Partida Rol por web

Stella se mantuvo, divertida, observando a Rin. Por alguna razón, cuando mencionaron el baile se había emocionado. Por un momento ella se imaginó a sí misma bailando con... No, rápidamente se deshizo de esas ideas. No es como si ellos fuesen a participar en todo eso, ¿verdad? Intentó despejarse, viendo cómo la pequeña Rin hacía con el conejito algo que ella misma quería hacer... Qué bueno es ser niño...

Seguía comiendo, no demasiado lento, ni tampoco demasiado rápido; procuraba masticar lo indicado. Cuando la conversación se pausó y dos personas más se unían a las mesas, Stella sonrió al ver a Parfait, pero no solo por eso. Por un momento se quedó mirando a Réamann y se imaginó que en un baile ellos... Se ruborizó un poco, pero no dejó de sonreír. Devolvió su mirada al plato de comida frente a ella, solo hasta que el príncipe se dirigió a Réamann de esa forma. Miró al rubio por un momento y, aunque fantasmal, una sonrisita pícara se dibujó en su rostro. Dejó lo que fuera que estaba pensando de lado, poniendo atención al tema que se desarrollaba. En cuanto escuchó lo que el príncipe explicaba... ¿Espectadores? ¿Eso significaba...? Oh, se ruborizó.

Réamann llegó con su porte inexpresivo y aburrido de siempre aunque sostenía una conversación con Parfait hasta que llegaron, interrumpiéndose cuando terminó de decir: "entonces no correré riesgos". Su mirada se detuvo en todos los que estaban sentados saludando con un leve asentimiento de cabeza, pero cuando llegó a Stella y le vio sonreír, su mirada se suavizó por unos breves momentos mientras el movimiento de su cabeza era incluso más gentil. Continuó su recorrido hasta toparse con el príncipe y lo que Rin hacía, arqueando levemente una ceja mientras veía a la hada y Delora. Cuando el jovencito se refirió a él como "Sir", el peliblanco inhaló profundo y realizó una reverencia doblando su brazo derecho.

-Es un placer volver a verlo, alteza-se levantó y sus ojos muertos observaron al invitado-. Aunque las circunstancias no son las adecuadas, es gratificante ver que usted siga por el buen camino.

Su tono era indiferente, incluso se podría pensar que se estaba burlando. Sin embargo guardó silencio para que Rod continuase hablando, escuchándolo mientras tenía sus brazos en la espalda recordando a los caballeros del reino sin llegar a la formalidad militarizada. Cuando el chico terminó, él asintió indicando que había escuchado, llevándose una mano a su mentón como si estuviese pensando en algo. No se veía preocupado por el posible ataque ni golpe de estado, aunque con su mirada comenzó a buscar a alguien.

La conversación se volvió importante en cuanto Parfait apareció, y sin duda pensaba que tenían que investigar, aún así en la anterior misión descubrió que los guantes que permitían proteger a todos de Rin, eran un distintivo que reconocería cualquier bruja, y si el ataque tenía que ver con el grupo de malos que les atacaron, ella podría no ser la mejor espía... Al menos hasta que pensó en algo.

En los festivales muchas chicas irían lo mejor vestidas posible... Podría dejarse los guantes que salvaguardan a otros de ella y hacían irreconocible su aspecto, y otros guantes largos encima con algún vestido para que brujos no fueran los anteriores. Rin sonrió sentándose con su nueva taza de chocolate, sin decir nada por el momento.

No quería inmiscuirse sin pensar... (¿A quien pretendía engañar?) ¡Quería participar en aquella misión tanto como abrazar al conejo!

- ¿Puedo abrazar a... Y hacer de doncella... Quiero, ¿Puedo? Arggghhh ayayay.

Mezclando ideas por su ímpetú mezcló lo que decía hasta que su bolso le estranguló un poco para que se centrara.

- emmm lo siento, quiero decir. Que seguro que Emeralgne, no querrá a guardas custodiándole, pero y si una doncella le acompaña y dicha sirvienta es una niña... ¿Le desagradaría?... Y ¡Quiero abrazar a ese conejito, es demasiado lindo porfiiiii.

