Partida Rol por web

Constantinopla Nocturno - El sueño perdido

Enero de 1260 - Lámpsaco

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10/09/2014, 00:08
Gustavus

El hombre, realizó un movimiento similar al de las mujeres que le acompañaban, pronunciando aún más su inclinación, y procediendo a hablar, con un marcado acento norteño— Mi nombre es Gustavus. O Gustav. Y estoy aquí para serviros, al igual que la señorita Almassy, en nombre de las Siete Ciudades de Hungría y, en mi caso particular, de mi sire, la dama Nova Arpad —con una floritura, volvió a erguirse. 

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10/09/2014, 00:15
Ana Comnena

Ana asintió, irguiéndose sobre su asiento antes de profesar palabra alguna— Bien, sed todos bienvenidos a Lampsaco. Espero que encontréis placentera esta pequeña reunión— dijo, abarcando con un gesto de su mano todo el gentío reunido en el patio interior— Disfrutad, eso sí, con cautela. Os encontráis en mi casa, y podéis comportaros como si fuera la vuestra. 

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10/09/2014, 00:36
Tiberius Fabius Lupus

Gustav, chiquillo de Nova Arpad. Interesante elección. Vencel Rikard, otro nombre interesante. Numerosos e importantes Ventrue parecen apoyar la cruzada de Ana. Me pregunto entonces cómo planea alimentar mi querida Ana a tan distinguidos e ilustres invitados. Cada uno debe tener sus propios y extravagantes gustos. Van a ser unos días de reunión muy interesantes.

Y yo voy a requerir de mucho tiempo para hablar con todos ellos. Muchos invitados, mucha información y escaso tiempo. Es Ana la anfitriona y ya les ha dado permiso para que es pongan cómodos y disfruten así que no repetiré las palabras de Ana.

Querida Ana. La tensión se podía cortar en el ambiente, por suerte has dirigido tus palabras a otros de los invitados y no te has centrado en el objeto de tu odio. Aunque esa chiquilla apenas parece haberse dado cuenta de los dobles o triples significados de tus sentencias. Creo que hablar con esa joven resultará algo... refrescante, novedoso quizá. Aunque en realidad ardo más en deseos de hablar con su Sire, el famoso Nabuk. 

Ahí debo decir que me puede la curiosidad. ¿Será cierto todo lo que se dice de él?

De momento sigo en silencio, alargo la mano hacia el cáliz situado en la mesa junto a mí y lo llevo a mis labios para dar un lento trago. Mis ojos no dejan de estudiar cada movimiento de la novedosa pareja, Nabuk y Naida. Naida y Nabuk. ¿En qué acabará todo esto?

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10/09/2014, 14:05
Naida

Naida no vio ninguna intención oculta en las palabras de su anfitriona, es más, se sentía feliz tras su asentimiento. Le sonrió, inclinando suavemente la cabeza y se mantuvo en silencio mientras ésta hablaba con Varvara. 

Lo peor ya ha pasado...

Había estado tan nerviosa... Quizás la tensión que había estado sintiendo en Nabuk durante aquellos últimos días, se le había contagiado. Pero ahora ya estaba más tranquila y una suave sonrisa se perfilaba en sus labios. 

Ana Comnena les dio la bienvenida y en ese momento, Naida sintió que se le quitaba un peso de encima. No ha sido tan malo como me temía. Aunque sabía que debía comportarse como mandaba la "etiqueta". Aquellos cinco años se había estado entrenando para eventos de ese estilo. Aunque allí todo parecía diferente.

Volvió a hacer una nueva reverencia, esta vez menos pronunciada. - Os agradezco vuestra hospitalidad - . Extendió el saludo al hombre que se hallaba al lado de Ana, el tal Tiberius. ¿Por qué nos mira así? Tragó saliva y se volvió hacia Nabuk. 

