Partida Rol por web

Réamann seguramente habría sido el último en reunirse de todo el grupo, su ausencia de por sí ya era notoria debido a su estatura y que no estuviese presente en las últimas semanas salvo para comer era un indicativo de su estado. Si de por sí no podía hacer tareas pesadas...  ¿Qué significaba que solo pudiese alimentarse y volver a la habitación durante todo este tiempo? Y no solo eso, su aspecto ya no era el de un joven de 21 años con mirada indiferente y porte serio como siempre se le conoció hasta que regresó al borde de la muerte junto a Fiorella, Alain, Karma, Garlan, Juren, Ezio y Parfait, pues Dante había sucumbido y fue de conocimiento general que para el peliblanco lo sucedido esa noche era un recuerdo que ignoraba, por lo que los detalles del mismo se le dieron a conocer después. Cuando supo que el hermano de Fiorella había muerto, en cuanto pudo le dio el pésame a la ojirojiza, pero de eso ya días atrás, pues en el ahora...

... El joven mesero se aproximó a paso lento, metódico y calculado, como si dar un paso en falso lo pudiese romper. Sus ojos se le veían cristalinos, como si hubiese bostezado antes de salir del cuarto o llorado, pero esta última opción no podría ser posible, ¿o sí? Llevaba una camisa de manga larga holgada de los brazos, pero en sus muñecas había una especie de pulsera de cuero que apretaba un poco esa parte de su cuerpo; y de su pantalón colgaba una bolsa que contenían cosas voluptuosas y del otro lado una espada de funda elegante que indicaba ser un objeto perteneciente a la Orden. Miró al resto con un gesto sumamente cansado, se veía algo mayor y en cuanto le fue posible se sentó, haciendo señas a Garlan para conversar con él. Fue una plática en voz baja, en donde se vio al caballero pelinegro algo apenado y a Réamann serio, aunque por un momento su gesto mostró amargura y tristeza que se desvanecieron rápido. Antes de que el guardia retomara su posición, el joven le habló en un volumen que todos lograron escuchar.

-No serías capaz de hacerlo. Confío en ti-y suspiró, quedándose sentado en un intento posible de guardar fuerzas. Recibió el equipo dado por Delora y Parfait, agradeciendo a ambas mientras negaba con una mano a la espada porque él llevaba su propia arma. Había saludado a Elliot con un movimiento tenue de cabeza y se quedó esperando a ver quién iría primero. Así, aprovechando los últimos preparativo, se aclaró la garganta y se animó a hablar-. ... Antes de partir, me gustaría que me escucharan.

Miró a todos, algunos con más intensidad como a Stella y a sus amigos Garlan y Jurien, pero a otros de manera un poco más fugaz. Sin embargo, a todos les dedicó atención antes de apoyarse sobre sus manos y colocar su mentón sobre éstas entrelazadas. 

-Como podrán imaginar o haberse dado una idea... yo ya no soy más que una presencia que apenas puede existir gracias a las pociones que me dio Parfait. Ya no puedo limpiar, caminar para siquiera dar un pequeño paseo... incluso hablar tanto me puede traer consecuencias, por lo que seré breve. La probabilidad de que muera al acompañarlos es alta-miró a Stella pidiendo perdón, pero debía advertir-. Y no es que me esté dando por vencido, pero así funciona mi maldición... y no puedo entrar en detalles porque si lo hago puedo morir. Cualquier duda que tengan pueden preguntarle a Stella, Delora, Parfait o Hogward-aunque hablaba con elocuencia, se veía que era algo difícil de decir-. Pero a lo que voy... si estoy en esto, es porque me niego a quedarme mis últimos meses de vida encerrado cuando hay una única oportunidad allá afuera. Si algo les puede servir y si es que quieren  hacerme caso, mi único consejo es que no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy-se centró en Garlan, dándole una especie de sonrisa retadora que se esfumó al instante-. Y, sobre todo, gracias por lo que están por hacer y por la ayuda dada en el pasado. Si algo malo llega a pasar, espero que puedan disfrutar su tiempo en esos detalles que pueden pasar desapercibidos como... el abrazo de un ser querido, una suave brisa, incluso el sabor de un agradable hidromiel... pero si todo sale bien, nos acabaremos todo el barril que Aed me regaló.