Esta vez tomó la correa del bolso para evitar estrangulaciones... Si no lo pedía reventaba...

Esa sonrisa en un momento en que su mundo se desmoronaba hacía aflorar unos instintos que jamás hubiera dicho que tenía. Deseaba borrársela de la cara por la fuerza. Pero en lugar de hacerlo, tensó los labios y apretó los puños con fuerza, perdiendo aquel aire imperturbable que hasta el momento había lucido.

- Veo que conoces bien mi apellido - dijo con sequedad cuando, una vez más dijo su nombre completo.

No le gustaba que le tachara de egocéntrico. Tal vez lo fuera pero, al fin y al cabo, ¿quién era ella para decírselo? Su desesperación iba cediendo paso rápidamente a la ira, que en aquel momento se encendía en su interior como un fuego incombustible.

- Soy capaz de todo lo que me propongo - acabó por decir de mal talante, más como respuesta a la provocación que porque realmente hubiera meditado sobre ello, antes de ponerse en pie y acercarse a aquella mujer, con los ojos llameando de odio -. Pero, exactamente, ¿quién te crees que eres para darme lecciones de moral y emitir semejantes juicios cuando has sido tú la causante de todo esto? No me hables de culpas cuando la única persona que decidió realizar una maldición eres tú. ¿Con qué propósito? ¿Acaso me dirás que pensabas en Claire? - si inclinó hacia adelante en un claro aire amenazador, apoyando las manos en los reposabrazos del sillón de la mujer hasta que sus rostros quedaron a un palmo de distancia -. Sólo eres una maldita bruja que disfruta haciendo el mal. ¿Que yo le he hecho daño a alguien? Puede... pero que me lo venga a decir semejante escoria es de tal hipocresía que me da ganas de vomitar. Si tengo que reflexionar, lo haré por mi cuenta, no porque alguien como tú se pueda dar el espectáculo a mi costa, Bruja. Márchate...¡desaparece de mi vista!

La cara de Hogward hizo una mueca al escuchar hacia donde estaba yendo la conversación. Al final, era otro trabajo. Incomodo se revolvió en su asiento. No quería salir otra vez. -Si tan solo pudiera quedarme en la taberna trabajando...- pensó para si. Sin embargo, sabía que estaba obligado a ir si quería seguir quedándose allí.

La fiesta no le hacia mucha ilusión, sin embargo, al pensarlo bien, tenia el glamour que Parfait le había dado y parecía que irían como ¿invitados del príncipe? Tal vez pudiera disfrutar una vez mas de las elegancias de una fiesta como esa una vez más. La única pega era que tendría que recabar información. No sabía si podría mantener una conversación por mas de 3 minutos.

No obstante, no tenía elección alguna. Con un suspiro resignado terminó su bebido y espero callado a que decidieran lo que fueran a decidir.

La situación se estaba volviendo complicada y Fiorella no sabía muy bien que decir. Las secuelas físicas del incidente con el brujo habían desaparecido hace muy poco y las psicológicas aún pesaban sobre ellos y después de lo sucedido en el primer viaje no se fiaba de una misión sin peligro. Sabía que habiendo brujos de por medio el peligro podría salir en cada rincón. Miró a todos sus compañeros pensativa y con una mueca de preocupación pero la sonrisa de Rin y su alegría hicieron que se sintiera mejor. Al menos alguien podría disfrutar de aquello, envidiaba la inocencia de aquella niña, ¿Hacia cuanto que ella no disfrutaba algo de forma tan genuina?

Sea como fuese, ellos habían aceptado ayudar a Delora al ir hacia allí, y una parte de ella, una muy pequeña brilló ante la idea de ir a una fiesta. Lástima que ahora mismo la inseguridad fuese quién llevase el timón. - No os preocupéis, iremos e intentaremos encontrar toda la información que os pueda ser util, alteza. - Asintió con la cabeza. El deber llamaba y ellos no eran de los que le daban la espalda. 

