Partida Rol por web

Constantinopla Nocturno - El sueño perdido

Noviembre de 1259 - Adrianópolis

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27/08/2014, 13:39
Tiberius Fabius Lupus

Bien chiquilla. Serías un digno rival en un duelo de metáforas. Ni las Musas tienen tu inventiva.

- La diosa Victoria nos ha guiado hasta este momento. – mis labios se mueven cada vez más cerca de los suyos. – El Príncipe bizantino no será más que un recuerdo, un miserable catamita* del pasado. – Mis manos aferran su cintura. – La corona es mía. -

Mi mirada no se separa de la suya y mientras mi boca se abalanza sobre la suya, elevo su cuerpo en el aire y la hago descender sobre mi miembro que la penetra hasta el fondo. La mejor forma de sellar un pacto. De corroborar que estamos en el mismo bando, y de confirmar que todo quedará en familia.

El roce de su piel fría contra la mía no me produce otra sensación, ni mayor placer. Pero sé disfrutar del sexo aún más que cuando era humano, y sé lo que a ella también le causa placer.

Querida sobrina, empiezas a pensar como yo, a actuar como yo… y eso me gusta. Desplazo mis manos hasta sus perfectas nalgas y las aferro con firmeza para iniciar un bamboleo hacia arriba y hacia abajo. De forma suave y acompasada. Mi boca desciende por su cuello, besando, rozando y lamiendo en ocasiones. Conozco multitud de puntos erógenos en una mujer y Ana no los ha olvidado. Me detengo en sus pechos, lamiendo en círculos alrededor, mordisqueando y jugueteando, sin llegar a sacar mis colmillos para morder. Y todo sin dejar de penetrarla una y otra vez.

No me hace falta diván ni cama alguna. Seguiremos así toda la noche. Cambiaremos la postura, probaremos en distintos sitios y haremos de todo. Pienso complacerla en exceso, de modos que nunca haya probado. Nabuk será un recuerdo difuso y borroso tras nuestro encuentro. Y si hace falta antes del amanecer nos bañaremos en la sangre de las esclavas. Lo juro por Jupiter, Venus y todo el panteón romano.

Notas de juego

* Joven sirviente sexual pasivo. Comúnmente utilizado para insultar o ridiculizar a alguien.

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27/08/2014, 14:42
Ana Comnena

Ana emitió un hondo gemido ronco, entrecerrando los ojos castaños en el momento en el que invadiste su cuerpo, posando las manos sobre tus hombros, clavando sus uñas sobre tu piel, sin mostrar el menor cuidado, horadando en ella con la misma intensidad con la que la penetrabas. 

Echó la cabeza hacia atrás, dejándote contemplar su hermoso y pálido cuello, a medida que su peinado se deshacía, dejando caer sus bucles dorados sobre sus finos hombros. Sus pechos generosos se movían al compás de tu ritmo, en una danza insinuante, fríos, y a pesar de todo, suaves al tacto, firmes como los de una jovencita, coronados por unos pezones redondos y rosados que casi temblaban bajo la humedad de tu lengua. 

Sus piernas se cruzaron tras tu espalda, apretándote contra ella. Impulsándose con su cuerpo, comenzó a añadir sus propios movimientos a aquella danza. Su aspecto se asemejaba al de la diosa de la caza, Diana. Deshinibido, arrebatador, y sin lugar a dudas, depredador, a juzgar por la manera en la que sus ojos se clavaban sobre los tuyos, cerrándose tan solo cuando la besabas, y su labio superior se elevaba ligeramente, mostrando sus dientes blancos y simétricos, pequeños en su boca de labios carnosos y femeninos.

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27/08/2014, 16:11
Tiberius Fabius Lupus

Notar las uñas de Ana sobre mi piel, tratando de clavarse, a sabiendas de que no será capaz de producir el más mínimo arañazo, extrañamente me excita. Sentirme en cierto modo invulnerable, y tener a ella cabalgándome, vulnerable, sometida a mí… es como si todo tuviera sentido. Como si siempre hubiera tenido que ser así.

