Partida Rol por web

Ufff,menudo viajecito,,¿y el anciano?,me pregunto mientras dejo mis cosas tiradas por el suelo,cogo la camisa que compre en el mercado del castillo y la escondo para que no la vea..Mmmmmmm,que hambre creo que me preparare algo de comer..,cierro la puerta por si entra algun ladron..

Me pongo en la mesa rebano pan y unto manteca para hacerme una buena tostada entre otras cosas..

Todo derrumbado,el frio se cuela por mis ventanas,todo me parece un sueño pero es real,me levanto del colchon de paja,y al abrir mis ojos y ver todo derrumnado sospecho lo peor..
¿Donde esta el anciano?me pregunto dando un salto desde el colchon de paja,salgo afuera con una manta a mis espaldas..

¿Que ha ocurrido aqui? Hay alguien??..ehh!! ¿ME OYE ALGUIEN? grita con fuerza,esperando alguna voz que le contesteste..

Nadie responde a tus gritos, el temor que le tenías a la soledad y que desde hace un tiempo casi habías olvidado regresa ahora con más fuerza que nunca, al oír de nuevo tus palabras sobre el silencio. El chamizo en el que vives, está medio derrumbado, el rincón donde tu duermes ha quedado tapado por una pared de madera que ha caído formando un pequeño cobertizo, solo ves una forma de salir, un agujero por el que cabrías sin problema, ya has sacado la cabeza y nadie hay fuera.

Slgo por el agujero con mi bara,y un pañuelo colgando en la punta de la bara,con algunas provisiones y ropas..

Bien,esto me gusta..nos vamos de aventuras...y se aleja de su chabola en ruinas,en busca de algun superviviente..

finalmente, tras varios minutos de correr y tropezar, llego cerca de la cabaña de Dewekinus. Cierro mi maltrecho paraguas y me coloco la mochila llena de piedras delante. Me aclaro la garganta, y grito:

- ¡¿Dewekinus el filosofo?! ¡Es Denid!

Mientras espero, empiezo a silbar una cancion inventada.

Dewekinus no responde pero te parece ver parte de sus piernas saliendo de un trozo de pared de madera que ha caído sobre de él.

- ¡Rayos y truenos! ¿Por qué el señor Dewekinus el filósofo estará durmiendo en tal posición? No sé yo si esto será bueno para sus cansados y viejos huesos... ¿Dónde estará Meeus?

Me planto unos segundos, pensando...

- ¡Cuidado! ¡¡La tormenta!! Seguro que ha destrozado su choza y le ha dejado mal herido

- ¡¡Señor, ya vengo en su ayuda, no se procupe!! - grito, al tiempo que corro, con mis utensilios en suposición, y agitando los brazos - ¿señor? - le digo, una vez a su lado. Al ver que no responde le doy unas palmadas en la cara, para intentar despertarle.

Denid se había pasado el día entero desde que despertó y vió aquel destrozo general, buscando su saco de piedras, por mala suerte lo encontró abierto y con todas las piedras tiradas por ahí, le costó mucho rato encontrar todas y cada una de sus piedras, había algún caso en que se había estado más de una hora tratando de diferenciar entre ellas. Finalmente dio con la última de las piedras y la devolvió allá de donde venía, su saco de protección. Seguro de si mismo, se levantó, y dió otra vuelta a la zona tratando de encontrar alguna cosa que le sirviera para su choza que no estaba en muy buenas condiciones. Mientras buscaba bajo cielo rojizo que le pareció gracioso, algo le sorprendió, ¡Era Dewekinus! el tipo que cuidaba de aquel niño y que vivían no muy lejos de él, a unos cien o ciento sesenta pasos de su puerta. No tardó el cielo en ir oscureciéndose mientras Denid trataba de encontrar aquella palabra que hiciera responder a Dewekinus, pero acabó por concluir que la razón era aquella pared de madera que estaba sobre de él aparentemente aplastándolo. Luego el cielo empezó a iluminarse, los rayos surcaban el cielo como dragones luminosos que se peleaban y las escamas que de sus choques saltaban no tardaron en caer al suelo. Denid empezó a notar esos golpecitos molestos en su cara y cuerpo, luego llegó el agua.

- ... Señor Dewekinus el filósofo, ¿se encuentra bien? Oh, oh... me temo que no.

Ahora cojo la pared que le tiene preso con las dos manos, y empujo con fuerza, una y otra vez. No puedo, pesa demasiado para que la pueda levantar. De repente, algo me distrae. El agua empieza a caer... hace frío.
El tiempo va pasando, y la lluvia parece ir en augmento.

