Partida Rol por web

No llevo conmigo nada que vaya como recuerdo así que tendré que encontrar algo por allí. De cualquier manera parece una tarea bastante sencilla: tal vez algo perdido en algún rincón, o entre las pertenencias de alguien a quien no le importe... o que no lo note. Hieronymus, de seguro me vas a deber un buen favor por todas las molestias, pienso mientras le comunico al oscuro pirata de sueños: —Muy bien capitán, no tardaré. Solamente espero poder encontrar el camino de regreso hasta aquí.

El Seto no es un lugar en el que quiera pasar demasiado tiempo, prefiero estar sola pero no en un lugar como éste. Sus sonidos y sus silencios, esa sensación de irrealidad. Prefiero el mundo de los mortales, ese mundo en el que sin embargo ya nunca seré la misma.

Alejando los marinos aires de melancolía, me dispongo a partir de regreso al portal de la discoteca por el que accedimos. Al pasar por los puestos del mercado podré fijarme si encuentro algo útil dispuesto a la vista pero no tengo demasiadas esperanzas puestas en ello. Ya de regreso al otro lado será una tarea de niños.

Puedes observar que el trueque de objetos aparentemente corrientes es habitual en el mercado. Clientes y tenderos intercambian unas baratijas por otras: fotografias por juguetes, libros por adornos, joyería por ropa... Todo parece de segunda (o tercera) mano, y algunas cosas están en muy mal estado, pero su auténtico valor reside en lo sentimental, ya que a los goblins no les interesa el dinero, sino las emociones asociadas a un obeto. Tal vez puedas intercambiar algo que lleves encima por un objeto de los que se venden en las tiendas, e ir intercambiándolo hasta dar con algo que cumpla las expectativas del capitán.

Al llegar a las casuchas y puestos agolpados a la vera de la ensenada, me detengo para intentar encontrar entre las mercancías de los goblins algún objeto para trocar por el polvo rojo. Si consiguiera hacer un trato aquí me evitaré tener que salir y volver nuevamente al Seto y a este mercado portuario. Desde el puesto que se encuentra inmediato a mi derecha escucho a un mercader goblin llamar mi atención llamándome piel de nieve y antes de que pueda señalarle nada comienza a enseñarme la mercadería que posee presentando cada pieza y objeto como lo más valioso que pudiera yo encontrar en todo el mercado. Apenas atino a interesarme por lo que parece un pequeño juguete, el puestero lo aleja de mí y me pregunta qué traigo conmigo para pagar.

No creo llevar nada interesante. Solamente un comercial CD de un grupo de música new age (con ritmos góticos y de influencia industrial) que tengo como tarea escuchar a pedido de uno de mis alumnos. No pierdo nada ofreciendo este objeto para trocar así que se lo muestro al comerciante y trato de persuadirlo del alto valor del objeto y de que anticipe lo que podría conseguir con sus propias habilidades cuando lo intercambie él mismo con otros.

El goblin protestó por la oferta, y se pasó un rato diciendo que si de ese modo perdía, que clientes como Mar iban a ser su ruina y otras tonterías, pero al final aceptó. Refunfuñando, cogió el disco de Mar y lo añadió a su colección de música, mientras le entregaba a cambio de una miniatura de un coche de carreras. El juguete era viejo, tenía la pintura desprendida en algunas partes y numerosos golpes, pero en ese mercado era buena señal. Significaba que lo habían usado mucho, y eso le daba valor sentimental.

¡Eso es! me dije a mí misma al haber conseguido con un poco de persuasión elemental el trato que buscaba.

—¡Hasta la próxima!— Me despido del puestero y me pongo a andar hacia la nave. Mientras regreso, haciendo dar vueltas el juguete en mi mano, me convenzo de que seguramente este autito le parecerá adecuado al capitán, y ha sido tan simple como acercarme hasta los puestos del mercado. Tenga capitán, para el polvo de pétalos, le diré con convicción cuando me encuentre con el hobgoblin a cargo de la temible y feérica fragata.

El capitán te saluda al verte llegar de nuevo, con otra teatral reverencia.

- Se ha dado prisa, señorita. ¿Tiene algo interesante para mi?

—Verá capítán, creo haber encontrado algo adecuado para dejarle a cambio del polvo de pétalos. Aquí tiene capitán: cargado de recuerdos positivos —le respondo segura de mi oferta—. De seguro lo sabrá apreciar.

Le entrego el juguete intentando al menos aparentar esa seguridad que no tengo de que se trata de un trato justo.

El Capitán cogió el pequeño juguete y lo examinó unos segundos.

- Bueno, positivos, positivos... no. Pero si es cierto que tiene valor sentimental

Cogió una bolsa que llevaba atada al cinturón, la abrió e introdujo el coche dentro. Después rebuscó en una de las cajas que estaban apiladas en el muelle. Extrajo una pequeña caja de metal, similar a las que se usan para guardar té, pero sin ningún signo o letra. La abrio y cogió una pizca de su contenido, una especie de polvillo fino de color marrón. Lo dejó caer en la lata y la volvió a cerrar.

- Bien, un trato es un trato. Pétalos de rosa onírica machacados. Con esto tendrá para unas diez dosis.

Me había imaginado que hablábamos de una mayor cantidad. Al ver tal escueta ración del delicado polvo le respondo seductora:

—Capitán... Necesito un poco más... ¿Podrá darle más a una Perdida como yo?

El Capitán se mantuvo pensativo unos instantes, pero accedió a la persuasión de Mar

- Bueno... Era un buen trato, así que supongo que puedo añadir una lata más al pack -dijo mientras cogía otra cajita de metal y se la entregaba a Mar- Y ahora, ¿puedo ayudaros en algo más?

El goblin sonrió con picardía