Empiezo a acelerar el ritmo sin miedo a correrme y que mi miembro se vuelva flácido, ventajas de ser inmortal, y mis ojos se desvían hacia su cuello cuando ella echa la cabeza hacia atrás. Es perfecto. Por un instante siento la tentación de morderlo, de beber su sangre, de probar ese néctar que por derecho me pertenece. Pero la fría razón se impone y sigo con el juego.

Uso sólo una mano para  sujetarla y acompañarla en el movimiento de sube y baja, y uso la otra para recorrer con lentitud y ansiedad su cuerpo, rozando su piel en cada una de sus curvas. Cuando llego a sus redondeados y hermosos pechos me entretengo apretándolos, sintiéndolos en toda su gloria.

- Serás una perfecta Emperatriz. – digo con un gruñido gutural mientras prosigo con mis embestidas. Y serás mía como ya lo eres.

Avanzo sin soltarla hasta el diván y deposito a Ana encima de los cojines sin excesivo cuidado pero sin rudeza. Mis manos aferran su cadera de nuevo, y la volteo para ponerla a cuatro patas de espaldas a mí.

Somos dioses entre meros mortales, y como tales voy a demostrarte lo que un dios puede hacer. Con un gesto indico a las esclavas que se acerquen mientras sujeto a Ana por su perfecto trasero, acerco mi pene que sigue tieso, grande y vigoroso, y comienzo a rozarlo y frotarlo en la entrada de su sexo. Que disfrute del anhelo y la expectación previos.

Sin previo aviso la penetro de nuevo, con fuerza, dejando caer todo mi peso sobre ella, sobre su espalda, sujetando sus muñecas contra el diván con mis manos. Siento el roce de la piel de su espalda contra mi pecho. Dos cuerpos marmóreos, pulidos y perfectos.

Provocaré en ti el deseo Ana. Pero recuerda lo que es esto. Sólo sexo, sólo placer, y un instrumento para la venganza.

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27/08/2014, 17:25
Ana Comnena

Las esclavas observan la escena, arreboladas, petrificadas, sin querer interrumpir a sus amos en aquel frenético acto, mientras la señora de la casa jadea y gime sobre ti. 

"Serás una perfecta Emperatriz" alcanzas a decir, y en el acto un gemido lastimero brota de entre sus labios, que se lanzan ávidos, para besarte con un ardor renovado, como si aquellas palabras inflamasen sus deseos hasta límites insospechados. Sus uñas siguen horadando en tu carne, sin llegar realmente a dañarte, pero haciéndose presentes— Sí... Sí... Lo seré... Y tú me ayudarás— dijo, ahogando las palabras en tu boca.

Emitió un jadeo cuando sostuviste su rostro, y su expresión mutó hacia la sorpresa cuando terminaste por darle la vuelta, obligándola, con tu cuerpo, a permanecer vulnerable bajo el tuyo. Su cuerpo se tensó bajo el tuyo, en un intento vano por mantener el dominio de la situación, mientras la tentabas, impeliéndola quizá a buscarte, cosa que hizo, serpenteando bajo tu figura. 

En cuanto volviste a arremeter contra ella con toda tu potencia, no pudo sino dejarse hacer mientras gemía. Era evidente que tenías más fuerza que ella, a pesar de lo que ella intentase, pero aún en aquella situación, su mirada se mantenía ardiente y altiva. 

Las muchachas se acercaron, tal y como habías indicado, temerosas, aunque visiblemente ansiosas y quizá excitadas, esperando tus órdenes. Dos de ellas aún permanecían desnudas, y la sangre todavía manchaba sus pieles juveniles. 

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27/08/2014, 17:40
Tiberius Fabius Lupus

Sin parar de embestir a Ana con fuerza una y otra vez, cambiando el ritmo, a veces más suave y a veces más intenso, indico con la cabeza a la joven oriental que se arrodille junto a Ana. – Muéstrale el cuello. – ordeno a la esclava apretando los dientes para poder hablar sin emitir un gemido o gruñido.

La situación es excitante y placentera. Sé lo que quieres Ana, y te lo voy a dar. Seré como una droga para ti, querida sobrina. En cuanto la esclava obedece, doy un azote en las nalgas de Ana y le digo sin parar de embestir: - Bebe… disfruta de los placeres de esta vida, futura Emperatriz.

