Día 0: El Banquete

Para sorpresa de todos el mimo que engañó anteriormente a alguno de los invitados se limpia el maquillaje para mostrar ser el verdadero Rey Buencorazón, quien ríe abiertamente con las caras que se dibujan a todos los presentes.

¡Oh, vamos! ¡Es un placer teneros a todos aquí!

Con un gesto de su mano, unos soldados abren las puertas para dejar ver ahora sí todo un festín de carnes exóticas y pescados azules, ensaladas con olores que invitan a perder la razón, fuentes de dulces. Cualquier cosa que vuestros estómagos necesiten, ahí están.

El rey avanza hasta la puerta y comienza a saludar a los invitados, uno por uno. A los más bestiales les indica que hay carne de presa fresca, sin cocinar, a los más delicados los guía hacia los manjares de sus chefs, a los más alcohólicos les indica dónde conseguir un gran reserva de más de veinte años, a las mujeres les halaga su belleza, a los hombres su porte. .

Nadie escapa de las adulaciones del Rey ni de su agradecimiento en forma de estrechar o besar la mano

Cuando todos están ya dentro, proclama en voz alta.

¡Que dé comienzo mi enésimo cumpleaños!

-¡Vaaaaya, vaaaaaya, majestad! Ésto sí que es una por... pro... sop...sorprrresa! -intenté hacer una reverencia, pero no tenía yo la cabeza para movimientos bruscos. Se quedó en una leve inclinación apoyándome en su hombro para no caer.

-¡Peeeeendón! ¡Huy!... ¡Perrrrdón, es lo que quería decir! Fesilida..felicidades en su celebración, mates.. majjjjestad! -digo mientras sacudo el lugar donde posé mi mano para no caerme.

-Mejor os dejo con los demás intivados... estooo... invitados, y yo voy a ver si el vino me echa de menos... 

Aun estoy meditando para que querrá un lobo vestir piel de persona si no es nada calida ni protege cuando aparece el rey y me quedo quieto hasta que me saluda y luego se marcha. Las cosas sociales estas no se me dan nada bien y respiro aliviado cuando dejo de tener encima su atención.

De hecho casi prefiero la del borracho, así que le acompaño a ver la carta de vinos

-yo destilo en mi cabaña un aguardiente de bellotas que da un calorcito... Mi mujer dice que algún día me quedare ciego, pero cuando salgo de caza en invierno va muy bien-

He estado observando desde casi el centro de la sala la entrada de todos los personajes, pero no he querido molestar a nadie y por eso no me he acercado a hablar con ellos. Cuando veo la Rey y su maravillosa entrada me acerco hasta donde esta el y le doy un fuerte apreton de manos

 Felicidades Majestad, cuando quiera puede pasarse por  mi taberna, esta invitado a lo que sea 

Entro en la habitacion para dejar que el rey continue saludando a sus invitados y me acerco donde se encuentran unos deliciosos manjares de carne, me fijo en los dos de los invitados que han entrado antes que yo

Dejeme decirles, que como mi Hidromiel ninguna - digo mientras me acerco a ellos con un plato de cerdo en la mano. La Hidromiel de mi taberna era famosa en el lugar

Perdiéndome entre la multitud de presentes, me adentro al salón. Siguiendo las indicaciones del Rey me ubico cerca de la carne fresca, algo alejado del resto de los invitados. Me siento y comienzo a devorar una presa, sin guardar muchos modales, pues realmente tenía hambre y me sentía libre de hacerlo.

Menuda sorpresa me llevé al descubrir que el rey había estado todo el rato entre los invitados camuflado como un mimo.

Al acercarse a mí me inclino haciendo una reverencia mientras le digo -Majestad, es todo un honor para un simple mercader como yo el haber sido invitado a la celebración de vuestro enésimo cumpleaños.

Dicho esto, y al alejarse el rey, me dirijo hacia los salones donde se ha descubierto el impresionante banquete que el rey nos ha preparado.

Allí me sirvo un buen plato de carne asada y una copa de vino

El Real Consejero pasaba por ser un hombre discreto: ropajes oscuros y sin adornos, modales sencillos, gestos comedidos y unos pasos silenciosos como los de un felino eran rasgos que todos reconocían en él. Sólo el tono sibilante de su voz desentonaba en un conjunto por lo demás gris e inanimado.

Así pues, ningún invitado podía sorprenderse al darse cuenta de que el Consejero estaba junto al Rey, pese a que nadie pudiera decir realmente que le hubiese visto llegar. Sencillamente, parecía haberse materializado de la nada, ligeramente a su espalda, en una excelente posición para susurrar al oído del monarca con tan solo inclinarse un poco.

