Partida Rol por web

¿Recuerdan esa vez que un miembro de la antigua familia de los Resphar intentó cambiar una antorcha? ¿O cocinar una tortilla? Probablemente no; pero quienes habían sobrevivido a las consecuencias de aquellos funestos acontecimientos nunca tendrían la dicha de olvidar la torpeza de la que sólo un Resphar sería capaz de albergar en un espacio tan reducido del cosmos.

El demonio rojo se paró al borde del abismo representado por un escalón roto y preparó su alma por si hoy llegaba el día de unirse al panteón familiar. Con un profesional salto de parcur puso su rechoncho cuerpo en el aire, poniendo sus pensamientos en el destino al otro lado de su obstáculo, se proyectó sobre las tinieblas...

Frunciendo el ceño completamente ofendida por las palabras de Bill respondo con cierto aire reticente. - Tú eres gordo y feo, nadie te lo dice pero ya que estamos en modo sincero eso eres. - ahí estaba de darle una patada en la entrepierna por hacerse el irrespetuoso conmigo. -¿Cómo iba a tener brazos de hombre? ¡Por merlín que soy muy femenina! ¡Malditos lutines ciegos!- lanzo improperios mentales mientras asesino con la mirada al asqueroso Lutin. 

Por suerte Batracius tenía un poco más de delicadeza, además sugiere que ayude sin agredirme con palabras hirientes. ¡Qué tengo un corazón frágil! ¡Insensibles! -lloraba internamente, jamás se me caería una lágrima de tristeza frente a estos renacuajos, antes perecerán bajo mi poder. 

Pero como toda reina se debe a su pueblo, de vez en cuando para que éste deposite la fe en ella, hay que realizar sacrificios y uno de ellos era ayudarlos con la rueda para bajar el puente. - Está bien, los ayudo. - expreso con cierto aire desganado para colocarme entre Bill y Batracius. - Ni se les ocurra tocarme porque me las pagan. - amenazo sutilmente. Sabía que podía resultar muy atractiva cuando me encontraba en apuros. 

En las escaleras de acceso a la primera planta, Trunkxy intenta arreglar el escalón roto, pero con tanto lutín por enmedio dando saltos, le resulta imposible. Cambiarlo sería lo ideal, porque se ve que se ha arreglado varias veces poniéndole suplementos, puntas y todo tipo de remaches. Pero ¿de dónde sacar una tabla suficientemente robusta y resistente sin que se note?

Respecto a los lutines saltarines, Zala es el primero en saltar. Con un ágil salto consigue llegar al otro lado del abismo aterrizando con un estilo impecable y quedando libre de obstáculos para acceder al rellano de la primera planta o seguir subiendo.

Danya Resphar va después. Pese a su inherente agilidad, calcula mal el salto, quedándose corto. A punto está de caerse pero consigue agarrarse como puede y queda colgando del vacío. Bueno, vacío...unos seis metros que debe haber hasta volver a topar con la escalera que por cierto, sigue hacia pisos inferiores. 

Algorímedes salta también y consigue llegar sin problema al otro lado, aunque aterriza con menos estilo que Zala. 

Al otro lado del vestíbulo, otros tres lutines discuten sobre cómo organizarse para abrir el rastrillo del castillo. Finalmente Bonnie Mordisquitos, la reina de los lutines se rebaja a ponerse a la altura de los otros lutines; Bill y Batracius, en atención a sus súplicas, para conseguir levar el puente. El esfuerzo combinado de los tres lutines consigue su objetivo y la reja se levanta poco a poco. Finalmente bloquean la cadena de forma que la puerta permanece abierta, dejándoles acceder al puente que lleva a los jardines. 

