Partida Rol por web

Debe ser que no me he explicado con claridad.

 - Cuando o como me lo entregó mi padre es algo que no interesa demasiado en esta historia, no me gustaría tener que airear asuntos privados del pasado – no quiero que piense que estoy siendo descortés- Lo único que sé es que estos documentos son anteriores a la muerte de padre, que me parece cuanto menos curioso que mi padre fuese citado en la mentada isla, y que nunca llegó a acudir porque le arrebataron la vida. Y no sólo a él, junto a el pereció toda la tripulación. Y ahora tenemos una misión secreta, tan secreta que apenas sabemos nada, por lo que de seguro hay muchos intereses en juego. Tal vez no tenga relación y Kreontas esté en lo cierto, pero siempre es mejor estar prevenidos y que nada nos venga por sorpresa.

Cyryatan analizó los documentos mientras escuchaba la conversación entre Elhediel y Kreontas, tal y como decía la joven, se trataba de unos mapas, uno de la isla en cuestión y otro del archipielago, y una especie de acertijo que, como dijo Kreontas medio en broma medio en serio podía tratarse de una clave para encontrar algo, la experiencia le había enseñado que no siempre se escondían tesoros tras esa especie de asuntos. El Capitán tomó la palabra después de pensar durante un corto periodo de tiempo.

-Esta claro que puede ser algo más que una coincidencia lo de la isla y nuestra misión ... puede que incluso sabiendo los antecedentes tengamos que tener más cuidado si cabe ...- hizo una pausa para continuar -No debemos obsesionarnos, lo que está claro es que hasta que no descifremos esto de alguna manera y lleguemos a la isla, no vamos a saber de que se trata. Tenemos que seguir con la misión, llegar al cofre lo antes posible y una vez lo tengamos en nuestras manos decidir como manejar la infomación de la que disponemos ...-

Huraiva mira con los ojos muy abiertos la hoja de los símbolos y pone la mano sobre ellos

Esto.... estos símbolos....

Hace calor, y unas pocas gotas de sudor se forman en el pequeño camarote del que gotea agua de la empapada cubierta por la reciente tormenta.

.... no tengo ni idea de qué pueden ser.... de poca o ninguna utilidad me temo que soy yo aquí

Estaré en la cofa oteando el horizonte, esperemos las rápidas naves gondorianas no nos vean, pues no sé cuantos enfrentamientos podríamos encarar antes de que el Mananwûl fuera capturado.

Huraiva se marchó por la puerta dirigiendo una última frase a la cómitre

Deberíamos poner la máxima velocidad hacia el puerto, cuanto antes lleguemos antes marcharemos

Marquemos el rumbo y pongamos a los galeotes a bogar.

Al salir a cubierta hay multitud de marineros ya armados, oliendo el enfrentamiento inevitable que tendremos en estas aguas... pero si somos rápidos, y les vemos nosotros antes... podríamos librarnos...

Trepo por las jarcias hasta la cofa donde de nuevo retomo el lugar, enviando al fornido hombre que me había sustituido a los remos por la inminente necesidad de gente allá abajo.

Huraiva se había ido de la reunión sin pensarselo, aquella joven no tenía remedio. Cyryatan no solo quería tratar aquel asunto, si no que también quería contar con el contramaestre y el piloto para discutir los pormenores de la misión. El capitán no quería perder más tiempo, tenía el presentimiento de que aquellos documentos iban a jugar algún papel en los días venideros, pero de poco o nada serviría seguir mirandolos. Con un gesto de aprobación hacía Elhediel, pues había hecho lo correcto, Cyryatan retiró los documentos y los dejó plegados encima del camastro, la reunión tenía que continuar pero debían estar presentes el piloto y el contramaestre. El corsario mandó a la joven Elhediel en su busca y ella no tardó en volver junto a ambos.

