Partida Rol por web

Me sequé las lágrimas con la manga de la chaqueta de mi novio, que me quedaba grande y asentí con efusividad. "¿D-de verdad podemos aún salvarlos a todos?" inquirí, tomando la mano tendida de Rayla para ayudarme a subir a la poderosa espalda del señor Vorton.

Dan Vorton tenía en su espalda a Caerulea con el Chirithy y a Rayla, en sus manos a Stitch y al bebé. Era el momento de darle el final adecuado a todo esto, sin decir absolutamente al respecto del comentario de la chica de pelo azul este hizo su movimiento.

LANZANDO POR LA VENTANA ROTA A STITCH Y AL BEBÉ

Aquel repentino lanzamiento de aquellos dos apoyos fue lo suficientemente rápido y sorpresivo como para que ninguno de los presentes lo viera venir, mucho menos, evitar.

Por suerte, Stitch cuando notó que aquellas enormes manos lo había lanzado tanto a él como al bebé, este abrazó sin dudar a aquel bebé, impidiendo que este chocara contra el marco de la ventana, recibiendo él el impacto.

Pero saliendo ambos a través de la ventana rota.

Tras hacer esto, Dan Vorton flexionó sus enormes músculos lanzando a ambas muchachas de su espalda, que poco a poco comenzaba a sanarse por su propia cuenta.

-Este cuerpo es espectacular. -Comentó esbozando una leve sonrisa debajo de aquel bigote- Pero bueno, ya tendré tiempo para disfrutarlo después. ¡Entregadme al Chirithy o seréis las siguientes en ir por esa ventana!.

La amenaza de Dan Vorton no iba de broma, mucho menos cuando una llave espada con un ojo azulado apareció en su mano.

Un temblor sacudió toda aquella torre, mientras la batalla final estaba a punto de dar comienzo. Por la ventana se podía ver como trozos del océano que había alrededor comenzaba a caer hacia la ciudad, como enormes trozos de piedra y roca caían atravesando la barrera cada vez más inestable.

Aquella batalla no solo iba a ser contra aquel enemigo que tenían delante, sino que además iba a ser una batalla contrarreloj por tratar de derrotarle y buscar una forma de escapar de aquella estancia en completa cuenta regresiva hacia su completa y total auto-destrucción.

Co horror vi como lanzaba a stich y al bebé por la ventana.

¡¡¡Stich!!!

​​​​​¿Dan? ¿Que te pasa? ¡¿Qué rayos haces?!

Vi esos ojos amarillos que velaban la sangre.

No, no era el.

¿Quién eres?

MIré por la ventana por el rabillo del ojo tratando de ver donde estaban.

"¡...!" ahogué un grito de pánico y confusión a partes iguales. "¿¡Pero qué!?" fui a bajarme pero él mismo ya nos expulsó de su espalda algo más lejos de él. Fue entonces, mientras le oía celebrar sus músculos y pedirme el Chirithy, cuando me fijé. Esos ojos... no eran los mismos que los del Señor Vorton. Y no era solo el color de los ojos que había pasado de azul a rojizo... fue la mirada. La misma mirada que yo temía de Nate y de mí misma. La mirada de alguien dispuesto a cualquier cosa para conseguir lo que buscaba..

"¡Luxu...! ¡¿Qué has hecho?!"

Invoqué mi espada-llave. Recé porque el bebé y el perro azul hubieran caído al agua o que quizá se hubieran teletransportado. Recé porque hubiera una forma de salvar al Señor Vorton... "Ya te dije que no hay trato... ¡te voy a sacar de ese cuerpo a golpetazos, maldito seas!"

Viendo como Caerulea y Rayla desenvainaban sus llaves espada, aquel gigantón, antaño amigo esbozó una leve sonrisa por debajo de aquel bigote rizado. Con una mirada impasible, escudriñó tanto a Caerulea como a Rayla antes siquiera de decir una palabra.

-Que tu corazón sea tu llave guía... 

Y con esto, comenzó la batalla final.

El ataque de Dan Vorton fue directo contra Caerulea, pero esta joven logró esquivarlo con un salto hacia atrás; aprovechando este avance hacia delante, Dan Vorton cambió su objetivo a Rayla.

Rayla no solo logró bloquear con su llave espada el embiste del enorme gigante, sino que, con un rápido movimiento de manos, logró golpear a Dan Vorton en la cabeza haciendo que una de sus antiguas heridas volviera a resurgir y de ella comenzara a brotar sangre.

La batalla había empezado bien para ellas, pero...

Más allá del tejado al que Rayla no podía subir, no quedaba ya lugar en el que huir o escondernos. ...Mejor, porque ya estaba cansada de hacerlo. ¿¡Para qué!? ¡Si nos hubiéramos quedado a luchar con el señor Vorton aún estaría vivo! ...Vivo para morir ahogado junto a nosotras y el Chirity. Por mucho que corriera nunca había salida. Ni aquí, ni en White Island, mi hogar. Sobre los muros blanquecinos de mármol corrí, salté y trepé intentando escapar de lo que se sentía una jaula solitaria.

...Ahora estaba en compañía... pero la jaula seguía ahí. Y esta vez era como las demás, otro mundo que se iba al garete, más gente querida a la que perdía. Si ibamos a morir aquí, hoy, ahora, todos ahogados, al menos lo haría protegiéndo al Chirithy. Al menos lo haría intentando despertar a Dan Vorton.

"¡Haaaaaaah!" Así que corrí una vez más. Pero esta vez no para huir en busca de esperanza, sino para luchar donde ni la había.

Aquellos ataques de Caerulea contra Dan, fueron poderosos, pero por desgracia, lo que no contaba la pequeña es que el cuerpo de Dan, aún magullado fuera lo suficientemente duro y resistente como para poder resistirlos...

Dan Vorton, o quien fuera que le estuviera controlando, bloqueó el primer ataque con cierta facilidad, mientras que el segundo, se valió tan solo de aquella enorme mano para bloquearlo, y de una patada golpeó a la joven.

Se acabo está era la batalla final, vi a Caeru atacar con angustia.

Caeru,  podemos salvarlo, por mucho que esté dentro de él sigue vivo o hubiéramos oído las campanas.

Me lanzó hacia el para atacarlo rezando porque centre sus ataques en mi a la vez que sigo tratando de ver donde están stich y el bebé

Rayla se encontraba desesperada, mirando por la ventana por si una oreja azulada aparecía, o quizás un antifaz pegado al rostro de un baboso infante. Pero por desgracia para ella, nada de eso había pasado. Si de algún modo estos hubieran estado encaramados, al menos no podía verlo, menos aún cuando tenía que centrarse en la batalla que estaba tomando lugar. Con furia y fuerza Rayla se dispuso a atacar a aquel grandullón, mientras estaba distraído con Caerulea, acertando de lleno y haciendo que el grandullón cayera al suelo.