Partida Rol por web

Cuando los escuchó a ambos, sonrió para luego girarse y sacar un barril que tenía debajo de su escritorio. Este tenía un borde de color rojo y era levemente diferente a los demás barriles. Tomó dos grandes vasos de cristal para servir dos vasos de un líquido ambarino. Una vez servido, le acercó el vaso al peliblanco. Al parecer, eludía responder aún a los cuestionamientos o a lo dicho por ambos, aunque no había reaccionado de forma alarmante tampoco.

Se sentó en su silla con calma y dio un buen sorbo al vaso espumoso para luego reír sonoramente.

- Lady Parfait me habló de ambos. Aunque, si quieres un consejo, no deberías decir que cazas brujas por aquí - su mirada se tornó muy seria cuando miró a la pequeña Rin, pero luego soltó otra carcajada -. Es broma. Te reconocí por el anuncio. Pero sí sería bueno que eviten decir que cazan brujas por esta zona. Sé que se dirigen a Caelfall, ya que Lady Parfait me lo ha informado. Soy un hada, al igual que ella, aunque entiendo si se les hace extraño, teniendo en cuenta mi forma - sonrió divertido mientras movía sus brazos para marcar sus músculos.

- El glamour de Lady Parfait no es fácil de superar. Solo las brujas y las hadas más poderosas pueden hacerlo. Solo puedo recomendarles cuidado. Caelfall es un lugar extraño, casi selectivo. Se dedica a evitar miradas curiosas. ¿Qué esperan encontrar en Caelfall? - su mirada se tornaba más seria, casi como si esa fuera una pregunta más importante de lo que parecía.

No había humo de chimeneas, pero las casas parecían de una madera bastante gruesa. ¿Tal vez eso ayudaba a mantener la temperatura de las casas estable? Podían no poseer poder mágico, pero la simple lógica dictaba que el frío de ese lugar era algo mágico. Bueno o malo, mágico.

El viento soplaba helado mientras el paisaje se abría ante los dos, mostrando un espeso bosque rodeado por el mismo tipo de árboles de hojas inmaculadas. El viento acarició sus ropas hasta llegar a su cabello, casi como si se tratara de un mensajero. Justo al marcharse, las voces de algunas personas se hacían audibles no muy lejos de allí, mientras que una humareda se alzaba hacia el cielo a unas cinco casas de allí. Había llanto de algunos niños y voces de adultos tratando de calmarles, casi fue redescubrir el paisaje que vieron al ingresar en primer lugar. ¿Cómo no habían percibido todo aquello al llegar? Tal vez era obra de la magia de ese lugar también.

No muy lejos de donde estaban, y casi como si hubiera surgido de una de las casas, una figura con una túnica que la cubría de pies a cabeza cayó en el suelo tendida. No se levantaba y permanecía inmóvil.

Hogward no parecía dispuesto a ceder y si tenía que quitarse al hombre a golpes, lo haría. Sin embargo, se detuvo en seco con una cara entre el enojo y el pánico. Al ver las heridas del hombre, sonrió un tanto perturbado y más se vio sorprendido al darse cuenta que Stella lo rodeaba con sus brazos. ¿Qué estaba pasando allí? ¿Su hermano? ¿Cómo era posible? Se detuvo, aunque no parecía muy a gusto. Quería alejarse de allí tan pronto como pudiera, salir corriendo en un santiamén y sin mirar atrás, pero entre todo, se sentía responsable por la chica. Si la lastimaba, sería peor para él.

No se movió, esperando que fuera ella quien le soltara, aunque tampoco hizo ademán de consolarle.

El hombre a quien Stella llamó Conall ya había soltado sus pies para cuando Stella habló. De hecho, se dedicaba a sollozar mirando al suelo. Se veía tan exhausto que ni levantaba más la cabeza. ¿Qué había pasado para que estuviera así de deteriorado? Sus brazos se veían considerablemente más delgados, al igual que su rostro. Se veía casi como si sus mejillas hubieran desaparecido por completo, dándole una apariencia famélica.

Solo en medio del llanto, pudieron escuchar - ... Ella... - aunque con mucha dificultad. Extendía su brazo derecho para tratar de alcanzar a la chica, pero ya no era capaz, así que solo hacía un gracioso movimiento con sus dedos.