- Si me permitís, señor, me gustaría ir a ver los mosaicos que habían en la entrada - . Deseaba salir de allí cuanto antes. La mirada de Tiberius la estaba volviendo a poner nerviosa. 

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13/09/2014, 22:04
Director

Tomada del brazo de tu sire, recorriste las calles de Lampsaco, aquella localidad próspera, activa y encantadora a pesar de no ser tan magnífica o grande como Constantinopla. En algún punto del camino, el criado que os acompañaba miró hacia adelante y señaló con su brazo izquierdo hacia lo alto de una colina, que resaltaba entre los edificios de la población costera. La construcción era un exquisito palacete, construido en un estilo claramente bizantino, intensamente iluminado por múltiples antorchas que lo circundaban y daban candor a sus colores cálidos y agradables. Tu sire se mantuvo en silencio durante el corto trecho que restaba del camino que llevaba hasta la villa. 

Una vez situada en sus inmediaciones, pudiste comprobar que se hallaba acordonada por una pequeña muralla bien vigilada, pero no hizo falta proferir palabra alguna para que os franqueasen el paso, pues en cuanto los guardias atisbaron a los recién llegados, se apresuraron a abrir las puertas, dándoos paso a un exótico jardín, de flores de colores vistosos y palmeras y árboles frutales que desprendían una agradable fragancia. 

En medio de la vegetación, un camino de piedra con la anchura adecuada para que un carruaje pudiera transitar por él cómodamente, llevaba a la entrada de la espléndida construcción. Una puerta alta y majestuosa, de madera de buena calidad, con un enrejado dorado en semiarco en su parte superior. 

Ante ella, de nuevo, unos guardias, os franquearon el paso, y en cuanto entraste, pudiste observar que el interior de la villa era aún más impresionante que el exterior. Hermosos mosaicos de teselas adornaban las paredes, y un patio interior, en cuyo centro se encontraba una fuente soberbia, que se atisbaba desde el vestíbulo abovedado de la entrada.

En él, se congregaba una pequeña multitud de personas que charlaban animosamente, rodeadas por sirvientes y, dada la vestimenta y los brazaletes que adornaban sus brazos, un variopinto grupo de esclavos, de diferentes edades, con un físico admirable y constitución variada, que se mantenían atentos. Alguien, una mujer de porte distinguido y cabellos rizados y castaños, tomó de la mano a una de las muchachas, esbelta y de piel oscura, y con un delicado gesto apartó su cabello de su cuello, acercando sus labios, para seguidamente hincar sus filosos caninos y tomar de ella la vitae. Y nadie pareció encontrar aquello extraño o de mal gusto. 

Sobre una tarima, situada en un ligar privilegiado del patio, se encontraban dos divanes. En uno de ellos, se encontraba tendido un hombre que parecía haber alcanzado la cuarta década de su vida. No era especialmente atractivo, pero sin duda tenía un aspecto fuerte y regio, y sus ojos azules parecían temibles enmarcados en su rostro de facciones duras. 

Sobre el otro diván, divisaste algo que por un momento te dejó sin respiración. Una mujer. Quizá una de las más bellas que habías visto en tu vida. Sus cabellos dorados caían en bucles sobre sus hombros, su cuerpo era un camino de curvas vertiginosas, y sus ojos almendrados y castaños. No te costó deducir, por lo que Gabriella y Diego te habían contado y por los rumores que habías escuchado por ti misma, que se trataba de Ana Comnena, la anfitriona de aquella reunión y señora de Nicea. 

Había en ambos, sobre todo en la mujer, cierta tensión palpable. Y dando un vistazo general al resto de los invitados pudiste darte cuenta de que había un murmullo general, como si acabase de ocurrir algo. Y las miradas de todos los presentes se posaban sobre la pareja de los divanes, y sobre otro grupo de cuatro vástagos, dos de los cuales rivalizaban en belleza con la mujer que estaba sobre la tarima.

