Partida Rol por web

-Aunque no sea algo que me guste, portaré yo todos los cristales hasta que podamos entregárselos a nuestro Inquisidor - había dicho Isolda.

Sin duda era la persona más adecuada para llevarlos. Si alguien podía aguantar el influjo malévolo de éstos, era ella, sin embargo...

- Vuestro ofrecimiento os honra Isolda, sin embargo, quizás no sea lo más prudente dejar todos los cristales en un mismo lugar, al menos uno debería separarse (al menos para que el espejo no pueda completarse), hasta que puedan ser... guardados (lo prudente sería destruirlos (pero entonces no podrían ser estudiados (ya hemos visto que peligros lleva estudiarlos)... o destruidos.

Aunque Claudius no sabía qué hacer con dicho fragmento restante. Le hubiera gustado estudiarlo él mismo, pero a pesar de su curiosidad, hasta a él le daba miedo el demonio que habían hecho ¿huir? con mucho esfuerzo y suerte (y algo de magia divina de Isolda).

- Estoy con el señor Vipus, sería mejor mantener los trozos separados. - asintió Nero, tratando de que su voz sonara neutral, o más bien, serena. Dicho esto, no vio razones para entretenerse en nada más, y tras recoger lo encontrado*, siguió a Gigi arma en mano, dispuesto a resarcirse por los eternos momentos de duda y miedo que había sentido con aquel ser demoníaco. 

Tras pensar en una estrategia y lo que harían para proteger los cristales, los acólitos se prepararon mentalmente para lo que les esperaba en el piso superior. Algunos imaginaban trampas, o alguna última jugarreta de Skarmen, pero nada más lejos de lo que de verdad les esperaba.

La sala oculta en la cúspide misma de la torre era muy similar en dimensiones al despacho de Skarmen, solo que la sala estaba totalmente vacía salvo por dos objetos en su centro. Dos espejos de cuerpo entero enfrentados, fijos en su posición, apenas separados por un par de metros y ambos contenidos dentro de un círculo dibujado en el suelo con multitud de símbolos esotéricos.

El espejo que estaba a la vista de los acólitos estaba completamente roto, ahí vieron que Skarmen había tratado de repararlo con los fragmentos de cristales que había arrebatado a sus víctimas, aunque quedaban un par de huecos por rellenar, de los fragmentos que los acólitos aún tenían en su poder, y las grietas aún permanecían entre los fragmentos reparados. Era entre estas grietas por donde supuraba aquella sustancia negruzca que había formado la sombra del demonio, aunque ahora retrocedía forzosamente al interior del cristal mientras los acólitos lo observaban.

— Parece que los molestos humanos han salido victoriosos. ¿o tal vez no? — La voz se originaba en el centro de la sala, aunque parecía provenir de mucho más lejos, como si hablasen a través de un grueso muro o una gran distancia. Cuando los acólitos se adentraron en la sala finalmente pudieron ver el reflejo del segundo espejo, que estaba intacto: un demonio, tal y como los describen las leyendas oscuras del Imperio. Su rostro y su contorno no estaban claros ni bien definidos (lo que seguramente era una suerte, pues solo su figura ya era horrenda y antinatural) pero en cuanto estuvieron en una posición desde donde podían verlo, el demonio les devolvió una sonrisa burlona; a pesar de todo, los acólitos notaron que aquel miedo indescriptible que habían sentido en el piso inferior, contra su sombra, no era ahora más que un leve escalofrío o un reflejo de repulsión por su aspecto. Como habían sospechado por la descripción de Lo-Tan mucho antes, aquél espejo parecía actuar como una efectiva prisión para aquél ser y les protegía de su influencia; de hecho, con sus leves movimientos, la sombra de algo que parecía una cadena se movía con él, y en sus brazos (si es que eso es lo que eran) aparecían unos grilletes de hierro negro.