¿Le reconocía pese a llevar los guantes? Según Parfait no deberían reconocerla, por lo que normal no era - ¿Un hada? - dijo dubitativa - sigo pensando que eres un gigante... - normalmente decir que cazaban brujas te abría puertas en lugares como aquel, por lo que no entendía porque allí era mala idea decirlo - ¿Por estas zonas simpatizan con las brujas? Eso es raro... Pensé que decirlo sería acertado, pero parece que me equivoqué (maldición no puedo equivocarme...) aunque en estos momentos ya no buscó cazarlas, es innegable que es lo que me enseñaron y me sigue costando creer que no sean malas... Pero por el bien de Eses tengo que superar esa creencia.

Aunque dijera ser un hada, aún podía ser una bruja malvada haciendo buena cara, cuando se trataba de seres mágicos, la desconfianza iba muy por delante, y era importante no mentir, muchos seres sentían las mentiras, pero de ir la verdad absoluta era arriesgarse mucho.

El abrazo de Fiorella fue recibido por su parte con expresión de sorpresa, casi recordándole al gesto cariñoso que otrora recibiera por otra persona. Por su interior pasó un fugaz sentimiento de traición y rencor pero con un parpadeo aquello marchó, pues quien despertaba aquellas sensaciones no era su compañera.

- Ya ha pasado - se las apañó para decir, apoyando la palma de la mano en la espalda de Fiorella antes de que ambos se separaran.

Por lo pronto, les tocaba centrarse en el asunto que les había llevado hasta allí y, cómo pronto descubrió, había mucho más tras aquella niebla de lo que había aparentado en un principio. Voces, llantos,... todo parecía lleno de una vida que llenaba sus oídos pero escapaba a sus ojos.

Salvo que, de repente, una figura encapuchada apareció en su campo de visión para acto seguido caer al suelo tendida.

- ¡Mira! - llamó la atención de su compañera sobre aquella persona pero en lugar de moverse, se quedó quieto.

¿Por qué debía ir? Podía tratarse de una enfermedad contagiosa. ¿Y si enfermaba? Eso no le correspondía a él, estaba claro. Médicos, hadas o un buen samaritano. Cualquiera menos él, quien no creía en el dar por nada a cambio. Pero claro, aquello no era por nada a cambio. Si no se esforzaba en aquello, no le ayudarían.

Tragó saliva, sintiendo cierto asco ante la idea de acercarse a alguien enfermo o moribundo cuando su vida protegida le había alejado de las penurias de la población. Sin embargo, nada podía hacer de modo que con un ligero cabeceo en dirección a su compañera, se acercó en dirección a la persona.

Cuando Conall les soltó, Stella terminó de estar segura, sintiendo que su pecho se encogía: ese sujeto definitivamente era su hermano. ¿Por qué tanto había pasado y qué le había sucedido? Estaba en un alto grado de desnutrición; no quedaba nada reconocible de él, además de los ojos de su madre.

Soltó a Hogward después de que Conall les soltase, sin siquiera notar lo incómodo que pudiese estar el chico o avergonzando de haber hecho algo tan impulsivo. 

Stella se sentó como pudo, temblando aún, y se quedó mirando a su hermano, aún sin procesar del todo que el chico pudiese tener esa figura, casi parecía que se tratase de otra persona por completo. Ni siquiera su voz...

—¡Cállate, idiota, no hables! —Stella sintió una punzada en el pecho al decirle aquello a su hermano. Sin embargo, por fortuna, había salido por puro reflejo. Por más que quisiese tratarlo con delicadeza, no podía. 

Aún un poco recelosa se puso de pie haciendo uso de su voluntad y, llevándose ambas manos al pecho, se acercó a su hermano, agachándose a unos pocos centímetros de él.

—¿Qué es lo que te ha sucedido, qué haces aquí? —le preguntó de forma tosca, aguantando el impulso de tomarle la mano y consolarle. Sintió muchas ganas de llorar, pero también tuvo que aguantárselas; no podía mostrarse de esa manera a Conall. 

Pronto los dos recuperaron la tranquilidad que habían mantenido durante todo el viaje hasta entrar en la niebla, Alain tenía razón, el peligro había pasado. Ahora debían concentrarse en la misión que tenían por delante y de momento no tenían muchas pistas. ¿Que tendría que ver aquel lugar con los ataques que había comentado Delora?

