Partida Rol por web

El amanecer te coge en un bar desayunando mientras lees el periódico "La Repubblica". Después de pasar tanto tiempo en el extranjero junto a Katsulas se te hace un poco raro el volver a estar en tu patria y escuchar por todas partes tu lengua materna.

El tiroteo de Londres aparece en la sección internacional, en un artículo de una página en el que se informa erróneamente de los hechos y se añade que la policía británica está siguiendo la pista, puesto que sospechan que el crimen está relacionado con una serie de sucesos a escala internacional que están causando la inquietud por toda europa.

Mario deambula con mala cara por las calles de Roma. Tanto tiempo en Grecia y con Katsulas hace que el propio idioma suene hasta raro, y alguna vez se queda parado, intentando recordar qué era tal o cual palabra.

Un callejón.

Como si en realidad no hubiera dejado nunca de hacerlo, Mario pasa delante de él sin mirar al interior, para un poco más tarde cruzar la acera y volver sobre sus pasos, y mirar con mayor disimulo al interior. Conoce el barrio, y conoce qué se mueve por allí.

Una vez comprobado que nadie le observa, y que el garito está aún en activo, vuelve a la acera anterior y se mete en el callejón.

Ojalá "el negocio" no haya cambiado de manos. No me gustaría meterme en más mierdas. Ahora no.

Abres la puerta del garito, que a esta hora tan temprana todavía está vacío.

- ¡¡¡Está cerrado!!! ¡¡¡Abrimos a las 10!!! - te espeta un vozarrón malhumorado que reconoces en seguida como el de Emilio Pucci, un antiguo compañero de correrías de tus tiempos antes de que te enchironaran y te reciclajes como jefe de seguridad de un ricachón.

Ignorando la advertencia, entras en el local y y avanzas unos pasos. De detrás de la barra vez como Emilio, que es un hombre que mide 1'90m de altura y más o menos lo mismo de ancho, sale blandiendo un trapo, dispuesto a echarte con cajas destempladas de su local.

-"¡¡¡Caro!!!" - Mario se adelanta con los brazos abiertos a Emilio. -"¡Santa Madonna! ¡Te veo mejor que nunca! ¡No hace falta que te pregunte cómo te va, en vista de lo bien que estás!"

El hombre se queda parado unos instantes, y luego sonríe ampliamente, reconociéndote

- ¡¡Mario!! ¡¡Cuanto tiempo amigo!! - dice al tiempo que te da un abrazo de oso que amenaza con partirte un par de costillas -. ¿Ya te has cansado de la comida griega y quieres probar la auténtica cocina de la mamma? ¡Pero como es que vienes sin avisar! Aaaaaaaah... se pierden las buenas costumbres, ni una llamada, ni una carta, sólo una felicitación de Navidad. ¡Siéntate, siéntate! No habrás desayunado. ¡¡Mamma!! ¡¡Mira ,tenemos visita!!

-"He tenido mucho trabajo últimamente, aunque no de lo que tú piensas. Ahora me he reformado..." - El pitido de los oídos supongo que me hace ver que tal vez no haya cambiado tanto en este tiempo, aunque lo ignoro tranquilamente. -"Vengo de sopetón porque el jefe ha tenido que cancelar un viaje, y me ha dado un par de días de vacaciones, por lo que me he dicho: ¡Cazzo! ¡Voy a ver a la familia, la mia fammilia!"

El hecho de pensar que haya venido aquí en lugar de irme a ver mundo, de aeropuerto en aeropuerto, hasta reunirme con Katsulas en Berlín el viernes, hace que me convenza que, después de todo, tal vez haya una parte de verdad en el bulo que le doy a Emilio.

- ¡Vaya! Nos vamos haciendo mayores, Mario. Mírame a mi. ¿Quien me iba a decir que al final terminaría quedándome con el negocio de mi padre? Pero no puede uno estar siempre de aquí para allá ¿no es cierto? ¡Ay que sentar la cabeza!

- Y bien ¿a que te dedicas ahora amigo? Lo último que supimos de ti fue que te habías ido a Grecia. ¡¡No me extraña que ya no quieras acordarte de la pobre Italia!!

Una mujer sale de la cocina y te abraza. Es la madre de Emilio.

- ¡¡El piccolo Mario!! ¡¡Que alegría verte por aquí!!

Inmediatametne empieza a sacar comida de la cocina, en cantidades industriales.

Mario come ya no para quedar bien, sino porque realmente mamma Pucci es una excelente cocinera. Y qué demonios, porque le encanta la comida casera italiana.

Una vez saciado el hambre, el apetito, tapados los huecos, y engullido un poco más, Mario se siente lo bastante seguro como preguntarles, indistintamente a Emilio o a su madre:

-"¡Ahhh! ¡Ahora sí que me siento en casa! ¡En ese maldito avión no pude pegar ojo! ¿Dónde podría echar una cabezadita?"

Estás charlando animadamente con tu amigo y su madre, cuando tu teléfono móvil empieza a sonar. Al cogerlo ves que no aparece ningún número en la pantalla.

¿Un número oculto? Qué extraño... el jefe no usa estas cosas... aunque puede que sea mejor que conteste. Podría ser Holden.

Murmuro una disculpa antes de contestar con el ceño fruncido, en español:

-"¿Pronto?"

El español de Mario nunca fue muy bueno.

Al otro lado del hilo del teléfono escuchas la voz de Katsulas.

-Mario, ¿dónde estás?.

-"¿Jefe? ¿Está bien? ¿Sigue en Londres?"

Me remuerde la conciencia haber dejado atrás a Katsulas, aunque en el fondo algo me avisa de que tal vez no esté haciendo bien en hablar con él... ¿por qué ese número oculto?