Partida Rol por web

- Pero... Fray Guillermo... ¿Y cómo alimentamos al pequeño Xander... - Dijo el nombre en un perfecto gallego - El pequeño necesita urgentemente alimento... 

Seguía acunando al pequeño, el cual apenas lloraba ya... 

No podemos alimentarlo hasta mañana. A no ser que queráis seguir camino hasta el pueblo y buscar un ama de cría por la noche, no se preocupe señorita Oona, el pequeño aguantará unas horas sin comer. Sonrío al oír que la chica ya ha puesto nombre a la criatura.

Mientras examino cuidadosamente la tumba de Pietro noto como Adso (el aprendiz) se acerca para hacer lo propio. Escucho hablar a los otros y digo en voz alta, buscando con la mirada a Emma — Estoy de acuerdo con el fraile, deberíamos pasar la noche aquí, seguro que hay celdas libres, y por raro y extraño que ahora nos parezca este lugar, seguro que más acogedor y confortable no hallaremos nada ahí fuera y mucho menos en una noche como esta, con la de sucesos extraños que nos han acontecido — vuelvo a mirar a la tumba — necesitamos resguardarnos y esta es la única opción que veo posible — necesito descansar, limpiar y curar nuevamente la maldita herida y por encima de todas las cosas, deseo yacer junto a mi dulce esposa, abrazarla, besarla y pasar una noche tranquila, caliente y confortable al abrigo de estos muros franciscanos.

Mientras todos os alojais en vuestras celdas, yo haré la primera guardia.
Tomás os tocará la siguiente.
Las guardias serán de 2 horas.
Nuestros acompañantes franciscanos podrán hacer las dos últimas si os parece bien.

Miré a Tomás sin saber si íbamos a compartir lecho o no... Especialmente porque estaba el pequeño y además él debía participar también en las guardias...

La mano que estaba libre se agarraba a la ropa de Tomás, con cierto temor a pasar la noche en aquel silencioso lugar... Aunque eso significara dormir por una noche a cubierto y en un lecho caliente... 

Aquí no hay nada que temer amigos, os lo garantizo. Ahora seguidme y os enseñaré el pasillo de las celdas de invitados. Mi mirada denota cierta tranquilidad. 

Llegando al pasillo voy pasando por las puertas y abriéndolas mientras las enumero y digo quien va a dormir en ellas.

En las primera celda dormiremos mi aprendiz Adso y yo; en la segunda el matrimonio de Tomás y Oona de Ravella; en la tercera Julián de Santillana; y por último en la cuarta el matrimonio de Bernat y Emma, miro a la pareja, siento mi mala memoria pero no se si me han dicho su apellido.

Cuando estoy enfrente de la última me giro y les miro. ¿Les parece bien? De esa forma quien haga guardia puede situarse en el centro del pasillo y vigilar todas las celdas sin tener que moverse.

Ni que decir tiene que están en la casa del señor. Miro en especial cuando digo esto último a las dos jóvenes parejas.

Miro a Oona y veo el cansancio mezclado con algo de temor en su mirada.

Dicho entonces. Abro la puerta de la segunda celda y miro dentro, es una habitación sin ningún tipo de decoración, sólo dos camas que vaticinaban no ser nada cómodas y entre ellas una mesita que sin duda sería para que los invitados dejaran sus objetos mientras dormían.

Me giro hacia Julián y el resto. Parece que hoy dormiremos bien, aprovechad para hacerlo, no sabemos cuando será la siguiente cama que encontremos.

Viendo que el grupo estaba más por la labor de ofrecer debilidad a la oscuridad, y extrañado por tanta sensación de seguridad de fray Guillermo, chasqueé con disgusto un pulgar y - supongo que mi carácter montañés afloró en su plenitud - ocupé en silencio la parte central del pasillo - un soldado no necesita lecho, pensé - , apoyado en la pared con mi escudo; sentado en vigilia y con un ojo bien abierto, haciendo caso omiso a otros consejos u opiniones. Mi mente voló a otros lechos, donde este soldado había descansado desprovisto de sus armas y escudo, lechos perfumados y que Dios perdone mis pecados, con inolvidables compañías.

