Partida Rol por web

Aquel comentario sobre ella fue debidamente ignorado. Aunque sin duda solo conseguía aumentar aún mas el asco que sentía hacia esa persona pero no iba a demostrarlo, aún. Tenía otras cosas en las que pensar y una de ellas era como intentar salir de aquel lugar. 

Pero la situación no se tornó favorable. El hombre lo tenía todo pensado y pronto se vio envuelta en el nuevo vestido, aunque estaba aún mas limitada no solo por los ropajes sino por los grilletes y aquel extraño hilo verde que se extendía hasta sus ropajes. Sin duda alguna se había adelantado a todo y no pintaba bien. 

Frunció el ceño cuando le dijo que sería la carnada. No le gustaba nada a que se refería y mucho menos de que hombre hablaba pero algo le decía que desgraciadamente lo descubriría muy pronto. Comenzó a caminar con él alejándose de la celda tratando de mantener la compostura, pero no podía evitar estar preocupada por lo que sucedía y esperaba que se le ocurriese un plan pronto. 

Tu silencio no parecía molestarle al hombre, quien solo canturreaba una canción extraña que nunca habías oído. ¿Acaso se la estaba inventando o algo así? No parecía porque era la misma tonada una y otra vez. ¿Lo hacía para molestarte? Posiblemente. De hecho, era lo más probable.

Caminabas despacio. No lo notaste al principio, pero te sentías un poco mareada y débil. Debía ser por no haber comido nada decente y la poca agua que se te permitió ingerir. Notaste también que las esposas quemaban ligeramente tu piel al contacto, lo cual explicaba por qué él había mencionado la descarga eléctrica. Pasarse de lista era incinerarte con electricidad... bonita manera de mantenerte al margen.

El hombre te guio a lo que parecía una trampilla de donde se revelaban unas escaleras descendentes para luego iluminarse con antorchas de llamas verdes, por lo que no era difícil imaginarse que eran mágicas. Poco después, llegaste a una puerta de madera tallada, aunque por más que la empujaran, no abría. Notaste que tenía el escudo de tu familia grabado en ella, por lo que debía ser algo de lo que él había hablado desde el principio - ¿Y bien? ¿Cómo se abre? - te miró con ojos fríos. A pesar de tu cansancio, podías sentir cómo emanaba sed de sangre por los poros, haciendo que se despertara temor en su interior. Si no lo hacías por voluntad propia, lo más seguro es que estaba dispuesto a cualquier cosa porque la abrieras.

Delora negó con la cabeza ante las sugerencias de separarse y luego escuchó a Hogward sorprendida. Se rio mientras lo miraba - Jamás creí decir esto, pero estoy de acuerdo con nuestro ahora muy entusiasta Hogward. Separarse no es buena idea - y miró a su aprendiz -. Yo me quedaré. Después de todo, Parfait volvió a subir las barreras y reforzó la seguridad. Nadie entrará ni saldrá sin que nos demos cuenta, además que creo un portal que desvíe a todo el que sea desconocido para otro lugar. Ella sabía que no podría luchar, así que usó toda su magia en eso. Por eso, deben ir. Yo cuidaré el fuerte junto a Karma - sonrió.

Las preguntas iban y venían, así como las inseguridades... y es que era cierto, acababan de pasar por una dura pelea para ahora tener que hacer lo mismo con una ínfima posibilidad de rescatar a Fiorella e impedir que se llevaran los cristales... Ezio comenzó a explicar - Debajo de nuestra casa hay una serie de túneles que llevan a la bóveda especial. Incluso si encuentras el acceso, no será tarea fácil que entres, pues hay dos tipos de cerraduras, y ambas tienen llaves diferentes. Solo los miembros de la familia las conocen: una debe ser abierta con la sangre de un heredero de los Van Hauber. La segunda debe ser abierta con un objeto que solo tienen los miembros de la familia - y se dejó caer la manga para mostrar un brazalete con un grabado especial -. Fiorella tenía uno como estos, pero lo dejó caer en el baile y yo lo recogí. Por más que descubran cómo abrir la primera puerta, la segunda no la abrirán sin esto. Si no tienen el brazalete, no podrán entrar a la bóveda - y miró a Delora. Ella debía saber el resto.

- Incluso si llegan, necesitarán una gran cantidad de magia para activar el cristal Tenebrarum, así sea por un período corto de tiempo. Por eso necesitan una bruja, una que le entregue toda su magia a este - y volvió a mirar a Réamann y a Stella con cierta gravedad.