-Señores, les he reunido aquí para trazar un plan de acción en la recogida y entrega del paquete ... ya que estando en territorio enemigo no podemos andar con titubeos, debemos hacer las cosas bien y no demorarnos más de lo necesario ... o puede que no salgamos de aquí ... por supuesto Elenna y Elhediel pueden dar su opinión al respecto, para eso están aquí- el Capitán miro al piloto y al Contramaestre -¿Bien ... dónde estamos exactamente?-

Elenna escucha detenidamente la conversación de sus compañeros, un poco alejada y mirando por encima de los hombros de estos. Ella poco podía aportar de información relacionado con los planos mostrados.

Finalmente se decide a hablar- creo que lo mas difícil no será el buscar el cofre… -hace una pequeña pausa- sino salir del lugar con él, si es tan importante supongo… mas bien, fijo que esta bien controlado…-dice desde cierta distancia.

-¡Haré que mis galeotes echen el hígado por la boca si hace falta!-dice con una risa brusca, a veces cuando se reia parecia un hombre.

La cuestión es cuán cerca de Pelargir conviene llegar, y cómo. De eso no cabe duda.

Lo más prudente es arribar antes de llegar a Methril, más allá sería sólo para peritísimos marinos, y de mucho cuajo. En esa zona hay un doble arco de cinco millas que forma la ensenada de Belegaerog. El capitán del Manawnûl ha trazado un círculo a lápiz por cada una de las zonas potencialmente conflictivas desde el punto en el que estáis hasta las afueras de Pelargir. Las puntas del compás, girando entre los dedos de Cyryatan, recorren sobre el grueso papel la distancia que tendríais que recorren a pie. Demasiada distancia, sabiendo que el peligro existe en todo caso y que los corsarios son más solventes con agua bajo sus pies que con tierra. Acercándose  a la mesa, el contramaestre echa un vistazo a la carta.

Sus cavilaciones rondan en cómo llegar hasta las cercanías del delta del Anduin. De perdidos al río. Y cuanto menos tengáis que moveros sin una embarcación bajo los pies, mejor; al fin y al cabo, por tierra también puede pillaros el enemigo y con el elemento tierra bajo los sois menos diestros; en cualquier caso, si sois capturados ya podéis ir preparándoos para apalear sardinas atados al remiche de una galera gondoriana. Para las mujeres corsarias, que tradicionalmente no valían para el remo, la única salida que había era empacho de esparto. Y más si algún antiguo galeote reconocía a Elenna como origen de los rebencazos que cuadricularon sus lomos.

-Lo que está claro es que tendremos que arribar a la costa cuando no haya luna y tengamos el oscuro -comenta Kreontas, sin tener claro aún cuál sería la mejor opción- Si voy con la expedición no tendremos problemas de orientación. Ni siquiera en tierra.

-A esas horas nos favorecerá la oscuridad y la marea -explica Azrubêl, el contramaestre- Se puede hacer amurados a estribor hasta el bajo de la Galera... a partir de ahí daríamos bordos para arrimarnos a puntaSangre y bajar después pegados a la playa, atentos a la sonda, ganando todo el barlovento posible. La ventaja es que nadie espera nada por ese lado, ya que esa zona no tiene interés estratégico. Aunque nos tocará andar más. Ya saben que no tenemos caballos. Y si alguien nos ve tardará en darse cuenta que somos númenóreanos.

El joven piloto sigue inclinado mirando la carta, inexpresivo. Andrea, que así se llama el piloto, no dice nada pero Cyryatan sabe lo que está pensando: menos peligro, demasiado lejos; y demasiado cerca,  una locura. Y el riesgo mínimo es alto. Al fin se decide a hablar:

-¿Y por qué nos jugamos tanto la gola esta vez, capitán?- te dice, pues es la primera misión que no es de resultados asegurados: abordajes y saqueos en las cercanías del estuario de Umbar (Nen Umbar) -chop, chop; chas, chas. Y a repartir garrama. O coger barlovento para trotar como Tulkas si el marrajo viene en manada- tiene un deje muy gracioso de los barrios bajos de Umbar. Mas nunca te había formulado preguntas de este tipo. Siempre te había seguido aunque le hubieras mandado llevar la proa hasta las mazmorras de Utumno.
 

