Partida Rol por web

Del interior del desolado bosque Heimlich lleno de barro y cargando con una pesada bolsa en la mano izquierda aparece delante The Blade.

- Leffard, me alegro de que te las hayas apañado bien, tuve que ir a comprobar una cosa en cuanto la tormenta amainó. ¿Que tal te encuentras?

Alegro mi cara al ver que mi amigo está bien y desperezándome digo.

Bien... a sido una noche mala pero se necesita algo mas que un mal temporal para acabar con el bueno de Leffard, en el fondo solo estoy un poco dolorido aparte del sueño y del hambre que atenaza mi estomago.

Lo miro bien de arriba a bajo y le digo.

¿Y tu? No se te ve muy bien... creo que necesitas un baño en el lago ni las moscas te quieren ahora mismo.

Hago una pausa.

Anda ve a bañarte que yo preparo algo de comer y luego me cuentas que como has pasado la noche y que llevas en ese saco.

Después me pongo a preparar algo de comer mientras mi amigo sigue o no mi consejo de bañarse.

Heimlich sigue el consejo de su amigo y marcha a bañarse hacia el lago. El agua es fría y el tiempo no acompaña, pero consigue al menos relajarse.

A la vuelta, agradece la comida caliente que ha preparado Leffard, y se sienta para compartirla con él. La bolsa que llevaba con él ya no la tiene.

Camino del lago, tras llevar un buen rato andando, Heimlich se desvía para dando un buen rodeo encontrar un nuevo lugr donde esconder sus pertenecias. Cuando encuentra uno adecuado, memoriza bien el lugar, y desde allí se encamina al lago para quitarse la costra seca de barro del cuerpo.

Tras pasar un día lavándose y calmandose, pensando tendido sobre una piedra ya seca y no sucia de la orilla del lago, ves como el cielo poco a poco se torna de un rojo de color sangre que te altera y decides regresar a casa, el camino es el mismo pero hoy parece que vayas más lento ya que a mitad del camino se ha hecho oscuro, el cielo del todo negro, rayos y truenos de fondo para dar comiendo a la granizada más dura que recuerdas de toda tu vida incluyendo la de la noche de ayer.

El granizo golpea a Heimlich en los hombros, acogotado y sorprendido, pues no pensaba que el mal tiempo fuera a seguir, Heimlich intenta ponerse a cubierto. Pero una bola de hielo, del tamaño de su puño le golpea inclemente en la cabeza, y llevándose la mano a la nuca para retirarla húmeda de agua y sangre, Heimlich intenta no dejarse llevar por el pánico y buscar un refugio.
Una zona alta, por si las cosas vuelven a ponerse difíciles con el agua, pero no un lugar donde esté a merced de los rayos. Ha vivido en el bosque durante años y sabe moverse, pero la sorpresa juega en su contra.

Mientras el granizo cae con fuerza sobre tu cabeza recuerdas que cerca del lago existe una cueva llamada Frog Cavern y que sería buen refugio contra la lluvia y el granizo. Pero dicen que es una cueva peligrosa.
En cualquier caso, has de decidir, ya que tus fuerzas comienzan a flaquear debido al fuerte viento.

Heimlich cae ne la cuenta de que cerca de donde está Frog Cavern podría ofrecerle un refugio frente a la ira que está descargando el cielo.

Renqueando dolorido y cubriéndose la cabeza con las manos se dirige a la caverna, esperando que no haya nadie más allí.

Después de terminar de comer paso el dia al completo arreglando la cabaña como buenamente puedo.

El problema viene cuando en pleno apogeo de arreglos empieza a caer hielo del cielo y haciéndome la señal de la cruz rezo, Oh dios Todo Poderoso, te pido humildemente que no me castigues más pues bastante vida de perros llevo como para sufrir tu ira en la única vivienda que tengo, después de pensar eso me resguardo diciendo a mi compañero, Helmich cuando amaine el temporal seguiremos.