Hago una señal a la otra joven de pelo rubio para que se acerque a mí. Uso la mano siniestra para seguir azotando a Ana sin piedad mientras la penetro, y con la diestra sujeto a la esclava por el rostro. Mi lengua recorre mis dientes, relamiéndome, y acerco a la chica hacia mí cada vez más, despacio, sintiendo su tensión. Huelo su cuello perfumado intentando discernir todas las esencias con las que se ha bañado antes y en un siseo saco mis colmillos. En menos de un segundo he perforado su piel y comienzo a beber alcanzando un éxtasis como nunca. Pero me concentro y mantengo el control. Quiero que Ana siga disfrutando, que cuando crea que no puede sentir más placer, yo consiga que todo siga in crescendo.

No bebo demasiado de la esclava, sólo un poco y la aparto bruscamente para volver a sujetar las caderas de Ana bajo mí. Me mantengo vigilante, comprobando si bebe tal y como la he ordenado, comprobando si aún mantiene el control o si ya está loca de placer. Asegurándome antes de mi siguiente movimiento.

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27/08/2014, 17:49
Ana Comnena

La joven se recostó en el diván, frente a Ana, temblorosa. Sus ojos rasgados observaban la escena, mientras su señora se lanzaba ávida a sus labios. 

Ana comenzó a descender por su barbilla, dispuesta a acercarse a su cuello, cuando notó el golpe que dejaste caer sobre sus nalgas y volteó el rostro, para mirarte con sorpresa y cierta indignación. Sin duda era una mujer orgullosa, que no concebía actos como aquel. Aquello era algo que se le hacía a las esclavas. A las meretrices. Y no a una emperatriz como ella. Y así te lo hizo saber, con su mirada cargada de advertencia. 

Aún así proseguiste, y cuando Ana por fin horadó la carne del delicado cuello de la mortal que yacía frente a ella, comenzando además a beber con un ansia casi palpable, volviste a golpearla. Dio un respingo, y su rostro se elevó— ¡No, no! ¡Soy tu Emperatriz! ¡Obedecerás mis órdenes!—dijo, resuelta, con los labios embadurnados en carmesí, airada y turbada, intentando atrapar tu mano con la suya, cuando volviste a azotarla, haciendo que profiriese un quejido. La azotaste, una vez tras otra, mientras penetrabas su cuerpo, y la turbación en su rostro fue haciéndose cada vez mayor. 

Miró a las esclavas, visiblemente avergonzada, como si temiese que éstas contemplasen aquel acto. Vio que una se encontraba obnubilada, bajo el influjo de tu Beso, y presurosa, decidió hacer lo mismo con la propia, a pesar de que aún dos de ellas se mantenían en pie, aunque a duras penas, después de haber sido sangradas por ambos. Sus tragos se volvieron cada vez más desesperados mientras seguías golpeando sus nalgas, redondas y prietas, y la joven cada vez parecía más pálida bajo el influjo de su Beso mortal. 

Ana por su parte parecía cada vez más salvaje en sus actos, incapaz de soltar a la esclava hasta que volviste a arremeter contra ella, agarrándote a sus caderas, haciéndola gemir, ahora de un modo algo más visceral. La muchacha a la que empujaste elevó un quejido mudo, al tropezar y caer sobre el suelo, y la que yacía sobre el diván parecía completamente inconsciente, ajena a todo lo que ocurría. Incluso te preguntabas si acaso seguía respirando. Tu sobrina crispaba los puños, como si tratara de controlarse, mientras su rostro se elevaba, mostrando sus filosos colmillos y su cuerpo se balanceaba contra ti, ansioso por tomar el control de aquel vaivén. 

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28/08/2014, 09:42
Tiberius Fabius Lupus

¡No, no! ¡Soy tu Emperatriz! ¡Obedecerás mis órdenes!

Ah, los gritos de una niña creída venida a más. Una delicia para mis oídos. Pero no debo romperte Ana. No todavía. Ya sé qué botones pulsar y tú sólo has aprovechado este tiempo para intentar conseguir un pelele, un peón que te haga el trabajo sucio con Nabuk. Quizá con la esperanza de suscitar sus celos y que nos matemos mutuamente. Qué equivocada estás, querida.