 - El placer es siempre nuestro, Su Gracia - afirmó asintiendo con la cabeza, mientras una de sus manos descansaba sobre la otra en su regazo - Será una excelente celebración que sin duda todos disfrutaremos.

Ninguno de ellos quiso aceptar el agradecimiento del Rey pero estaban allí para hacer presión y querían hacerse notar y de no estar disfrazado y verlo entrar en la fiesta antes de que esta empezara se iba a enterar.
-¡Que ya esta bien hombre! -Gritaba uno molesto, mientras estaba al final de la cola de bienvenida.

Otros tras el saludo se dispersaron para coger algo de comer, que protestar daba hambre y los mas cercanos a los malos de ciudad, se arremolinaron entre el alcohol e hincar el codo para poder quejarse a gusto mientras bebían de los viñedos del Rey.

Solo un pequeño grupo seguía en perfecta hilera esperando los saludos de aquel dicharachero Rey, para cantarle las cuarenta y no precisamente se refieren a cancioncillas populares.

Los planes de los Males Derrelleno era tan maléfico como heroico, eran tantos que pensaban acabar con las existencias de comida y bebida, para dar una buena lección al Rey, mientras ya habían acabado con gran parte de los arboles colindantes con sus pancartas llenas de consignas.

"Que si, que no. Que nos roban un montón"
"Malo no, Bueno si. Pero esbirro QUE"
"Si te maltratan y menosprecian, no te engañes no es aprecio."
"Unete a la: A.B.U.E.L.A(Agentes Bélicos Ultracabreados Especialistas en Líos Aberrantes)"
.
..
...
Y un largo ETC...

Princesa Enapuros se queda con cara de tonta cuando el mimo se descubre y resulta ser el Rey Buencorazón. Ohhhh su majestad, pero que juguetón es usted, nos tenía bien engañados!! jejeje.  Se acerca a él, le hace una reverencia y le besa la mano. Su majestad, me alegra el corazón verle tan saludable y es un placer para mí asistir a tan maravillosa fiesta! Sus padres la habían educado para que saludara cortésmente al anfitrión antes de empezar a comer. Muchas felicidades su majestad, y de verdad espero que podamos disfrutarlo muchos años más. Es entonces cuando saca de su bolso un pequeño presente que le entrega al rey. Es sólo un humilde detalle de  una humilde servidora. Humilde precisamente no era porque había costado lo suyo! cuando el rey lo abre, puede observar una pequeña daga de oro, con adornos de rubíes y piedras preciosas y en la empuñadura el nombre de "Rey Buencorazón". Espero que le guste!

-"Pelota"-masculla la Bruja acomodándose junto a su amiguísima Madrastra Malvada,todo lo amigas que pueden ser dos malas malísimas claro está.Se refiere obviamente a Princesa en Apuros-"Deberías llevártela un par de meses a tu castillo junto a tu hijastra,seguro que aprendía modales"-sigue diciendo bajito con su desagradable voz de pito a su compañera de maldad

Pone mala cara al rey aunque en realidad le agrada haber sido invitada a tal evento.Una Bruja como ella no podía ser obviada en tamaña fiesta,está claro

Un ruidito gorgojeante es el único aviso que tiene el Buen Ladrón, antes de que la manzana que está a punto de llevarse a la boca desaparezca en las terribles fauces de... la achuchable Mascota Adorable, que para gorgojo de algunos, corre huyendo de la ira del ladrón robado para esconderse, muy sabiamente, detrás del dragón.

Allí sería más difícil que nadie lo viese.

>^_^<

Su técnica de camuflaje era infalible.

-Da igual cuantos años pasen, Majestad, sigue logrando que cada año haya alguna sorpresa más que el anterior- sonrío mientras estrecho la mano del Rey con una leve reverencia- Ni que decir tiene que le deseo un feliz cumpleaños. -añado antes de retirarme finalmente hacia una de las mesas del banquete y , tras procurarme una copa de vino y un plato de carne de venado, tomar asiento cerca de donde se encuentra Princesa Enapuros.

Por la cuenta que me traía, sonreí al rey, sobre todo al hacer su broma.

¿Noveno cumpleaños? ¿Solo cumple años cada bisiesto? Vaya! Al parecer el Rey tenia un humor inteligente y eso hizo que de buen agrado me inclinara en una reverencia.

¿La mano? ¡No por Dios! En las manos conviven mas de 3255 bactérias! No iba arriesgarme a que se sumasen mas a las mías, que pese que me lavaba todos los días, compulsivamente con un jabón hecho por mi mismo, tan solo con tocar cualquier objeto ya recogería la mitad.