Maldición... parece que el buen Diós ha decidido ponernos a prueba hoy... Pobre de mi, ¿qué habré hecho yo para ser tan duramente castigado? Sólo soy un humilde hombre, vivo prácticamente en la miseria. Pero era feliz, tenía cuanto necesitaba al alcance de mi mano. Ahora, ni siquiera puedo asegurar mi supervivencia y la del Señor Dewekinus el filósofo otra noche más.
No, no permitiré que él muera hoy. Es un buen hombre. No le abandonaré aquí. ¡Ya sé! Compartiremos mi saco de prtección. Sí, eso le ayudará...

Me levanto un instante y cojo el saco de piedras, mientras me voy agachando de nuevo. Le protejo la cabeza con mis brazos y cuello, y le pongo el saco de piedras sobre la barriga, intentando protegerlo

- Venga, señor Dewekinus el filósofo -le dudurro al oído, a modo de tranquilización. - Saldremos de esta. Luego iremos al castillo. Allí es usted muy popular, nos darán cobijo y encontraremos a Meeus. Sí, encontraremos a Meeus. Le encontraremos. Encontraremos al chaval, no lo dude. Lo haremos.

Al poco rato, la lluvia pasa a ser una pedrada, yo recibo muchos golpes en la cabeza, pero no me importa, siempre que Dewekinus esté a salvo.

- Oh, venga, señor Diós... Quizá el señor Dewekinus el filósofo no esté seguro de tu existencia y poder. Pero yo sí. Yo creo en tí... -una vez dicho esto, empiezo a rezar la única oración que conozco:

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
¡¡y líbranos del mal!!

Consigues levantar la pared de madera y sacar a Dewekinus sin problema auqnue el viejo no parece responder. Tras orar aquellas palabras a dios, le recoges y poniéndolo en tu hombro lo cargas hasta llegar a resguardarte en el viejo molino que sigue todavía en pie.

- Tranquilo, señor Dewekinus el filósofo. -le susurro al oído, mientras le agarro fuertemente para que no se resfríe.- Ya verá como el buen Diós pronto se serenará y dejará de llover a cántaros. No lo dude. No tenga dudas al respecto. No crea que no sucederá. Esté seguro, que yo se lo digo. Yo, Denid, se lo digo.

Además, el viejo molino es fuerte de raíces. Y ya no digo nada de mis utensilios de protección.

- Verá, señor Dewekinus el filósofo, no crea que ese saco de piedras que le he puesto encima es para dañarle. En absoluto. Ni pensarlo. No, no. Es para su propia protección. Verá, ¿cuánta gente se ha encontrado en una situación arriesgada y no ha tenido a mano un buen saco de piedras para protegerse? Esas, amigo mío, son esas las situaciones que yo quiero evitarme. A mi y a usted. Y al pequeño Meeus también, claro. Más faltaría.

Me apoyo en una humeda pared y oigo el agua caer. Con el viejo filósofo entre los brazos (su cabeza queda sobre mi barriga), cualquiera creería que es una pose bien rara, pero no. Es sólo protección.

- Buaaaaahh....Que sueño me ha entrado... creo que ha llegado la hora de echar una cabezadita... sí... dormirr...

A los pocos segundos, mi cabeza cae y a un lado y me duermo. Pero no antes de sacar la lengua fuera, para evitar que los demonios me asalten mientras duermo....

Un hombre os despierta, parece ya mayor, pero no tanto como otros. Buenos hombres, seguidme, la lluvia no ha cesado pero conozco un atajo que nos llevará a la iglesia sin apenas darnos cuenta de lo lejos que está... respira, parece cansado los aldeanos se están reuniendo ahí para tratar de superar todos juntos tal desgracia

-... de modo que si yo cojo 6 libras de piedras y las pongo encima de un barril lleno de patatas recien cojidas de un suelo a baja temperatura...

Algo interrumpe de repente mi sueño. Alzo la vista, y levanto también la cabeza de Dewekinus, para que, aunque pareze difícil, pueda ver al intruso.

- Eh...¿eh? ¿Es usted Diós? ¡Oh! Ir a la iglesia, ¿ahora? No puede ser... no llevo el calzado adequado... y llevo el pelo demasiado largo... y mis uñas estan sucias... y tengo el pie izquierdo más grande que el derecho... y... Bien. ¡Iremos!Pero mi amigo, llamado señor Dewekinues el filósofo hace horas que no despierta, estará teniendo un buen sueño... Me alegro por él.

El hombre extrañado mira a Dewekinus, se acerca y coge sus manos juntas... si parece en un profundo sueño se levanta de nuevo ¡vayamos ya! coge a tu amigo el señor Dewekinus y seguidme. el hombre sale del viejo molino atravesando una de los agujeros gigantes de la pared del molino.

Los tres hombres desaparecen entre la cortina gigantesca que tapa por entero el feudo, tras poco de caminar veis la iglesia. Pero Bundus se separa de vosotros antes de llegar diciendo que tiene que ir a salvar más gente.