— Los molestos humanos no han ganado, nada. — repitió de nuevo el demonio, clavando en los presentes sus numerosos ojos, extrañamente distribuidos. — Ellos no pueden destruirme como tampoco pueden fortalecer mis ataduras, solo el viajero puede hacerlo. Y si mi prisión no cede, el mundo lo hará primero y entonces seré libre, ya está todo previsto. — el demonio alzó una mano, y a su señal un relámpago brilló dentro del espejo al mismo tiempo que otro relámpago idéntico tronó justo encima de la torre. — Es solo cuestión de tiempo; es inevitable. Sus mentes y sus corazones ya lo han respirado por demasiado tiempo. El hedor de la desesperación. —

— Pero yo sé lo que los humanos buscan, les he visto hurgar en los conocimientos secretos y la recuerdos antiguos, puedo oler el rastro de sangre del viajero que persiguen entrelazada con sus destinos; su regreso está cerca... y las estrellas de este y el otro lado llorarán sangre por ello. —

— El tiempo se agota y a los obstinados humanos, en recompensa por su determinación les ofrezco un trato. Les ofrezco recuperar lo que este mundo ha perdido: su espíritu sosegado, su cielo estrellado y su buena fortuna; también les ofrezco la información que buscan. A cambio, ellos aceptarán completar el espejo roto, la puerta para escapar totalmente de mi yugo, y yo honraré el acuerdo abandonando este lugar sin derramar sangre ni causar daño alguno. Pues mi deseo de liberarme es mayor que mi deseo de venganza. —

Entonces el demonio se quedó en silencio, observando y esperando una respuesta por parte de los acólitos.

Claudius había buscado el conocimiento toda su vida. Más que el poder (con el que había nacido) o las riquezas (con las que también había nacido) o la independencia para sus actos (con la que (Inquisición aparte) aún contaba). El conocimiento que contenía un ser como aquel era descabellado, la posiblidad de estudiarlo, incomparable. Sin embargo, ni siquiera Claudius era tan ansioso como para aceptar un trato como aquel.

En su mente, el cálculo apenas era complejo. Contemplar un fragmento del espejo dañaba irreparablemente la conciencia de sus poseedores, y la obsesión por completar el espejo había llevado a la condena a Skarmen más allá de toda locura y había permitido al demonio (dudaba que Skarmen fuera un psíquico y mucho menos de tal poder) gobernar las mentes de gran parte de los ciudadanos de aquella colmena.

Su poder corruptor no podía estar más claro, bastaba con pensar en los arbites de piel acartonada y mentes muertas o los cadáveres andantes terriblemente mutados. ¿Qué no podría hacer el demonio una vez libre? ¿Qué le impediría destruir a aquel que lo liberara o torturarlo durante años?

Claudius no sabía qué hacer con el espejo completo en el que estaba encadenado el demonio, pero sí sabía que hacer con el que estaba incompleto, lo golpeó con la culata del rifle haciendo que los fragmentos empezaran a caer al suelo (tocarlos no era un problema, lo habían hecho antes). 

- Me temo hermana, que tendreís que cargar con esos fragmentos (y unos cuantos más) durante un tiempo al menos - Todos lo haremos - pensó para sí. En cuanto hubiera separado todos los fragmentos del marco los repartiría, a puñados, entre todos los acólitos para mantenerlos separados, al menos hasta que pudieran llevar algunos al Tricorne (Claudius ya había dispuesto qué hacer con, al menos, una parte de ellos. Acabarían en un torpedo en la estrella más cercana en su viaje de vuelta a casa (o mejor, dos estrellas, dos torpedos), para mantenerlos lo más separados posibles.

Por lo que a él correspondía, daba con aquella investigación por concluida, su area de estudio se centraría, al menos de momento, en otro misterio de la humanidad. No obstante, conservaría sus notas, los libres y su casi eidética memoria. Conversar con el demonio no aportaría nada bueno y sin duda lo que estaba haciendo lo enfadaría hasta lo indecible, pero total, éste ya llevaba intentando matarles desde que pusieron un pie en el (maldito) planeta.

Gianna sintió las palabras del demonio en su cabeza, a cambio de su libertad el demonio le ofrecía algo más de lo que había ofrecido en público, que ya era mucho. Le ofrecía carisma sobre los otros y control sobre sus miedos, mucho más del que podría lograr en años de carrera y solo había que liberarlo.