Uno era un hombre de tez algo más oscura de la acostumbrada en aquellas regiones del mar de Mármara. Sus ojos verdes refulgían como dos esmeraldas, en medio de un rostro de facciones armoniosas. Su cabello, lustroso, castaño y corto, coronaba su cabeza, y su afeitado, a la moda de aquellos días, volvía su aspecto aún más atractivo. A su lado se encontraba una chica, de aspecto más bien joven, de facciones dulces y tez pálida e inmaculada, con el cabello rojo como el fuego cayendo en bucles sobre su espalda y el cuerpo bien formado y apetecible. Sus ojos, también verdes, algo más apagados que los de su acompañante, se fijaban en la mujer del diván y su acompañante de cuando en cuando, con nerviosismo. 

Y precísamente hacia la mujer del diván se dirige tu sire, que ante ella, hace una leve reverencia— Ana Comnena— dice, con un inevitable tono de admiración en la voz—Estais tan encantadora como siempre, es un placer volver a veros. —se yergue y te señala entonces, con una floritura— Os presento a mi chiquilla, Beatrice. Tanto ella como yo, defenderemos vuestros intereses y los de Génova en pos de la victoria. 

Notas de juego

La pareja de los divanes (apariencias 5 y 2)

El grupo al que todos miran (considera que los dos primeros tienen apariencia 3, y que los otros dos tienen 5)

Tira autocontrol :-D dificultad 6 si fallas en tu tirada, quedarás fascinada. Puedes interpretarlo si quieres. Y tira por Inteligencia y Posición (dif 6 también) a ver si recuerdas algo de los otros y si ves a alguien más conocido. 

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13/09/2014, 22:06
Director

Transcurre un tiempo en el que los murmullos de los que se encuentran presentes son casi palpables, y las miradas penetrantes y tangibles. La llegada de aquellos cuatro vástagos ciertamente ha causado revuelo y todos miran de cuando en cuando a Ana y Tiberius, en sus divanes, y a Nabuk y a Naida, y a veces a Varvara también. 

Una nueva fuente de distracción capta las miradas cuando las puertas de nuevo, se abren. En esta ocasión, una pareja, hombre y mujer, entra en el patio interior, tomados del brazo. 

El hombre, de un atractivo innegable y lleno de un carisma que parecía innato, se aproxima hacia Ana, y ante ella, realiza una reverencia. 

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13/09/2014, 22:11
Diego de Monferrato

— Ana Comnena— dice, con un inevitable tono de admiración en la voz—Estais tan encantadora como siempre, es un placer volver a veros. —se yergue y señala entonces  a la mujer que se encuentra a su lado, con una floritura— Os presento a mi chiquilla, Beatrice. Tanto ella como yo, defenderemos vuestros intereses y los de Génova en pos de la victoria. 

Se trataba de una mujer adulta, en la plenitud de su vida media, que portaba una belleza claramente bizantina, que si bien no rivalizaba con la de Ana o la de Naida, no podía ser aludida. 

Notas de juego

La mujer:

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13/09/2014, 22:13
Director

Notas de juego

Desde ahora, los mensajes, a menos que sean pensamientos que quieran mantener en secreto, deberán destinarlos a quienes vayan llegando a la escena. 

Por ahora son ustedes tres, pero pronto habrá más. 

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13/09/2014, 22:18
Naida
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Autocontrol

Dificultad: 6

Tirada (3 dados): 8, 9, 2

Éxitos: 2

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14/09/2014, 02:09
Beatrice Lasso de Gamboa
- Tiradas (2)

Motivo: Autocontrol

Dificultad: 6

Tirada (4 dados): 7, 10, 3, 8

Éxitos: 3

Motivo: Inteligencia+Posición

Dificultad: 6

Tirada (5 dados): 9, 10, 9, 6, 7

Éxitos: 5

Notas de juego

Me espero por si me das más info con mi megatirada de posición antes de postear ^^.