La mujer sonreía. Sonreía como si no le importara verte enojado, como si todo aquello no fuera más que un juego para ella. Así sonreía. Era la sonrisa de un espectador que veía a un animal de circo realizar un truco por el cual había sufrido los mayores maltratos.

Perdiste los estribos tal vez dándole justo lo que ella quería. Ni siquiera parpadeó cuando te tensionaste y rió - De seguro sí, pero ¿de verdad eres tan bondadoso? No lo creo - y rió por lo bajo para luego mirarte impasible mientras te acercabas. Rió y luego dijo con un tono ligeramente más ronco y con una mirada tan gélida que podría congelar el fuego de tu ira - Solo eres un egocéntrico humano más. Si tú dañas a alguien, es un error humano. Si yo daño a alguien, es porque las brujas somos malvadas. Tanto orgullo en una raza tan estúpida - y viste una luz de color rojo aparecer por un segundo a la altura de su cintura, para luego sentir un empujón de aire golpearte el estómago. No fue tan fuerte como para lastimarte, pero sí para empujarte hacia atrás de modo que chocaras con la mesa donde estaban las tazas de té, te enredaras con estas y ambos quedaran en el suelo. La taza de té vacía de la bruja se quebró al impactar y tú quedaste mirando cómo la bruja se ponía de pie, estando aún con las piernas sobre la mesa caída.

La mujer se puso de pie y te miró sin perder su sonrisa, aunque con esa mirada amenazante - Tu juicio no lo determiné yo, sino ella. Aunque no puedo negarte que disfruté maldecirte, niño. Sobre todo después de todo el daño que le hiciste a gente que no nació en cuna de oro como tú. Es fácil creerte el héroe cuando no estás al otro lado de la realidad. Y por eso fue que Claire te eligió a ti como parte de pago - y aunque podría haber dicho más, un círculo similar al que creó Parfait en Caelfall apareció en una pared, el cual la bruja cruzó con rapidez para cerrarse y desaparecer, dejándote solo.

La voz de Delora se acercaba, tal vez consciente de la conmoción.

Rod escuchó la respuesta de Réamann y respondió con un tono cortés - Agradezco sus palabras, Sir Lockheart. También me alegra saber que ha encontrado cobijo aquí y espero verlo pronto de vuelta en la orden - y le hizo un gesto respetuoso al peliblanco que llegaba con Parfait.

No pudo evitar mirar a Fiorella algo desconcertado porque se negara a revelar su nombre - Agradezco su disposición, y me disculpo si preguntarle su identidad resulta inconveniente, es solo que creo haberla visto antes. Tal vez han sido solo ideas mías - sonrió y fue entonces que Rin empezó a balbucear. El príncipe se tornó más serio, pero más por la confusión que nacía de aquello que por otro motivo de otra índole. Era realmente inesperado todo aquello. A la final la pequeña pudo articular sus ideas y el príncipe se giró hacia el pequeño conejo, el cual negó con la cabeza.

- Lo siento, señorita. Si no estoy en contacto con el príncipe, él no podrá hablar - su voz era mucho más aguda que aquella que se sentía cuando el príncipe era quien se expresaba.

El príncipe miró a la pequeña - Sebby es tímido. Por favor discúlpalo - salió nuevamente la voz de Rod desde el conejo. Mientras tanto, Parfait reía mientras escuchaba y las orejas del conejo se bajaron.

- Pero has mencionado algo, pequeña Rin, que considero importante aclarar. No serán sirvientes o algo parecido. Serán invitados de honor. Siendo el príncipe, tengo ciertos beneficios y aunque la celebración será en la plaza, no a todos se les dejará pasar. Por eso es que he arreglado con el rey unos pases para todos. De esa manera, podrán hacer parte del festejo sin tener que exponerse. También he traído ropa de los mejores sastres y muchos estilos para que escojan. De ese modo, pasarán inadvertidos. Espero que esto sea suficiente y, terminado el evento, pueden quedarse la ropa y venderla si así prefieren. Son finas. Cualquier noble pagaría por ellas - en ese momento, señaló a un rincón de la taberna, donde vieron lo que parecían bolsas de tela roja grandes. ¿Habría llevado él todo eso?