Posibles itinerarios de aproximación.

El capitán miraba el mapa con gesto de preocupación mientras el contramaestre y el piloto exponían las diferentes opciones que existían, tenía que tomar una decisión importante, de la que dependerían las vidas de todos sus hombres. Cyryatan confiaba plenamente en ellos y en su pericia, pero también sabía que Gondor estaba bien preparado militarmente ante posibles incursiones y ataques, ¡qué coño!, lo sabía mejor que nadie, los cortes de su destrozada espalda podían confirmarlo en cualquier momento. El corsario miró con franqueza al piloto cuando le hizo la pregunta, su tripulación tenía derecho a saber la verdad, pues se iban a jugar la vida por tal cuestión ...

-Mi buen amigo Andrea ... esta vez la orden viene desde arriba ... sabes bien que he hecho, hago y haré cualquier cosa por Umbar, pero también que nunca he sido muy amigo de los jerifaltes que esperan sentados en sus cómodos sillones mientras otros se juegan la vida por ellos. A pesar de todo, no podemos oponernos a ellos, pues nos quitarían la patente, con ella la libertad de navegar por estas aguas y, tarde o temprano nos darían caza-

Cyryatan hablaba mirando a todos los presentes, necesitaba que comprendieran lo que les estaba contando, ser un salvaje corsario te permitía tomarte ciertas libertades como robar, saquear, violar alguna mujer y patear hombres hasta reventarlos, pero ser el Capitán de un barco como el Manawnûl, supeditado al poder de Umbar, exigía una gran responsabilidad a la que solo los hombres más fuertes y preparados podían sobrevivir ...

-No es plato de buen gusto para nadie, pero tenemos pues que jugarnos el pellejo para recoger ese maldito cofre aunque no sepamos lo que hay dentro, así que hagámoslo cuanto antes y lo mejor posible o no volveremos a nuestras aguas, confío en vosotros como ya sabeís ... mantengamonos unidos y concentrados en esta misión y os prometo que nos pegaremos una buena temporada disfrutando del éxito que obtengamos ...-

Entonces volvió a los mapas, en su cabeza daban vueltas las diferentes opciones, pros y contras, posibilidades de encuentros, distancias al objetivo ...

-Bien, tomaremos la opción intermedia ...- afirmó con seguridad- Tengo que reconocer que la primera opción no me desagrada del todo, pero cruzar el desierto a pie teniendo que volver posteriormente, me parece exponer el paquete demasiado. Por otro lado, llegar hasta Pelargir con el Manawnûl lo veo una autentica locura, en cuanto entremos en el delta del Anduin, el camino estará infestado de enemigos ... -Había empezado por explicar el porque había descartado las otras opciones -Combinaremos ambas cosas, también será dificil pero .... llegaremos hasta las proximidades del delta y arribaremos allí, por raro que parezca la parte de la misión en tierra no la veo excesivamente dificil, tenemos mujeres a bordo, ellas, Kreontas, yo y posiblemente alguno más, utilizaremos alguna artimaña para llegar hasta Pelargir sin levantar sospechas e intentaremos volver lo antes posible mientras vosotros esperaís con el navío preparado ... ¿Qué os parece?-

El capitán también quería oir la opinión de su tripulación ...

El capitán había decidido; pero antes de subir por el tambucho, se había detenido un momento para preguntar al resto. Tras un silencio, el contramaestre responde:

-Métanos en las playas de Gondor, capitán. Y después que Melkor reconozca a los suyos.

Después sales a cubierta y observas a tus hombres, curtidos, tallados por el mar, aunque -cabeceas ligeramente con cierto pesar- quizás no estén lo suficientemente bragados. No al menos para meterlos hasta Pelargir. Finalmente expulsas de la cabeza a todos tus fantasmas: ¡La opción intermedia es la más prudente!