En esos pensamientos estaba cuando Vipus tomo la decisión por ella y de un golpe de la culata de su arma destrozó el cristal que el demonio quería que repararan. Gianna agradeció que hubieran tomado esa decisión por ella, era lo mejor que podían hacer pues todos en la inquisición sabían que la palabra de un demonio era papel mojado y en cuanto estuviera libre de sus cadenas no cumpliría sus promesas.

Isolda se había quedado quieta mirando a ese ser demoniaco y con los puños completamente apretados. Estaba en esas, valorando si lo que decía el demonio podría ser verdad ya que ella sabía que si uno de esos seres daba su palabra estaba obligado a cumplirla, aunque también haría lo indecible para saltarse el trato sin romper su palabra, así eran esos seres del empíreo.

Cuando Vipus rompió el espejo, Isolda despertó.

La tentación había sido enorme. Llevaba quejándose mucho tiempo y rumiando el que mucha gente se aprovechara del poder para beneficio propio, desde nobles hasta altos cargos de la eclesiarquía; pero ella estaba sopesando usar esos poderes profanos para salvar un mundo entero.

En ese momento se sentía sucia por haber dudado durante un momento; pero la tentación había sido enorme. Esa carga tendría que caer sobre Khan y los nobles que gobernaban ese mundo, y si eran un poco listos dejarían el orgullo a un lado y harían lo posible para estar de buenas con el mundo capital de ese sistema.

-Los llevaré hasta el Inquisidor y que ellos lo guarden, aunque deberíamos de esconder nosotros al menos uno para asegurarnos de que nunca se vuelve a completar ese espejo.

Cuando todo eso terminara, tendría que hacer una penitencia de las grandes.

El piso superior parecía un escenario de pesadilla, con dos espejos enfrentados y la esencia del demonio representada en uno de ellos. Se dirigió a ellos, habló con ellos; todos percibieron su fuera, su sagacidad, su malignidad intrínseca. ¡Les proponía un trato! Poco conocía a los acólitos... Pero Arcturus no pudo contenerse al oír mencionar al "viajero".

-¿Y a qué espera ese viajero para venir a liberarte, ser inmundo? ¿En qué agujero se oculta? ¿Tan pobre es tu poder, o tan grande el suyo?

En ese momento Claudius terminó de reventar el segundo espejo, el que Skarmen había tratado de reconstruir. El chirriante sonido fue música para los oídos del tecnosacerdote. Sólo se preguntaba qué harían con el primer espejo... ¿Destruirlo también?

— ¡¡No, detente!! — había gritado el demonio cuando Claudius avanzó con paso firme hacia el espejo casi reparado. Los golpes de su arma no causaron daños a la estructura del espejo o a los cristales, pero con cada golpe, un nuevo fragmento caía del marco y la cadena que rodeaba al demonio en el otro espejo vibraba aumentando su tensión, tirando cada vez más de su figura reflejada. Tras solo unos pocos golpes, el demonio ya se debatía con todas sus fuerzas por no ser arrastrado hacia las profundas inmensidades del cristal.

— Os habéis sentenciado. Perseguiré a vuestra prole por cada rincón de la realidad y la exterminaré personalmente aunque tarde diez mil años... si es que él no lo hace primero. — y con aquella vana amenaza la figura del demonio finalmente desapareció, incapaz de resistirse más a las cadenas que lo apresaban una vez todos los fragmentos abandonaron el marco del espejo roto.

La desaparición del demonio afectó a los acólitos de forma revitalizante, como si varias preocupaciones de las que ni siquiera eran del todo conscientes hubieran abandonado sus mentes; incluso el clima pareció relajarse un poco; los truenos comenzaron a sonar más leves y los vientos huracanados casi cesaron, aunque las permanentes nubes tormentosas que cubrían el continente permanecieron donde estaban.

