Partida Rol por web

Los soldados avanzan precavidos hacia vosotros, salvo el que lleva un arco, que se retrasa algo más, hasta que observan vuestra actitud beligerante. Parece que en estas salinas no hay manera de esconderse, así que, cuanto antes déis la cara, mejor. El sargento sonríe -parece jovencito, e incluso atractivo- porque salvo por el morenazo musculoso númenóreano -Cyryatan- no cree entrever peligro: total, son tres mujeres y un viejo.

Kreontas susurra una antiguas o olvidadas palabras...

-Huraiva, cuando puedas, dispara, y que Allah guíe tu flecha...

Disparo al arquero enemigo, mi precisión es baja y mis pies están enterrados en el fango, los enemigos se acercan con silencioso avance, mascullando y maldiciendo, la flecha pasa de largo de los primeros hombres y vuela hacia el arquero enemigo, ignorando que bajo su ropa, viste una armadura como dios manda, no como nosotros, pobres parias infelices a los que nos aguarda una rápida muerte bajo el acero y equipo de los experimentados cazadores

Estos malditos soldados del infierno nos vociferan como si fuéramos escoria de la peor calaña. Miro a mi alrededor, ¡pardiez! Estas aguas negruzcas no van ayudar mucho en caso de ser necesario, y la poca profundidad tampoco…la idea era zambullirme muy despacio, con el alboroto ahora no sería oída, y bucear hasta sobrepasarles…salir sigilosamente de las aguas y atacar por detrás…pero esto va a ser imposible dadas las circunstancias.

Nada, no queda otra sino batirse. Me posiciono lo más cerca posible del Capitán esperando órdenes.

La flecha silva por el hombro del soldado de Lebennin, rasgándolo; lo cual no evita que dispare su flecha, pero no todo lo bien que le hubiera gustado.

La flecha pasa siseando muy cerca del hombro de Cyryatan, sin duda el disparo de Huraiva ha tenido mucho que ver...

Cyryatan esquiva como puede el disparo del arquero y se prepara con fiereza para el combate con el que parece el capitán ...

Un soldado se acerca por mi lado, sospeso las posibilidades de éxito en caso de enfrentarme a él. Decidida avanzo unos pasos hasta tenerlo frente a frente..por desgracia demasiado confiada, antes de que me de tiempo a mi ya me está atacando

Elenna hace restallar su látigo mientras sale chapoteando del barro y avanza presta sobre uno de los soldados.

-Huraiva, ¡¡cubrenos con el arco hasta que puedas!!-

El capitán se acerca a su enemigo corriendo y salpicando agua a cada paso que da, cuando llega hasta su objetivo, el sargento lanza un grito y lanza un fuerte ataque con su alfange a la vez que grita desde el interior del yelmo ...

-¡¡AHHH!!-

Sin perder el tiempo me llevo la mano al estuche de flechas que cuelga de mi fajín y colocando la flecha en la cuerda vuelvo a apuntar al arquero enemigo por encima de la batalla, parece distraído por el ataque anterior y la flecha vuelve a volar con un distinguido silbido que la hace extremadamente fácil de esquivar, esperemos no esté tan atento como para eso y la flecha le alcance, pues si una de sus flechas me alcanza a mí, sí que nos las veremos negras

Elenna golpea con el látigo al soldado gondoriano que con habilidad o fortuna, logra arrodelarlo en su brazo izquierdo sin perder el escudo, soltando inmediatamante una estocada desde abajo contra la cómitre aprovechando que está atrapada por el arma, que de no haberse retirado hacia atrás le habría atravesado de parte a parte, y que de este modo sólo logra hacerle una fea herida en el pecho. Otra cicatriz más.

Vuelven a silvar las flechas su mensaje de muerte, más solo la disparada por Huraiva encuentra carne, pues roza el muslo del soldado gondoriano que maldice por lo bajini. La flecha gondoriana golpea en el escudo de Cyryatan rebotando unos metros para caer al agua salitrosa de la salina.

Otro de los soldados se abalanza sobre Elhediel, demasiado confiado quizás, mientras la fémina para su golpe sin dificultad. Quizás debería haber sido más osada. Quizás no vuelva a tener otra oportunidad así. Aunque de osados y temerarios está el cementerio lleno.

Desenvaina su arma a la vez que yo la mía, que es más corta. Levanta su brazo blandiendo su espada, pero ésta topa con la mía. Me maldigo, si hubiera estado más rápida y acertada...otro gallo hubiera cantado...¡afortunado del diablo!