Partida Rol por web

Con el dedo señalo a Nero los cortes de aquel hombre, - Mira Nero, tiene todo su cuerpo con extraños cortes, quizás podría tratarse a algún símbolo o seguir algún patrón especifico, ademas de que apenas hay sangre aquí, o se la han llevado o lo mataron en algún otro lugar..., en ese momento Isolda nos advierte de que no estamos solos, instintivamente me pongo en guardia cogiendo mi arma, evalúo la situación intentando ver si hay alguna posibilidad de bordear el lugar para si quien quiera que estuviera vigilando huye bloquearle la escapatoria.

-Estaba por allí -señaló al lugar donde había visto al tipo- con una gabardina y un sombrero de ala ancha. Nos mantenemos en contacto y puede ser buena idea lo de cortarle la retirada -se dio unos toquecitos en el microcomunicador- los demás deberían de llevar el cuerpo para que se le hiciera la autopsia.

Los acólitos tuvieron diversas reacciones al descubrir que habían estado siendo observados, algunos mantuvieron la calma y otros echaron mano a sus armas por seguridad; los arbitradores cercanos también reaccionaron con nerviosismo mirando a su alrededor, sin estar seguros de cómo actuar hasta que Isolda les dio las órdenes. Además, también anunciaron por sus propios comunicadores lo que ocurría al resto de agentes.

Al entrar en el edificio la sororitas ya había perdido de vista a su acechador y, aunque aceleró el paso, al llegar al tejado no encontró nada allí más que la fuerte lluvia repiqueteando contra las paredes del edificio y formando hondos charcos sobre el rococemento. Entre los arbitradores tampoco había sonado ninguna alarma por notar a alguien sospechoso. Era cierto que la lluvia dificultaba la visibilidad, pero aun así había un buen número de arbitradores desplegados y no habría sido tarea fácil evitar ser visto por todos ellos.

-Gianna, vamos a por él- Comentó Nero mientras se ponía en pie y sacaba su revólver. No había duda en su voz, tenía claro que iba a por ese misterioso individuo. Estaba seguro que traía algo entre manos, si no, era imposible que estuviera allí observando tan escondido, y el hecho de huir con aquella rapidez y eficacia, no hablaba demasiado bien de su propósito.

Avisó a Isolda por el comunicador.

-Hermana, nos ponemos en marcha, buscaremos por otra zona la ruta de huida trazando una posible ruta de intercepción, corto- Ya había perseguido a muchos criminales, y aunque era posible que este se escapase, al menos intentaría pillarlo utilizando todos los trucos del oficio que conocía.

Antes de salir, le dijo al oficial del arbites -Empaquen el cuerpo y directo al forense, especial atención en las marcas con forma de patrones- Las últimas palabras las dijo en voz más alta de lo normal, pues ya estaba avanzando para intentar pillar al 'Observador avanzado'. 

Isolda gruñó al ver que el lugar estaba desierto. Sabía que lo iba a perder, pero una parte de ella esperaba haber visto algo del vigilante, verle alejarse por algún lado, saltando a otra azotea o lo que fuera. Frunció el ceño e indicó al arbitres que le acompañaba que buscara con ella algún rastro, intentando saber por donde se había ido.

Con Rapidez nos ponemos en marcha, un segundo podía ser fatal para nuestro propósito de poder interceptar a aquel individuo, mientras nos movemos mantengo el canal abierto con Isolda, - Isolda danos una descripción del sospechoso, intentaremos interceptarlo, nos mantenemos en contacto...

El grupo se dividió rápidamente en dos frentes. Por un lado Isolda, acompañada por los dos arbitradores que había solicitado, continuaba revisando la azotea y los tejados cercanos desde su posición convencida de que aquél tipo no podía haber ido muy lejos. Sin embargo, la lluvia le dificultaba la visión y no parecía que hubiese nada que ver ahí arriba. Sus acompañantes revisaban los alrededores, igual de desconcertados que la sororitas.

Mientras tanto, Nero ordenaba que recogieran el nuevo cuerpo y los enviasen a la base para su examen completo. Junto con Gianna, iniciaron un recorrido al nivel del suelo rodeando el edificio de Isolda, buscando pistas. Al principio no captaron nada, pero el arbitrador ya tenía familiaridad con aquél entorno y especialmente la lluvia ya casi no le molestaba en absoluto para realizar su trabajo. Mientras doblaba la segunda esquina del edificio pegado a un callejón lo vio: Una escalera de emergencia, difícil de ver desde arriba si no sabías donde buscar, desplegada donde debía haber estado recogida.