Al descender de la torre la situación había mejorado, lo que no quería decir que fuese especialmente buena. La batalla entre arbitradores y agentes de la ley había dejado muchas bajas. Los arbitradores se habían rendido, aunque muchos de ellos tenían un aire ausente y no podían describir muy bien lo que había ocurrido. Khan estaba apartado cerca de una nave, estaba prácticamente ileso salvo por un vendaje en el brazo y una pequeña quemadura en la sien, pero su aspecto no era el de un hombre sano, estaba lívido; sus tropas especiales que tanto le había costado reunir y reformar habían sufrido un duro golpe a manos de los arbitradores que habían luchado (casi literalmente) como poseídos. Las flamantes fuerzas que lideraba con orgullo habían perdido casi un cuarto de sus efectivos totales en una sola noche. Costó algo de esfuerzo que Khan se recobrase. Finalmente, Entre los acólitos y Khan llegaron a la conclusión de que se llevarían a los arbitradores como prisioneros a la espera de un juicio y Los propios acólitos serían realojados en el distrito principal.

Los días siguientes estuvieron repletos de actividad. Los ciudadanos de a pie también parecían haber salido de una especie de trance, al igual que los arbitradores; habían organizado algunos tumultos, pero por suerte nada que no pudiera ser reparado. Toda la estructura de poder tuvo que reorganizarse, aunque en su mayor parte permaneció prácticamente como estaba: Cal Sur'Maywroth fue nombrado nuevo Juez Magistrado por unanimidad al ser el miembro vivo más anciano del Quorum (al menos hasta que instancias más altas del Imperio escojan a un nuevo gobernante planetario definitivo), los arbitradores supervivientes de la torre de Haarlock terminaron siendo puestos en libertad, culpando de todo lo sucedido al fallecido Skarmen, en ninguna versión oficial se contó el numero real de bajas o la traición del Mariscal, en su lugar se construyó una historia ficticia para las noticias locales en la que se atribuía a Skarmen un brote de locura durante el cual había asesinado a Constantine y que había provocado el desgobierno de los arbitradores. Los pocos arbitradores que se habían librado de la influencia de Skarmen fueron reclamados desde la ciudad vecina de Karib, de entre ellos se asignó al almirante de más alto rango para liderar a los miembros restantes del adeptus, pero su numero ya ni se acercaba al centenar. Ante la súbita reducción de las fuerzas armadas del mundo, a Khan se le terminó nombrando Gran General de todos los ejércitos de Sinophia; a primera vista este rango se suponía que le daba autoridad sobre el Adeptus Arbites y las FDP, pero encontrándose estos casi agotados, en la práctica, solo implicaba que sus tropas tendrían que cumplir como pudieran con las labores de estas dos instituciones; se había hecho un llamamiento pidiendo apoyo al mando militar del subsector, pero por de momento no habían recibido ninguna respuesta.

Las cosas también se habían calmado con la facción de Resaca y sus hombres de los bajos fondos, que se pusieron en contacto con los acólitos en cuando algunas noticias llegaron hasta sus oídos. Los tumultos en las zonas pobres habían sido muy graves, pero los habían solucionado a su propia manera, al menos uno de los reyes andrajosos había muerto y sido sustituido por algún otro aspirante a señor del crimen local. Faltos de recursos y sabiendo por fin que los asesinatos habían terminado, no estaban en condiciones de organizar más hostilidades contra las fuerzas de Khan, lo que aseguraba que habría una tregua, al menos por el momento.

Había pasado una semana desde que terminó el incidente en la torre de Haarlock, habían enviado mensajes a su inquisidor y los acólitos estaban a la espera de que un transporte acudiera a recogerles, pero también iban a disfrutar de un poco de gloria personal. Aquél día, los miembros del Quorum les habían invitado a una reunión y una celebración en honor de los acólitos.

Click-click-click-click-click.... 

Nero metía una bala tras otra en el cargador de su arma mientras entraba a la habitación con los dos espejos, mirando con suma atención hacia los mismos. 

Tragó saliva en una garganta reseca que casi le impedía articular palabra, y se quedó quieto con los ojos fijos en el demonio en cuanto lo tuvo a la vista. 

Con un golpe seco, metió el cargador recién llenado en el arma y la amartilló.

Claclack! 