En ese momento, el grito de una voz que se les hacía bastante familiar, interrumpió la jovial conversación y parte del entusiasmo por el festejo y la ropa fina. Una voz masculina de seguramente el único varón no presente.

¡Desaparece de mi vista!

Segundos más tarde, un golpe seco, madera chocando contra el suelo y el sonido de vidrio rompiéndose. Delora se alarmó y empezó a caminar hacia allí - Por favor pasen a escoger los vestidos que quieran llevar. Yo me encargo. Sabía que no debía dejarlos solos. Maldición... - mascullaba más para ella que para alguien en concreto mientras caminaba hacia la sala de estar.

- Adelante, no duden en tomar lo que más les guste*. He traído también varios para la pequeña Rin. Lady Parfait me informó de tu presencia -.

No, no, no. Lo que estaba pensando era algo... imposible. Miró a Hogward por un instante, compartiendo su mueca mucho después que el príncipe hablara, pero por razones distintas. No podía ser lo que pensaba y no habían aceptado el trabajo aún, ¿verdad?

Aunque fue por unos instantes, miró a Réamann de reojo. En esas circunstancias de verdad mantenía su porte de caballero... Se veía bastante bien. Sonrió un poco. Y, al parecer, por palabras de Fiorella aceptarían el trabajo. ¡No podía pensar en otras cosas! En esos momentos debía centrarse en lo importante. Como por ejemplo... ¿Eh? Rin lo había hecho, en verdad lo había hecho. ¿Eh? ¿Qué había pasado con su bolso? No, eso no era lo importante. En verdad le había pedido aquello al príncipe. Stella dejó de comer y se cruzó de brazos, expectante de lo que el conejito haría. Si le daba un abrazo a Rin, tal vez ella... Bueno, podría pedírselo también. Aunque no quiso dárselo.

—Habló —pensó en voz alta. ¿Así que era tímido...? ¡Eso lo hacía mucho más lindo! Los ojos de Stella brillaban como los de Rin. Aunque quería abrazar también al conejito, suspiró resignada. Al parecer no sería posible. Retomó lo poco que quedaba de su desayuno. Lo que obviamente no se esperaba, era la sorpresa que el príncipe les daría a continuación. ¿Invitados? ¿Ropa...?—. ¿Podemos...? —luego de que Delora se fuese, los ojos de Stella volvieron a brillar ante las palabras del príncipe. Estuvo a punto de ser amable, pero se detuvo. No sabía con certeza si el príncipe estaba maldito o no— Supongo que escogeré alguno, alteza. Aunque no le agradeceré por ello —su tono frío cambió al mirar a Fiorella y a Rin—. ¡Vamos!

Una vez se hubiesen levantado a elegir la ropa que usarían, Stella, aunque le tomó un rato, terminó decidiéndose por un hermoso vestido con una gran falda marrón y colores pasteles en la parte superior.

Sosteniendo el vestido en sus manos, no podía dejar de mirarlo, ruborizada y con una pequeña sonrisa.

Réamann asintió con una leve reverencia a las palabras del príncipe, pero ya no contestó  a su comentario porque el caudal de la conversación pareció ir por otro lado y entonces se quedó callado mientras continuaba buscando algo con su mirada. No fue sino hasta que su alteza comenzó a hablar más del evento que volteó a observarle de nuevo y tampoco lucía sorprendido ni inquieto de que el peluche hablara. En esa misma postura se mantuvo, ni volteó a ver los sacos con ropa; lo que rompió su porte fue el grito que interrumpió la plática y que desvió su cuerpo para ir; sin embargo, Delora se adelantó y el peilblanco permaneció en su lugar.