La que si me producía curiosidad era la bruja. ¿Tendría en su saber secreto alquímicos? Y si era así...¿porque no hacía nada con esa horrorosa verruga! Seguro que ella tenia 3256 bacterias contando eso en la cara.

Los únicos que no parecían contentos eran los Malos Derrelleno.

Alguna vez los había visto deambular de aquí para allá. No tenían una función específica en el mundo. Pero molestaban. Sobre todo cuando miraban a través de las cortinas de mi laboratorio esperando encontrar o robarme algún secreto. Ingenuos. Su limitado cortex principal estaba tan limitado como para no poder diferenciar un matraz aforado de un vaso de precipitados... ah, que vosotros tampoco.

Ya decía yo...

La Madrastra Malvada puso los ojos en blanco cuando se dio cuenta de la “gracia” del Rey Buencorazón. Hacer esperar a una reina como era ella no era nada caballeroso por su parte. Aun así se dirigió a saludarlo, se había creado una larga cola de personas para saludarlo. Con descaro avanzó hasta posicionarse junto a la siguiente invitada en saludarlo, su “vieja amiga” Hada Madrina. Con un gracioso y fuerte movimiento de culo la traspuso mandándola lejos de la cola y con elegancia extendió su mano al Rey Buecorazón para que este le besara.

-Alteza. –Saludó con reverencia -Oh querido, como se atreve a engañarnos así- dijo con fingida sonrisa halagando la capacidad para engañar a los invitados.

Una vez dentro, sorteó a unos malolientes invitados, entre los que estaban el Borracho y el Cazador. La mujer tuvo que taparse la nariz para evitar aquel olor fétido a sudor y a perro mojado. Alcanzó una mesa y al poco, la Bruja se le acercó.

-JAJAJAJA- ríe malévola y estrepitosamente fuerte tras los divertidos y confidentes comentarios de la Bruja. –No creas… me hace falta otra cabeza hueca para mantener limpio mi castillo.- le contestó en bajito, replanteándose la idea. – Tengo una torre, (medio derrumbada) libre.- esta vez miraba con malicia a la Princesa Enapuros que estaba junto al Príncipe Encantador.

La sorpresa del mimo la pilló desprevenida, soltando un salto respingón mientras reía por el susto, incapaz de articular otra emoción distinta.

- Qué pillín, Majestad.- Miró de un lado a otro por si había sido la única que no se había percatado de su camuflaje, alegrándose de no tener que graduar sus gafas, al menos por ahora. ¿Habrá más sorpresas escondidas tras los invitados?

No tardó en desviar su atención en sus elucubraciones, lo que tardaba en formarse el festín frente a sus ojos haciéndole la boca agua. El olor inundaba sus fosas nasales, podía saborearlos con solo mirar el fresco color que tenían. No comas mucho, ya has tenido que agrandar este vestido cuatro veces.- Cogió un plato y empezó a levitar de un lado a otro debatiendo consigo misma qué debía de escoger.- Un poco de carne. Pescado, sí, esto también tiene buena pinta… venga pilla ensalada para que no parezca que vas sólo por las calorías.- Deseó poder comer sin engordar, un hechizo que una compañera hada tuvo que realizar a uno de sus ahijados rechonchos pero no funcionó como esperaba, ya que al no llenarse nunca acabó explotando cual palomita de maíz.

- Felicidades su majestad, ¡y por muchos años más! – Levantó una copa mientras felicitaba al Rey, dedicándole una sonrisa antes de darle un sorbo a su bebida y empezar a devorar la comida.

El cambio de vestuario dejó al Niño Travieso con una cara de satisfacción. Mientras el resto se debatía en hacerle la pelota para galantear su cumpleaños por enésima vez o por echarle por tierra la fiesta con algún desprecio, el chico se acercó sin dejar de mirar los componentes del disfraz.

Una vez a su lado dijo sin mirar a quien estaba hablando, más bien, como un niño hace a un igual.- Me encantan los juegos de escondidas, me tienes que enseñar tus trucos, seguros que más de uno en el pueblo al vernos escondernos tras algún suceso chistoso.

El Niño no pudo esbozar una sonrisa mientras su mente dibujaba, algún que otro momento en el que el camuflaje sería una buena elección. Seguro que su tirachinas, los petardos, y los escondrijos harían buenas juntas. Y con la ilusión de un niño en el rostro de que todo eso llegara dijo al rey.- Creo que acaba de superar las apuestas que siempre hubiera hecho por esta fiesta. Acabas de ganar un amigo... - Y mientras lo decía tendía el puño cerrado al Rey, esperando que este chocara los nudillos contra él, en señal de estar de acuerdo.

