Partida Rol por web

Dio de lleno al estomago del engendro, no tenía mucho mérito, puesto que este lo exponía en toda su longitud. Sintió el rugir de la criatura al propinarle el golpe.
Escuchó su rabia pero esta vez no le basto: –Venga, ¡vamos!¡¡Defiéndete, esto no es divertido!! ¡Ataca maldito monstruo!- Gritó Tymos, indignado, aún a pesar de llevar ventaja.

La agua resbalaba a ríos por su rostro embriagado de emoción, pero ni la fría lluvia podía apagar aquél incendio encendido en sus venas.

Con un grito de triunfo Desmond se situa da un salto atras para alejar la atencion del engendro del maltrecho escudero. Cayendo de rodillas y apoyandose en una mano para no resvalar en el mojado suelo se lanza contra su adversario.
"no des cuartel, si dejas respirar a tu oponente perderas la ventaja". La voz de su tio resuena en su cabeza .

- nada..  

Después de algo de decepción en su rostro; desde su posición aventajada se fija en la enorme arma de la bestia y su mirada se centra de nuevo..  De un salto desciende del carro y se dispone a propinar un par de golpes demoledores a la bestia.

-  los muertos no devuelven les golpes Rod, y este no debe hacerlo.

Una vez a captada su atención mira a Dareus y Enricco y con un gesto les anima a acabar cuanto antes.

Al contraio que Rod, Dareus busca todo lo contrario, que su adversario no note su presencia hasta que tenga un palmo de acero entre las tripas.

Bajo la lluvia recorre los últimos pasos que lo separan de la bestia, la espada y la daga brillan un momento como un rayo en un arco ascendente que busca clavarse por debajo de las costillas y llegar a algún punto vital.
- Espero que tenga alguno, como todo cabrón que respira.

La afilada daga encuentra su camino en la carne de la criatura penetrando profundamente, la sangre mana abundante mientras las espada apenas consigue rasgar las dura piel peluda.

Enricco continuaba bailando alrededor de la bestia, buscando el lugar propicio para entrar al trapo. Empezaba a pasárselo bien, aunque le dolía la herida que le había propiciado su adversario, eso le hacía sentirse vivo, que no era poco.

La llegada de Dareus al enfrentamiento, pareció desequilibrar la balanza a su favor. Una sonrisa complacida se dibujó en el rostro del duelista, que esperó a que la bestia abriera su guarda para asestarle sendas estocadas con espada y daga.

 El combate estaba a favor de los miembros de la caravana, con los mercaderes y Omar como aspectadores, ven como las espadas contratadas dan rápida cuenta de los asaltantes bestiales, bajo la densa cortina de agua, mientras intentan de controlar a las horrorizadas y heridas mulas...

 El temible mercenario de la mandoble se lanza a por el acorralado hombre bestia, el acero del guerrero termina hiere de gravedad al hombre bestia. A la vez que las cuatro hojas de acero de Enricco y Dareus muerden el pellejo velludo por vientre, espalda, muslos y cuello de la criatura. Esta muere entre gritos de dolor, mientras es degollada.

 Desmond, cada vez más seguro da una ultima cuchillada al hombre bestia de la lanza, traspasando su torso con facilidad, viendo como este cae doblándose sobre sí mismo, con un ahogado gorgojeo y baba sanguinolienta. El resentido Foyle le descarga un garrotazo con la clava terminando con la bestia, con un crugir de huesos, para ensañarse a porrazos con la clava. El gesto del escudero es de cólera y rabia.

 Cerca de ellos, el guerrero de los desiertos da cuenta del mastín, la temible fiera que le había mordido en el antebrazo. La cimitarra acuchilla el cuello de la bestia, causando un pequeño surtidor de dangre de la herida mientras esta se derrumba.

 Un poco más apartados, ser Tymos continúa plantando cara a la corpulenta y desafortunada criatura, el mazazo que le propina el caballero impacta en el carnoso rostro de la criatura. Esta, a pesar de la grave herida, logra sobreponerse y al ver el panorama se gira para partir rauda entre el denso follaje del bosque, mediante fuertes saltos, con sus cuartos traseros.

