Partida Rol por web

Tadeus comenzó a moverse hacia el exterior, intentaba pisar sin ruido, pero mover aquella gran masa de carne y grasa resultaba un tanto difícil en la oscuridad por la que ahora tenia que desplazarse.

Sudaba terriblemente, los lentes se le habían empañado y las manos que sujetaban con fuerza la improvisada arma, le temblaban de manera incontrolable.

Por favor Dios, ayuda, imploraba mentalmente.

Tadeus avanza por delante y Clarissa lo sigue intentando pasar sin ser notados. Desafortunadamente, los nervios de Tad y su voluminoso cuerpo hacen que su ropa se enganche en la rama de un arbusto y, al soltarse, hace un notorio ruido de hojas. El infectado se voltea hacia él sin demora. Clarissa intenta atacar al hombre con velocidad pero no logra conectar el golpe. 

-¡Puta madre!-susurra la mujer. El infectado de traje se voltea entonces hacia Clarissa y se avalanza sobre ella, pero la artista cae sentada de culo al suelo y el zombie sólo atrapa el suelo. 

En el poco tiempo que llevaba junto a aquella señorita, Tadeus había aprendido a valorar su compañía. Que cierto era eso de que ahora del trabajo en equipo. Que poco podría sobrevivir alguien sin compañeros ante un entorno tan peligroso.

El ver a Clarissa indefensa activo en Tad de renovadas fuerzas puesto que sin dilaciones se lanzo por el infectado al cual ataco con su palo-anti-zombies.

El palazo de Tadeus hace que el infectado pierda un poco el equilibrio, lo que hace que el segundo manotazo del hombre tampoco rinda frutos. No había sido el golpe más efectivo del mundo, pero ya era algo. -¡Bien! -alienta Clarissa. La mujer intenta darle otro golpe al zombi, pero el golpe sólo pasa cerca. -Carajoooo....-comenta Clarissa. 

Por lo pelos, pensó Tad cuando el palazo de Clarissa silbo peligrosamente cerca de su cara de nerd regordeta.

Este infectado era mas duro que los anteriores o quizás fueran ellos quienes finalmente habían perdido la suerte que hasta el momento tuvieran.

Sin tiempo para diatribas ni filosofía barata, el muchacho intento atinarle de nuevo al zombie para tirarlo al piso y luego, con suerte, correr lejos de allí.

El segundo palazo de Tadeus termina por noquear al infectado, quien cae inerte al suelo. Clarissa mira a Tadeus con gratitud y admiración. Finalmente el equipo sale por la entrada del motel y sale a la ruta. El lugar no está completamente oscuro, sino alumbrado por algunas luces de autopista. A pesar de la poca iluminación, pueden ver varias siluetas entrando en el lugar. De acuerdo con lo que recuerda Tad, hay una tienda a unos 500 metros de allí. Es el lugar donde presumiblemente fue el novio de Clarissa en busca de víveres. 

Cerca de allí, el estacionamiento debe tener aún algunos autos. Con algo de suerte, el propio auto de Tad o en el que vino Clarissa deberían estar allí, aunque sería un medio de transporte más rápido pero también más ruidoso. 

-¿A dónde vamos? -pregunta la artista en voz baja.

¡Qué buena pregunta!

Buena…

…y jodidamente…

…complicada.

¿Hacia donde ir?, tener un vehículo seria fabuloso en verdad, poder moverse más rápido, a resguardo de los infectado, pero con mucho ruido, ¿Qué pasaría si se topaban con una gran masa de estos?

Por otro lado, acercarse al supermercado, quizás conseguir muchos víveres, pero expuestos al peligro, aunque con la posibilidad de moverse en silencio.

Si tenían que sopesar riesgos versus beneficios, la mejor opción, aunque no exenta de peligro, era sin dudas el mercado.

Vamos a la tienda, susurra sin mucha convicción en la voz, pero, si pudiéramos hacerlo o sobre los techos o por las alcantarillas sería mejor.

Cualquier cosa que nos permita exponernos lo menos posible al peligro, ¿no le parece?

El equipo busca por el suelo una alcantarilla donde pudieran entrar. La buena noticia es que encuentran una alcantarilla de reja. La mala es que es la cañería es de tamaño pequeño. Técnicamente podrían entrar ambos (de a una persona a la vez) gateando. 

La expresión de inquietud de Clarissa sugiere que no le da mucha confianza, y sus palabras lo confirman: -No me da mucha confianza. Ciertamente no es probable que haya infectados dentro, pero ¿Crees que podamos dirigirnos a la tienda por este medio? - al parecer había comenzado a tutearlo sin darse cuenta. Cosa que suele pasar cuando se destruyen zombies en equipo. Seguramente las cañerías serían más grandes en zonas más residenciales que ese motel en el exterior de la ciudad. 

La verdad es que no, susurro Tadeus sin dejar de mirar hacia todas partes, pero al menos podríamos movernos con seguridad por un tiempo. Me parece que sería lo mejor Clarissa, pero debemos estar de acuerdo los dos.

Había pensando ir por los techos, pero no soy muy ágil como usted habrá visto, quizás haya más opciones, pero, de momento estoy en blanco, concluyó.

Clarissa piensa unos segundos antes de responder -Bueno... bien, vamos a intentarlo. Confío en tu buen juicio, ya me has salvado más de una vez. Pero ve tú primero, no sabría bien cómo conducirme y temo hacer que nos perdamos. 