Suspiró cansado, pero se veía satisfecho con lo que dijo. Al final, miró a Stella una vez más y en silencio le agradeció porque por ella él podía seguir ahí a pesar de las circunstancias. 

-Pfff- Hogward empezó a reír cuando termino de escuchar a Réamman. Sin embargo, no se notaba un tono burlón en su voz, sino mas bien de diversión o ironía -Se que fui yo el que te dijo que no te rindieras, pero ahora vas directo a la tumba como polilla al fuego, pero bueno supongo que es mejor que quedarte en ese habitación a lloriquear. Además...- se fue acercando a Réamman hasta quedar frente suyo -Aún me debes por hacerte de enfermera todo este tiempo- dijo picandole el pecho con un dedo -Y no te voy a dejar estirar la pata hasta que me hayas pagado hasta el último centavo ¿ok?- 

-Así que, puede que vayas a ir. Pero ni sueñes en que te dejare saltar al peligro como tanto parece gustarte hacer- dijo con una cara mas seria -Por ahora soy tu doctor, así tendrás que obedecer lo que te diga quieras o no ¿te queda claro?-

Escuchó atentamente las palabras de Réammann y abrió los ojos, tragando saliva unos segundos. Admiró la fuerza de voluntad de su compañero e incluso le inspiró un poco. Asintió con la cabeza antes de hablarle. - Está bien. Si tienes que hacerlo es necesario, al igual que hice yo. Simplemente ten fe y confía en los demás. - Al fin y al cabo, eso fue lo que le permitió liberarse de su maldición, sólo esperaba que pudiese hacer lo mismo aunque se lamentaba de no poder estar allí para ayudarle. 

- Tampoco tenemos demasiado tiempo para repasar eso. Primero haremos lo que sea necesario para cuidar la taberna y después... ya veremos. - Afirmó con la cabeza. Sabía que Ezio estaba preocupado por ella pero no sabía si se sentía preparada para tener esa conversación. Había conseguido ir sobreponiéndose poco a poco pero ahora mismo prefería simplemente omitir el tema que hablarlo. 

Le hubiera gustado restarle importancia a los temores de Claire y aunque sonrió como respuesta a sus comentarios lo cierto era que no podía hacerlo. No estaba en su carácter minimizar los problemas que había que afrontar, aunque estaba descubriendo que intentaba convertirlo en algo más llevadero. Además, la chica tenía demasiadas dudas sustentadas por su amnesia que él no podía eliminar de sus pensamientos de modo que se había limitado a escuchar sin poder decir más.

Al final, el tiempo había pasado inexorablemente y le había conducido al momento en que todos se habían reunido para despedirse, momento en que Alain se había dedicado con toda su concentración en no mostrar lo nervioso que en verdad se sentía en aquel instante. Sus ojos buscaron a Fiorella, en realidad preocupado por lo que pudiera pasar en The Marchen cuando se fueran. Sin embargo, tampoco tuvo palabras para ella que minimizara lo que podía ser aquello. De forma un tanto cobarde, había preferido evitarla pues encontrarse con ella hubiera significado que posiblemente la joven hubiera visto tras la fachada de confianza que se había empeñado en mostrar aquella tarde.

En ese momento lo único que deseaba era marcharse de una vez y afrontar lo que fuera que les esperase pues aquel instante dilatándose en el tiempo sólo lograba acrecentar sus nervios, más cuando se vio tomando de manos de Delora las que serían sus armas en aquella batalla.

Sin embargo, el tiempo se congeló por un momento cuando Réamann tomó la palabra, desvelando lo crítica que era su salud. Abrió la boca,, dispuesto a protestar al hecho de que viniera pero la intervención de Hogward logró que se detuviera a pensarlo un segundo. ¿A caso no era libre de tomar su propia decisión? Él hubiera deseado hacerlo cuando aquella que le fue vedada le llevó a estar maldito, aunque con toda seguridad su destino hubiera sido el mismo.

Así que al final, con un cabeceo, asintió para sí antes de decir con una sonrisa que no por ello eludía su tono serio.

- Te gustan demasiado las apuestas con hidromiel como para dejarnos la que queda a los demás. Así que no te preocupes, yo te cubro... pero ya sabes lo que espero a cambio a la vuelta, ¿eh?