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16/09/2014, 13:36
Tiberius Fabius Lupus
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Inteligencia+Política

Tirada: 7d10

Dificultad: 6+

Resultado: 2, 7, 8, 1, 4, 5, 10

Exitos: 3

Notas de juego

Veamos si me suenn de algo Diego de Monferrato o su chiquilla.

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18/09/2014, 14:39
Beatrice Lasso de Gamboa

Beatrice entró en la sala mirando a su alrededor con aire sereno, analizando a cada uno de los individuos que allí se encontraban. Su mirada parecía pasar de forma distraída por el lugar, pero su mente analizaba y almacenaba cada pequeño detalle, cotejándolo con la información que ya poseía y sacando conclusiones. 

Caminaba un paso por detrás de Diego, con las manos cruzadas por delante de su regazo en una posición formal. Su porte y caminar eran discretos, pero elegantes. No mostraba sumisión, pero tampoco altanería. Llevaba un vestido suave de color perla y un tocado que adornaba sus cabellos, entretejidos con los finos hilos de metal que formaban una diadema en su frente y sostenían un velo que se cerraba bajo su barbilla. 

No le costó mucho detectar dos focos de atención. Y si todavía fuese mortal probablemente habría contenido la respiración al ver la arrolladora belleza de algunos de los presentes. Sus ojos se dirigieron alternativamente entre Ana Comnena y la muchacha pelirroja que acompañaba a Nabuk y un brillo salvaje apareció en ellos durante un instante. Contuvo sin dificultad sus impulsos, pero el cosquilleo que sentía en las encías, en el punto exacto donde sus colmillos permanecían resguardados, se mantuvo durante el tiempo que tardó en recorrer la distancia que la separaba de la anfitriona. 

Detectó a Drusus en su camino, pero no dijo nada al respecto, limitándose a dedicarle un breve vistazo de curiosidad y a seguir a su sire manteniendo el silencio y las formas.

Beatrice hizo una reverencia ante Ana Comnena al mismo tiempo que Diego y al ser presentada realizó una pequeña inclinación de cabeza. - Es un verdadero placer conoceros. - Dijo con absoluta sinceridad. Pues la sola visión de la belleza de la mujer ya podría acelerar el corazón del más frío de los mortales. La voz de Beatrice era dulce y melodiosa, de una profunda suavidad que recordaba el terciopelo. Y a pesar de haber pronunciado apenas unas pocas palabras, se podía apreciar en ella una modulación educada durante siglos. - Podéis contar con mi ayuda en lo que sea necesario para defender los intereses de Génova. 

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18/09/2014, 19:11
Tiberius Fabius Lupus

Observo con detenimiento y precisión el avance de las dos figuras. Diego presenta a su chiquilla ante Ana, y la mencionada, de nombre Beatrice, hace gala de una educación y modales exquisitos. Mis ojos brillan con intensidad ante los reflejos de luz y se fijan con avidez en la recién llegada. ¿Acaso es esta noche una reunión de Chiquillos?

Al menos su exquisita educación ha sido trabajada, fruto de más años de esfuerzo que el tiempo de vida de la otra Chiquilla. Definitivamente no es una neonata. Algo en su forma de moverse, algo en su forma de actuar, algo en su forma de portar ese velo hacen que me haga preguntas.

Casi ardo en deseos de que Ana despache esta reunión para poder hablar en privado con varios de los presentes.

Mis ojos se posan de nuevo en Naida. Sigue asustada, temerosa. No le gusta mi mirada inquisitiva pero no le va a quedar más remedio que tener que soportarla, al menos durante unos instantes más. Debería acostumbrarse a que la observen, con su belleza ha debido soportar cosas peores durante toda su vida. Si es que Jupiter da pan al que no tiene dientes. Al menos yo no la miro con lascivia, ni me interesa en ese sentido… pero todo sea por guardar las apariencias.

