Partida Rol por web

Shalazar parpadeó una milésima de segundo, y el malvado aprovechó aquella mínima distracción para desaparecerse. El Belmont miró a todas partes para después comprobar como había logrado encontrarle por detrás. ¿Cómo ha hecho eso? Estaba claro que aquel, además de malvado, era sumamente poderoso, pero lo que quizá no se había dado cuenta aún, es que él lo era aún más.

¡No ha habido un Belmont como yo nunca! ¡Y ahora lo vas a comprobar en tus propias carnes!

Gracias a tu velocidad, pudiste salir corriendo de allí para evitar que Drácula te atrapara, sin embargo, como era de esperar, tanto movimiento provocó que tu siguiente ataque fracasase, quizás habías subestimado a Drácula, el cual tenía aspecto de no haber demostrado todo su poder.

- No tienes donde escapar Belmont, ¡muere! - en ese preciso instante, Drácula alzó el brazo y salieron tres bolas de fuego que directamente fueron hasta ti, desde la distancia eras capaz de sentir el calor abrasador del poder de tu enemigo. Debías evitar de cualquier manera el contacto con dicho fuego o podrías no contarlo.

Por desgracia aquellas orbes incandescentes no eran normales, aunque tus reflejos fuesen altos eran capaces de cambiar su trayectoria para impactar finalmente sobre ti. Sentiste como tu cuerpo comenzaba a combustionar, el dolor era indescriptible, jamás te habías enfrentado a un rival así, ¿dónde estarían tus aliados ahora?¿éste iba a ser tu final?

Habías perdido todas tus fuerzas, tu cuerpo parecía latir a raíz del dolor de las quemaduras. Tu ropa casi era inexistente, estabas al borde de la inconsciencia... arrodillado en el suelo y aún aferrándote a tu látigo, escuchaste los lentos pasos de Drácula que se acercaba a ti.

- Estás a mi merced... Belmont... tus antepasados llevan luchando siglos contra mi ¿y de qué ha servido? volveré a reaparecer siempre. Únete a mi y llenemos de tinieblas a la humanidad, juntos seremos indestructibles - ¿te estaba ofreciendo la salvación?

¿Unirme a ti? ¡Ni lo sueñes! Gritó el Belmont. El dolor era insufrible, no podía soportarlo más. ¿Cómo era posible que hubiera caído? No solo había fallecido el campesino al que le habían dicho que no viniera, parecía que también lo había hecho la Belnades, pues no había ni rastro de ella. Y para colmo, el hijo del conde tampoco aparecía por allí. ¿Acaso Muerte habría acabado también con él?

Aquel era su sino, todos caerían bajo la fuerza y el poder del Belmont, pero si se unía a él entonces, sí que no habría vuelta atrás. Debía hacer un último intento, un último esfuerzo, aunque para ello tuviera que esforzarse tanto que caería y moriría. Allí ya no quedaba nadie para salvarle, así que si se esforzaba al máximo podría arrastrarlo al mismo lugar a donde iba a ir él.

¡Por el poder de la herencia de Belmont! Dijo chasqueando el látigo. Por la herencia mágica de la Belnades. Dijo volviendo a invocar los poderes de su aliada. ¡Por la sangre bastarda que corre por tu hijo! El látigo chascó una vez más. ¡Y sobre todo, por la sangre derramada del campesino! Un último chasquido.

¡Oh, Príncipe de las Tinieblas, heredero de toda la oscuridad, descendiente de las criaturas de los avernos, señor del castillo! ¡Ha llegado tu hora! ¡Morirás conmigo! Y el último chasquido del látigo fue a parar directamente contra él.

Mientras el último escalofrío recorría el cuerpo de Shalazar, el látigo alquímico que surcaba los aires comenzó a arder en una mística explosión de poder violácea, allí se reunía todo el legado místico del clan Belmont junto con el poder de los espíritus de la dinastía Belnades.

Drácula, confiado con que la victoria estaría de su mano, abrió los ojos de par en par y se cubrió el cuerpo con sus gélidas manos antes de que el arma impactase contra su cuerpo generando un destello que hizo temblar todos los cimientos del castillo.
 

Lo último que sentiste fue tu cuerpo caer contra la fría piedra mientras sentías la satisfacción de haber hecho tu labor en el clan, dirigiste una última mirada hacia tu enemigo, cuyo cuerpo emanaba sangre negra. Estaba arrodillado y mirando al cielo mientras gritaba sin cesar.

- ¡¡¡NO ES POSIBLE!!! -

 Notaste como el cuerpo de tu enemigo comenzaba a brillar, poseía una intensidad indescriptible, y aquella luz parpadeaba en su interior como si fuese una bomba a punto de explotar. El señor de las tinieblas tenía un poder que iba a ser liberado, pero no de la forma que tenía pensada al principio si no con una cataclísmica explosión que acabaría con el castillo y todos sus integrantes. La cara de pánico de tu enemigo era la mejor de las satisfacciones. El mal nunca prevalecerá.

Y fue entonces cuando la detonación tuvo lugar, arrasando con la piedra y la carne, pero para ti no hubo dolor, ¿cómo puede existir el sufrimiento sabiendo que se ha derrotado al mal en persona?

¿Sería para siempre?¿o solo una victoria temporal? Independientemente de aquello la leyenda sobre Shalazar Belmont y sus aliados jamás cayó en el olvido.

Un sacrificio para salvar a la humanidad de la oscuridad eterna.

~~ FIN ~~