Por su frente caían gotas de sudor mientras reflexionaba en las palabras del Demonio. Su mundo llevaba mucho tiempo sufriendo mil plagas diferentes, y resulta que era aquel malnacido. 

Click-click-click-click-click

Sus manos habían sacado de nuevo el cargador y lo habían vaciado, volviendo inmediatamente a rellenarlo mecánicamente, para volver a acabar con un golpe seco. 

Claclack! 

Él mismo siempre había sufrido una dolencia física que le impedía estar al cien por cien, y como él, cientos y cientos de personas, una especie de enfermedad que había aparecido de repente y se había extendido como la pólvora. Sabía que desaparecería si aceptaba. 

Click-click-click-click-click

De nuevo, estaba rellenando a toda velocidad el cargador. 

Claclack! 

No tuvo tiempo de opinar, o quizás había dudado demasiado, debatiéndose entre el deseo y el deber, entre el corazón y la lógica, pero el grito del demonio lo sacó de su inmovilidad, lanzándose hacia adelante en dirección a Claudius. Alzó la mano y lo cogió del hombro. - Bien hecho. - le dijo, tras unos segundos de pausa que se le hicieron eternos. Dió toda la impresión de que le había costado mucho obligar a dichas palabras a abandonar su boca. 

Observó con atención como el viejo noble recogía y repartía los cristales, guardando los suyos cuando se los dieron. 

Click-click-click-click-click.... 

La destrucción y posterior desaparición del demonio fue liberador para Nero, que redujo considerablemente la velocidad de su compulsión (pero no la detuvo durante varias horas más), y observó al resto de acólitos como si los viera con claridad otra vez. Su lenguaje corporal decía contundentemente que de repente se sentía avergonzado, permaneciendo en silencio y dispuesto a realizar cualquier tarea que se propusiera, sobretodo por parte de Isolda o Claudius. 

Los días fueron pasando y poco a poco se fueron recuperando de las heridas, tanto físicas como mentales, y saber que su mundo aún podía tener un futuro fue reconstituyente para la natural perseverancia del Arbitrador, que se recuperó ante sus compañeros a ojos vista, como si hubiera mejorado visiblemente tanto física como mentalmente. Felicitó a Khan por el trabajo efectuado y asistió en la que pudo. 

- Hay mucho que hacer aún aquí,  pero por fin parece que este mundo puede seguir siendo de utilidad al Dios Emperador. Hemos alejado la inmuda presencia del Demonio, causante de todos los males de éste lugar, y ahora podemos seguir adelante. Tenemos que informar al Inquisidor. - 

Sólo quedaba esperar el transporte e ir a la ceremonia. 

Isolda se preguntaba qué clase de demonio era el que estaba atrapado en ese espejo por la influencia que desapareció con él, una de la que parecía que nadie se había llegado a dar cuenta. Contó con cierta pena las balas de bolter que quedaban y se prometió hacerse con unas cuantas para la siguiente misión, pues sabía que no tardarían demasiado en asignarlos de nuevo.

Al salir y ver a Khan en ese estado no pudo evitar sentir cierta pena por él. Sí, era un engreído, orgulloso y soberbio oficial; pero si hubiera cumplido con su amenaza de destruir la torre Haarlok todo se habría acabado de una forma mucho más efectiva. Espejo destruido, demonio expulsado y Skarmen muerto.

Le debía una disculpa por haber sido tan dura con él, pero sería en otro momento.

Durante los siguientes días se limitó a hacer sus rezos y penitencias diarias en una rutina que una parte de ella echaba de menos, en la que su vida era algo más simple y en la que todo era luz u oscuridad, sin embargo ahora vivía en una escala de grises que no llegaba a comprender del todo y que la hacían dudar de muchas cosas que daba por sentadas.

-Aún habrá que ver qué ocurre con este mundo, si todo era culpa de la influencia demoniaca o era algo intrínseco en la forma de ser de la gente de ese planeta. Solo el tiempo lo dirá, pero ahora el destino está en sus manos. Pero yo sigo teniendo la duda, ¿de donde provino la señal desde este planeta que captamos en nuestra anterior misión? -habían pasado tantas cosas desde que fueron capturados y despojados de sus armas que la sororita tenía poco claro algunas cosas.