- Es un complejo de túneles cuyas antorchas se encienden mientras pasas. Así que tampoco es fácil emboscar a alguien allí por lo mismo. Es posible que logremos encontrarlos antes de que abran la primera puerta -.

En lo que Réamann esperaba que los demás dijeran con qué podían aportar para la misión o quiénes querrían quedarse para cuidar de Parfait, las chicasy del propio The Marchen, no se le pasó por alto la mirada desafiante de Stella  la que sostuvo hasta que ella preguntó algo a Delora. Bajo otras circunstancias le habría aclarado o bromeado levemente porque el peliblanco respetaría su decisión y no le impondría que se quedara a pesar de los riesgos, pues así como ella respetó su idea de pelear contra Phoisa, él haría lo mismo. No obstante, la mención de su nombre por la boca de Hogward le hizo voltear a verlo y, lejos de sorprenderse o enojarse por el tono, se limitó a observarlo con cierta dureza.

La pregunta de Alain fue acertada, pero por el momento el ex-caballero decidió mirar al otro peliblanco que parecía adquirir una actitud autocompasiva que rayaba en lo dañino más para sí mismo que para los demás. Tan solo debía ver su muñeca herida, los gritos apagados que escuchó de él y la actitud que él rebosaba. Sin embargo, Réamann no pareció molestarse porque, al fin de cuentas, él, Rin, Karma y Waltz continuaban malditos y se veía desesperado por su situación particular; más bien, esperaba que pudiese encontrar la paz que en estos momentos le hacía tanta falta. Por lo mismo, no quiso responderle y se limitó a suspirar para preguntarle algo.

-Hogward, ¿quieres ayudar a los demás o solo a ti mismo?-esa respuesta no le era relevante que le fuera dicha en estos instantes, solo que su compañero lo reflexionara... una interrogante retórica que intentó dejar en claro cuando se centró en la explicación de Delora y Ezio. El peligro continuaba fuerte para todos, pero debían contar con todas las manos necesarias para salvar a Fiorella. Terminó por suspirar y habló-. Llevar a Stella y a usted, Lord Ezio, es como entregarles en bandeja de plata lo que requieren, pero no podemos darnos el lujo de que se queden. ¿Y si guarda su brazalete en alguna otra parte o que alguno de nosotros lo lleve en resguardo por si acaso? Además, vuelvo a preguntar, ¿aún tienen algunas bombas? Creo que serán bastante requeridas para actuar rápido.

El problema es que... Fiorella de verdad no tenía ninguna idea de que era esa puerta, o como debía abrirse. No había mucho que pudiese hacer en esa situación, aunque sabía que aquel hombre iba a intentar obligarla utilizando la descarga o cualquier otro método, era totalmente inútil porque estaba por encima de sus conocimientos. Y además, era el secreto familiar del que le había hablado en la celda, o estaba relacionado pero del que ella seguía sin tener conocimiento y que no quería descubrir para regalarle a esa maldita criatura. Fue ahí cuando todo su temor se esfumó, y con unos ojos brillantes lleno de serenidad contempló a su captor. 

- No lo sé. Y antes de que intentes amenazarme, no tengo ni idea de que es esa puerta. No la he visto en mi vida y no tiene nada que ver conmigo. Así que realmente... es inútil. Puedes torturarme e intentar sonsacármelo con toda la crueldad que es capaz de albergar tu pútrida existencia, pero los conocimientos que no tengo no vendrán a mi por mucho que me golpees, amenaces, o te rías de mi sádicamente. Lo siento, fin de partida. -  Las palabras de Fiorella fueron claras. Sabía que probablemente esto significaba fin de partida también para ella porque entendía que nada de lo que dijese la iba a detener a aquella criatura, no era racional. Solo lamentaba no haber podido compartir más tiempo con su hermano y no haber podido despedirse de sus amigos. 

Hogwad le devolvió una mirada desafiante a Reamman que lo veía con lo que él entendía como lastima -Psss me lo pregunto....- respondió sin muchas ganas a Reamman -Los curo, así que los estoy ayudando ¿cierto? De paso me ayudo a mi mismo ¿Qué hay de malo en eso?- el peliblanco no podía ver nada incorrecto en su proceso de pensamiento. Aún así algo le picaba en el fondo del cerebro. No podía dejar de sentir que le faltaba algo y eso le ponía de los nervios. 