Fuerzo a mis ojos a que parpadeen y desvío mi atención de nuevo hacia los mayores. Nabuk, Diego y Ana. Me pregunto cuánto tardará mi querida Ana en despachar estos recibimientos y convocar una reunión más formal y más centrada en lo que tenemos entre manos.

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18/09/2014, 20:49
Naida

Naida no había llegado a darse la vuelta, cuando una nueva pareja hizo acto de presencia en el gran salón. La joven chiquilla se detuvo y se quedó absorta, contemplando la elegancia con la que se movía aquella mujer. A su lado se sintió torpe y más cuando escuchó su dulce voz aterciopelada. 

Por un momento su mirada se cruzó de nuevo con la de Tiberius, aunque la apartó rápidamente, rogando para sus adentros que dejara de mirarla de aquella manera. Parecía querer indagar en lo más profundo de su ser y eso la ponía muy nerviosa.

Tragó saliva y se quedó en silencio, contemplando la presentación de Beatrice y la de su sire. Sus ojos azules se dirigieron hacia su anfitriona, Ana Comnena, expectantes por ver cuál era su reacción. 

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23/09/2014, 12:57
Ana Comnena

Ana observó a Beatrice con cierto detenimiento, antes de esbozar una sonrisa cordial— El placer también es mio. Sed bienvenida, Beatrice, y considerad esta casa como la vuestra durante las noches venideras.— dijo, antes de dirigir su mirada hacia Diego— Génova siempre ha sido amiga y aliada de Bizancio, y nada deseamos más que el poder contar con su apoyo en nuestra hora más decisiva.— tras pronunciar aquellas palabras con tono seguro y firme, se levantó, dispuesta a mezclarse con la distinguida audiencia que allí se había congregado.

 

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23/09/2014, 13:31
Director

Recorriste las calles de Lampsaco, aquella localidad próspera, activa y encantadora a pesar de no ser tan magnífica o grande como Constantinopla. En algún punto del camino, el criado que te acompañaba miró hacia adelante y señaló con su brazo izquierdo hacia lo alto de una colina, que resaltaba entre los edificios de la población costera. La construcción era un exquisito palacete, construido en un estilo claramente bizantino, intensamente iluminado por múltiples antorchas que lo circundaban y daban candor a sus colores cálidos y agradables. 

Una vez situado en sus inmediaciones, pudiste comprobar que se hallaba acordonada por una pequeña muralla bien vigilada, pero no hizo falta proferir palabra alguna para que os franqueasen el paso, pues en cuanto los guardias atisbaron a los recién llegados, se apresuraron a abrir las puertas, dándoos paso a un exótico jardín, de flores de colores vistosos y palmeras y árboles frutales que desprendían una agradable fragancia. 

En medio de la vegetación, un camino de piedra con la anchura adecuada para que un carruaje pudiera transitar por él cómodamente, llevaba a la entrada de la espléndida construcción. Una puerta alta y majestuosa, de madera de buena calidad, con un enrejado dorado en semiarco en su parte superior. 

Ante ella, de nuevo, unos guardias, te franquearon el paso, y en cuanto entraste, pudiste observar que el interior de la villa era aún más impresionante que el exterior. Hermosos mosaicos de teselas adornaban las paredes, y un patio interior, en cuyo centro se encontraba una fuente soberbia, que se atisbaba desde el vestíbulo abovedado de la entrada.

En él, se congregaba una pequeña multitud de personas que charlaban animosamente, rodeadas por sirvientes y, dada la vestimenta y los brazaletes que adornaban sus brazos, un variopinto grupo de esclavos, de diferentes edades, con un físico admirable y constitución variada, que se mantenían atentos. Alguien, una mujer de porte distinguido y cabellos rizados y castaños, tomó de la mano a una de las muchachas, esbelta y de piel oscura, y con un delicado gesto apartó su cabello de su cuello, acercando sus labios, para seguidamente hincar sus filosos caninos y tomar de ella la vitae. Y nadie pareció encontrar aquello extraño o de mal gusto. 