Verdaderamente Claudius había obedecido a la lógica cuando había golpeado el cristal, por muy impulsivo y súbito que hubiera parecido el gesto. El alivió el efecto de sus golpes en el espejo roto (no habría sabido qué hacer con el otro espejo si el demonio no hubiera desaparecido en su interior), como alivio resultó que sus compañeros acólitos, los veteranos del grupo le hubieran felicitado (cada cual a su manera (Nero parecía especialmente turbado)) por su acción. Ahora cada uno de ellos tenía algunos cristales, pero, al menos de momento estaban separados y era dificil que ninguno de ellos cayeran bajo su influencia tras haber visto a la totalidad del demonio de primera mano y no sólo las seductoras imágenes que reflejaba cada fragmento.

La promesa del demonio de perseguir a su prole le hizo gracia incluso. No tenía descendencia alguna (lástima para la casa Vipus) y su familia más cercana era su odiado hermano.

Los siguientes días habían resultado de imparable, duro y sano trabajo. Claudius, con su formación legal y cortesana había participado (envuelto en la toga de autoridad de la inquisición) en el restablecimiento del gobierno y de las funciones administrativas. Khan había resultado sorprendentemente útil y los miembros del gobierno en ciernes (incluso el orgulloso margrave Cal Sur'Maywroth) sorprendemente dóciles (sobre todo cuando se ofreció a levantar el bloqueo legal impuesto (el cincinno legis planetia). Tras días de trabajo, de prometer favores, amenazar con los más terribles e imaginativos castigos inquisitoriales, todo parecía empezar a funcionar. Incluso los barrios bajos estaban tranquilos (más despoblados también) y uno de los reyes estaba muerto (lástima no saber cual, lástima que no fueran los otros dos también).

Incluso el clima había mejorado discretamente, la influencia del demonio se hacía notar menos (ahora tenía pruebas, aquel planeta estaba, literalmente, maldito).

Del grupo de Arkadia, Lo-Tan y compañía no habían vuelto a tener noticias. Se habían desvanecido del planeta tal y como habían llegado (más dado el bajo tránsito trasplanetario de aquella roca).

- Hermana Isolda, me temo que todo tenga algo que ver. La influencia del demonio del espejo es sin duda notable, incluso ahora; aunque confío en que lo será sólo levemente. Creo que la presencia del demonio se remonta a la llegada de los Haarlock y el declive del planeta fue muy posterior, quizás esta gente goce de unos siglos de paz (hasta que las cadenas del demonio vuelvan a debilitarse (algo que no pasará si los fragmentos de cristal acaban donde yo pretendo).

- La actitud de esta gente, orgullosa, cabezota y con pretensiones por encima de lo que la capital del sector les ofrece (o de lo que actualmente merecen) también tiene que ver. Aunque he hablado con el concilio en varias ocasiones estos días y creo haberles hecho entender parte del problema, si Sur'Maywroth y su camarilla modifican su actitud tradicional (algo que no es imposible tras la catástrofe que acaban de vivir) la situación es fácil que mejore y el tráfico de personal y recursos saquen al planeta de su aislacionismo (y su orgullosa pobreza).

- Respecto al origen de la señal, me temo que no tengo una respuesta. Las negociaciones no han dejado tiempo a la investigación (aunque he saqueado todo lo posible la biblioteca del Quorum sobre el material Haarlock para leer más adelante). Quizás nuestro compañero Arcturus pueda decirnos más.

Arcturus respiró largamente cuando el gran enemigo se desvaneció. Alivio, cansancio y satisfacción se agolparon de pronto sobre él, todo a la vez. Solo quería tumbarse a descansar, confío a los otros con una risa cavernosa, cascada.

Y así fue, el tecnosacerdote pasó los siguientes días casi en letargo, recuperándose definitivamente de sus heridas.

Pero no estaba del todo contento. Rumiaba cuál sería el papel de los Haarlock en todo aquello. Su verdadera misión allí, les recordaba a los otros. 