Después de escuchar la descripción de Ezio mas convencido estaba de que iba a ser una misión suicida. No hay lugar para emboscada, varias de sus fuerzas se estaban quedando y llevarían peso muerto, él incluido.

-Si el brazalete es un problema en lugar de esconderlo ¿por que no lo destruimos? Así nadie entre y ya, crisis solucionada- además bien podía ver la situación en la que la otra parte propusiera un intercambió entre el brazalete y Fiorella como rehén después de haberle sacado algo de sangre. -Lo mejor sería deshacerse del problema de raíz-

Se preguntó desde cuando se había convertido en un guerrero, un mero soldado que empuñaba la espada para segar vidas cuando nunca jamás había tenido que afrontar algo similar. Pero con aquella vida aquel había sido su nuevo papel mientras todos batallaban por una seguridad que hasta el momento siempre había dado por sentada. Y ahí seguía. A pesar de haber roto la maldición. Como si la suerte no hubiera jugado demasiado en aquella historia como para tentarla una vez más.

- Porque si hiciéramos eso, el cristal quedaría inaccesible para su futura portadora, y entiendo que eso no es lo que nos interesa - tras negar con la cabeza a la pregunta de Réamann había acabado por responderle a Hogward con cierto cansancio en la voz, aunque no iba dirigido hacia el peliblanco sino al hecho de que una y otra vez se encontraran en situaciones parecidas. Peligro inminente, plan suicida. y salían victoriosos, hasta que la suerte se terminaba. En la primera, había muerto Dante, en la segunda, habían secuestrado a Fiorella. ¿Qué sucedería aquella vez? -. Tiene que haber algo mejor que podamos hacer que simplemente entrar y empezar a lanzar bombas, hechizos y abrirnos paso a espadazos - dijo por fin, con cierta frustración, deseando, más que creyendo, que aquello era cierto -. ¿No podríamos negociar un intercambio falso? ¿Fiorella por el brazalete? Y hacer una emboscada, o algo que no sea meternos en esa casa en la que nos están esperando pensando simplemente que vamos a lograrlo. Hemos tenido mucha suerte hasta ahora y eso que las cosas no nos han ido especialmente bien - comentó con cierto tono sombrío -, pero muchos de nosotros no somos guerreros. La suerte se acaba, simplemente, y en este caso eso podría causar la muerte de Fiorella. ¿De verdad que no hay más opción?

La actitud de Hogward había molestado un poco a Stella, quien sin reparo lo había mirado de forma fulminante. No era solo esa actitud que mostraba a Réamannm. ¿Por qué se estaba comportando así ante todo? Estuvo a punto de de verdad decirle algo no muy agradable, de no ser porque su maestra pareció estar de acuerdo con él. Aun así, Stella lo miró por unos momentos más claramente de malhumor. No era esa la forma de tratar a la gente, menos en una situación así donde todos estaban tensos.

Suspiró para calmarse y miró con cierto nerviosismo a Delora, saber que ella no iría le daba menos seguridad... por sí misma. ¿Qué pasaría si de nuevo no era capaz de conjurar hechizos? Además, respecto a toda la información que daban, rescatar a Fiorella no sería tan fácil. Y ahora por fin entendía por qué la quería Phoisa. Al menos en parte. Cuando Delora la miró diciendo aquello, bajó la mirada por un momento. ¿Miedo? Claro que tenía. Más ahora.

—Qué horrible que estén dispuestos a llegar hasta ese punto.

Escuchó lo que decía Réamann, lo último dicho por Ezio y se sintió algo frustrada por no poder aportar realmente algo inútil. No es que no pudiese, pero sin darse cuenta últimamente se había estado limitando mucho, creyéndose simplemente una tonta y cosas por el estilo. Pero algo dicho por Hogward la impulsó a intervenir un poco más. Sin embargo, no fue necesario. Alain dijo todo lo que debía decirse, y su frustración era compartida.

Al final de todo, con aquella pregunta de Alain, Stella tomó aire y expuso una idea que quizá era tonta, pero era lo único que se le ocurría.

—También podrían despistarlos conmigo. No sé cómo, pero podrían usarme también. Si pudiese retener la atención de las brujas el tiempo suficiente, ¿ustedes podrían emboscarlos y sacar a Fiorella de allí rápidamente? O... no sé. Perdón.

