Partida Rol por web

El disparo de Boring se pierde en la oscuridad sin acercarse a la criatura que apenas si se da cuenta

- Todos para atrás! Para atrás! grita Jim mientras comienza a retroceder hasta su carpa, en búsqueda de su rifle, la mirada hipnotizada por el ser que se revela.

Boring frunció el ceño cuando vio que no había acertado a aquel tipo de...animal. Lo cierto es que quizás lo fuera o quizás fuera otra cosa, pero el caso es que seguramente había matado a toda aquella gente. Horrorizado pensó por un momento en volver a cargar el arma y disparar de nuevo pero sabúa que volvería a fallar, estaba demasiado nervioso y su época de buen tirador parecía haber pasado a la historia. En esa tesitura escuchó como Jim les gritaba pidiendo que retrocediese y, sin más miramientos, se dio la vuelta y echó a correr. Rápido, todos fuera de aquí. - Gritó como buenamente pudo mientras iba hacia las mujeres con la intención de seguir a Jim. - Señoras, rápido, salgamos de aquí.

Lady Cottonwell tenía el corazón en un puño, tenía la impresión que su sangre se había parado y que no había aire para respirar, aunque tenía la ropa empapada y llena de barro, no sentía la humedad, aunque tenía un ligero camisón y una bata, no sentía el frío de la noche. Su pelo lleno de ceniza, polvo y barro, estaba despeinado y encrespado. Su rostro... podía decirse que estaba del mismo modo...

La situación era complicada e incierta, amén de peligrosa. Dorothy, sostenía la mano de Molly, y, ambas corrían hacia un escondite, pero... era como si no estuviera en su propio cuerpo, no sentía nada, casi ni escuchaba ni veía nada, era como un estado de vigilia donde el sueño aún no te ha vencido, pero tu mente goza de la libertad de un mundo que irreal, donde las leyes de la física no existen.

A lo lejos un murmullo, gritos, el crepitar del fuego, los sonidos de la sabana... cerca el silencio... ese silencio extraño e incómodo que precede a la tormenta.

Las dos mujeres corrieron, tratando de alejarse de aquél ser y volver al campamento por el camino más seguro. Cuando una tropezaba, se mantenían en pie con el apoyo de la otra. Antes de doblar la base del terraplén, que las separaría momentáneamente de aquél horror, Molly tiró algo más fuerte de la mano de su señora, para hacerla detenerse. Sabía que no era lo más inteligente pero...debía volverse a mirar qué estaba ocurriendo, qué estaban dejando atrás. Se dio la vuelta lentamente...

Los hombres atraviesan el terraplen a la carrera en busca de sus armas mientras las mujeres lo rodean con el mismo destino.

En el último momento antes de perderlos de vista Molly se gira y ve los primeros compases del combate, Tembaqui y Chango se lanzan el uno sobre el otro.

Tembaqui es sorprendentemente rápido y maneja sus dos hachas con gran habilidad, al parecer su avejentado rostro quemado por el sol y la interperie os engaño sobre sus capacidades. Sin embargo la bestia contra la que lucha parece ser increiblemente rápida y su tamaño y sus temibles garras le dan una ventaja muy importante.

Cuando llegáis en el campamento la situación es casi idéntica a cuando la dejasteis, la anciana Rumbidzai sigue murmurando en pie entre las tiendas, pero los dos niños ya parecen mas calmados, aunque siguen agarrados a ella.

Según llegáis uno de los porteadores sale de la tienda de las provisiones cargando algo, según os ve intenta escapar

Lady Cottonwell era una mujer y como tal su curiosidad era tan fuerte como su testarudez, sin embargo, aquella noche no era ella misma, estaba sumida en un extraño trance. Por ello, cuando Molly se paró para volverse a mirar, ella quedó parada allí en medio. De pie, goteando, respirando con dificultad, manteniendo la mirada al frente pero algo perdida y a la vez aferrada a la mano de Molly.

Boring llegó al campamento con el rifle en la mano y sudando a chorros. Si el calor ya era intenso en aquel país, había que sumarle al carrera y el fuego de las hogueras. Ciertamente era insoportable. Cuando llegaron al campamento pareció que habían entrado a otro mundo. Todo estaba tranquilo...la anciana y los niños estaban como los habían dejado. Todo cambió cuando salieron dos porteadores a los cuales señaló con su brazo notando la humedad de los sobacos bajo su camisa. Viendo la lucha de Tembaqui con el ser de las garras le dijo a Jim: - Tenemos que ayudarle. Él solo no va a poder. Después se giró hacia las mujeres: Lady Cottonwell, Molly, pongan a salvo a esos niños y escóndanse. Si no volvemos vayan a buscar al Lord. Volvió a mirar a Jim. Esos dos porteadores deberían ayudarnos. No sabía si Jim sería capaz de convencerlos para que no huyeran.

Aunque el campamento es un desastre Jim no se detiene. Llega a su tienda a la carrera, recoge el rifle y lo carga. 

Al salir escucha a Maurice dando órdenes, a la Lady de todas las personas. Una pequeña sonrisa, bastante macabra, se dibujó en sus finos labios. Un hombre con miedo en el corazón no puede luchar. Dirigió un gesto al terraplén con el rifle. Vamos a por el Chango. Tienes miedo, Maurice? Su voz era un susurro tétrico, enfebrecido. Puedes dominar tu miedo, hombre blanco?

Sin más, se hechó a correr hacia el terreno elevado, preparándose para disparar.

Molly vio el inicio del combate todavía sin acabarse de creer que aquéllo estuviese sucediendo. Tras un breve instante, se obligó a regresar hacia el campamento. No podía quedarse simplemente quieta, mirando. Además, Lady Cottonwell parecía en estado de shock. Echó a correr de nuevo, tirando de ella hacia las tiendas. Al llegar pudo ver el revuelo, un porteador parecía estar robando, lo último que les faltaba. Boring gritaba algo, pero nadie hacía caso del ladrón. Aquéllo la indignó. Cogió el rifle que pendía del hombro de Lady Cottonwell y apuntó al tipo que trataba de huir con un bulto.

- ¡Eh, tú, tira eso o lo lamentarás!

Molly agarró el rifle que colgaba de Lady Cottonwell como si se tratase de una bufanda, ella no había sido consciente de su presencia en ningún momento. Tampoco lo habría podido usar, estaba demasiado ida.

Vio como Molly se encaraba al ladrón, mientras los hombre gritaban algo que escuchaba lejos como si fuera un eco que te resuena en la cabeza.

Tras un largo momento en que Tembaqui y la criatura se estudian en silencio, el jefe de los porteadores se lanza al ataque con un temible grito de guerra. Chango avanza hacia el sin pronunciar una palabra y ambos se enzarzan en un feroz combate.

Antes de iros al campamento os parece que Tembaqui consigue acertarle en un hombro con una de las hachas, pero también le escucháis un grito ahogado que no augura nada nuevo.

Finalmente la prudencia os hace ir a lugar seguro mientras el combate continua