Rin negó a Waltz - aunque parezca raro, me siento más libre con esta maldición de lo que he sido hasta ahora, no veo esta maldición como algo especialmente negativo... La desharé a su debido tiempo, ya falta menos. Pero a diferencia de muchos malditos, no creo que Selene tuviera mala intención, he aprendido mucho gracias a ella, por lo que tal vez si mi maldición no afectara a otros, me sentiría honrada... Hasta que lo hizo ella, nadie me dijo nunca que estuviera haciendo algo malo, incluso creía que ayudaba a gente inocente a frenar el maligno avance de la magia. O quizás mi subconsciente quería creerlo así, puesto que ninguna criatura mágica me hizo daño nunca... Algunos duendes incluso jugaban a crear espejismos en el bosque y por ellos aprendí a no "mirar por dónde voy" si no a sentirlo.

10 años con su maldición, quizás para él era como si le impidieran moverse, eso de negarle sus poderes.

- si me dices como, cuando logre romper nuestra maldición, puedo ayudarte con la tuya, diez años son muchos.

Era fácil hablar con él, pese a que empezaba a corroborar su hipótesis de que Waltz quizás era muyyyyyy mayor.

Bombas en su sitio, trozo de pastel envuelto para evitar que se lo coma Eses listo, una red con pesos a su hombro envuelta lista, tirachinas, unas piedras y un recipiente con agua preparado... Guantes nuevos, su vestido impermeable, y pequeños detalles para planes alternativos en marcha...

Incapaz de pensar en demasiados planes alternativos, el tirachinas podía servir para hacer fallar un ataque mágico, pero también atrapó (con todo su pelo erizado) una buena cucaracha que mantenía en un bote, si a la bruja le daba la mitad de asco que a ella, ganarían unos segundos, y sin duda, su hilo de alambre también le acompañaba.

Sin duda estaba nerviosa, pero debía sobreponerse y asegurar el éxito de la misión, debía cubrir también a Reamann, si se veían obligados a huir sin nada se quedarían en tablas, pero tal y le susurró Eses «Reamann es el rey, puede ayudar y darnos la victoria, pero hay que cubrirlo para evitar un jaque mate», no era que Rin entendiera mucho de ajedrez, pero entendía bien el ejemplo.

Por lo que añadiendo alguna venda y cuerda a su equipo, asintió preparada para lo que se acontecía.

Stella se reunió con los demás siendo bastante puntual. Se veía un poco apagada, y sus ojos y nariz estaban levemente enrojecidos, probablemente porque había estado llorando también. Pero a pesar de eso, se había presentado a la reunión tratando de no dejar ver mucho de su desánimo. Después de todo, también estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias ese día. No habría segundas oportunidades.

Correspondió a las miradas de Réamann en todo momento, sintiendo que por instantes rompería a llorar de nuevo, cosa que no pasó. Se mantuvo firme respetando los deseos de Réamann, cosa se prometió hacer hasta el final. Y mientras jugaba un poco con sus dedos sentada en una de las sillas, miró a Réamann también. Quería decir muchas cosas, pero ninguna que venía al caso. Por tanto, apretó sus labios formando una fina línea. Todo lo importante había sido dicho ya en la habitación de él esa tarde.

Waltz siguió mirándote con interés mientras le decías aquello. Parecía comprender más de lo que decía, pues movía la cabeza con frecuencia. Al final, sonrió con entendimiento para luego decir algo – Rin, Selene es y siempre ha sido una bruja generosa y justa. Tienes esa fortuna, pero también te aseguro que no todos han corrido con la misma suerte. Un claro ejemplo de ello es Réamann, cuya vida corre peligro por culpa de su maldición. Otra cosa de la que puedo estar seguro es que Selene no quiere que permanezcas maldita toda la vida. Por eso mismo te dio a tu hermano como consejero cuando fácilmente te lo pudo haber quitado también – y miró a Eses un momento.

Siguió haciendo su trabajo para luego agregar - ¿Y sabes? Siempre podrás quedarte aquí si así lo quieres. No tienes que regresar. De seguro tus talentos serán apreciados aquí y podrás vivir tranquila y fuera de peligro. Eses también será bienvenido. Solo piénsenlo – y sonrió para luego escuchar que mencionabas que le ayudarías con su maldición. Se detuvo y su expresión se ensombreció -.