Pronto sintió como sus sentidos se agudizasen y aquel tranquilo lugar estuviese lleno de vida. Parpadeó confundida mientras miraba a su alrededor buscando alguna señal de movimiento, sin entender muy bien que era lo que estaba sucediendo. Estaba claro que aquel lugar rebosaba magia, o fantasmas. 

Pronto observó aquella figura que se desplomo y ella, mientras Alain dudaba salió corriendo sin pensárselo dos veces dispuesta a ayudar a quien fuese. Avanzó con pasos rápidos hasta su lado y se arrodilló, tratando de ponerle boca arriba. - ¿Estás bien? 

Preguntó con preocupación sincera.

Réamann mantuvo su posición mientras observaba cómo el hombre servía la hidromiel e intercalaba su atención en aquella acción con él, manteniéndose sereno o indiferente, cualquiera de las dos podría ser interpretarse. Después dio un sorbo bastante suave y lento.... o lo disfrutaba o no quería tragarlo, era extraño. Después dejó el recipiente frente a él y suspiró.

-Es preferible que sea un hada a las otras dos opciones-contestó perdiendo el poco brillo que tenía en sus ojos para luego ver a Rin de reojo cuando ella habló-. Sabes por qué tenemos glamour, principalmente para protegernos de las brujas. Si decimos que las cazamos llamaremos la atención de alguna y ellas vendrían a por nosotros. Rin, yo ya no puedo pelear el día de hoy, mantengamos discreción de ahora en adelante.

Su tono en todo momento fue monótono y aburrido, pero la única acción dispar que hizo fue que a la mención de que no pelearía sujetó rápidamente la pulsera que llevaba en su muñeca derecha, aunque al mismo tiempo acomodó la manga larga de su camisa blanca para ocultarlo o acomodarse la tela.

-Hemos venido porque se nos informó que han habido ataques a las afueras de la ciudad y debemos evaluarlo-dijo el peliblanco para dar un sorbo a su bebida y continuar. Eso sí.. ya no había líquido en el recipiente-. Y usted, que es un hada, debe saber de esta situación, además de los puntos ciegos de la barrera y que usted tiene un punto débil detrás del establecimiento.

Se acomodó en la silla y esperó a que el hombre aclarase la situación, pues ahora que habían explicado tocaba a él que lo hiciese... eso o Réamann estaba hablando de más por la bebida, no se sabía.

Tal vez Alain no había corrido de inmediato, pero ciertamente Fiorella sí. Ella se acercó a la figura que no se movía y se arrodilló para girarla. Al hacerlo, una piel bastante blanca pero cubierta de suciedad se asomaba mientras la figura se quejaba ligeramente. Al menos estaba viva.

Su cabello desordenado y oscuro cubría parte de su rostro, para lo cual la chica se vio en obligación de descubrirlo detrás del enmarañado para poder desvelar un rostro femenino y de rasgos delicados. Su figura era delicada y de cierta manera frágil, aunque sus manos eran las de una mujer que había trabajado siempre con dureza.

No parecía tener heridas de ningún tipo, solo las mejillas levemente hundidas y las cuencas de sus ojos más hundidas de lo habitual, símbolo de la falta de alimentos en días. Posiblemente se había desmayado por el hambre. Al escuchar la voz de Fiorella llamándole, la mujer abrió los ojos de a poco.

- No... lo sé - fue todo lo que dijo mientras miraba a ambos asustada, pero sin energías para moverse. El cielo se aclaraba un poco, lo cual permitía que sus rasgos se vieran mejores, tomando una figura más clara frente a ambos. Sea quien fuere, era una mujer bonita a pesar de su demacrado aspecto.

El pobre chico hacía mucho esfuerzo en alcanzar a Stella, pero esta parecía estarle tratando de manera tosca por alguna razón. ¿No tenían buena relación? Tal vez era lo único que podría tomarse conclusión en todo ese asunto, así que solo agradeció que su compañera lo soltara para alejarse.

- Mantenlo... Mantenlo lejos de mí... Podría matarlo - Hogward reía de manera demencial y miraba a Conall con un rostro de súplica.

