Partida Rol por web

La lanzadera se acercó hasta la nave más grande de la flota. Deduces con acierto que debía ser el navío insignia. En un lateral se abría un muelle de atraque. La nave entró y aterrizó con suavidad en el interior. Con un siseo, las puertas se abrieron y pudiste bajar acompañada de tu madre.

El muelle estaba lleno de hombres y mujeres con unos sobrios uniformes negros en posición de firmes. Los oficiales, colocados delante de sus hombres y con unos extraños símbolos grabados en rojo en las hombreras, saludaron al pasar tu madre y tú levantando un brazo en alto. Un escalofrío te recorrió la espalda cuando descubres la similitud del saludo con el de la Alemania nazi.

Por otra parte, la gente de tu madre (bueno, y tu gente) eran prácticamente similares a los humanos. Misma complexión, mismo número de brazos, piernas y cabezas. Si no fuera por las naves espaciales y por estar en donde estabas, parecía un ejército humano normal. Tu madre te dirigió hacia un ascensor donde entrasteis sólo vosotras.

-Te enseñaré el camarote donde vas a alojarte y luego podrás acompañarme al puente de mando -te mira a la cara y sonríe divertida- ¿Impresionada?

Más asustada que impresionada por la similitud, pocas dudas le quedaban ya de como seria aquella que decía ser su madre y le costaba entender lo que podían haber tenido ella y su padre, tan distintos....

Aún así decidió no decir nada, aún no era el momento, aún debería seguir como buena hija, escuchando, viendo, tomando una decisión de que hacer en caso de que su madre fuese una amenaza directa a la tierra y tenía toda la pinta.

Siguió a su madre -Si, quiero ver mi habitación, ha sido un día muy largo para mi- sonrió un poco forzada

Tu madre sonrió comprensiva y el ascensor se detuvo a los pocos segundos. Las puertas se abrieron para dar paso a un pasillo metálico construido con un material de un suave tono gris. Las luces eran blancas y cálidas diseñadas para iluminar lo máximo posible sin resultar deslumbrantes. Tu madre se detuvo ante una puerta hexagonal que se alzó por una ranura en el techo para dar paso a tu cámara.

Esta era bastante amplia y amueblada de manera funcional: una cama, estanterías, mesas bajas, cómodos sillones y un ventanal con una persiana metálica desde donde se veía una maravillosa visión del espacio.

-Te dejo para que te acomodes un rato. Vendrán para avisarte de la cena.

Cinco minutos después de que se fuera tu madre sonó un tintineo en la puerta, como una campanilla, y esta se abrió. Una mujer de pelo rubio muy corto, mirada fría y vestida con un uniforme negro venía acompañada de un hombre vestido con un funcional traje gris que miraba al suelo.

-Princesa -saludó la mujer alzando el brazo-. Este es Svojj, su criado personal -señaló al hombre que seguía con la mirada en el suelo-. Cualquier cosa que desee él se la proporcionará... si sabe lo que le conviene.

Una vez hubo salido la mujer de pelo rubio, se sentó en la cama, hasta que reparo en el criado, lo miro, no parecía el hombre más feliz del mundo, pero... ¡¡que estaba diciendo era un criado!! ¿como iba ha ser feliz? y más con esa gente que ella acababa de conocer, seguro que ni le daban de comer.

Aún sentada en la cama lo miro y sonrió -Hola, parece que vamos a pasar mucho tiempo juntos- intento sonreír lo más que pudo para que ese hombre que parecía tan tímido no lo fuese con ella, necesitaba un amigo allí dentro -¿has comido? ¿quieres que cuando cene te traiga algo a escondidas? seguro que podemos apañarte una cama comida aquí- lo miro esperando respuestas.

-La princesa es muy amable -dice el hombre con un ligero acento-. Pero Svojj come y duerme en su cámara, justo debajo de usted, princesa. Cualquier cosa que desee, a cualquier hora, Svojj estará listo para traérsela.

El hombre seguía mirando al suelo, respetuoso.

Sonrió complacida por ver que recibía un trato casi humano -Puedes estar tranquilo y dormir toda la noche, no tengo gustos raros y suelo dormir de un tirón, una cosa más, me gustaría que me mirases a los ojos cuando hablamos- lo miro curiosa -Y prefiero que no me digas princesa, me llamo Dalila-

-Lo siento, princes... Dalila. Pero su majestad la reina fue muy específica en el protocolo a seguir. Y su majestad es magnánima, pero también hace cumplir la ley.

El sirviente se dirigió hacia una de las paredes y tocó un panel luminoso bien disimulado. Al instante se reveló la puerta de un armario ropero lleno de bonitos vestidos.

-Aquí está vuestro guardarropa. Cuando estéis lista pulsad este botón y os llevaremos ante la reina para la cena. Si no me necesitáis, me retiraré, mi señora...

Miro algo sorprendida como el guardarropa se presentaba frente ella con solo tocarlo, sin duda su madre se lo había montado bien, pero seguía sin gustarle esa mujer.

¿Explicita? ¿en que? ¿que quería exactamente esa bruja? .Cenar... la verdad es que algo en su estomago le decía que debería comer algo.

-No te preocupes, puedes retirarte- le sonrío.