Sí, quedaba descifrar aquel asunto de las coordenadas, de la señal.*

Tras desacerse del demonio había muchas tareas de las que ocuparse antes de salir del planeta. Dada su formación militar Gianna ayudó en lo que pudo a Khan a organizar las diezmadas fuerzas del planeta.

Seguían los pasos de los Haarlock pero, por desgracia, aún estaban lejos de encontrar un patrón más allá de las desgracias que ocurrían allí donde habían establecido bases de importancia. Intuía que el siguiente mundo que tendrían que visitar estaba grabado en esas coordenadas que habían visto, aunque descifrarlas era algo que estaba fuera de su alcance.

Una resueltos sus deberes más urgentes para detener al demonio, los acólitos dispusieron de más tiempo para dedicar a la otra investigación que les había traído hasta allí, el asunto de los planetas relacionados con los Haarlock y la misteriosa señal de comunicaciones.

El primer lugar más evidente donde buscar era la propia torre de Haarlock, pero aunque los acólitos volvieron más adelante, aparte de los aparatos con que los arbitradores habían equipado la torre, no lograron encontrar nada que se pareciera a un dispositivo de comunicaciones, tan solo cables y cables que se introducían en la corteza del planeta, más allá de cualquier mapa o plano hasta que se volvían imposibles de seguir. Parecía que el lugar realmente había sido saqueado a conciencia por los lugareños después de la desaparición del linaje de comerciantes independientes; e incluso era posible que ya hubiera sido vaciado antes de aquello.

Las coordenadas y las fechas descifradas por Arcturus también eran prometedoras, pero necesitarían mucho tiempo para verificar toda la información, un cogitador con un espíritu máquina mucho más poderoso y una bóveda de datos más amplia de cualquiera de la que podía disponer Arcturus en Sinophia para resolver aquél galimatías. Los acólitos casi habían perdido la esperanza de hallar más información... hasta que llegaron a la corte mecánica. En aquella ocasión, su entrada fue mucho más agradable que la primera vez que acudieron allí, en mitad del asalto de los cadáveres de Skarmen, aquella vez unos alados querubines broncíneos recogieron sus capas y abrigos y les acompañaron desde el pasillo de entrada como pequeños y rechonchos emisarios voladores de su llegada. Fue allí donde los instrumentos de Arcturus devolvieron una señal inesperada: el tecnosacerdote había preparado varios aparatos para emitir una señal en la misma frecuencia que el misterioso mensaje de Quaddis y detectar si había una respuesta, y ahora la había encontrado; cuanto más se adentraban en la cúpula repleta de engranajes de la corte mecánica, más nítida era la respuesta.

Unos sudores fríos que hacía mucho que no sentía volvieron a recorrer la escasa piel de Arcturus, él mismo e Isolda ya se habían fijado antes en las similitudes entre la construcción del reloj mecánico de Quaddis, pero la urgencia del momento les había hecho pasarlo por alto, y ahora tenían una prueba firme que los relacionaba.

La ceremonia que les esperaba a los acólitos, aunque privada, se retrasó hasta el final del día ante la temerosa indignación de los miembros del Quorum. Preguntasen a quien preguntasen, la Corte Mecánica era, en sus palabras "un exquisito palacio, obra de la fundadora de Sinophia, Teresa Sinos". Claudius había compartido muchos de los últimos días en compañía de Eupheme Tassel, la guardiana de los pergaminos y todos los registros oficiales del planeta, a la que habían salvado de la muerte a manos de aquellos cadáveres andantes, y la hizo llamar para echar un poco de luz sobre aquél asunto. La mujer, visiblemente excitada por aquél descubrimiento, confirmó sus sospechas cuando extrajo un antiquísimo documento que bien podría haber sido un fragmento de los últimos registros en vida de Teresa Sinos; en el documento dejaba a entender que Solomon Haarlock y ella misma se habían disputado el planeta en varias ocasiones, Haarlock nunca cejando en el empeño de reclamarlo para sí mismo a pesar de que ella había sido la primera colonizadora y su fundadora legítima. Tras décadas de amarga enemistad, llegaron a un entendimiento; Teresa tendría todos los derechos sobre el planeta, sus colonias y sus beneficios, mientras que Haarlock solo pidió a cambio crear un par de emplazamientos privados para él y los suyos, incluso pondría sus propios medios para reparar, mejorar y acelerar la construcción de los primeros asentamientos.