- Tuve la ayuda del rey y la orden de Caldira, pero no pude encontrar aquello que busco – y te miró más serio -. Mi maldición es Nunca Jamás. No sé si conoces la historia de Peter Pan, pero es un niño que no quería crecer y viajó a Nunca Jamás para ser siempre niño. Peter Pan soy yo y debo encontrar mi sombra, es decir mi magia. El problema es que mi sombra está en Nunca Jamás, que es una caja ornamental; y para abrirla, debo encontrar a Campanita, una llave. La he buscado por mucho tiempo y la única persona que sabe dónde está, la bruja que me maldijo, ya está muerta – suspiró -. Así que agradezco tu ayuda, pero no quiero atarte a una promesa que no sé si podrá cumplirse -.

Elliot respondió a la reverencia de Réamann y le escuchó con respeto, sin interrumpirle. Poco después, volvió a abrir el portal y esperó a que quienes fueran a partir, entraran al portal. Delora y Parfait se marcharon, diciendo que debían encargarse de los alrededores, al igual que los guardias. Ezio miró a su hermana con una sonrisa triste y apretó su mano con cariño. Poco después se acercó a Alain para decirle algo que solo él escuchó antes de que se marchara y volvió con Fiorella. Waltz se dispuso a ir junto a Rin para ayudarle a prepararse también. Era comprensible que tuvieran que tomar precauciones adicionales, así que él mismo cargaba unas pociones que Parfait le había entregado. Por el tiempo solo habían podido preparar una para cada uno, pero serían de ayuda para que lo ocurrido con Dante no se repitiera.

Al otro lado del portal, podía verse una oficina sencilla de decoración rústica, un escritorio de madera con una silla de cojinería en cuero, unos cuantos barriles a la derecha y una pequeña biblioteca. Además de un par de sillas frente al escritorio para que se sentaran. Además, las paredes parecían ser de piedra pulida. Un hombre fornido, enorme y exageradamente musculoso los saludaba desde el otro lado haciéndose un gesto para que entraran. Sobre todo a Réamann y a Rin, quienes ya lo conocían. Parfait y Delora ya no estaban, pero Karma y Waltz se aseguraron de enviarle sus saludos. Solo restaba que cruzaran por fin.

Ezio fue rápido y tan discreto como pudo. Por eso, su acercamiento fue fugaz - Sé que eres cercano a ella. Por favor no la dejes sola -.

Rin negó a lo dicho por Waltz comprendiendo la situación - lo de poder quedarme ya me lo dijo Parfait, cosa que agradezco, y estaré encantada de aceptar la invitación, y en cuanto a haber recibido ayuda de caballeros... No creas que me ato a una promesa, solo digo que intentaré ayudarte, además si tu maldición es la que dices... - levantó el pulgar sonriente - quizás que sea una niña me permita tener una posibilidad,... Peter Pan solo necesita una Wendy ¿No? Al menos mantén un hilo de esperanza, además, no envejecer te regala otra oportunidad, el tiempo está de tu lado. Quizás dentro de mucho tiempo conozcas un mercader "con una cajita inservible" o un niño juegue con una llave que encontró en un charco de lodo. Solo aprovecha el regalo que tienes, haz tuyo todo conocimiento y descansa cuando de algún modo las piezas encajen.

Rin saludó al... Hada, aún le costaba imaginarse a aquella mole como tal. Se acercó y miró dubitativa sus músculos, ¿El ayudaría en aquel asalto? Se preguntó si la red sería más eficaz como trampa o lanzada por él.

En silencio, Réamann le sostuvo la mirada a Hogward y no la desvió ni cuando él presionó sobre su pecho. Arrugó un poco su ceño ante eso, pero con un carraspeó de garganta eliminó dicha faz y le asintió al otro peliblanco con la última sentencia dicha; por otro lado, con Fiorella cerró los ojos un momento para decir que sí otra vez con su cabeza ante lo que ella dijo de que confiara, aunque era complicado decirle eso a alguien que tenía altas probabilidades de morir si dejaba The Marchen, por ello el joven mesero suspiró, aunque no se quedaría de brazos cruzados. 

-Si te soy sincero, Alain... no se qué querrías a cambio. Me gustaría que me lo dijeras si es posible-Réamann se había permitido sonreír con lo dicho por el castaño acerca de las apuestas de hidromiel, pero con lo último se dio cuenta que estaba cansado como para darse cuenta de lo que él pediría. Aquella curva de labios se esfumó, pero no bajó su determinación a seguir con su decisión. 

