Partida Rol por web

Meticulosa y tozudamente, Trunxky va apartando las herramientas que le pueden servir para las tareas que se ha planteado como objetivos: El reparar el peldaño roto y rearmar la trampa... así que va tomando las herramientas y las coloca en un trapo que hará las funciones de hatillo-trineo para llevarlas de un sitio a otro, salvo el martillo que carga en su ancho y peludo hombro.

Luego se dirige de nuevo hacia la carta para repasar les tareas y recordando la observación de Batracius, le da la vuelta y lo examina detalladamente en busca de más indicaciones... o recomendaciones.

- También creo que lo mejor es mirar ese mapa, amigo.

Mientras acomodaba mi vestido todo sucio y roto al sentarme, escucho en la lejanía como un torbellino de color rojo o tal vez un lutín borracho que no sabe mantenerse en pie, tiene la osadía de no sólo chocarme con su gomosa y perturbadora masa corporal, sino que su rostro se posa contra el mío a modo de beso fugaz al mejor estilo espartano. 

- ¡Qué no!-  bufo al incorporarme luego de ser trasladada al quinto infierno derrapando peor que un carruaje con la rueda rota. - Esas no son formas de tratar a una bella dama, será que debo enseñarte modales. - comento haciendo rulos con mi cabello y ojitos en plan "cariñosa", salvo el detalle que jamás se enteró de mi seudoconquista lutiniana y apenas se acordó de que era su reina ya que traerá su cabellera de trofeo. 

- Muy honorable caballero... ¡Luche con valentía! ¡Que nuestros demonios del averno lo protejan! -grito con fuerza en plan lutina renacentista enamorada, propio de una princesa en apuros. Un solo detalle, de apuro no tenía nada y de princesa tal vez el cabello con un buen lavado. La actitud era lo que importaba y mi porte de reina. 

Ahora sin hombres a quien suspirarles, tomo asiento de nuevo en el cajón esperando que alguno se digne a trabajar. Tenía un contrato y nada de ello corresponde a lo que debo hacer, que trabajen los plebeyos mientras pienso en mis futuras leyes para ejercer la tiranía en el castillo. 

Cuando Gollum y Algorímedes vuelven a la habitación, todo es un caso.

Danya se acerca peligrosamente a Bonnie luego de sufrir un traspiés que le hace resbalar. Bonnie pretendía apartarse con un grácil gesto, pero en el último momento se ve en la necesitad de hacer una huida menos medida y más espontánea de lo que le gustaría. Trastablillea y casi se cae al suelo antes de echar a correr. Danya pasa entre ella y Bill Barril hasta estamparse contra la pared. No hay muchos daños que lamentar.

Zalakatunga pensaba seguirle pensando que iría  a por la rata pero al verlo con la crisma rota, decide seguir corriendo detrás de la rata.

Trunxsky sigue afanado en conseguir herraminetas útiles y cree que va teniendo algunos utensilios que le podrían servir de utilidad.

Por otra parte, Algorímedes y Gollum, vuelven a la habitación.
Y mientras todo sucede Batracius se acerca a la mesa donde sigue el peargamino y lo coge sin ningún problema. Mira el reverso pero no hay ninguna fecha, ni nada. Con su ojo derecho se queda mirando detenidamente el papel intentando descubrir algo más, sin mucho éxito.

Al acercarte y abrir la puerta de la sala de lutines puedes ver del otro lado una sala corriente, con sus estanterías repletas de pesados volúmentos encuadernados en piel, pergaminos, brillantes objetos que...¿serán mágicos? y un suelo de baldosas en damero. 9 enormas baldosas en total. Una puerta a la derecha lleva hacia la zona desconocida de la torre.

Justo al cruzar la puerta se encuentran Algorimedes y Gollum que vuelven a la habitación de lutines.  Casi te estampas contra ellos al cruzar.

Zalachanchuflas había llegado donde ningún lutin había llegado antes (sin contar a esos dos adelantados traidores desde luego) y se erguía orgulloso ante el terreno inexplorado frente a él. ¿Por donde comenzar? Se preguntaba el lutin condenado a usar el mismo disfrazo por trece largos años. Su vil enemigo la rata tal vez había hallado un escondite perfecto detrás de los mohosos volúmenes de pergamino, o posiblemente se ocultaría detrás de los brillantes objetos “tal vez mágicos”. No le molestaría llevarse alguno (o tal vez todos pero su tamaño complicaría las cosas) para mirarlos en detenimiento por horas y horas… ¡Uff…qué difícil es ser un lutin! 

Por cierto que antes de volverte, has podido ver que la rata corría hacia la puerta de la derecha, siguiendo el muro.

Ves que la rata se está intentando escabullir por debajo de la puerta de la derecha.

-donde donde esta el mapa mapa mapa....???!!!

busco por todas partes el mapa...

- Compañeros, llamadme perspicaz pero sospecho que lo que buscamos no está en esta sala, si no en la que hay más allá de esta puerta. E incluso en las que hay más allá, como la que acaba de cruzar una rata. ¿Sabéis algo sobre esa rata? Creo que es de mi tamaño, podría usarla como montura.

Ofuscada por todo aquel atropello inmoral huyo del lugar dejando entrever una actitud poco digna de una Reina, quería seguir a Zala y al Lutín rojo que parecía simpático. No tenía ganas de compartir tiempo con los aburridos y vejestorios lutines cansados de estar en un baúl por milenios, hasta tela de araña tenían encima y un aroma nauseabundo que me daba cierto repelús. 