A pesar de las palabras que iban dirigidas a este, Ezio no parecía estar prestando atención y Delora se veía ansiosa. Miró a Réamann – No hay opción, porque no nos sobran aliados, pero tampoco tiempo. Tomen las bombas que tengan, a menos que Rin quiera quedarse conmigo – y es que la parte en que decían que había prisa era real.

Ezio miró a Alain buscando calmarse para contestar con tanta amabilidad como pudo – Lo del intercambio falso me parece bien, pero si se les entrega el brazalete y a Lady Stella, sería darles lo que necesitan. ¿Están seguros que quieren asumir ese riesgo? Ese lugar tiene solo una entrada y una salida. Por eso debían apoderarse de nuestra casa -.

Y entonces Delora miró a Stella severamente – Tal vez el glamour disfrace tu apariencia, pero no tu esencia. Si estás dispuesta a enfrentar a quien la tiene, debes estar dispuesta a luchar. ¿Lo estás? – y la miró con severidad.

Ezio parecía impaciente. Su temperamento afable había desaparecido y ahora mismo se encontraba tomando el mango de su espada con fuerza, tanto que sus nudillos se tornaron blancos. Chasqueaba los dientes fastidiado con la situación – El brazalete puede quedarse, pero yo no esperaré más. Si no fui claro, si no nos vamos ahora, tal vez la torture hasta matarla para que le diga cómo abrir la puerta – y aunque Delora lo miró de manera reprobatoria, este no pareció notarlo… O tal vez solo lo ignoró. Dejó un brazalete sobre la mesa y salió de allí.

Delora suspiró – Bueno, ahí va a morder la carnada. Sea lo que sea, decidan ahora y vayan a salvarlo de su estupidez -.

Tal vez fue la forma en que le respondiste, tal vez el cómo tu mirada serena no mostraba ninguna pisca de temor, pero eso le irritó mucho. Aquel hombre no se vio nada divertido y te dio una bofetada bastante fuerte mientras sus ojos se inyectaban de ira.

- ¡Insolente! - gritó mientras el ardor del golpe despertaba un fuerte hormigueo en tu mejilla. Entonces, bajo su mano apareció un círculo mágico que transportó una centelleante luz hasta tus muñecas y pudiste sentir una enorme descarga eléctrica recorrer tu cuerpo. La agonía era tal que gritaste con toda tus fuerzas como reflejo. Además, sentías que aquella electricidad quemaba tu piel para luego penetrar hacia tu interior. Aquella desagradable sensación cesó de un momento a otro, pero tus rodillas flaqueaban. ¿Cuántos de esos podrías aguantar antes de perder el conocimiento? Al parecer, era la misma pregunta que ese hombre tenía en su cabeza.

- Lo repetiré si no me dices cómo abrir la puerta. Tienes una segunda oportunidad. ¡¿Cómo abro la maldita puerta?! - gritaba con ira, tanto que casi podías sentir las gotas de saliva salpicando tu rostro.

Rin estuvo escuchando por un buen rato, la complejidad de lo que nada decía era algo excesiva y la información le saturaba, solo cuando se habló de intercambios su mente de trampería se iluminó, después de todo ese era el ámbito en el que se movía con mayor precisión.

- no sabiendo el objeto que necesitan, no necesariamente se les debe ofrecer el brazalete, se les puede entregar un colgante que haga de placebo o un anillos, corona, cualquier objeto, incluso un zapato, el hecho de que no sepan lo he necesitan pone en nuestras manos una ligera ventaja, cualquier objeto con algo de poder mágico podría ser un buen señuelo. Si se necesita un seguro de que lo ofrecido es real, tardarán un tiempo en comprobarlo, y ese tiempo es del que dispondríamos para llevar a cabo el rescate. Las bombas son una buena opción para ganar tiempo en la huida, pero no tanto en una entrada que debería ser lo más modesta posible, para que la seguridad no se ponga en alerta antes de tiempo.

Si el plan dependía de elaborar un engaño, eso sí podía hacerlo, aunque no todo dependía de ella, rescate y trampa eran dos partes de un mismo juego, solo que en el juego había mucho más que un inocente intercambio.

- si saben que se necesita un brazalete se les ofrece uno falso, pero si no saben el objeto que necesitan hay una gran gama de objetos a ofrecer, una llave grande y antigua sería muy creíble, y no muy difícil de conseguir.