Cuando se les dio "permiso" de ir a buscar la ropa, realizó una reverencia sutil y caminó hacia el saco, sentándose en el suelo para ir buscando con calma y sin presiones. Aunque a ojos de otros podría no ser con tanta calma, pues el joven iba descartando rápido mientras inspeccionaba con cuidado. No era alguien que aparentara cuidar mucho su imagen, pues sus ropas en The Marchen eran sencillas y cuando se peinaba demostraba tener un poco de descuido. Así que... ¿Qué tipo de ropa buscaría? Luego de dedicarle algo de tiempo...

Sin la funda

Encontró un traje de color blanco de noble con un saco largo abotonado y una semicapa azul que adornaba su  brazo derecho mientras que en el izquierdo descansaba una hombrera externa de la misma tonalidad azulada; pantalones blancos con una costura dorada a los costados; y aunque varias prendas estaban por separado no le fue difícil encontrar el conjunto completo. 

-No creí que fuera haber de mi estatura-comentó sin ánimo para luego detenerse en el vestido de Stella-. Se te verá bien-dijo para luego ir doblando su ropa a un lado de él sin levantarse todavía.

Rin se acercó a la bolsa y vio un solo vestido de su talla, era un estilo muy semejante a su muda habitual, pero con más clase y adornos,... Puede que otra persona se quejara de que se asemejara tanto, pero a Rin le encantaban esos colores. La tela era de mejor calidad, la capelina era más suave, el cinto más elegante, eso vestido más largo, incluso iba con unos guantes de blanca seda, que ocultarían los que ya se había acostumbrado a llevar.

Seguramente Parfait dio una idea aproximada de lo que le gustaría a Rin, porque el sastre que hizo ese vestido entregó el vestido perfecto. Tras cogerlo lo elevó delante de si, para verlo bien con una ancha sonrisa - Espero que me quede bien... - dijo corriendo al lado del príncipe haciendo una reverencia - os daría un beso a cada uno, pero evitaré que Sebby se ponga rojo como un tomate jeje - sin dudarlo subió corriendo a dejar su vestido en su habitación para volver a bajar lo antes posible por si tenían algo más que decir.

Cualquier réplica, cualquier palabra afilada que hubiera deseado responder, se congeló en su garganta cuando un hechizo le golpeó en la boca del estómago, logrando que retrocediera hasta dar con la mesita, momento en que trastabilló y se hizo un lío de brazos y piernas, cayendo junto al mueble en un sonido de porcelana rota.

Y así quedó, esforzándose por recuperar una postura digna mientras aquella bruja soltaba todo el veneno que le quedaba sin que él tuviera opción a decir más, pues desapareció del lugar, quedando lleno de palabras de odio sin pronunciar.

Estaba enfadado. Más de lo que jamás lo había estado. Sentía su sangre hervir en su interior en un torrente de emociones negativas. Ira, odio, culpa y desesperación se arremolinaban en su interior para atormentarlo y azuzarlo a partes iguales.

Deseaba cumplir su promesa. Deseaba de verdad no romper su maldición sólo para probar su punto. Que no era tan egoísta. Que no estaba tan falto de empatía como decía aquella bruja, que se había equivocado de todas todas y que, en su soberbia, había castigado a un inocente por mera maldad. El calor de su enfado le llevaba a pensar que sería capaz de hacerlo. Pero, ¿acaso merecía permanecer toda su vida bajo el yugo de semejante maldición sólo por orgullo? ¿Por demostrarle algo a alguien que no merecía la pena? ¿Por Claire, que había decidido sacrificarlo en su beneficio?

Claire, la buena y dulce Claire. La mujer que tanto había amado. Tal vez él le había acarreado sufrimiento pero, ¿no había él pagado ya con la misma moneda? ¿No sufría las consecuencias de sus actos? ¿Ella merecía que sacrificara su vida cuando era la causante de su desdicha?

Antes de darse cuenta, se había puesto en pie y había empezado a andar, casi correr, como alma que lleva el diablo en dirección a la habitación de Claire, sin reparar siquiera en que Delora se acercaba.