La navegación tendría que ser lo más alejada posible de las costas, y lo más rápida posible, para llegar anocheciendo a Ethir Anduin. El mayor problema estaría en el Estrecho de Uinen, en las Torres Vigía de Tolfalas -un error de cálculo o si el viento rola con fuerza os puede acercar demasiado cerca de estas- y ya cerca de vuestro punto de destino, que es entre la Torre Vigía de Lebinnevet y la de Ethir Anduin. Todo debería estar previsto para que, al menos las maniobras más delicadas, se hagan bajo el protector manto de la noche, pues Tilion siempre fue aliado de sicarios, ladrones, bandidos y por supuesto, marinos con el suficiente cuajo como para meterse en las fauces del reino más poderoso de Arda: ¡sus enemigos!

Entre Ethir Anduin y Fanuilond hay una zona de salinas donde el Manawnûl podría pasar desapercibido, aunque son demasiados días de viaje a pie, ya que no tenéis caballos.

- ¡Capitán!, entre Ethir Anduin y Fanuilond hay una zona de salinas donde el Manawnûl podría pasar desapercibido. Podríamos dejar el barco atracado cerca de allí, y bien fletar una barca para llegar hasta las inmediaciones de Pelargir, o bien continuar a pie. Aunque esto último parece lo más sensato también es peligroso, puede llevarnos demasiado tiempo. A mas tiempo en terreno enemigo más probabilidades de ser capturados.

Me quedo callada pensando. Todas las opciones son peligrosas, unas más que otras, y no se pueden tomar decisiones precipitadas. En cualquier caso, acataré la determinación de la mayoría.

-Interesante apunte, pelirroja. Quizás lo más sensato sea aprovechar las salinas para avanzar ocultos hasta las cercanías de Gaersûl. Y ya por esos lares robar una barcaza a algún pescador o unos caballos para llegar así hasta Pelargir-apunta Kreontas, más serio que de costumbre.

-En realidad habría que calcular cuándo salir para llegar al Estrecho de Uinen al atardecer, y poder realizar así, la parte más peligrosa amparados por la noche. Ya decidiremos cómo llegar a Pelargir cuando fondeemos en las salinas.

-Cuando esté todo listo que alguien me avise -dice finalmente Cyryatan yendo hacia su camarote- Yo también tengo que ultimar algunos detalles.

Elenna escucha atentamente a sus compañeros y mira los mapas de reojo, observa que el trayecto no era muy largo pero si costoso. Tendrían que navegar con cierta lentitud para intentar llamar lo menos posible la atención.

-Me parece bien la opción que habéis escogido...-hace una pequeña pausa- haré que mis galeotes mantengan un ritmo constante y que hagan el menor ruido posible-dicho eso se dirige hacia su puesto de trabajo, tenia que ponerse manos a la obra.

-¡Nos vamos, piloto!-vocea Cyryatan. Ya teníais todos ganas de oír esa orden.

Andrea asiente y recorre a zancadas la cubierta, dando órdenes bajo la larga botavara de la mayor, mientras el golpeteo de pies descalzos, repentinamente en movimiento, estremece la tablazón. En contramaestre Azrubêl ha bajado de los obenques, toca el silbato y dispone a la gente en las drizas y el molinete, que ya tiene las barras puestas.

-¡Virad el ancla!... ¡Y cuidado*, que sólo tenemos uno! -vocea Yazán, el fortachón haradan que hace las veces de teniente en el Manawnûl- ... ¡Larga foque!

Cyryatan se aparta para dejar sitio a los timoneles para que se hagan cargo de la caña: -Abate a babor.

El bauprés del incursor empieza a engolfarse mar adentro, mientras la gente encaramada encima, suelta los tomadores que aferran el foque y la trinqueta. Un momento después sube la primera vela triangular sobre la punta del bauprés, en banda las escotas hasta que desde cubierta las cobran y amarran. Como un mearas retenido por la rienda, el Manawnûl arriba un poco, muy despacio, mientras tensa su jarcia piafando impaciente, lista para salir de ceñida**.

-¡Amolla esa escota de mayor!... ¡Larga!