Miró los vestidos, cada uno con detenimiento, nunca había sido mucho de vestidos lujoso, realmente nunca había tenido tanto dinero como para comprarlos, tenía otras necesidades prioritarias. Aún así, ahora podía permitirse disfrutar un poco, escogió un vestido que fuese con sus ojos y llamo para que la acompañasen, aunque antes de salir se prometió que antes de volver a su cuarto después de la cena, recorrería la nave, tenia mucha curiosidad.

Escogiste un elegante traje largo con poco escote y un collar de unas extrañas joyas de pequeño tamaño. Rápidamente un sirviente acudió a tu llamada y te condujo al ascensor. Subisteis un par de cubiertas más hasta otro laberinto de pasillos que terminaba en una sala de reuniones. Esta había sido acondicionada para alojar a los comensales entre los que se encontraban tu madre y tres hombres de más o menos tu edad. Todos eran atractivos y de cabellos rubios. Todos llevaban los mismos uniformes y tenían idéntica mirada glacial. Al entrar, se levantaron y extendieron el brazo.

-¡Salve, Princesa!

Tu madre te sonrió y te señaló el asiento situado a su derecha. Ella ocupaba la cabecera de la mesa. Frente a ti y a tu izquierda se sentaban dos de los oficiales.

-Espero que no te importe que haya invitado a mis oficiales más distinguidos, hija mía. No se qué estáis acostumbrados a comer en ese planeta del que vienes, pero te aseguro que no será mejor que lo que tenemos en nuestro mundo.

Miro a su madre, luego a los oficiales, sin duda eran atractivos... pero demasiado fríos para su gusto, por lo menos en cuanto a mirada se refería ¿qué tramaría su madre esta vez?.

Tomo asiento al lado de su madre -Buenas noches- dijo sin más, seguía sin acostumbrarse a recibir el trato de princesa -En realidad madre, no soy muy exigente con la comida, así que seguramente me guste- se esforzó para sonreirle.

-Estoy segura de que sí -dijo tu madre.

Enseguida entraron los cocineros con bandejas cubiertas. Colocaron frente a ti una especie de filete sonrosado cubierto con una especie de salsa púrpura. Los cubiertos eran muy parecidos a los humanos aunque un poco más largos y más finos. Observas a los demás cómo se desenvuelven con la comida antes de imitarles. Tomas un trocito pequeño para probar y te sorprende su sabor jugoso al que la salsa le da un toque picante.

-¿Te gusta? Es carne de Vierssuj, un animal equivalente a los terneros en el mundo de los humanos. Unos animales dóciles y muy grandes. Dime, hija... ¿Tienes algún compromiso en esa "Tierra"? ¿Algún humano? -te espeta directamente.

Estaba probando la carne que realmente era muy buena, como en los mejores asadores de la tierra, cuando la pregunta la pilllo totalmente desprevenida, de la medida que casi se ahoga con la carne ¿a que venia eso?.

Se aclaró la garganta e intento sonreír, ya sabía que invitar a sus oficiales no era muy normal -Heeemm... no... nada... he tenido, pero ahora ya no- y sigue con la vista en el plato comiendo pausadamente, no sea que la sorprenda con otra pregunta y vuelva a atragantarse.

-Bien hija, eso es una gran noticia -comenta tu madre comiendo de su plato con delicadeza-. Como eres mi heredera, he pensado en que debemos buscarte un consorte apropiado para que te ayude a dirigir el reino ¿No te parece?

Ahora los otros oficiales de la mesa también parecían incómodos.

No la sorprendió la pregunta, ni la propuesta, pues ya lo esperaba cuando la conversación empezó a tomar ese curso, le agradó mucho ver que los oficiales también estaban incómodos con la idea, así que miro a su madre.

-Madre, no me parece mala idea, pero... eso lleva su tiempo, no conozco aún a nadie, y por supuesto no estoy enamorada, es pronto aún ¿no crees?- le sonrió, sabia que si alguien podía convencerla de que era aun pronto, esa era ella, sabia que sus oficiales la temían demasiado y quizás pudiese ganar algo de tiempo.

-Claro hija, tienes razón. Discúlpame -dice tu madre poniendo una de sus manos sobre la tuya-. Bueno, cuéntame ¿Cómo te ha ido en ese tal planeta Tierra? ¿Es un lugar avanzado? ¿Tienen un gran nivel tecnológico?

Siguió comiendo pausadamente, más relajada después de conseguir lo que parecía un poco de paz con los planes de boda de su madre, aunque sabia que no duraría mucho.

-Bueno, no tanta como aquí, hay ordenadores, coches inteligentes, teléfonos móviles.... pero supongo que aquí ya habréis pasado todo eso ¿no?- sonrió al recordar -mi vida en la tierra no era tan mala, desde fuera podía parecer que si, pero a mi me gustaba, tenía mis padres que me querían y mi trabajo- realmente no le gustaba nada su vida, pero después de estos días, se le antojaba tranquila y pacifica, la valoraba más ahora.

-¿Padres? Nosotros somos tus padres, querida, no esos ridículos terrestres. Con el tiempo comprenderás tu importancia en el devenir de las cosas.

La cena termina sin más contratiempos. La verdad es que estaba todo bastante delicioso.

-Mis oficiales te acompañarán a recorrer la nave si lo deseas, hija mía. Descansa. Tenemos mucho de qué hablar mañana. La flota se pondrá en movimiento tan pronto como esté todo listo.