Estaba tan centrada en sus preocupaciones que no se dio cuenta de que el príncipe se había dirigido a ella hasta que lo hizo por segunda vez, momento en el cual notó un nudo en la garganta ¿Cómo podría reconocer a una tabernera? Era absurdo, o eso quería decirse a si misma. Había demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza y ninguna tenía sentido. Se aclaró la garganta buscando la forma de responderle. 

- Quizá os recuerde a alguien que hayáis conocido previamente, su alteza. Mi nombre es Fiorella y trabajaba como doncella antes de mudarme a The Marchen, dudo que nuestros caminos se hayan cruzado alguna vez. 

Sentía la opresión de siempre en el estómago pero no duró demasiado porque la idea de participar en un baile y no como sirvientes hizo que se le acelerase el pulso. Nada de eso entraba en los planes que tenía para aquel día y sentía un cosquilleo que trataba de contener a toda costa. Pero todo cambió cuando Stella se giró hacia ella y llamó su atención para que se adelantasen a escoger el vestido, ante lo cual la siguió. 

Se movió indecisa entre el guardarropa sin saber que poner, asustada y a la vez emocionada. Era como poder tocar un pequeño trozo de cielo y no pudo evitar sonreír mientras casi danzaba entre las telas hasta que encontró EL vestido. El que sabía que le quedaría como si lo hubiesen hecho para ella. Lo observó con atención unos segundos antes de descolgarlo, cogiéndolo con cuidado, como si fuese a romperse. El vestido tenía bordadas telas de varios colores y bordados y flores de tela. También tenía un pequeño velo que dudaba si se pondría para la fiesta. 

Esbozó una sonrisa y se acercó al príncipe haciendo una reverencia. - Muchas gracias por vuestra amabilidad. - Respondió antes de acercarse a Stella para compartir con su compañera aquella elección. - ¿Como lo ves? La verdad... es precioso, pero espero que no sea demasiado llamativo. -

Solo en la habitación, tal vez humillado y burlado, te pusiste de pie con un solo foco: ir con Claire, aunque ¿qué beneficio traería eso? ¿Estaría bien? ¿Estaría despierta? Después de las visitas, la habías visto recuperarse poco a poco y aunque aún no tenía las fuerzas para salir y caminar, al menos se le veía más saludable.

Saliste con prisa y justo cuando abandonabas la estancia, Delora reapareció y chocaste con ella - Vaya, ¿por qué la prisa? - aunque no hubo mayor respuesta y continuaste tu camino -. ¡Espera! ¡¿A dónde vas?! Maldición - escuchaste la voz de Delora alzarse y sus pasos te persiguieron.

Afortunadamente para ti había forma de evitar pasar por la taberna de camino a las habitaciones del segundo piso, por lo cual sería más sencillo no tener que toparse con los demás y evitar algún reclamo o algo parecido. No sabías en qué momento habías empezado a correr, pero sí que lo hacías. Al llegar a la habitación de Claire, abriste su puerta de golpe. Delora estaba no muy lejos, pero tampoco pudo evitar tu actuar. Las cortinas de su habitación estaban cerradas, tenía unas Nomeolvides en un hermoso jarrón junto a su cama que aromatizaban el lugar y la joven dormía. Al sentir el ruido de la puerta, abrió los ojos confundida y se sentó. Llevaba puesta una túnica de color blanco y su cabello estaba recogido en una cola de caballo. No era como si no se hubiera despertado hasta ahora, solo que seguía durmiendo largos períodos en el día porque no podía permanecer despierta mucho tiempo. Según Parfait, era un efecto secundario de haber estado tanto tiempo atrapada en Caelfall y siendo víctima de esa absorción constante de energía.

- ¿Alain? ¿Eres tú? - se veía confundida. Te miró aún con expresión cansada.

Al ver la reacción de Stella, el príncipe se inquietó un poco. De hecho, se veía preocupado. ¿Qué habría podido ofenderla tanto? Parfait rió algo incómoda y se acercó al príncipe. Le dijo algo y este relajó su expresión. Luego se dirigió a Stella y le sonrió - Puedes hablar con normalidad con el Príncipe Rod, ¿está bien? - y sonrió al verles tan entusiasmados escogiendo sus atuendos, aprobando los de todos.