Sin pensarlo dos veces se adelantó al lugar donde terminaba la escalera, y respondiendo a su pregunta allí estaban un par de huellas de bota claramente marcadas en el suelo embarrado antes de haber podido ser borradas por el intenso aguadero, dirigiéndose a buena velocidad por el callejón. Debía haber bajado hasta el suelo poco antes de que llegasen allí. ¡aún podían alcanzarlo si actuaban con rapidez!

-Lo tengo, sígueme Gianna- Fue lo único que dijo Nero antes de emprender la cacería por aquellos lluviosos parajes de su hogar natal.

Daba igual que el observador conociese todo el entramado de calles de la zona, o que incluso estuviera habituado a ejercer de espía. Todo eso no importaba, ahora mismo Nero era como un perro de caza, y había olido el rastro de su presa, no se detendría ante nada, tenía visualizada la ruta de huida de aquel tipo, y ni siquiera pensó en ser capaz de perderlo o que se escapara por sus propios medios. Era suyo.

-Hermana, seguimos al sospechoso, encontramos huellas justo en la bajada de unas escaleras de emergencia, tenemos el rastro, vamos a por él, se dirige a un callejón, tengan cuidado con posibles emboscadas, yo asumiré el riesgo principal-

El revólver de su mano parecía arder, estaba deseoso de ser usado contra alguien, y la lluvia no calmaba esa sensación. Era como en los antiguos tiempos, los buenos tiempos. Quería ejercer la sancionada violencia en nombre del arbites y del emperador contra los agentes del mal.

Isolda buscaba por todo el lugar intentando obtener algún tipo de rastro que pudiera seguir, pero no encontraba absolutamente nada. Iba a dar un golpe de pura frustración cuando escuchó la voz de Nero.

-Perfecto, que no se os escape. Dime la dirección que tomáis por si tengo que interceptarlo o algo -miró a los arbitres, esperando que ellos pudieran ayudarla a guiarse por ese laberinto de callejones y callejuelas- bajamos de nuevo, tiene que haber una especie de escalera de emergencia que poder usar -instó la sororita.

Intento seguir el ritmo de Nero pero aquel miserable se conocía aquellas calles como la palma de la mano, al girar una esquina lo pierdo de vista aunque sus pasos en el barro lo delatan, sigo con rapidez aquellos pasos aunque esos esos segundos me habían costado el quedarme un poco atrás...

Corriendo a toda velocidad por los callejones Nero pronto logra alcanzar a su presa, que aún está escapando de allí a todo correr, derrapando en el húmedo y embarrado suelo con cada giro que realiza para torcer una esquina. Al notar que está siendo perseguido acelera su huida, con su abrigo largo agitándose al viento y agarrando el sombrero de ala ancha sobre su cabeza una mano para que no saliera volando entre la potente lluvia y la apresurada carrera.

Sin embargo, aunque le hubiera dado alcance, Nero todavía no lo había atrapado. El condenado era muy ágil y se movía sin cesar torciendo entre callejones, de modo que el arbitrador solo lo tenía a la vista por unos segundos antes de que la figura desapareciese de nuevo tras una esquina.

Isolda se apresuró a bajar del edificio lo más rápido posible para tener una oportunidad de seguir a sus compañeros acólitos, aún acompañada por los dos arbitradores que había llevado consigo. Por un momento creyó que les había dado alcance al ver a Gianna, pero solo se trataba de ella. El suelo tan húmedo y resbaladizo hacía que fuese difícil correr sobre él, y la veterana guardia imperial, que no estaba acostumbrada a un terreno tan inestable, había quedado muy rezagada de Nero mientras que el arbitrador había continuado veloz como una pantera tras su presa.

Ambas corrían ahora a la par siguiendo las huellas del arbitrador, que por suerte eran frescas y claras para seguir su rastro, pensando en si llegarían con la suficiente rapidez.

Isolda soltó una ligera maldición cuando se dio cuenta de que no había alcanzado su objetivo, solo a Gianna que se había quedado descolgada como ella. Ahora Nero estaba solo contra ese tipo y puede que estuviera en peligro, no lo sabría.

Al menos las huellas eran frescas.

No dijo nada para apremiar a su compañera porque no hacía falta. Ella, Gianna y los dos arbitres serían los refuerzos de Nero, y solo esperaba que no llegaran demasiado tarde.

Solo me quedaba seguir las huellas de Nero lo mas deprisa posible, no sabia si Nero había cazado a su objetivo y lo peligroso que podría ser, solo esperaba que su torpeza no lo hubiera puesto en peligro...al poco Isolda y sus dos acompañantes aparecieron por el lateral del edificio, - rápido Isolda, podemos seguir a Nero, sus huellas son recientes, corramos...

Por fin lo vio, estaba al alcance de su mano, pero si no hacía algo, era posible que se le escapara definitivamente. No, no iba a ser de aquella manera, mejor herido o muerto que libre.