Esa mirada de advertencia. Esa ira mal contenida. Ese orgullo y esa vanidad. Ah, la vanidad es mi pecado favorito. Sonrío mientras Ana gime y trata de liberarse sin poder. Sonrío mientras ella no puede verme el rostro y luego, tan repentinamente cómo todo empezó me aparto y dejo que se voltee para abalanzarse hacia mí si quiere.

- Demuéstrame que sabes gobernar. Demuéstrame cómo se porta una verdadera Emperatriz. Sé que te mereces el cargo… ahora te imploro verlo.

La sujeto con fuerza y me dejo caer de espaldas sobre el diván o el suelo, me da igual. La mantengo encima de mí y le dejo mantener el control. Ese subidón tan repentino provocará que aumenten sus delirios de grandeza.

- ¡Oh, sí, poderosa Emperatriz! Hazme tuyo esta noche y todas las venideras. – No separo mis ojos de los suyos, haciéndola saber que la deseo. Dejando que crea que es ella la que domina y yo el sometido. A partir de ahora será como ella quiere, mientras no pase de un límite.

Un poco más y con ese descontrol será capaz de morderme y beber de mi sangre, provocándonos un placer extremo a ambos. Un poco más y estará un paso más cerca de mi control.

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28/08/2014, 11:24
Ana Comnena

Ana se yergue. El cuerpo le tiembla, de impulso y deseo, pero se obliga a darse la vuelta despacio y a mirarte, altiva, con la barbilla bien alta, mientras se sienta a horcajadas sobre ti, alojándote de nuevo en su interior. Cuando comienza a moverse, haciendo serpentear su cuerpo, lleva una mano a tu garganta, y la aprieta con fuerza— Si fueras un mortal te mataría— dijo, gruñendo, entre jadeos— Pero no lo eres, maldita sea, no lo eres...—apretó aún más, antes de soltarte y deslizar sus dedos por tus labios, probando tus colmillos filosos con el pulgar, apretándolo sin llegar a dejar que la carne se agrietase.

Se llevó una mano al pecho, y apretó su seno izquierdo, con la misma fuerza con la que apretaba tu garganta, horadando en su piel, provocando que brillantes gotas de sangre oscura y espesa bañasen su piel a medida que su ritmo aumentaba, hasta alcanzar las cotas que había alcanzado antes de que al fin la soltaras. 

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28/08/2014, 15:46
Tiberius Fabius Lupus

Te ha costado pero estás recuperando el control. Te sientes más segura, más confiada. Crees ser invencible Ana. Espero que aprendas de hoy lo fácil que resulta manipularte, aunque dudo que lo entiendas. Sólo sentirás rabia y frustración. Y quizá te arrepientas de haber practicado sexo conmigo. O a lo mejor crees que al final te hiciste con la tuya y salió todo como tú querías.

No lo sé. Espero que aprendas y me demuestres que realmente has aprendido. Quiero sentirme orgulloso de mi sobrina pero es algo que sólo el tiempo nos dirá.

Mientras Ana me cabalga a horcajadas, alzo mi mano hacia su seno y lo sujeto firmemente, apretando también pero con suavidad. Deslizo mis dedos por su piel, recogiendo las gotas de sangre oscura y espesa, impidiendo que caigan y se desperdicien. Y luego me llevo el dedo a la boca, y lo chupo lentamente, deseándolo, casi con ansia y avidez mientras ella sigue sujetándome la garganta.

- Hay que estar ciego para no ver que tienes el temple de dirigirnos a todos… - digo entre jadeos mientras muevo mi cadera intentando acompasar mis movimientos a los suyos. Aun estando debajo quiero que sienta mi miembro hasta lo más hondo de su ser.

- Sólo un tonto y un iluso no verían algo así. – Más jadeos. Finjo estar algo descontrolado mientras me muevo más rápido, más y más rápido.

Miro a la esclava rubia de la que he bebido, y ordeno que acerque a su amiga hasta mí. Espero que siga con vida todavía, aunque no sería el fin del mundo si no es así. Con la mano de Ana aun ejerciendo su férreo cepo sobre mi cuello, acerco mi mano libre hasta mi boca y muerdo lentamente y con cuidado mi muñeca, dejando que mi sangre oscura mane por la herida. Evito a toda costa mirar a Ana a los ojos aunque me pregunto si se verá tentada.