El chico escuchó a Stella y se giró sobre su propio eje para poder mirar a la chica a la cara, al menos en esa situación podría. Suspiró y tosió, pero dijo como pudo - Te... buscaba... Papá... des- - y empezó a toser mucho. Ya no podía hablar más sin ahogarse. De seguro tenía la garganta seca.

El hombre no dijo nada más, solo luchaba por respirar de manera adecuada. Hogward trataba de desviar la mirada mientras se arrastraba hacia atrás.

El tabernero sonrió complacido con lo que ambos contaban, a lo cual respondió - Yo comprendo todo esto. Y no es que el punto débil esté detrás de mi taberna. Si hubieran dado la vuelta, no habrían encontrado nada. Más bien, mi taberna está aquí por ese punto débil - tomó un generoso sorbo a su vaso y suspiró al terminar para volver a colocarlo sobre su escritorio.

- Verán, muchos fueron los que, por error, llegaron hasta Caelfall, siendo maldecidos al solo entrar. Caelfall era un refugio para brujas y cualquier humano era considerado enemigo. Eran tiempos oscuros. Por eso es posible que encuentren brujas buenas y simpatizantes de las brujas malvadas. Lady Parfait me pidió que protegiera la entrada, por lo cual construí esta taberna. De esta manera, podría ganar dinero y cumplir mi deber. Los cazarrecompensas se juntan aquí a hacer negocios y yo los mantengo alejados del pueblo. Solo yo sé dónde está la entrada a su destino - los miró intensamente solo un segundo.

- Ahora, sí ha habido ataques últimamente porque muchas brujas parecen estar cayendo en la oscuridad y están empezando a perder la razón. El número de malditos ha aumentado. Supongo que saben lo terrible que es por su propia mano. ¿Están seguros de querer cruzar a pesar de todo? - les miró firme una vez más.

Stella dejó que Hogward se alejase, mirándolo apenas un momento. Su comportamiento era algo extraño, pero no era algo que le importase en ese momento. Por lo mismo, se enfocó en Conall.

—¿Papá? ¿Qué pasó con papá? ¡Conall! —pero ella entendía que el chico no podía seguir hablando en ese estado. ¿Qué le habría sucedido? 

La pelinegra, controlando como podía los nervios, se volvió hacia Hogward, recordando la mochila que les había dado Parfait.

—Agua, Hogward; ¿traes agua en la mochila? —y se volvió de nuevo hacia Conall— Y tú, ya no hables más. Quédate así.

¿Papá? ¿Qué le habría sucedido a su padre? ¿Dónde estaría Konah y por qué Conall estaba así? Muchas eran las preguntas, pero su hermano no parecía estar en condiciones para contestar ninguna.

Aunque Fiorella salió corriendo antes que él, Alain había decidido finalmente esforzarse con aquello y poner de su parte. Por eso, había apresurado sus pasos tras su compañera y casi había llegado a su lado cuando giró a la chica. Ella...era..¿ella? ¿Podía ser? Sin darse cuenta, se detuvo, inspirando bruscamente por la nariz mientras miraba con fijeza a la joven con mil sentimientos encontrados desfilando por sus ojos claros. Sorpresa, desconfianza, dolor, rencor. No había nada de culpa en sus ojos pero todo aquello se veía aderezado por una ligera preocupación al ver a la chica allí, con aquel aspecto desmadejado.

- ¿Claire? - preguntó, sólo para estar seguros, pues la chica se veía muy cambiada. Aunque, por supuesto, él también, con su aspecto demacrado, su delgadez y aquella barba desacostumbrada. Se agachó lentamente al lado de Fiorella pero en lugar de tomar él la iniciativa no pudo animarse a sí mismo a poner la mano encima de la joven.

Al escuchar el motivo por el que esta taberna y este hada estaban instalados en este punto específico, la cara de Réamann reflejaba que esperaba esa respuesta porque ya la había deducido... o simplemente era algo que no le importaba en lo mínimo, pues su expresión no cambió en absoluto ni cuando se lanzó aquella advertencia sobre sus hombros y de los riesgos que implicaba continuar con la misión que les había encomendado Parfait. El peliblanco miró el recipiente donde había bebido su hidromiel y suspiró en completo silencio.