 El improvisado campo de batalla, llendo de fango y cuerpos caídos, había quedado silenciado salvo por los gritos de las mulas.

 Rápidamente la creciente tormenta fue ensordeciendo los sonidos de las mulas y los humanos.

 El grueso comerciante, con las riendas entre las manos, habiendo medio apaciguadao a la bestia de tiro con palabras y fuerza mira a los presentes, a la vez que los cuerpos de las bestias mutadas por el caos, batidas en el lodoso suelo.

 Había sido rápido, muy rápido, unos momentos antes la caraavana avanzaba tranquila sobre el lodazal que era el camino, para ser atacada por las bestias y en menos de un minuto casi la totalidad de ellas yacía en el suelo, sin vida o agonizante...

 - Buen trabajo ¿teneís heridas de consideración?- El agua de la lluvia resbalaba por su rostro y barba.

El caballero vio su lanza caída en el suelo y sabía que podría atacar aquél ser cuando le mostró la espalda, pero que no habría ni honor ni gloria en ello, así que lo dejó marchar sin más.
A pesar de la victoria y de haberse conducido valerosamente, no había una sonrisa que iluminara su rostro sino rabia y amarga decepción. –Tsk, ¡Co...barde!- Gruñó entre dientes.

Recogió su arma del lodo, y caminó hacía la caravana, lentamente pero con tiempo suficiente de llegar a oír a Omar mostrarse solicito.
Sir Tymos caminaba con paso seguro el escudo aún en su brazo, lo que pretendía esconder un poco la mano que se llevaba en la cadera, bajo la palma una herida sangraba visiblemente, sin embargo habló como si físicamente ni siquiera lo hubieran dado.
-Solo el orgullo mi buen señor Shin shin. Solo el orgullo, y no existe remedio para eso.-

Vio a su primo herido, y aunque ese detalle le preocupaba sabía que los intereses del escudero estaban puestos en otro lugar: -¿Como está Mandíbulas Foyle?-

- No hay mejor forma de asegurarse una muerte, Dareus -  Rod decapita el ser sin apenas inmutarse.

Luego cuando se percata que el otro huye, empieza a andar con paso acelerado hacia Omar trazando una leve curva hacia el bosque mientras envaina su arma en algún lugar entre espalda, hombros y capa e interviene dirigiéndose al mercader y a los demás.

- No podemos dejar que huya señores, puede ser un problema. Yo y alguno más le daremos caza si nos lo permitís - Rod recuerda viejos tiempos y sonríe maliciosamente; luego añade - con este barro y sangrando como un perro seguir su rastro será como mínimo fácil.

Sabe que lo importante son las mercancías pero sus instintos le pueden y tampoco hace falta toda la compañía. - A no ser que ese Omar no diga lo contrario.. quien paga manda aunque se equivoque, gajes del oficio..

 El ancho mercader niega con un gesto.

 - No Rod, no le alcanzarías, estos seres.- Muestra con un pulgar el par de ungors que yacen cerca de laprimera caravana.- Infestan los bosques, el problema es que son rápidos, si bien con un caballo se los puede dar alcance, por el interior de los bosques, que es por donde se mueven, es difícil darles alcance, o eso dicen por las tabernas que he frecuentado.

 De dabajo de la banqueta de la carreta saca un pellejo, lo descorcha y da un largo trago de tinto, luego pasa el pellejo a Rod, para que circule.

 - Desde que la provincia se quedó sin principe, ya nadie vigila los caminos y así es como esas bestias se envalentonan para asaltar caravanas. ¡Malditos!

Sir Tymos se sorprendió un poco de la propuesta de Rod, estaba claro que no era de su gusto y así lo hubiese manifestado de no verse interrumpido por Omar. -Haced lo que os plazca. -pensó el caballero. -yo por mi parte no perseguiré a un monstruo asustado y mal herido que huye con el rabo entre piernas.-

Rod para en seco entomando el pellejo de vino.. - herido como estaba dudo que aguantara mucho.. pero bien...

- Tu mandas Omar pero quizás avise a más de su estirpe; será mejor que nos movamos pues. Podrán tirar las mulas?

Rod bebe del pellejo sin tapujos dejando caer el liquido rojo en su garganta largamente y pasándola luego a Enricco con una lanzada algo bombeada - - por fin algo bueno joder!