Entre ambos sacan la reja que cierra el caño de desagüe y examinan el interior con una linterna. El caño parece ser de material y un fino hilo de agua corre por la parte más baja. Correspondiente a lo acordado, Tadeus entra primero, el lugar es pequeño, pero extenso. Tienen lugar para avanzar a gatas y mojarse apenas. Desde el exterior no se notaba, pero una vez dentro hay un olor bastante desagradable. 

-Eugh...-comenta Clarissa al entrar, claramente afectada por el olor. 

A Tadeus arrastrarse por aquella asquerosa alcantarilla tampoco le hacia mucha gracia. Lo del a seguridad, - supuesta -, estaba muy bien pero el tener que mojarse con meadas y heces ajenas no era nada divertido. Pero, ¡a ver!, si con ello podía evitar tener que cruzar su camino con los infectados que pudiera haber dando vueltas por la zona no iba a ponerse a rezongar.

Por ello y con su mejor cara de “puedo soportar esto”, se puso a gatear por el ducto como si fuera un bebe gordo de un gigante de fantasía épico medieval.

Los primeros metros avanzan sin problemas, pero al cabo de unos minutos comienzan a sentir la presión en sus muslos y brazos. En el camino pasan por algunas pequeñas aberturas superiores que no les permitirían el paso para salir. -¿Crees que estemos cerca de la t- ¡AH!-se interrumpe Clarissa con un grito aterrado. Debido al pequeño tamaño de la tubería Tadeus no logra voltearse a ver, pero apenas unos segundos después su linterna ilumina el origen del pánico de la artista. Un grupo de ratas pasan corriendo en la misma dirección que ellos, haciéndole incómodas cosquillas a Tadeus en el cuerpo al pasar. Una de ellas, atrasada, se detiene y olisquea la mano de Tad apoyada en la tubería, como decidiendo si se tratará de una posible comida o no. 

El grito de Clarissa sobresaltó a Tadeus quien sin proponérselo pega un pequeño salto. Aquello no es buena cosa puesto que entonces conjugan el reducido tamaño del ducto y el gran volumen corporal del muchacho quien descubre que la piedra dura que conforma la cañería es mucho mas dura que su pobre cabeza.

 ¡Arggghhhh!, se queja cuando el dolor le muerte la testa, pero antes siquiera de poder tener la oportunidad de frotarse lo que seguro pronto será un interesante chichón, una nueva sensación le invade la totalidad del cuerpo.

Las caricias son bienvenidas en sus tiernas carnes tan desacostumbradas a los mimos o caricias. “Tad” duda, ¿acaso Clarissa ha decidido darle cariño en este momento y lugar?, ¿no habrá notado que al muchacho no le atraen las chicas?, y más importante, ¡que insólito momento es este para los arrumacos!

Mas todas aquellas ideas suyas son solo fantasías, y de ello se percata cuando la luz de la linterna enfoca a una de las causantes de aquellas “caricias” inesperadas.

¡RATAS!

Solo hay una cosa que le da mas asco que las ratas, las cucarachas, y por esto Tadeus grita como Clarissa – pero en un tono mas finito -, mientras intenta espantar al asqueroso bicho peludo.

La rata lanza un chillido de sorpresa y emprende la huida junto con sus compañeras. -¿Es...estás bien? -pregunta Clarissa, agitada también. -Odio las r...rr..ratas. 

La pareja sigue avanzando a gatas por el lugar hasta que encuentran una tapa de rejas sobre sus cabezas. Si bien es algo pesada, puede levantarse para salir. Debido a la dificultad de movimiento, no pueden calcular con certeza cuánto han avanzado por las tuberías. 

-Odio las r...rr..ratas. 
 

!Y las cucarachas!, s-si, estoy bien sigamos, agregó Tadeus volviendo a gatear con prisa.

No mucho tiempo después, tal y como haría un topo, el muchacho asomo con cautela la cabeza por el agujero de la cañería donde estaba resguardado. con los párpados entrecerrados y mientras la vista se le acostumbraba a la luz ambiente, el ingeniero intento ubicar el sitio donde estaban ahora y las mejores opciones para cobijarse de ser necesario.  

Al levantar la tapa, Tadeus no ve a ninguna persona a su alrededor. Ni infectadas ni sanas. Un poco atrás, puede ver el edificio de la tienda de proveeduría donde el novio de Clarissa fue a buscar provisiones. -¿Ves algo?- pregunta Clarissa desde abajo. 

-Si no hay nadie, salgamos un poco, necesito estirar los músculos. 

La idea no era mala, por lo que el par surge desde el suelo a estirar las piernas. Después de aflojar un poco las extremidades, pueden sentir la fatiga del trayecto. La tienda tiene las luces apagadas, pero está iluminado el lugar con las luces de la carretera. Aún se encuentran por lo menos a unos 30 metros del lugar. 

Tad puede ver en los ojos de Clarissa la creciente angustia y preocupación que estaba intentando ocultar. 

Tadeus se sintió incomodo consigo mismo, no sabia como reaccionar a la justa pena de Clarissa. Siempre le pasaba lo mismo, ¿Qué era lo justo decir en un momento de perdida?, ¿ayudaba realmente al que sufría escuchar, al fin de cuentas, tan solo palabras de otro que no sentía en sus propias carnes aquel dolor?, ¿era sincero el acto?.

Por ello, tan solo la abrazo, con delicadeza, sin palabras, esperando que aquel gesto pudiera hablar por el.

Luego de un tiempo y tras separarse de ella, la miro a los ojos aun con ambas manos sobre sus delicados hombros y luego, le susurró.

Es mejor moverse ahora Clarissa, explicó y a continuación intento moverse en silencio hasta el mercado.