Mis mejillas se sonrojaron ligeramente cuando Fray Guillermo dijo lo del matrimonio y desvié ligeramente la mirada. 

Entro al interior de la celda y acomodo una de las camas para que el bebé pueda dormir, colocando las cosas de tal manera que el niño pueda dormir seguro y tranquilo y entonces miro a Tomás como esperando como proceder ahora, especialmente porque él tomará la guardia en dos horas... 

Si me disculpan descansaré un rato.

Miro a Oona, entro en la habitación y cierro la puerta de la celda. Resoplo aliviado de estar entre unas paredes y debajo de un techo. Y de pronto, sin saber muy bien por qué me encuentro con que las lágrimas caen por mis mejillas, como pequeños ríos que acaban por desaparecer en mi barba desaliñada.

La tensión del camino, no saber si llegaremos a buen destino o moriremos en cualquier momento, la posibilidad constante de perder a Oona, el saber que aquella situación era por mi culpa, por enamorarme de quien no debía, nada más ni nada menos que de mi hermana, todo aquello era demasiado para mis nervios.

Lo siento Oona. digo susurrando para que nadie más me oyera. Siento tanto todo esto...

-Contad conmigo para hacer guardia. -comentó Emma decidida acercándose al grupo, pues se había alejado un poco para observar los cuadros. Aquellos la habían absorto en sus pensamientos.- Bernat, esposo mío, debéis descansad. Yo me ocuparé junto a los demás de la guardia. No quiero que se te infecte la herida...

Si quiere señor Bernat, puedo intentar ayudarlo con la herida, iremos a por agua al pozo y la limpiaremos. Me giro hacia mi ayudante y aprendiz. 

Adso, ve a por agua al pozo que se encuentra fuera y tráelo cuanto antes a la habitación del matrimonio de Bernat y Emma. Yo de mientras ayudo a Bernat en todo lo que pueda, atendiendo a todas sus indicaciones. 

Bien si a vuestras mercedes les parece bien, yo empiezo la primera guardia, a la que me seguirá mi señor y amigo Tomás de Ravella.
A continuación será doña Emma que tal espíritu indómito y amor por su esposo demuestra, quien hará la penúltima guardia.
Seréis vos, - mi señora- quien me despertareis para que yo cubra la última guardia.

No se preocupe señor Julián, yo haré la última guardia, luchar no se, pero en caso de peligro gritaré para despertaros a todos.

El viento empieza a desatarse fuera y hace golpear la ventana de madera de vuestras celdas contra su marco, hace un ruido incesante y un tanto perturbador, al pasar entre las rendijas de las piedras de los pasillos silba con una increíble fuerza que parece un pastor llamando a sus cabras, sin embargo, el sueño es más poderoso que todas esas cuestiones y todos menos Julián de Santillana estáis a punto de reuniros con el mundo onírico en el que normalmente descansáis, soñando con lo que os hace felices en vuestros inconscientes.

Pensé que una guardia de dos horas no sería una eternidad, así que lentamente recorrí el pasillo central donde se distribuían todas las celdas de los compañeros de aventura. Allí descansaban y hacía tiempo que no me sentía tan útil.

Deseé que fray Guillermo o quien fuese, estuviese obrando un milagro con la extremidad del médico. Tanto el médico como su esposa me daban buena sensación, a pesar de lo acelerado del encontronazo en el claro del bosque.

Paseando lentamente, tenía mi mente lejos, en aquellas batallas contra sarracenos y contra ejércitos sin fe y sin señor. De alguna manera, echaba de menos ejercitar mi talento de soldado. 

Las maderas de los alféizares chirriaban con fuerza bajo la tormenta, y los relámpagos hacían que mi alta figura se recortase en el sórdido pasadizo de manera intermitente....

Al final del pasillo, giré y volví de nuevo a realizar el mismo paseo en sentido contrario. Pensé que Tomás seguro que sabría contabilizar el número de pasillos que yo sería capaz de recorrer en mi guardia.

Siempre, lo mismo, el absurdo siempre te ataca en las guardias, Julián !!