Sobre una tarima, situada en un ligar privilegiado del patio, se encontraban dos divanes. En uno de ellos, se encontraba tendido un hombre que parecía haber alcanzado la cuarta década de su vida. No era especialmente atractivo, pero sin duda tenía un aspecto fuerte y regio, y sus ojos azules parecían temibles enmarcados en su rostro de facciones duras. 

Sobre el otro diván, divisaste algo que por un momento te dejó sin respiración. Una mujer. Quizá una de las más bellas que habías visto en tu vida. Sus cabellos dorados caían en bucles sobre sus hombros, su cuerpo era un camino de curvas vertiginosas, y sus ojos almendrados y castaños. No te costó deducir que se trataba de Ana Comnena, la anfitriona de aquella reunión y señora de Nicea. 

Diste un rápido vistazo alrededor, intentando encontrar caras conocidas entre los presentes, y no tardaste en atisbar a otros vástagos que habían compartido sus noches contigo en Constantinopla. Nabuk, el chiquillo de Miguel, y Drusus, el lasombra Magnus, se encontraban presentes entre el gentío, acompañados por dos mujeres jóvenes, una de ellas terriblemente hermosa, con el cabello del color del fuego. También había con ellos un hombre de cabellos oscuros y facciones más propias del norte. 

Y las miradas de todos los presentes se posaron en ti, invariablemente. En tu aspecto fiero y en tus grandes e innegablemente impresionantes proporciones. 

Notas de juego

Ana y el hombre que está con ella en los divanes (Apariencia 5 y 2 respectivamente)

Nabuk, Drusus y sus acompañantes femeninas, además del hombre de cabello oscuro (En orden, apariencias 5,3,5,3,3)

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23/09/2014, 13:43
Director

La noche transcurría entre conversaciones y presentaciones. Los esclavos se mantenían en todo momento alrededor de sus oscuros señores, dispuestos a complacer sus deseos, que tomaban la forma de sed de sangre que se manifestaba de cuando en cuando, en el momento en el que alguien tomaba a uno de aquellos desdichados e hincaba sus filosos caninos en su delicada carne. 

Algunos pedían una copa y una daga para aquel cometido, prefiriendo conservar la compostura, pero saciaban también su Sed al fin y al cabo. 

Ana se había mezclado con los presentes, conversando animosamente con varios de ellos, sin dejar de mirar de vez en cuando hacia donde se encontraba Nabuk el Micaelita, y hacia donde se encontraba aquella joven de cabellos del color del fuego a la que había presentado como a su chiquilla. Tras varios intercambios, había vuelto a sentarse sobre el diván que había sido colocado especialmente para ella, en lo alto de la tarima que le daba altura sobre los demás, y en el centro de atención de la sala.

La luna había avanzado un trecho a lo largo de la bóveda celeste cuando las puertas del patio interior volvieron a abrirse, dando paso a una figura imponente, fuerte y de gran tamaño a la que todos miraron casi involuntariamente. 

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23/09/2014, 13:51
Ana Comnena

Cuando Gulam llegó al patio interior, llenándolo con su ineludible presencia, Ana se levantó de su diván, esbozando una sonrisa de satisfacción— Ah... El gran golem de Krujas. —dijo, entusiasmada— Ardía en deseos de contemplaros, y nada me complace más que tener a un guerrero como vos, fiel a Bizancio, ante mi presencia. 

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23/09/2014, 15:58
Beatrice Lasso de Gamboa
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Inteligencia+Posición

Dificultad: 6

Tirada (5 dados): 9, 7, 9, 6, 4

Éxitos: 4

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23/09/2014, 15:59
Director

Tiren Inteligencia+Posición o Inteligencia+Política para ver qué saben del recién llegado.