Por su parte, ni Karma ni Waltz escogieron uno. La primera afirmando que ella ya tenía ropa formal que vestir y el segundo diciendo que él era conocido por sus shows de marionetas, así que hacerse pasar por un invitado de la corte no era una opción para él. A pesar del entusiasmo por las ropas elegantes, se alzó una voz femenina esta vez. Era la voz de Delora, quien momentos antes había salido de la habitación para alcanzar a Alain.

¡Espera! ¡¿A dónde vas?! Maldición.

Después de eso, pasos pesados subiendo al segundo piso, seguidos por unos pasos apresurados. Parfait aseveró el gesto y se vio indecisa; seguramente no sabía si lo correcto era subir o quedarse allí.

Rod miró a Fiorella ante su respuesta y se mostró apenado - De verdad lo siento. Creo que he incomodado con mi pregunta. Si es algo que no pueda revelar, lo entiendo. Si no lo es, lamento las molestias - le hizo una reverencia respetuosa y guardó silencio. Cuando Rin se le acercó y dijo aquello, tanto conejo como príncipe se sobresaltaron y Rod se vio apenado, incluso coloreando sus mejillas levemente en el proceso - No es nada - y desvió los ojos algo incómodo.

El príncipe guardó silencio - La fiesta será antes del atardecer, así que tendrán tiempo para descansar y prepararse. Yo no puedo quedarme más, pero tomen cuantos vestidos gusten - y con una reverencia, se fue junto con Parfait para otra habitación de la taberna.

Cuando Parfait le dijo que podía hablar con normalidad al príncipe, Stella le mostró una pequeña sonrisa al rubio. El príncipe, vaya... Así que era como ellos.

Después de Fiorella, aunque desde donde estaba, también hizo una reverencia al príncipe, sonriéndole mucho.

—Muchas gracias, Alteza. Atesoraré el vestido —su tono era drásticamente mucho más cálido que el que había usado con el momentos antes, muy amable. Hizo otra reverencia antes de volverse hacia su vestido—. Disculpe lo de antes —observó a la pequeña Rin subir las escaleras; podía entender su entusiasmo. Aunque la había dejado con algo curiosidad el grito de Delora y lo que estaba pasando, no dijo nada al respecto.

Aún con el vestido en sus manos, miró a Fiorella cuando esta llamó su atención. Observó el vestido que esta había elegido y le sonrió, asintiendo con entusiasmo.

—Te quedará muy bien; ¡parecerás una princesa! —Stella parecía una niña en esos momentos— ¿Qué opinas del mío? —lo extendió sobre su cuerpo, mirándolo con ilusión. En ese momento, escuchó a Réamann decirle que el vestido le quedaría bien. Se ruborizó un poco y se volvió a mirarle— Tú también. Te verás... como un caballero —llevaba rato observándolo, pero la intervención del peliblanco le había permitido decírselo por fin.

Después de que hubiesen terminado allí, Stella preguntó a Fiorella si aún quería acompañarla a ir por las compras. No sabía muy bien lo que había sucedido con Alain, no sabía si Fiorella estaría preocupada al respecto, por eso era mejor preguntarle.

Rin bajaba las escaleras tras dejar el vestido colgado en un lado de su habitación con cuidado y se acercó a Parfait haciendo un poco de morros para hablarle en bajo...

- ¿Porque se sobresaltan tanto por un beso? Ni que se fueran a convertir en rana o algo... Solo sería un beso de agradecimiento... Una casa es ser tímido, otra exagerado...

A la pequeña le parecía raro, le hubiera gustado darles un amable beso en la mejilla, pero tanto sobresalto le echó para atrás, pensó que quizás los besos en la alta alcurnia estuvieran mal vistos o algo así, de ser ese el motivo, ser príncipe tenía que ser un auténtico asco...

