrena se oyó entre los pasillos de Harrowstone. La prisión encantada, la ruina tramposa y cazadora se había cobrado su primera víctima, y estaba deseosa de cazar nuevas presas...

Mientras que Lyria, enferma y borracha de su propia melodía, era incapaz de vencer a la maldición de la flauta, consumiéndose entre heridas, el combate definitivo aguardaba...

... Para bien o para mal.

Y el Gaitero fue destruido. La musica asonante de la flauta que Lyria empuñaba como si fuese su hijo hizo que el espiritu se deshiciese como humo. Los esqueletos que lo flanqueban tambien se vinieron abajo como castillos de naipes al viento. La escena que quedaba era digna de un drama varisio. Sicarius, baluarte de la defensa de los Vengadores, yacia inerme en el suelo, la mirada vacia y vidriosa, incredula, de su injusto final. Ishaya se recuperaba gracias a la milagrosa intervención de Kendra, pero era ya una mera sombra de lo que fuese momentos atras. Lyria seguía enloquecida con aquel instrumento del mal, y requería de atenciones drasticas. Jarik y Desther, exhaustos hasta el limite, miraban a todoas lados y a ninguno al mismo tiempo. Y él... el niño conde aferraba la daga sacra, blancos los nudillos, desviando su mirada ya acuosa por las lagrimas que vociferabna por acudir en tropel, del cuerpo de Sic, su complemento en el combate, y Lyria, fragil y salvaje al mismo tiempo. Maldita prision. Malditos sus ocupantes. Malditos todos, bastardos hijos de la gran puta, que se llevaban la vida de los que quería sin parpadear ni un apice. Bufando como un gato rabioso, Erzsen saltó hacia Lyria, daga en ristre, como si fuese a degollar a su hermana en un arrebato de locura final. Pero no, aun no. Aun restaba un espiritu que destruir, para venganza de Sic, y de todo el sufrimiento que habían padecido, y que aun habrían de padecer. La locura se tornó piedad, y con el extremo curvo del arma, el conde coló la daga bajo el pecho generoso de Lyria, tiró del arma con suavidad, casi con cariño, como un amante experto desata el corpiño de su dama. La flauta tintineó un instante al contacto con el acero puro de la daga, para luego caer al suelo con repique de campana ironico. Lyria quedaba libre de su hechizo. Ahora podían llorar a Sic.

Abrió los ojos de nuevo y el último rostro que recordaba seguía allí. Kendra, su hermana, aún sostenía el recipiente vacía frente a él... No había ido hacia el reino de Pharasma, su hora no había llegado... aún no.

Se incorporó lentamente hasta quedarse sentado y descubrió que sus enemigos ya no estaban. Habían vencido de nuevo, pero en las caras de sus hermanos no vio regocijo... Hacía mucho que no disfrutaban con la derrota de los habitantes de Harrowstone, grande era el sufrimiento que arrastraban... Pero detectó algo más en la mirada de Erzsen, que pasó junto a él para librar a Lyria de la funesta flauta. Algo más había en el ambiente enrarecido de la prisión que le oprimía el corazón. Entonces lo supo...

Dime que no....- le espetó a su hermana Kendra y ella le apartó la mirada...

Dime que no....- inquirió a último de los Redge y este no tuvo arrestos para confirmar lo que ya sabía...

Dime que no....- le suplicó al siempre desapasionado Jarik y un inusual brillo en los ojos del pistolero le dijeron todo lo que no quería saber....

No, no, no, no....- fue diciendo mientras iba gateando hasta donde se encontraba el cuerpo de Sic. Buscó su corazón, contuvo el aliento y el dolor más insoportable que jamás había sentido le recorrió el alma....

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Y siguió gritando hasta que de su boca dejó de salir sonido alguno... gritó hasta que se le quebró la voz... su alma seguiría gritando hasta el fin de sus días.

La música seguía emanando de aquel pérfido objeto del mal, para regocijo de la hechizada Lyria. Había sido ajena a todo lo que ocurrió desde que empezó a tocar. No era consciente de que sus enemigos habían sido derrotados. No era consciente de que Ishaya había caído en un desesperado intento por salvar a su hermano Sic. No era consciente de que su querido hermano los había abandonado para siempre. Sólo era consciente de la bella melodía que irradiaba de aquel, para ella, excelso y genuino objeto argenteo.

Entonces la liberación vino hacia ella. Un golpe hizo sonar un débil sonido que se coló entre las notas del instrumento. Le siguió un repiqueteo como si de varias finas campanillas se tratara. Y fue entonces cuando las grisaceas formas cobraron de nuevo su nitidez. Fue Erzsen la que la había liberado de aquel extraño sueño. Pero algo iba mal, lo vió en la mirada de Erzsen.

La música del gaitero no sonaba, y los esqueletos yacían todos inertes en el suelo, ..., ¿qué era lo que iba mal?, ..., Erzsen estaba a su lado, aunque ahora se alejaba de ella. Más allá estaba la figura erguida e imponente de Desther. Había aparecido en escena Kendra, y parecía haber suministrado un vial curativo a Ishaya que volvía en sí, ..., ¿qué era lo que iba mal?, ...., podía ver a Jarik al fondo del pasillo y, ...., justo en ese instante Ishaya empezó a hablar y a dirigirse a todos, ..., dime que no, ..., no, no, no, ..., pero ¿qué quería decir Ishaya?, ..., entonces Ishaya se puso a gatear con ansia por llegar a un sitio, ..., y sólo entonces Lyria reparó en lo que iba mal:

- Sic ... - las palabras se escaparon como si del último aliento vital fueran.

La congoja le empezó a atenazar el corazón, la pena se instauró en su ser e irremediablemente las lágrimas afloraron en sus dispares ojos ......., había perdido a su hermano ....

No había conseguido llegar a tiempo...

Esa era la única idea que cruzaba una y otra vez por la mente de la hija del profesor Lorrimor. Kendra corrió tras los pasos de Ishaya, y cuando el rostro del sacerdote se quebró por la pena, los ojos de la muchacha se inundaron de lágrmas cristalinas que ya no pudo contener. Sicarius, el maldito fanfarrón de corazón grande y bueno como el pan se había marchado, Pharasma reclamaba su alma para juzgarlo por todas las cosas que había hecho en vida, y Kendra era incapaz de sostener la pena que le oprimía el pecho.

Cayó de rodillas junto a Ishaya, y recogió la cabeza del guerrero al tiempo que con sus caricias intentaba despertarlo, pero era tarde... demasiado tarde, ya. En esos traumáticos momentos, la joven maga pareció quedarse sin habla, absorta en acunar el cuerpo sin vida del hosco mocetón, afecta al ver todo el daño que soportara el estoico guerrero.

- Yo cuidaré de ti Sic... Yo cuidaré de ti...- repetía una y otra vez, mientras anidaba con dulzura, la cabeza del finado en su regazo - Ya no debes preocuparte de nada... Ahora marcharás a un lugar mejor... Junto a la Dama Gris...- Balbuceaba entre lágrimas y llantos.