-Solo queremos evaluar a los afectados por los ataques y más porque, tal como nos dijo Delora, solo hadas  y brujas están enterados de lo que sucede. Con la información que nos ha dado podremos darnos una idea, pero debemos seguir la encomienda-el joven miró de nuevo su vaso vacío y luego al hada, con una mirada muerta que aún así prestaba atención a su alrededor-. Posiblemente quieran hacernos daño, pero no queremos correr riesgos y por lo mismo no nos prolongaremos demasiado-ahora miró a Rin de la misma manera cuando le mencionó que no podría volver a pelear.

El joven mesero se recargó en el asiento donde estaba cerrando sus párpados un momento, los cuales abrió pasados unos segundos y ahora sus ojos brillaban de manera muy tenue.

-Por algo nos mandaron Parfait y Delora.

Rin dejó hablar a su compañero de misión moviendo sus colgantes piernas hacia atrás y adelante y solo cuando Réamann acabó se dispuso a añadir algo...

- solo por si cabía la duda, lo de que era cazadora de brujas me pareció buena idea mencionarlo a un grupo que se supone cazan recompensas... No se lo diría a las brujas puesto que dudo que inspire mucha confianza decir que voy a ayudarles si digo lo anterior... Por otro lado... Y aunque no me acabe de fiar de las brujas; por lo que dices vamos a un sitio en el que están justo de las que no me puedo fiar... "Pues vaya"... Vamos listos.

Se rascó la nuca pensando un momento.

- ¿Me darás el palo de una escoba? Solo por si necesito distraer a alguna... El cable de mi bolsa puede hacer mucho daño, y no es esa mi intención. Y tirarle piedras se por experiencia que provocaría el peor efecto posible.

Si bien no confiaba del todo "en un gigante que decía ser hada", tampoco parecía malvado. Iban a ver sin podían ayudar, pero si su acompañante no podía luchar por la circunstancia que fuera, ella debería protegerle, y si bien lo mejor era evitar luchas sin sentido, siempre era bueno ir preparados para lo peor, solo para evitar que como decía su padre "te embruje el duende"*.

Hogward seguía comportándose como si estuviera cerca de una bruja o algo así. Era curioso. Mientras más veía a Conall, su rostro se ponía aún más pálido. Y pensar que se hacía llamar médico o algo así. Miró a Stella suplicante. No quería hacerlo, no quería buscar. Sus manos temblaban y tomó un recipiente entre sus manos y luego otro. Estuvo observándolos por un rato sin decidirse a cuál usar. A la final, le tendió un recipiente con un líquido de color verde con un brillo violeta. Era extraño, ¿era eso agua? En su mano había un segundo recipiente con un líquido cristalino. ¿Por qué Hogward había tendido ese líquido a su compañera?

Conall seguía tosiendo y dijo – Papá… desa… pare… ció – tosía en cada pausa -. Y Konah… - el pobre chico seguía tosiendo sin mucho control.

Su piel era fría al tacto y su piel sucia podía dar a entender que había pasado un buen tiempo en la intemperie. ¿Qué le habría pasado para llegar a semejante estado corporal?

El tabernero sonrió a la pequeña Rin y luego rió con su comentario - Claro que ir a una taberna donde se reúnen cazarrecompensas, puede ser una buena idea mencionar que cazas brujas, pero ¿qué tal que alguna de las brujas de Caelfall entre a la taberna? Por eso mi recomendación es que intenten no mencionarlo aquí en otras tabernas, tal vez tengan más suerte - rió una vez más.

Escuchó lo que ambos dijeron con mucha atención y sin querer perder detalle al respecto. Entonces, agregó - Es cierto que pueden haber brujas malvadas, pero no se puede maldecir a un humano en dos ocasiones. Eso los hace estar a salvo. Los asesinatos no son buenos para las brujas, ya que pueden ser escandalosos y por eso recurren a las maldiciones. Cuando Hildyr rompió el taboo de no asesinar a un humano, muchas brujas lo hicieron también, pero ahora no lo hacen para permanecer en el anonimato hasta que llegue el momento de su venganza. Aunque todavía falta para eso. Y no, no puedo darte un palo de escoba. Lady Parfait se enojaría conmigo si le entrego algo así a una niña - y rió.