Un molesto ruído metálico, como el tintineo agudo y penetrante que podría hacer alguna suerte de objeto metálico al rozar contra una superficie de piedra te sobresalta despertándote de tu letargo. Parece que proviene del otro lado de la pared sobre la que está apoyado el armario en el que te habías construido tu improvisado lecho. Tal es el susto que te da que pegas un respingo en tu lecho, lo que hace que todo el armario tiemble desatando un nuevo alud de trastos en el que tú te conviertes en una pieza más. Irremediablemente caes al suelo hecho unos zorros entre una lluvia de cuentas de colores, herramientas, semillas, banderines de colores...Te echas la mano al hueso sacro, que parece haberse llevado la peor parte en la caída. Duele, pero no hay nada que lamentar, salvo el hecho de tener que aceptar que tu siesta se ha acabado.

El molesto ruido termina de la misma forma que empezó. 

Echas un vistazo a tu alrededor. Sigues en la sala de lutines. A la izquierda está el baúl del que todos salisteis y a tu derecha, siguiendo la pared está la única única salida de la habitación; una recia puerta de madera entreabierta.

Danya Resphar va después. Pese a su inherente agilidad, calcula mal el salto, quedándose corto. A punto está de caerse pero consigue agarrarse como puede y queda colgando del vacío. Bueno, vacío...unos seis metros que debe haber hasta volver a topar con la escalera que por cierto, sigue hacia pisos inferiores. 

El ágil Zalabalboa festeja la llegada al otro lado con algunos saltos y volteretas (bueno, en realidad son pequeños saltitos. ¡Nada arriesgado!) Hasta que “Rojo” al saltar pisa una cascara de banana invisible y cae por el abismo. Todo parecía perdido para el lutin pero misteriosamente logra aferrarse al otro borde.

Entonces Katraska acude en su ayuda, no será cosa que caiga y luego haya que limpiar la horrible mancha que deje “rojo” al tocar el suelo. Su medio primo tercero, Kapanga Katraska, murió al saltar por la ventana de un primer piso. Todo fue por intentar montar una avispa en pleno vuelo… al grito de ¡Ayo silver! (Si, si. Es tradición familiar)...

Uff, vale, ha costado pero como dije, ha funcionado. Bill, ¿qué querías hacer en el jardín? -preguntó Batracius con curiosidad. La verdad es que no había prestado mucha atención al resto de tareas que había que realizar, pues ya había encontrado (y ahora cumplido) aquella que mejor se adaptaba a él.

Las damas primero. -dijo haciendo una reverencia. Era divertido tomarle un poco el pelo a la "reina" porque parecía creerse estas deferencias.

-Según la lista del mago hay que encontrar un cobertizo que contiene las semillas que hay que plantar. Debería estar fuera de la torre, ¿no?- dijo el orondo lutín alzando los hombros.

-De todos modos, cogí algunas semillas del armario en el caso de que no encontrasemos otras. Ya sabes, que den el pego...- sonrió picaramente.

-Pero no tengo ni idea de hacia donde ir. Yo llevo el hazadón, no puedo aportar mucho más de momento...-.

Luego de mucho esfuerzo entre los tres logramos acceder al jardín bajando el puente, eso generó en mi algo muy sorprenderte porque había descubierto lo que era trabajar en equipo y no parecía tan malo.  Salvo los detalles de indirectas hacia mi magnificencia que me exasperaban un poco al punto de ponerme agresiva, el resto parecía querer funcionar. 

¿Será que mi dominio como Reina ejercía su poder? Era genial, me sentía superior y enormemente bella ya que mis encantos lograron que estos lutines sean un poco más amables. Ainsss soy tan irresistible. - pensé al alejarme unos segundos de los caballeros para analizar un poco la situación ya que una reina vela por todos y su prioridad es su pueblo.

Cuando Batracius me ofrece pasar, al principio muestro cierta reticencia y lo manifiesto. -Gracias, es muy amable caballero pero no querrá usarme como objeto de pruebas y ver si hay trampas. Que lo sepas, poner en riesgo a una reina es muy arriesgado. Aún así,  lo haré para demostrar que no hay rencor y si... Bill llevo las semillas, tampoco cargare herramientas sobre mi delicada espalda, soy una dama. -ni una mula, ahí los hombres deberán juntar coraje y cargar peso. 