Enricco cogió el pellejo al vuelo, y con una ligera reverencia dio las gracias a Rod. Tomó un trago generoso, y limpiándose la boca con la manga de la camisa, se dirigió a Omar.

- Estimado señor, a mi si que estas bestias me han herido, y aunque sin duda fue mi culpa, pues no les preste la suficiente atención, ese no es motivo para aguantarme el dolor. Si pude hacer algo por mi herida, se lo agradeceré. Dijo mientras se señalaba el muslo herido.

Aun a pesar de la herida, Enricco mostraba una sonrisa triunfante, pues estaba satisfecho de haber sobrevivido al encuentro.

- ¿Alguien más quiere? Añadió levantando el pellejo hacia sus compañeros.

 El herido Foyle, agradeció con una mirada y un mudo asentimineto al mercenario que le ayudó en el combate, si hubiera estado solo posiblemente ahora estaría en el suelo, criando malvas.

 Con una mano en el vientre se dirigió hacia la carreta, donde estaba el sabueso que normalmente le acompañaba.

 Mientras el grupo se regresaba junto a la caravana, y se pasaban el pellejo de vino y daban a conocer su parecer, y se lamentaban de sus heridas, el silencioso guardaespaldas apartó las fieras muertas, dejándolas a una vera del camino mientras el agua continuaba cayendo a cántaros.

 Los siervos de Omar daban un vistazo a las bestias, que poco a poco se iban calmando bajo sus órdnees y susurros.

 El mercader asiente a las palabras de Rod.

 - Sin lugar a dudas lo que debeos hacer es partir cuanto antes, a ver si con suerte alcanzamos los refugios. En cuanto a las mulas...- Mira hacia atrás para encontrarse con la mirada de sus siervos, tuerce el gesto y mirando a los mercenarios responde.

 - Esperemos que lleguen, después las tendré que bender como carne.- Dice encogiéndose de hombros.- Eso significará un cambio de planes, no podré recorrer todos los campamentos, bueno nos adaptaremos.

 Con estas palabras, mientras el pellejo de vino corría por los presentes, Enricco anunció el estado de sus heridas, el mercader también se fijó en las de los demás. El hombre negó en silencio.

 - Si esperas que puedas resteñaros las heridas con un chasquido de dedos, o una oración, mal vamos. No tengo ningún sanador entre mis recursos. Luego cuando descansemos daremos un vistazo a las heridas. Ahora debmos alejarnos de aquí cuanto antes.

 Mientras los miembros de la caravana recuperaban el aliento, e inspeccionaban a las bestias de tiro, sintieron como parte del dolor de las heridas se les aliviaba. Algunas de las heridas que tenían resultó que fueron más escandalosas de lo que realmente eran.

Desmond dio un rapido trago al pellejo.Despues miro en silencio el estado de sus compañeros .Asintiendo hacia el escudero se agacho para dar un vistazo a esas extrañas criaturas.
Aunque su emboscada estaba bien dirigida ,estaba claro que subestimaron sus fuerzas.La proxima vez prodrian superarlos en numero y entonces....
Sacudio la cabeza para no pensar mas en ello y se encamino hacia las carretas para ayudar a emprender el camino cuanto antes.
-Tal vez deberiamos ir en formacion para cubrir todos los flancos.Me extrañaria que la proxima vez fuese tan facil acabar con ellos.

 El mercader asiente ante las palabras de Desmond.

 - Me parece bien, repartiros como considereís mejor.- Dice mientras da un vistazo a la mula que tiene delante, tirando de la primera carreta.- De hecho ahora tendremos que ir todos a pié, y aún así nadie nos garantiza que lleguemos con las bestias enteras.

 El silencioso guardaespaldas se pone junto a su patrón, una sombra azul marina bajo la intensa lluvia mientras el mercader se pone de pies en el suelo y tomando un fardo, dando ejemplo a los demás trabajadores.

 - Sea pues, repartíos como creaís oportuno y reanudemos la maracha.- Mirando a los heridos añade.- Cuando alcancemos el Refugio de Sigmar os convidaré una par de rondas. En marcha.