Ver a Rin ser cautelosa le recordó su vivencia con ella en aquél pueblo y se miró nostálgico por un momento. ¿Podría volver a pasear sin tener como limitante su propio cuerpo?  Y... al levantarse, miró una vez más a Stella y le sonrió, como si con eso sellaran algo que solo los dos entenderían. Por un breve momento, cuando se apoyó en la mesa para incorporarse mejor, se pudo ver un leve temblor que eliminó rápidamente. ¿Estaría nervioso? Podría ser, pues observó con cierta inquietud cómo Parfait y Delora se iban; parecía querer algo de ellas y dio la sensación de quedarse esperando, pues por un momento se vio... triste, aunque eso se quitó cuando miró al portal y comenzó a caminar con lentitud y cautela hacia el otro lado de la oficina.

Familiarizado con ese escenario, Réamann alzó una mano a modo de saludo al hombre corpulento y sin decir a nadie ni pedir permiso, se sentó en alguna silla cercana para continuar con su reposo y exhaló profundo para animarse a hablar.

-Me gustaría verle bajo otras circunstancias, pero al menos se dio la oportunidad. Y gracias por el barril, ha sido una exquisitez degustar algo de alta calidad que ansío reproducir-le dijo, terminando por recargarse en el respaldo y esperar a los demás que entraran.

Le hubiera gustado pensar que eran un grupo de lo más prometedor pero ante sus ojos sólo veía a una niña que, por más mortífera que pudiera llegar a ser con sus trampas lo cierto era que seguía siendo una cría, Waltz que otro tanto, a un enfermo a todas luces terminal, a un médico malhumorado del cual apenas sabía que podía esperar, Karma y Stella. Sólo se sentía relativamente confiado respecto a estos últimos y él mismo, lo cual no era muy prometedor.

El leve rictus de una sonrisa tironeaba sus labios con la tensión de su falsedad pero sentía que debía mantener esa expresión todo lo que pudiera, incluso cuando Réamann, cansado, trató de contestarle a su comentario aportando un poco más de desesperanza a su perspectiva de victoria de aquel día.

- Dosis ingentes de hidromiel. Creo que lo necesitaremos todos.

Su sonrisa sólo se tambaleó en su rostro ante las palabras de Ezio, a quien dirigió una mirada intensa sin atreverse a decirle delante de todos lo que realmente pensaba. Pero si había algo que sí podía leerse en su rostro era una súplica y una advertencia implacable. Y es que lo que había leído entre líneas no le había gustado nada.

Por suerte para él, finalmente cruzaron aquel portal, momento en que su sonrisa desapareció de su rostro para mostrar toda la seriedad que realmente sentía ante aquel lugar que podía ser el escenario de su mente.

 -Saludos - se quedó un momento en silencio, pensando en la necesidad de empezar a posicionarse pero tras echar un vistazo el lugar no pudo evitar decir con el entrecejo fruncido -: ¿Es consciente de que incluso en el mejor de los casos su taberna se convertirá en un escenario de batalla, con toda la destrucción que eso significa para este lugar?

Queriendo decirle muchas cosas pero sin tiempo para hacerlo, dio unas largas zancadas hacia Alain y pese a que estaban en público se permitió una muestra efusiva de cariño como era un estrecho abrazo antes de soltarle para que pudiese avanzar hacia su destino, tras eso se acercó a Rin y le hizo pat pat en la cabeza pues no tenían la confianza suficiente para más, pero asintió con sus mejores intenciones. Por último se quedó frente a Réamman y le cogió la mano. - Me habría gustado acompañarte al igual que tú me ayudaste a levantar mi maldición, pero me esforzaré al máximo para que tengas donde celebrarlo cuando lo consigas. - 

Observó aquel lugar lejano, con esperanzas de que sus compañeros fuesen a estar bien allí y tras eso dio un par de pasos para no entorpecer su paso por el portal, simplemente despidiéndose con su mejor sonrisa. A pesar de que su alma seguida herida por la muerte de Dante se esforzó por transmitirles sus mejores deseos.

- Os estaremos esperando a la vuelta. Tened cuidado. - Movió la mano en señal de despedida mientras les veía al otro lado, esperando a que se cerrase para poner en marcha la defensa de la taberna. 