- Marcharé nobles plebeyos, esta Reina necesita encontrarse con sus honorables caballeros y traer junto a ellos el objeto que nos garantizará la victoria, es decir, la rata preparada para un guisado de esos muy sabrosos. Adiós mis querido pueblo, adiós. -  tras dar mi último discurso mientras huía sin remedio, busco con la mirada una vez que cruzo el umbral por si veía a la cosa vestida de dragón pero antes de perderme en las inmensidades del castillo llamo a Danya. - Ven, vamos por Zala. - afirmo segura al indicar el camino guiado por el olor nauseabundo que dejaba al pasar ese lutín que desea ser dragón y jamás lo será. 

No habiendo encontrado mapa alguno, pero teniendo suficientes herramientas como para arreglar el peldaño citado en la carta, Trunxky se acerca a la puerta por donde iban la mayoría de diablillos, para ver si des de allí encontraba algún tramo de escaleras donde debía estar el peldaño estropeado... con suerte, con su devenir arriba y abajo, tal vez encontrara un mapa o alguien que le pudiera informar de donde estaba la trampa para rearmar.

-¡Esta gente está más loca que mi tio Fulkin, que confundió a su mujer con un leño y la arrojó a la chimenea!... o eso nos contó... El bueno de tío Fulkin...- dijo el rechoncho lutín mientras se dirgía al montón de trastos esparcidos por el suelo.

Observó una azada, unas semillas y una regadera. Le servirían para plantar el huerto si no encontraba el cobertizo anexo que decía la lista, siempre era mejor plantar algo que no plantar nada, ¿no?.

Rocogió todo en un hatillo, como vió hacer a Ojito y, dirigiendose hacia la puerta se volvió diciendo: -No sé donde estarán el resto de las cosas de la lista, pero estoy seguro de donde está el huerto: fuera de la torre. Si alguien se apunta...- y se volvió de nuevo con la intención de salir de aquella habitación.

Gollum entra de nuevo en la habitación y comienza a corretear olfateando los rincones, las paredes y el techo. Incluso revisa el armario, haciendo que varios objetos más caigan y se precipiten por el suelo, pero a pesar de su exhaustiva búsqueda, el mapa no aparece por ningún lado.

Algorímedes, que volvía con él, intenta comunicarse con el resto, pero nadie parece hacerle mucho caso.

Por su parte Danya agitaba la cabeza en un intento por recuperarse del golpe que acababa de recibir. A parte de estar un poco aturdido, no había nada más que lamentar. A la llamada de Bonnie, comienza a andar en dirección y a la puerta y juntos salen por la única puerta de la sala de lutines.

En la entrada se encuentran con Bill Barril, que equipado con una azada y un puñado de semillas y con Trunxky, que a su vez lleva una sierra, un martillo y un puñado de clavos. Ambos se paran en la puerta mirando a ver si alguien los sigue.

Bactracius parece que sigue concentrado examinando con determiniemto el pergamino que Gobblop dejó sobre la mesa intentando buscar algún acertijo, mapa, clave o quiensabequé. Le da una vuelta, otra, examina algunos caracteres de cerca, pero todo ello con escaso éxito.

Zalakatunga se dirigía hacia las enormes estanterías dispuesto a rebuscar en ellas cuando, al atravesar la sala escuchó un "¡clack!" justo al pisar la baldosa central. Una gota fría de sudor le recorrió todo el cuerpo, pero nada sucedió a parte de oirse un "toing" y un "clackclack". Posiblemente se tratase de una trampa pero por suerte, no había funcionado. Con un suspiro el lutín siguió caminando hacia las dos estanterías dispuesto a rebuscar, suponiendo que la rata se podía haber escondido en ellos.

Apenas sí hubo tocado alguno de aquellos pesados libros percibió un movimiento por el sabillo del ojo, como de algo moviéndose rápidamente a ras de suelo. El lutin volteó la cabeza a tiempo de ver la cola de aquella maldita rata que desaparecia por debajo de la puerta de la derecha, la que conducía a la zona desconocida de la torre.

Bonnie y Danya salen por la puerta de la sala de lutines accediendo a una sala contigua. Una sala corriente, con sus estanterías repletas de pesados volúmentos encuadernados en piel, pergaminos, brillantes objetos que...¿serán mágicos? y un suelo de baldosas en damero. 9 enormas baldosas en total. Junto a una de las estanterías, Zalakatunga rebuscaba entre los libros, pero algo parece haberle llamado la atención y no sois vosotros, pues gira la cabeza rápidamente en dirección a vuestra derecha, donde veis una sólida puerta de madera, pero cuando miráis hacia allí no veis nada extraño.

Batracius ya llevaba un rato inspeccionando a fondo el pergamino con las instrucciones, sin ningún éxito. No tenía el mapa en el reverso, no parecía tener tampoco ninguna inscripción con tinta invisible ni nada por el estilo. Cansado ya, dejó de nuevo el pergamino en la mesa.

Ya basta de perder el tiempo. Encontraré yo sólo el camino si hace falta. ¡Si alguno encontráis el mapa ya avisaréis!

Dió un brinco desde la mesa hasta el suelo, y avanzó hacia la puerta que daba a las escaleras con pequeños saltitos.