- Haz que beba. – indico a la esclava consciente. Quiero que su amiga beba un poco de mi sangre. Si sigue con vida le ayudará. Si no… bueno, sino pagaré a Ana la mercancía.

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29/08/2014, 03:03
Ana Comnena

Trataste de proporcionarle tu sangre a la esclava que parecía haber sufrido las iras de Ana. La muchacha de cabellos dorados la trajo hasta ti, bamboleante y a penas consciente de sus pasos. Pero tu sobrina no parecía estar dispuesta a compartir nada. Profirió un gruñido, y mostró sus colmillos, desafiante, a las dos mujeres, que retrocedieron, claramente asustadas, con lágrimas de temor en sus ojos.

Tomó entonces tu mentón, obligándote a mirarla— Te crees mejor que yo, ¿no es así? Ah...Pero somos iguales, Tiberius. Deseamos las mismas cosas, y odiamos con la misma intensidad—dijo, y acto seguido tomó tu muñeca, manchando sus dedos finos y fríos con tu sangre, lamiendo tu piel con avaricia y lujuria— Por eso me caes bien—jadeó, mientras su lengua volvía a recoger un reguero de sangre que  pretendía derramarse por tu brazo— Por eso he decidido fornicar contigo hasta quedarme saciada, como si fuéramos dos vulgares mortales—clavó sus ojos castaños sobre los tuyos.

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29/08/2014, 10:04
Tiberius Fabius Lupus

Por fin muestras un poco de sentido común. Ésa es la Ana que yo quiero ver en privado. Ésa es la Ana que debes ocultar en público.

- Odiamos con la misma intensidad. – repito sus palabras ignorando a las esclavas que se han alejado. ¿Qué me importa a mí una vulgar humana? Pero en algo te equivocas Ana, ¿qué me importa a mí un vástago? Los vástagos, al igual que los mortales, vienen y van. Eso de que el tiempo es nuestro arma es una bobada. Es una buena filosofía si pretendes ser un vástago común y corriente. Si quieres ser algo más tienes que ir varios pasos por delante.

Te respeto única y exclusivamente porque eres mi familia. Deseo tu bien porque será un bien para mi familia. Tienes buenas ideas. Veremos cómo las llevas a la práctica. Haz que me sienta orgulloso y gánate mi respeto. Y sí, me considero superior a ti pero sería un loco si lo admitiera. Al igual que tú eres una loca al considerarte mi igual. El tiempo, tu arma favorita, te mostrará cuán equivocada estás.

- Por eso quieres vengarte del Príncipe Bizantino. Por eso quieres causarle el mayor dolor posible. Por eso harás conmigo todo aquello que hiciste con él, todo lo que reservabas para él. – Digo observándola también lujuriosamente. – Dejemos que sea la propia verdad la que inflame los odios de otros. – Continúo con una sonrisa radiante en el rostro.

Por ello harás conmigo todo lo que hacías con Nabuk, todo lo que deseabas hacer y compartir con Nabuk… incluso más.

- Él no era como tú. Yo sí. Por eso sabes que conmigo puedes lograr mucho más. Alcanzaremos cotas de poder inimaginables. Juntos. – Son las palabras que quieres escuchar Ana, y lo sabes.

Miro a Ana a los ojos, y luego mi muñeca aún sangrante. Dejo que la duda pase por mis ojos. Duda de si cerrar yo mi propia herida o si dejar que Ana beba y luego la cierre ella misma. Que crea que dudo de verdad.

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29/08/2014, 11:37
Ana Comnena

— Mucho más...—susurró, antes de lamer justo sobre las heridas que manaban tu espesa sangre, cerrándola— Mucho más...—repitió, con los labios embadurnados en tu vitae, recostándose sobre tu cuerpo, para besarte y compartirla contigo— Sí... Mucho más— concluyó, antes de reptar sobre ti, descendiendo por tu torso, lamiendo tu piel, como si ansiara extraer de ella tu esencia.

Se situó finalmente entre tus piernas, y observó tu falo enhiesto con detenimiento, para luego proporcionarle ávidas caricias con la lengua y a continuación alojarlo entre sus labios, que succionaron, rozando tu carne con todos los pliegues húmedos de su boca. Su cabeza de bucles dorados comenzó a mecerse, y de pronto, lo notaste. 