Terminó de un solo sorbo lo que quedaba en el vaso y se dispuso a tocar una de las botellas que tenía en la estantería tras de sí. Esta solo se inclinó hacia adelante y se reveló una entrada secreta mientras los ladrillos de piedra se corrían revelando lo que parecía un pasadizo.

- Ahí está su entrada. Solo recuerden, Caelfall es un refugio y le gusta jugar con sus visitantes. Traten de no separarse - e hizo un movimiento con su mano para indicarles que podían entrar.

Fiorella podía notar que el tacto de la joven era helado y que tiritaba de frío, además de las marcas de desnutrición en su rostro. Cuando escuchó la voz de Alain, se giró hacia este y lo miró por un largo tiempo sin decir nada. Guardó un espectral silencio mientras examinaba el rostro del chico. Trató de sentarse, pero estaba tan agotada que sus brazos flaqueaban con solo apoyarlos en el suelo.

Entonces, volvió su mirada a la chica y luego a Alain - No... lo sé - dijo simplemente.

Con ayuda de la amable chica, se sentó. Se abrazó para buscar calor en su propio cuerpo, pero el frío entorno no ayudaba a que esto fuera muy efectivo. Mientras tanto, los cánticos y la humareda que no estaba muy lejos de allí aumentaban. ¿Sería posible que hubiera una fiesta?

Mientras contemplaban las posibilidad, la chica a quien Alain había llamado Claire habló con un tono suave y gentil - ¿Quiénes son? - y una suave brisa sacudía su cabello, echándolo nuevamente sobre su rostro, aunque no parecía poseer la fuerza suficiente para retirarlo.

A su parecer, su compañera parecía haberse quedado demasiado impactada por el estado de avanzada desnutrición en el que se encontraba la joven, lo que le dejaba a él la responsabilidad de actuar. Sin embargo, le costaba animarse a sí mismo a hacer lo que debía hacerse. Aquella mujer... ella era la culpable de que estuviera así. El amor que había sentido por ella otrora se había convertido en rencor o si más no, quedaba demasiado oculto por la amargura que sentía.

Pero al final, no supo si movido por el hecho de que les habían ordenado cuidar de aquellos que necesitaran su ayuda o quizás por una creciente preocupación, se agachó junto a la joven y le apartó el cabello del rostro con delicadeza, aunque el solo gesto hizo que su cuerpo se tensionara aún más.

- Mi nombre es Alain y el de mi compañera, Fiorella - dijo con seriedad, sin querer entrar nuevamente en quién era ella -. Hemos venido a ayudar. Traemos un poco de comida y medicina. Si me dices... si me dices dónde vives, te llevaré hasta allí para que puedas comer y recuperar fuerzas - sin darse cuenta, su tono era más gentil y menos profesional conforme hablaba y extendía los brazos hacia ella. Sin embargo, antes de llegar a tocarla de nuevo la tensión creció hasta el punto de que su quijada se veía rígida, como si el sólo gesto le costara horrores -. ¿Puedo? - preguntó, dispuesto a llevarla en brazos.

El susto se le estaba pasando a Stella para dar paso al enojo. Hogward, ¿qué sucedía con él? Parecía incluso mucho más afectado con Conall que ella misma. Sin embargo, recordó en medio de todo eso lo que le había dicho Parfait sobre no dejar que Hogward atendiese a los heridos y creyó creer a qué se refería.

—¡Eso no, Hogward! —la chica se acercó al joven y trepó por encima de él para tomar ella misma la botella con el líquido cristalino. Era algo embarazoso, pero en el momento no pensó en ello. Solo tomó la botella y volvió a su lugar.

—¿Cómo que papá desapareció? —Stella, quien tenía la botella sostenida con ambas manos, hizo un poco de presión alrededor del cristal al escuchar lo que Conall le decía. Nerviosa ante su incapacidad de dar la información de forma completa, Stella se acercó a él con algo de recelo, luego de abrir la botella. Tomó con delicadeza su mandíbula y vertió un poco de agua dentro de la boca del chico, apenas la suficiente para mojarle los labios. Si tenía la garganta reseca, no quería ahogarle— Deja de hablar, Conall. Eres un imbécil, un verdadero imbécil.