-¡Alto al Arbites de Sinophia!- Le gritó a puro grito mientras seguía detrás de el misterioso corredor.

-¡He dicho que se pare, último aviso!- Pero continuaba corriendo. 

Nero no se lo pensó más veces. Alzó su revólver desenfundado y apretó el gatillo a la carrera, intentando no dañarlo. No al menos demasiado. El disparo del revólver retumbó en aquel callejón debido a la potente carga de pólvora que llevaban las balas de dicho arma. Esperaba que sus compañeras lo escuchasen con claridad.

-¡El próximo irá a matar!-

La persecución se acelera después de incorporar a Gianna al grupo de Isolda y los arbitradores, callejeando a través de los sinuosos recorridos que formaban los edificios del distrito, extremadamente apiñados y de caminos estrechos. Por un momento los perseguidores se detuvieron dudosos de donde seguir en una intersección, debido a varias marcas confusas en el suelo, pero en ese momento se escuchó la detonación reconocible que acompañaba al disparo de un arma de fuego.

Ya no había dudas de qué dirección se escuchaba ese ruido, y prosiguieron sin perder un instante, ambas mujeres y arbitradores preocupados por la causa del disparo.

El arbitrador actúa con rapidez, y en cuanto tiene la oportunidad dispara hacia la esquina donde el huidizo hombre está a punto de torcer su camino. El disparo golpea con certeza en el borde mismo del edificio, levantando unas esquirlas de rococemento que sorprenden al hombre y le hacen dar un salto atrás, perdiendo así la distancia de ventaja que tenía.

Mientras Nero estaba a punto de alcanzarlo, el hombre esperaba junto a su sombrero que había caído al suelo, ya con las manos en alto y, curiosamente, una expresión de enfado que no parecía la simple rabia de los criminales comunes al ser atrapados - ¡Por el sudoroso sobaco del Emperador, ¿está usted loco?! - recriminó el hombre aún con las manos en alto en señal de rendición e indefensión. En aquellos pocos segundos con el rostro al descubierto, su cara poblada por una corta barba rasurada y su pelo cano se habían humedecido, dando al hombre el aspecto enfurruñado de un gato mojado. La ausencia de su ojo izquierdo tampoco ayudaba a que su expresión fuera más amistosa.

Habían corrido como locas y ese batiburrillo de pisadas era un caos. Intentó dilucidar si seguían siendo dos o Nero había caído en una emboscada y ahora había más enemigos, porque toda esa situación le parecía extraña a la sororita. 

-Mierda -dijo Isolda al escuchar los disparos. Desenfundó ambas pistolas, el láser de duelo y la pistola bolter sacristana e indicó con un gesto a los arbitres que hicieran lo mismo- Asegurad el disparo o no lo hagáis. Lo quiero vivo -ordenó la mujer antes de ponerse en marcha y dirigirse hacia el origen de los disparos.

Nero avanzó unos metros, encañonando al hombre misterioso, el láser de su revólver apuntaba a su cabeza, un movimiento en falso y dispararía a matar, eso quedaba claro tanto por su expresión como por su actitud.

-¡De rodillas! ¡De rodillas!- Le gritó con potencia.

-De rodillas, y dese la vuelta muy lentamente- Nero no iba a aflojar hasta que sus compañeras llegasen, no le importaba matar a aquel tipo si era necesario durante la espera.

-Por la autoridad conferida por los sagrados ordos del Emperador, está usted bajo mi custodia, a partir de este momento, cualquier tipo de fuga o resistencia, se considerará un crimen capital castigado con la muerte-  Cambiar ordos por arbites había sido una buena elección a su parecer, ahora solo faltaba avisar al resto.

Apuntando con una mano, se llevó la otra al comunicador.

-Hermana, Gianna, lo tengo, callejón sur-suroeste, su código numérico es el 14H27- Dijo lo suficientemente bajo como para que la lluvia amortiguase sus palabras ante el supuesto espía.

Luego volvió a agarrar el revólver con las dos manos y apoyó el cuerpo en una de las paredes del callejón, así al menos no ofrecía tanta línea de tiro ante una posible emboscada.

-Joder, daros prisa- Pensó agitado, aquello que había hecho era una locura, una persecución sin apoyo por unos estrechos callejones. Podía estar muerto a estas alturas perfectamente. Nero lo sabía, el tipo seguramente también lo sabía, y probablemente sus compañeras también. Tan solo hacía falta ver quien llegaba antes, si los malos o los buenos.

-Último aviso, de rodillas y dese la vuelta muy despacio- Sentenció.

En mitad de la carrera, un ruido se escucha a través de los comunicadores de Gianna e Isolda.

-Hermana, Gianna, lo tengo, callejón sur-suroeste, su código numérico es el 14H27- informa la voz amortiguada de Nero