Mientras jugaba con sus dedos copiosamente, Stella vio partir a Delora y Parfait. Por un momento se vio en la expresión de Stella que quería decirles algo, pero se quedó en silencio. Para estándares normales, Stella se encontraba bastante más callada. Y no era para menos; los nervios le estaban jugando en contra. A pesar de ello, le sonrió a Réamann un poco cuando este lo hizo, pero sus manos se asían muy fuertemente al vestido. Tenía mucho miedo.

Después que los presentes terminasen de hablar, observó cómo el pequeño Elliot volvía a abrir el portal, sintiendo que su corazón latía con mucha fuerza. El momento se acercaba. Aunque claro, hubo algo que la sacó por un momento de ello, y fue ver quien era el padre de Elliot. Abrió bastante sus ojos y por un momento miró al pequeño.

Con una pequeña y triste sonrisa, Stella levantó su mano y se despidió de Fiorella y su hermano. Luego, miró la espalda de Réamann alejarse hacia el interior del portal, así como la de todos los demás. Después de apretar con un poco más de fuerza la tela de su vestido, Stella avanzó.

—La señora Delora me dijo que debemos mantenernos juntos —apenas el pequeño Elliot estuvo junto a ella, Stella le dijo eso en un tono bajito—. No dudes en usar toda la magia que necesites —y después de eso, y un poco intimidada, se giró hacia el hombretón, colocándose al lado de Réamann y haciendo una pequeña reverencia al dueño de la taberna.

¿Elliot será así cuando crezca? No me lo imagino.

Y así ambos grupos se separaron. Todos terminaron de cruzar el postal, siendo Elliot junto a Stella los últimos. El chico le dijo a la pelinegra - Así es. Y confío en que mi intervención no será necesaria - dijo con una sonrisa amable.

Poco después, el portal se cerró.

Para ser un lugar de decoración tan rústica, era bastante acogedor, además que el hombretón se veía bastante jovial. Sonreía mientras los recibía. Ante el comentario de la hidromiel, rio con cierto volumen - Necesitarás unas cuantas décadas para eso, chico. Además, es secreto de fábrica, así que no puedo decirte la receta. Eso sí, te daré otro balde como celebración - y aunque iba a golpearlo en la espalda, pareció recordar algo y se detuvo a medio camino.

Las palabras de Alain hicieron que se girara hacia este a continuación, por lo cual sonrió y a este sí que lo golpeó en la espalda con la suficiente fuerza para tirarlo ligeramente hacia adelante - Me agradas. Claro que lo sé y he sido yo quien ha enviado el mensaje a Lady Parfait sobre esa mujer. Después de todo, he perdido a grandes amigos por su culpa - y esta vez su jovial expresión se tornó seria, pero esto fue algo que no duró demasiado. Casi al instante, volvió a su alegría habitual - ¿Pero dónde he dejado mis modales? Soy Aed. Aed Shadowfog, el padre de Elliot y dueño de esta taberna. Ya conozco a Serr Lockheart y a Lady Rin, que por cierto, Elliot habla mucho sobre ti - y el joven se avergonzó bastante para luego mirar a un lado. Su padre rió.

- Ahora bien, esa mujer aún tardará en llegar, así que tendremos tiempo. ¿Ella no conoce el rostro de alguno de los presentes? Si es el caso, no es mala idea pensar que ese podría esconderse entre la gente como un cliente más. Yo trataré de mantener al margen a los más buscapleitos. Ellos no se atreverán a intervenir si yo los detengo - y esperó indicaciones.

Tras la partida de tus amigos, te quedaste en la taberna con Annice y tu hermano. Al menos eran ellos quienes estaban allí. Delora y Parfait mencionaron que llegarían más personas, pero por el momento no había nadie más allí.

Ezio te miró mientras empezaba a brillar su espada sentado en una de las sillas y te sonrió - Fiorella, ¿estás lista? Lo que vendrá no es fácil y si dudas, sabes lo que pasará - seguía insistiendo en lo mismo... Aunque la conversación tendría que esperar porque tan pronto dijo esas palabras, se escuchó una explosión.

¿Tan pronto había comenzado? ¿Y dónde estaban los refuerzos de los que hablaron? Annice subió al segundo piso y trajo consigo a Claire, la chica que Alain había rescatado en Caelfall. Ambas se escondieron en el almacén mientras las explosiones se acercaban de a poco. ¿Qué estaba pasando afuera?