La planificación que Réamann intentaba acomodar para no ir tan perdidos se esfumaba como agua entre los dedos debido a que los demás tenían otras cosas en mente, cosa que comprendía debido a lo apremiante de todo y las dudas que albergaban todos, además del comportamiento de otros que no ayudaba mucho a lo que querían estructurar. Por lo mismo, en el rostro del ex-caballero se reflejó cierta frustración que intentó disipar con un suspiro. Jurien y Garlan, incluido Viscount, estaban acostumbrados al combate y a situaciones extremas, pero ninguno estaba bien como para ir a ayudarles e incluso el propio peliblanco les habría impedido su asistencia si es que se hubiesen ofrecido; en cada misión debían apañarse con lo que tenían aunque no fuera lo adecuado. 

-Nada nos garantiza igual que si hacemos el intercambio con el objeto falso dejen libre a Fiorella, querrán probarlo para ver si es real o no... y no, no entregaremos a Stella-agregó, pues Rin había agregado una buena idea respecto a eso... aunque vio como Ezio se desesperaba y terminaba yéndose dejándolos atrás. Un suspiro más audible se hizo presente y se llevó una mano a su frente para luego llevarse el cabello hacia atrás. Lo comprendía, él también se había desesperado hacia unas horas cuando se enfrentaron a Phoisa y se trataba de su hermano, ya había perdido a Dante y...-. De todas maneras no perdemos mucho intentándolo, engañarlos y en medio del intercambio del objeto por Fiorella, nada más, lanzar la bomba de humo y los paralizantes hacia ellos.

Mientras iba hablando, Réamann preparaba su espada, sus bombas y caminaba por la taberna al mismo tiempo. Claro que él mismo se veía ansioso, pero sus pasos parecían tener un rumbo y era a la puerta.

-Alguien busque entre las cosas que nos entregó el príncipe Rod para la fiesta, un accesorio que pueda hacerse pasar por algo de la familia Van Hauber y que nos alcance-él habría ido, pero quería alcanzar a Ezio lo más pronto posible. Miró a Delora y quiso decirle algo abriendo la boca, pero la volvió a cerrar como si meditara lo que buscaba expresar-. Creo que no te he dado las gracias, Delora... ni a Parfait, pero... muchas gracias, si no hubieras ido por mí yo no estaría vivo.

Así que aunque su idea parecía tener cierta viabilidad lo cierto era que carecían del tiempo para pensarla correctamente. O tal vez de las ganas, pues la apuesta parecía ser siempre la misma. Apretó un poco la mandíbula cuando Ezio perdió la paciencia de forma tan evidente como para marcharse, consciente de que aquello no era más que una forma de presión pues podía intuir que no le dejarían solo cuando ir él de avanzadilla sólo haría que poner en peligro a su hermana.

- La verdad es que no creo que nos dé la opción de probarlo - acabó por decir, con la vista puesta en la puerta por la que había salido, sintiendo los nervios creciendo en su interior a pesar de que su rostro mostraba sólo la seriedad y la frustración -. Maldita sea, un sólo error puede costarle la vida... - acabó por decir, preocupado de verdad por la joven que ahora estaba prisionera.

Era precisamente aquel el motivo por el que se resistía a entrar en combate directo cuando hasta el momento había accedido a regañadientes. Y es que si se ponía en la mentalidad de su enemigo, a la que viera problemas probablemente mataría a Fiorella de entrada.

Les faltaba tiempo, tiempo para pensar y planificar bien. Pero era precisamente tiempo lo que no tenían. Sus manos se convirtieron en sendos puños pero ni siquiera él era capaz de pensar con claridad bajo aquellas circunstancias. Al final no pudo más que negar con la cabeza con cierta desesperación.

- Que sea lo que tenga que ser - murmuró al fin antes de ir a por su espada y dirigirse hacia la salida.

La pregunta de Delora hizo que Stella se tensase un poco más. Claro que no estaba del todo segura en asumir el riesgo, pero sin con ello podía minimizar el de sus compañeros y tener una oportunidad de rescatar a Fiorella... ¿En verdad podría? Recordar lo que había pasado apenas hacía pocas horas la hizo bajar la mirada. Solo pondría en peligro a los demás y les daría problemas si intentaba actuar de forma impulsiva. ¿Siquiera... podría ayudar de verdad?