Notaste aquel pinchazo característico que tan bien conocías, y el leve mareo que indicaba que tu sangre había comenzado a brotar. Ana emitió un gemido complacido, y comenzó a beber de aquella fuente, con una lentitud arrebatadora, mientras la poderosa sensación del Beso se adueñaba de tu ser.

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29/08/2014, 11:54
Tiberius Fabius Lupus

¡Por Júpiter, Venus, Diana y Juno! Esa sensación… el pinchazo, la succión, la neblina en los ojos, el placer… Ese hermoso e indescriptible e inigualable placer. Nunca, jamás he sentido algo así. El Beso siempre ha sido algo inspirador y a pesar de mi antigüedad apenas lo he probado recibiéndolo de otros vástagos. El poder de la sangre, la paranoia y el vínculo han estado siempre presentes en mi mente. Siempre reticente, siempre protegido con las defensas en alto. Pero esto.

Condenada chiquilla. Sí que realmente sabes lo que haces. Te guste o no eres una sucia ramera que sabe provocar placer en los hombres y en los vástagos. No eres más que un súcubo salido del infierno.

- Aaahh… - no logro controlar el gemido de placer que sale de mis labios. Maldita zorra. No puedo pensar. Sólo acierto a llevar mis manos a su cabeza y a sujetarla sin apretar, manteniéndola sobre mi miembro, deseando que esa sensación nunca acabe.

En muy breves instantes la repentina idea de que esto es peligroso pasa por mi cabeza, pero desaparece tan rápido como ha aparecido. Algo me dice que si empieza a ser peligroso de verdad algún instinto dentro de mí me impulsará a actuar.

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29/08/2014, 12:30
Ana Comnena

El placer se prolongó durante un tiempo que fuiste incapaz de contabilizar. Durante lo que consideraste una eternidad, Ana minó tu aguante, tirando de tu propia alma a través de tu miembro, que parecía palpitar entre sus labios. Tu sobrina tomaba de ti lo suficiente como para mantenerte en aquella agonía extática, lo suficiente como para que mantuvieras tus manos sobre su dorada cabellera, en un intento de que aquello se prolongase lo máximo posible. 

No te habrías atrevido a apostar cuánto tiempo había transcurrido cuando al fin Ana se desprendió de ti, lamiendo con glotonería los restos de vitae que manchaban tu piel, esbozando una sonrisa pérfida y lanzándose entonces de nuevo, ávida, hacia tus labios, para compartir contigo aquel sabor exquisito.

 

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29/08/2014, 13:03
Tiberius Fabius Lupus

Con una lujuria y pasión desbordadas correspondo a Ana y uno mis labios a los suyos para probar y degustar ese sabor. Paladeando hasta el último instante de ese placer infinito.

Pero no eres la única que sabe jugar a este juego. He practicado muchos más años que tú, querida sobrina. Siglos antes de que nacieras yo ya era un experto en la época dorada de Roma.

Y a sabiendas de que te gusta tener el control, a medida que nos besamos voy girándote hasta dejarte tumbada en el suelo, con mi cuerpo encima del tuyo. Deslizo mi lengua por tu oreja, mordisqueando levemente el lóbulo y bajando después hasta el cuello.

Allí me detengo más rato, besando, mordisqueando, jugando… y de nuevo, al notar el roce de mi pubis contra tu vello púbico, empujo. Empujo y noto cómo mi verga te penetra hondamente de nuevo, distrayéndote mientras saco mis colmillos. Impidiendo que oigas el leve chasquido. Para proseguir luego perforando tu suave, aterciopelado y perfecto cuello. Tratando de conseguir un gemido de tu garganta. Y succionando suave y lentamente. Muy, muy lentamente, de forma armoniosa. Con la virtud que da la práctica, al ritmo perfecto, prolongando tu éxtasis. Y noto cómo la mágica vitae se desplaza, sale de tu cuerpo y se introduce en el mío. Noto cómo tu cuerpo tiembla en éxtasis a la par que te penetro sin cesar, combinando los dos mayores placeres, inmortal y mortal, durante minutos que se nos deben antojar más eternos.

Cuando creo que es suficiente me detengo, pero no bruscamente, sino poco a poco, con suavidad, a la vez que rítmicamente voy descendiendo el ritmo de mis caderas hasta acabar.