Así fue como se construyeron la Insensatez de Haarlock y la Corte Mecánica, conectadas por un sinfin de cables bajo tierra, siendo la primera ignorada y evitada por los lugareños considerándola embrujada (irónicamente, algo no muy diferente de la realidad), mientras que el segundo se convirtió poco a poco en el centro de la capital, a medida que la población y los propios emplazamientos humanos aumentaban en tamaño y se definían así los distritos de Sinophia Magna.

Requirió varias horas de indagar, preguntar, y recorrer los laberínticos caminos olvidados en aquella gigantesca estructura siguiendo la señan de los dispositivos de Arcturus hasta que, ayudados por múltiples guardias equipados con dispositivos auspex, lo encontraron: el corazón de la corte mecánica. No tenía nada que ver con la sala de reuniones del Quorum, ni mucho menos; los nobles locales solo habían adaptado espacios vacíos de la edificación para sus propios propósitos. En el interior de aquél edificio, sin embargo, donde convergían todos los túneles, cables y tuberías, había una polvorienta y antiquísima sala de control cubierta de polvo, pero que bullía con actividad. La energía que lo alimentaba estaba a plena potencia, y los engranajes giraban sin cesar en complejas formas a su alrededor, todo aquello para albergar un gigantesco cogitador en su interior.

El espíritu máquina de aquella sala era perezoso y reticente, fue complicado conectar con él, pero finalmente Arcturus logró activarlo a regañadientes. Por desgracia, el cogitador no contenía información sobre los Haarlock, todas las preguntas que intentó Arcturus fueron respondidas de la misma manera "Introduzca la ruta...  Introduzca la ruta...". Movido por un presentimiento, Arcturus introdujo el contenido del mensaje que aparentemente se había enviado a aquél lugar, aquél del que solo había logrado extraer un sinfín de fechas y coordenadas relacionadas, y del que solo tenía esperanza de comprender su significado tras una exhaustiva y agotadora investigación en las dependencias inquisitoriales que tal vez llevaría semanas o meses:

El cogitador parpadeó al recibir la información: 5, 10, 15 segundos pasaron sin ninguna respuesta. Cuando el tecnosacerdote comenzaba a creer que el cogitador se había puesto a sí mismo a dormir de nuevo, la pantalla se iluminó en una tormenta de luces y una grabación holográfica se activó en la sala mostrando la figura entrecortada de un mundo flotando ante los ojos de los acólitos. La pantalla del cogitador rezaba:

Destino: [Mara]
Instalaciones del Teseracto Ciego: [Activas]
Último acceso hace: [208 años]

Aunque aquél emplazamiento merecía una investigación más detallada, los acólitos al fin habían descubierto una pieza de información importante que llevar a su inquisidor, algo que sin duda habría merecido la pena el esfuerzo. Por fin, tras un arduo día de complicaciones inesperadas, los acólitos permitieron que se celebrase aquella ceremonia que habían planeado los nobles del Quorum.

Sus miembros estaban ahora bastante disgustados, pero los acontecimientos recientes y su buen juicio les obligaron a mantener la compostura y una máscara de cordialidad ante aquella inconveniencia. El nuevo Juez Magistrado, Cal Sur'Maywroth, entonó un breve discurso alabando la labor de los acólitos y destacando sus muchas virtudes por las cuales habían evitado que un terrible mal se liberase en Sinophia Magna, por todo aquello, les recompensaron con lo que llamaron una "modesta compensación" por los servicios prestados (1.000 tronos en metálico) y un pequeño adorno metálico que añadieron en las solapas de los abrigos y túnicas de los acólitos, el laurel sangriento de Sinophia, la más alta condecoración que aquél planeta podía ofrecer.