Mientras esperaba su respuesta, busco algún lugar en donde pueda tener las semillas Rudesindus.

Quien nos despierta de siesta...., Gollum?

Miro entre el desorden de cosas que cubren ahora el suelo de la habitación. Parece que el armario contenía más cosas de las que parecía a simple vista.

Smeagle, asquerosos lutines dejarnos solos...deber salir de aquí.

Me encamino hacia la salida para averiguar qué es lo que producía el ruido que me ha despertado

Cruzas correteando la habitación hasta la puerta entreabierta. Al otro lado puedes ver la habitación que apenas llegaste a ver antes. Una habitación con el suelo en damero blanco y negro. Una de las grandes baldosas que lo componen, la central para ser más exactos, está como desmontada y separada a un lado, dejando ver un hueco. El lado opuesto de la puerta por la que entraste está llena de estanterías donde puedes ver toda suerte de libros y objetos extraños. 

A tu derecha hay una puerta que está abierta y da a una nueva habitación. Desde allí se escuchan ruidos de voces, algunas de las cuales puedes reconocer como las de tus compañeros.

¿Qué ser eso?

A mi personalidad cambiante no le viene nada bien un suelo que ofrece tanto contraste. Aún así me adentro en la nueva habitación. Me dejo guiar por el sonido de las voces cercanas del algunos lutines cuando mi mirada se desvía hasta el centro de la habitación. La baldosa que debería ocupar este lugar está descolocada. En su lugar hay un hueco. Mi naturaleza curiosa no puede contenerse y cuidadosamente me asomo a su interior.

- Hop, hop, hop. 

Algorímedes llega sin demasiados problemas a la primera planta. El Gran Demonio lo dotó de unas delgadas pero fuertes patitas. Como las de las pulgas, sí señor.

- Pues bien, ya estamos arriba. ¿Qué tenéis que hacer vosotros? Yo debo encontrar la alfombra.

El demonio forrado en piel de dragón (sintética, claro) le da una la mano salvadora a su amigo colgante, que en un tirón hacia arriba sale despedido en el aire para aterrizar de la manera más ninja que le permiten sus cortos miembros. Ahora que su vida estaba fuera de peligro, podía concentrarse de nuevo en su objetivo.

-Gracias, camarada Zalakasanga, creí que iba a reunirme con el primo Vladimir Resphar, que fue empujado de un acantilado hacia una estampida de bueyes por su hermano.- dijo aliviado, pero muy agitado para recordar si esa historia era cierta o la había inventado en el acto para continuar con un chiste sin gracia.

-Ahora nos dispondremos a buscar una cocina y otros miembros del cardumen de la rata que dejamos ahí abajo, que esperemos duerma por otro par de horas-. Dicho esto se puso a subir escalones sin mirar atrás.

Con la ayuda de Zala, Danya consigue subir hasta el otro lado del abismo que se abría bajo sus pies, llegando al otro lado. 

Por su parte Algorímedes sube hasta la siguiente planta. 

Al quedar el peldaño libre, Trunkxy podría trabajar en él sin problema. Bien visto, quizá pudiese hacer un apaño sin mucho problema, pero sería algo provisional que de no buscar una solución más definitiva, como cambiar el peldaño entero, volvería a romper. 

Por su parte Bonnie, Batracius y Bill cruzaban la puerta que les llevaba al exterior del castillo. 

Gollum se acerca hasta el agujero que ha quedado donde otrora estaba la baldosa central. Asoma la cabeza por el agujero e intenta ver. Hasta donde alcanza su vista, que no es mucho, baja un túnel vertical. No se alcanza a ver bien el suelo. Tan solo algún pequeño reflejo permite adivinar que debe haber unos seis o ocho metros hasta el fondo del agujero.

De la puerta de su derecha, siguen llegándole voces y ruidos.