No respondió nada a su maestra, y de cierta forma le alivió que Réamann no fuese a permitir que ella se arriesgase de esa manera. Las dudas y los nervios comenzaban a aparecer con mucha más fuerza, así como en muchos otros, y en otras circunstancias, si se hubiese detenido a pensarlo, la pelinegra caería en cuenta de que no tenía ganas de ir de nuevo a ver más muerte. Tal vez ella no estaba hecha para luchar.

A diferencia de los demás, ella no pudo decir nada. Vio salir de esa forma a Ezio y comprendió la desesperación del chico. Miró a Réamann agradecer a Delora y miró también a su maestra por un momento. Ojalá tuviese la voluntad que ella tenía.

Con las rodillas flaqueando le miró a los ojos. Realmente no sabía como abrir la puerta a pesar del dolor que sentía. Ese hombre, cruel y desquiciado estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por abrir esa puerta y cuando se diese cuenta que era inútil obligarla y que no podía cumplir su función la descartaría como quien se deshace de un juguete. Quizá es en ese momento, pensando en Ezio y en sus amigos, cuando tomó una decisión. 

Le miró a los ojos y fue cuando respondió, cansada y dolorida. - No lo sé. Fue su respuesta, y en ese momento, aprovechando la cercanía de aquel hombre, el peso del vestido y la dureza de las grilletas de sus muñecas, le hizo un placaje con las pocas fuerzas que le quedaban con la intención de derribarlo, o al menos desestabilizarlo. Lo suficiente para poder alzar los grilletes de sus muñecas y darle con ellos en la cabeza si conseguía su primer objetivo. Quizá así conseguiría dejarle inconsciente. No las tenía todas consigo, pero si no hacía algo, la iba a matar igual.

El peliblanco se encogió de hombros cuando su idea fue descartada. No importa lo que hicieran, iban a luchar, por lo que él podía aprovechar la situación, así que guardó silencio por el resto de la conversación. No podría sentir la prisa como los otros, ahora lo más importante para él era descubrir la última pieza del rompecabezas de su maldición, por lo que, ya que habían decidido meterse de lleno al peligro, ya no le importaba como lo iban a hacer.

De reojo, notó la mirada de Stella, cosa que lo intrigó, no recordaba haberle dirigido la palabra siquiera a la bruja. De todas formas, ignoró la mirada, no quería tener nada que ver con más brujas de las que tenía que. 

Poco a poco, cada uno fue saliendo de la taberna luego del apresurado Ezio. -¿Salvarlo? Estamos yendo con su estupidez mas bien- dijo con ironía seca al las ultimas palabras de Delora. Lo inteligente sería no ir, pero bueno, ya para que romperse la cabeza pensando en algo que definitivamente nunca han hecho.

Delora dio unos cuantos pasos hacia Stella ignorando la mirada de Réamann a esta - Tienes lo necesario para luchar, así que confía en ti sin importar lo que este peliblanco sobreprotector piense o diga. No te enseñé para que te escondieras a su espalda - su tono era severo, mas sonreía mirando a Stella y un círculo mágico de color violeta se dibujó en su mano para que luego una luz violeta cubriera el cuerpo de la bruja. Para Alain y Réamann, la apariencia de Stella había cambiado a la de otra persona*. ¿Tal vez ahora el glamour funcionaba para ellos porque habían roto su maldición? Además, eran humanos. Hogward y Rin, por el contrario, seguían viendo a la misma Stella de siempre -. Listo, diviértete - dijo con una clara ironía. Sea que necesitara el glamour o no, ahora lo tenía encima. Poco después, se acercó a Rin y le pidió que extendiera su mano para luego hacer aparecer una llave de un tamaño considerable en su mano. Tenía la medida de la longitud de su mano, además de verse elaborada y brillante. Sin duda, lucía como una llave mágica -. Su magia es débil y cualquier bruja experimentada notará que es un señuelo si la analiza cuidadosamente, así que no pueden permitirse mucho tiempo, pero les dará unos cuantos segundos de ventaja - le sonrió. En verdad era una llave elegante y cualquier ojo inexperto caería por su resplandor.

La bruja miró a Hogward y se rio - ¿Sabes? Me agradas cuando no estás derribando cosas... pero aún saldrán de tu paga - y lo señaló con un dedo inquisitivo mientras permitía que todos se marcharan, aunque miró a Réamann cuando este le agradeció -. No hay nada que agradecer. Prometí darte un propósito y tú lo encontraste - miró a Stella rápidamente -. Ahora aférrate a él -. 