Sueltan los marineros las escandalizas de las velas, y éstas se despliegan entre crujidos de madera y cáñamo, gualdrapeando en el noroeste fresquito. La vela mayor empieza a ser cazada y su enorme lona toma viento, trincáis una de las dos anclas, ya que la de babor la perdisteis en la tormenta -sería muy recomendable reponerla- y la embarcación se inclina con garbo sobre su banda de babor, deslizándose limpiamente mar adentro.

-¡Larga trinqueta!... ¡Caza!

Con toda la lona necesaria desplegada, el Manawnûl navega ahora libremente, de bolina**, macheteando poderoso la marejadilla de una mar casi llana gracias al sotavento*** de la tierra próxima. Abiertas las piernas para compensar la escora y las manos a la espalda.

-¡A Ethir Anduin!- comenta Azrubêl. Ha terminado de momento sus labores en cubierta y regresa junto al capitán, que se haya en el castillo de popa con gesto preocupado y los pulgares en la pretina. Sabe que la misión es complicada, y él mismo atesora también muchas preguntas; mas también sabe que en su trabajo, muchas de las veces le pagan precisamente por eso: por no preguntar.
 

Habíamos entrado en la segunda quincena del mes de Gwirth*, atrás habían quedado los fríos y vientos de componente norte que tanto nos hacían sufrir. El cielo lucía despejado.

Y  es ahora cuando comienza la verdadera aventura, pasar penurias, temporales…¿que es eso en comparación con pisar territorio enemigo?. Sólo de pensarlo se me erizaba el vello.

Observo cuan  ajetreados andan todos, los comentarios que cruzaban  veteranos y no tan veteranos llegaban a mis oídos enturbiados por el ligero rumor del mar. ¡YA ES HORA DE IZAR LAS VELAS!

- ¡A cazar brazas y escotas!- digo más para mi misma,  siguiendo las órdenes del contramaestre!

Al final no nos acercábamos con el Mananwûl, cuan fácil hubiera sido venir tranquilos y de incógnito con una barca mercante que podríamos haber arrastrado con nuestra galera hasta aquí y penetrar y salir por el río, al final ni mi plan ni el suyo, sino que haríamos un tramo por tierra, no conocía mayor peligro para una haradian que el atravesar la tierra de gondor a pie como si fuera el salón de té de Has'tulai.

Desde la cofa, en la soledad y tranquilidad que esta otorgaba y a la que Huraiva se habia encasillado poniendo en ella sus mantas incluso guardando algo de bebida, pan, y queso que habia escamoteado a fin de crear en ella un reducto en el que descansar cual jerbo. Asomé la nariz observando la ruta del Mananwûl y oteando el horizonte, el sol no era un inconveniente. Mis oscurísimos ojos estaban acostumbrados al resplandor del sol brillando en las doradas arenas del desierto, y los reflejos del sol en el agua no me impedían vigilar la aparición de cualquier clase de mástil sobresaliendo de un horizonte azul y tranquilo

Se presentaba un trayecto aburrido

Elenna baja a grandes zancadas por las escaleras hasta llegar al sollado, sus galeotes ya estaban en sus puestos pero no estaban listos para comenzar. En cuanto aparece por el marco de la puerta su rostro se pone tenso y serio mostrando mucha autoridad, en cuanto estos la ven callan de inmediato y cogen rápidamente sus remos, se notaba desde una legua que la comitre no estaba de muy buen humor.

Se sitúa al lado de estos durante unos minutos, con una mirada fría y nada compasiva. Con paso lento se dirige hacia el lugar que le correspone, cogiendo su latigo. Finalmente se decide a hablar rompiendo el silencio - ...Vamos a llegar remando en silencio hasta la mismísima puerta de la casa del alcalde de Pelargir…-hace una pequeña pausa-  Y como alguno se haga el remolón, o haga ruido o se descoordine del resto, os juro por mi condenación eterna, que le zurciré los lomos a rebencazos!-dice a la vez que estira fuertemente su látigo con ambas manos.