Una vez pasado el temporal paso todo el tiempo asta ahora poniendo bien la cabaña para que vuelva a ser un refugio y después de buscar con la mirada haber si veo a mi compañero y no verlo me visto los mas elegante posible simpre y cuando me quede algo de ropa y me voy uno de los pueblos.

La cabaña parece aguantar el chaparrón y parece que poco a poco el granizo y la lluvia comienza a amainar, pero sería una locura salir ahora de noche, lloviendo y con el bosque medio arrasado.

Buscando a Leffard, con el arma en la mano más por infundirse seguridad ante los embates de la naturaleza, Heimlich entra en el claro en busca de su amigo:

- ¡Leffard!¿Estás bien?

Después de haber hecho todo lo que tenia que hacer en la cabaña me acuesto y al rato aparece mi compañero.

Si estoy bien y cansado por arreglar la cabaña también, digo mirándolo ceñudo pues no me a ayudado en nada, ¿y tu que has hecho? ¿Donde has estado? Allí te he dejado comida, digo señalando algo de comida que ha sobrado de la ultima vez que hice algo de cenar, después vuelvo a intentar dormir un rato pues mi cuerpo me lo pide a gritos, ya habrá tiempo de hablar de todo mañana digo dándome la vuelta en la cama, si mejor mañana, tienes mucho que contarme.

- La tormenta me aisló en una cueva, siento no haber estado para ayudarte, mañana intentaré compensarte amigo. Pero llevas razón descansemos.

Heimlich también se acuesta con un trozo de carne en la mano, y lo mordisquea mientras espera al sueño, el cual no tarda en venir.

Ambos quedáis dormidos casi al momento mientras oís la lluvia caer ahora más sosegada.

La mañana es fría y húmeda, y una mirada al exterior devuelve a Heimlich al sombrío estado de ánimo de la noche anterior. Su compañero ha hecho un buen trabajo, y Heimlich, con ganas de agradecerselo, se levanta en silencio dejándolo dormir.

Durante un buen rato, Heimlich lucha con los restos de la desgracia en busca de madera medianamente seca, hasta que consigue juntar la suficiente para hacer un fuego.

Con las escasas provisiones que Leffard dejó ayer de lo que salvó, Heimlich apaña algo que al menos está caliente, y le añade lo que encuentra por las cercanías. Es poco y su sabor no es demasiado agradable, pero está caliente.

Con ello listo, despierta a Leffard:

- El desayuno está listo amigo.

el pobre leffard parece no poder levantarse aparte que le ves tiritando incluso dormido.

Fiebres...espero que no si no no creo que las pase. No es este el mejor lugar para descansar.

Heimlich comienza a trabajar freneticamente. Debe calentar a Leffard. Primero empieza por alimentar el fuergo con lo que tiene, y después empieza a preparar otra fogata, pues su compañero tiene que descansar en un sitio seco, y el único en varios kilómetros es el lugar donde arde la fogata.

Cuando tiene preparado el otro fuego junto al anterior, saca las ramas ardiendo con otro palo, sin miedo a prender la empapada vegetación, y dejando las ascuas apagarse, las esparce, formando un lecho de cenizas y restos de madera secos. Además el calor de la fogata ha secado el suelo junto a ella, con lo que con mucho esfuerzo baja a Leffard para tumbarle en el lecho seco, y aviva el fuego junto a él, sin acercárselo demasiado.

No sé qué más hacer...no te mueras amigo...un momento...la anciana de la cueva, si Leffard no mejora en un tiempo, iré a pedirla ayuda. Tengo dinero, pagaré lo que me pida.

- No te preocupes amigo, no dejaré que te ocurra nada.

Heimlich vela por el intranquilo sueño de su amigo, mientras intenta hacer algún tipo de caldo con agua y hierbas que encuentra, incluso hierve los restos del desayuno para darle más sabor. Esto ayudará a Leffard a sentirse mejor.