Justo cuando Alain se marchó a su habitación, pudieron ver que Claire entró tras él con rostro de temor e indecisión. Al parecer, hablaría con él algo que prefería que fuera privado... o la chica siempre había sido vergonzosa.

Solo fueron unos minutos, así que lograron salir rápidamente, además de que Delora le entregó el brazalete a Réamann para resguardarlo. Salieron hacia la residencia de los Van Hauber, aunque no vieron rastros de Ezio. ¿Cómo acceder si se suponía que solamente los miembros de la familia conocían la ubicación? Réamann fue el primero en pensar en algo, así que usó sus conocimientos para buscar un rastro, notando el césped recién pisado y rastros de fango en ellos. Ya teniendo un camino, fue Rin quien se encargó de inspeccionar el lugar para darse cuenta que no había nadie más y que estaban solos. ¿En verdad era así? Poco después, entre los dos encontraron una trampilla que estaba escondida en el suelo, pero fue Stella quien logró ver que parecía tener un hechizo, además de tener una cerradura bastante extraña. ¿Cómo abrirla?

Justo cuando te marchabas y Claire se veía más esquiva que nunca, cerró la puerta tras de ti en tu habitación. Sus mejillas se veían coloradas y temblaba. Al parecer, estaba muy nerviosa, pero era una chica testaruda y si algo se le metía en la cabeza, no lo abandonaría tan fácilmente.

- Que-quería decirte que... tengas cuidado - y te miró con una sonrisa nerviosa e incómoda -, y pe... perdóname. Yo... me marcharé cuando todo termine - sonrió y te abrazó con rapidez para luego alejarse -. No quería irme sin decírtelo - al menos por esta vez parecía ser un deseo real. Si no la detenías, se iría a seguir cuidando de Viscount. 

Te fuiste en un todo o nada. El hombre parecía dispuesto a torturarte con tal de atravesar esa puerta, así que te lanzaste con toda por él. Este pareció prever lo que hacías y aunque lo ibas a golpear, haló de la cadena que llegaba hasta su bolsillo, desviando el golpe. Después, te empujó de una patada en la espalda y te golpeaste con fuerza contra la pared, rompiendo tu nariz. Sentiste la sangre bajar y los sentidos confundidos por el impacto mientras el hombre gritaba, pero su voz era cubierta por la bruma de la inconsciencia que quería cubrirte, solo que lo hacía parcialmente. Tosiste al sentir la sangre en tu boca y caíste presa del mareo e incapaz de sostenerte en pie. Estabas justo a los pies de la puerta.

Escuchaste unos pasos y a alguien gritar tu nombre, pero no tenías claridad de quién se trataba. Era como tener la cabeza encerrada en una burbuja y que todo a tu alrededor se distorsionaba por eso. A tus oídos llegó el sonido de algo pesado moviéndose y tú perdiendo tu apoyo sobre la puerta. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso se había abierto la puerta? Tal vez fue la adrenalina, pero lograste aclararte un poco y viste al desagradable hombre riendo como maniaco mientras una figura de cabello largo lo observaba furioso.

- ¡Déjala! - era la voz de Ezio -. Ella no tiene nada que ver en esto -.

- Pero si tiene todo que ver - rió el desquiciado hombre de cabello verde -. Ahora, abre la segunda puerta para que pueda irme - y chasqueó sus dedos mientras se abría un portal de donde surgía el mismo encapuchado que te había llevado la comida ese día más temprano. La capa que lo cubría desapareció y se reveló su rostro, aunque no recordabas haberlo visto antes.

Tirada en aquel suelo, sentía que había llegado su hora. Era todo o nada, y había fallado. Al menos había peleado, o eso quería creer. Pero mientras esos pensamientos cruzaban su mente una figura conocida apreció frente a ella. Un pinchazo de miedo en el corazón hizo que abriese los ojos. No quería que su hermano estuviese allí, ¿Y si aquel hombre le hacia daño? - Ezio....- Dijo su nombre antes de toser algo de sangre. 

Se intentó incorporar, apoyando la espalda contra la puerta mientras se limpiaba la sangre de la comisura de la boca. - No lo hagas, márchate. Si abres la puerta, no tendrá ningún motivo para dejarte ir. Aún estás a tiempo, y por lo menos tú tienes que salir de esta. - Le rogó con la voz ahogada y entrecortada por el dolor.