Los demás, o más bien las demás habían terminado de escoger su ropa mientras Réamann continuaba doblando la suya, terminando en unos minutos para después levantarse por su cuenta algo lento y tomar sus prendas con cuidado para no dañar aquella tela de prestigio. Lo que dijo Parfait provocó que voltease a ver al príncipe, a lo cual realizó una reverencia como lo había hecho anteriormente.

-Gracias por todo y el confiarnos dicha tarea, su alteza. Se hará lo posible para llegar a una resolución óptima-y esperó a que él y la hada se fueran. Luego volteó a ver a Stella cuando le dijo que parecería un caballero y ni parecía que le hubiese escuchado, acercándose para ver el vestido que ella había escogido-. Te quedaría bien que recogieses tu cabello, el vestido es para que los hombros resalten; sin embargo, al final es tu elección.

Cuando la pelinegra sugirió que fuera de compras con Fiorella, el peliblanco dio media vuelta y caminó directamente a su cuarto sin despedirse de los que estaban ahí para guardar su ropa. Aún había cosas que hacer y volvería, así que no le vio necesidad el decir algo de su corta ausencia... o solo era un borde que quería salir de ahí.

A Hogward se le ensombreció la mirada al ver que habían aceptado el trabajo. No quería salir otra vez, sin embargo, tenia que hacerlo. La frustración e inquietud le empezaron a carcomer, por lo que dando una larga exhalación empezó a concentrarse en los lujos de los que podría disfrutar por un momento. Las bebidas, la música, los bocadillos, el ambiente, muy diferentes al de el lugar en el que estaba. No era que The Marchen fuera malo, sin embargo, las cosas siempre eran mejores si se gastaba más en ellas. 

Con ello en mente, lavo los utensilios que había utilizado mientras esperaba a que los demás terminaran de escoger sus ropas para luego acercarse al último. Camisa, pantalón, chaleco, abrigo, y zapatos. Tomó ropas sin muchos adornos, no quería llamar la atención. No obstante, paso un rato en escoger cada prenda, escogiendo con cuidado la de mejor calidad, tela y corte. Escogido su atuendo, Hogward lo tomó y subió las escaleras sin decir nada y entro en su cuarto cerrando la puerta tras de si. Dejando la ropa tendida a un lado, se tiro sobre su cama boca abajo -Al menos podré dormir lo que resta del dia- pensó cerrando los ojos

Escuchaba y no escuchaba a Delora seguirlo por The Marchen. Era como si una parte de su cerebro lo registrara pero otra parte lo ignorara, centrándose en un objetivo que escapaba de su conciencia. Uno que se hallaba en la habitación de Claire.

Era la primera vez desde el día en que la trajo consigo que la veía despierta. La chica se veía aún algo débil y confundida pero era evidente que se encontraba más Sana. Y que volvía a parecerse a ella. A la joven de la que se había enamorado. La que lo había traicionado.

Antes de darse cuenta, se había acercado a ella y la había tomado por los hombros con demasiada fuerza, sintiendo su piel fina bajo sus dedos.

- ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué?! - pero Alain estaba muy lejos de estar bajo control. Estaba fuera de sí, gritando, pidiéndole a alguien sin memoria unas explicaciones que, de todos modos, llegarían tarde -. ¿Me considerabas un monstruo? ¿Creías que no me dolería algo así? ¿O creías que lo merecía? ¿Que era egoísta y frío, que no entendería lo que estabas pasando...? - de repente la soltó, como si el contacto con la joven le quemara, a pesar de que era ella quien debía estar mortalmente asustada por su reacción. Un monstruo que se hallaba fuera de sí. Retrocedió, sintiendo las manos temblorosas de la ira -. Sólo...sólo si hubieras confiado en mí... podríamos haber solucionado esto juntos... 

Las palabras murieron en su boca. Era mentira. Él no habría movido un dedo por ella. De nuevo, la ira empezó a disminuir para que la desesperación volviera a ganar peso. Se llevó una mano al rostro, sintiéndose agotado y desesperanzado como jamás se había sentido.