Por unos segundos dejo mi cuerpo recostarse sobre el tuyo, y luego me giro y me dejo caer a un lado. Al acabar sonrío.

- Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. – De hecho no había disfrutado así en mi larga vida pero creo que si lo digo subiría tu ego hasta cotas por encima de las nubes más altas, querida.

Me pregunto cuántas veces habrás probado algo así, Ana. Con cuántos otros. Se nota que tienes experiencia. Para lograr la perfección hay que experimentar, eso te lo concedo.

Confío en que seas igual de eficiente y perfeccionista en todo. De esa forma nuestro objetivo está un paso más cerca. Deslizo mis dedos por su suave piel, comenzando en el hombro y bajando por el costado, jugueteando, haciendo tiempo y recreándome en su belleza.

- Ha habido momentos en los que me recordabas a una reencarnación de la propia Diana.

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29/08/2014, 17:00
Ana Comnena

Ana se estremece entre tus brazos, gimiendo de manera lastimera mientras ingieres su vitae. Toda su altivez, todo su orgullo, parecen mermados durante un intervalo, en el que no es capaz de mantener el porte que ella misma se ha impuesto. Bajo tu cuerpo, mientras el Beso le arrebata la calma, parece una mujer vulnerable y anhelante. Quizá realmente lo sea, quizá no.

Sólo sabes que en cuanto la pasión cesa y vuelves a vislumbrar su rostro, sientes que eres incapaz de serle indiferente. Hay algo en ella que te atrae. Y no sabes si es símplemente su belleza, o el hecho de que comparta tu sangre, o puede que algo más. 

Tu sobrina se mantiene en silencio unos instantes, recuperando la calma, antes de dejar brotar una carcajada clara de entre sus labios— Creía que un romano como tú estaba de sobra acostumbrado a estos placeres, Tiberius—dijo, antes de mirarte y esbozar una sonrisa—  Yo también lo he disfrutado. Y eso que no es fácil satisfacerme. —se levantó, y miró alrededor, descubriendo a las esclavas asustadas en un rincón del patio. Ignoró su presencia y se encaminó hacia la fuente, de la que brotaba un agua clara y limpia. Sorteando con gracia su borde de piedra, se sumergió en ella. Sentada, en su interior, el agua le cubría hasta los hombros— Como dije, esas jovencitas son tuyas. Las he comprado para ti. Pero sólo por adelantarme a tus deseos, ¿debería incluir a algún jovencito la próxima ocasión en la que desee halagarte?

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29/08/2014, 17:33
Tiberius Fabius Lupus

Sonrío de nuevo como un lobo entre corderos, aunque esta vez complacido.

- Los romanos estamos acostumbrados a muchas cosas. – Aseguro con confianza. Debo seguir halagándola un poco más. Su vanidad es su perdición. – Pero ningún mortal o inmortal puede asemejarse ni de lejos a lo que he presenciado esta noche. Puedes estar muy orgullosa. -

Bien, ya hemos inflado su ego. Me he dejado llevar por esta noche y es algo que tengo que asegurarme de que no se repita. La razón debe imponerse ante todo.

Me levanto y acerco mis pasos silenciosos hasta la misma fuente en la que Ana se ha sumergido. Es hora de limpiarse así que me sumerjo también.

Echo un vistazo a las jovencitas sonriendo de nuevo. – Está bien como está, gracias. Dejé los jovencitos en el momento en que dejé de ser mortal. – Una mentira, pero ella no tiene por qué saberlo. – De nuevo te agradezco el agasajo. Todas las jovencitas son perfectas y creo que suplirán bien mis necesidades. – Omito el hecho de que el estado en que ha dejado Ana a una de ellas quizá la deje inservible para mí en una temporada. Debo ser capaz de buscarme la vida sin depender de mi sobrina, o usará eso en mi contra.

En el agua me permito el lujo de relajarme y sumerjo mi cabeza por completo durante unos segundos para luego sacarla por encima de la superficie y que el agua me llegue hasta el cuello.

Hay muchas cosas que deseo preguntar a Ana, pero no es el momento. Esta noche sólo queda descansar. Ya habrá tiempo antes de que se junten todos los vástagos que están en camino.