Hechicero se despertó de repente y miró alrededor confuso. No tenía muy claro que había pasado. Él estaba delante de un mimo que se hacía pasar por rey en medio de un montón de invitados y, una cabezadita después, estaba solo en mitad de ningún sitio apoyado en el bastón con cabeza de cobra.

Entró a trompicones en la sala de banquete para encontrarse con casi todos ya dentro.

Disculpad, disculpad. Ha sido el CarpJet-lag. Es un concepto novedoso, pero real como la vida misma. Para mi es como si fueran las 4 de la madrugada.

Iba explicando a unos y otros a medida que entraba para que nadie pensase que era problema de edad.

Aunque solo tengo cuarenta y... - Vio a Princesa Guerrera y corrigió su discurso -...treinta y och... - Vio a Princesa Enapuros y terminó - ...¡y dos!... el CarpJet-lag es algo que ocurre a todos sin importar su edad.

Terminó su explicación a tiempo de moverle la silla a Enapuros para que se sentase a la mesa.

Querida Enapuros, su tío y su familia en oriente le mandan recuerdos. (En especial Príncipe Bandido, el marido de su prima).¿No querrá volver a visitarnos pronto? Sería un placer organizar su viaje.

La Alfombraerolínea que me trajo aquí es una elección maravillosa. En primera clase, sentado entre las mejores sedas, con un mono-azafato que te sirve té de especias... lo único malo es la clase turista. Si no estás habituado a colgar de precipicios sujeto con tus propios dedos será algo estresante. Además están las cigüeñas. Hay que tener cuidado con ellas. Yo viajaba con mi sirviente personal y él iba en turista. Solo obtuve de él malas críticas... Bueno... en realidad solo obtuve de él una masa informe con turbante pegada a una roca, pero reconstruí su discurso. Por cierto, ¿No conocerá a alguien que esté buscando un trabajo como ayudante de visir en un sultanato de un reino lejano, no? Por motivos nada relacionados a este viaje, estoy buscando un nuevo sirviente.

Pocos minutos antes del cierre oficial del Banquete, se podía observar desde la lejanía cabalgando en un caballo blanco a un anciano con sombrero puntiagudo y barba larga grisácea, este portaba un bastón de madera con casi tantas arrugas y marcas como su rostro afable y anciano. Veloz como el viento, el caballo llegaría a la entrada del castillo, y de un salto para-nada propio de su edad, el anciano salió corriendo en dirección al banquete y abriendo las puertas de par en par con un leve gesto con su bastón se dio a conocer.

-Un mago nunca llega tarde, Rey Buencorazón. Ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone.

Ciertamente él sabía que había llegado tarde, pero no iba a ir pregonándolo a los cuatro vientos, a fin de cuentas, tenía una reputación que mantener, él era la luz que guiaba a las almas perdidas y descarriadas, a los que lo habían perdido todo o a los que estaban a punto de perderlo. La voz del bien y de la razón para aquellos dispuestos a escuchar de su sabiduría arcana.

Con la sorpresa de ver al rey como un mimo, todo el mundo se quedó atonito y yo pasé a un segundo plano. - Eso no es justo - Por suerte pronto entrariamos a un gran banquete y casi con la misma velocidad de antes fui moviendome entre toda la comida, cogiendo aquellos manjares que más me gustaban y que en tamaño, se equiparaban a mi cabeza. - Guau, menudo lujo mi rey, usted si que sabe dar buenas fiestas, y no como otros. Oh, se me olvidaba, felicidades por su aniversario. Que sería de nosotras las hadas si hace enesimos años un bebe como usted no se hubiera reido - Sonreí gracilmente y luego con algunas frutas, una de ellas en la boca fuí moviendome entre los comensales.

Aterricé por casualidad en el baculo del hechicero que acababa de llegar - Guau ¿Y esto? ¿Le has puesto luces a tu baston viejo? Mira mira princesa, son increiblemente brillantes. Me tendrás que contar tu secreto viejo - No paré de resaltar lo que me parecía el hechicero y luego mientras seguía comiendo volaba entre todos los demás, parandome finalmente en el niño travieso, en el hombro para susurrarle algo - Te apuesto un dulce a que no eres capaz de acertar en el culo del hada madrina y en el del principe, antes de que te pillen - Y tal y como le susurraba aquello a su oido le ofrecía un fruto para que se lo lanzara a uno de sus dos objetivos