Partida Rol por web

- Puede que no combata, pero puede ayudar de otras maneras.

Seguro que sus conocimientos, capacidad de movimiento en el bosque o incluso algo que no sepamos podría ayudar. - Amiga ramita, seguro que no es preciso el combate, y además, tu sabiduría, y otras cosas, siempre serán bien venidas.

Esperaba que el alago que le había propuesto, indicando su juventud, sirviera para alegrar la pena que sin duda la driade sentía.

- Gra... Muchas gracias. La dijo sonriendo.

Estaba sorprendido con lo que acababa de ocurrir, Cecil había crecido y cambiado de una forma extraordinaria y además quedaría fuera del influjo de la matrona. Estaba contento por haber elegido bien, quizás habían restado fuerzas para luchar contra el pastor pero por lo menos no habían actuado en contra de sus sentidos. Llamó a Cecil a la cual apenas si ya podía sostener para acariciarla en su nueva forma mientras escuchaba la historia del pastor.

- Solo con tu presencia a nuestro lado , sentiremos el valor de los espiritus del bosque para luchar por la liberación de la región. Gracias de nuevo. dijo y comenzó a recoger sus cosas era hora de juntarse con orcos y elfos y continuar el camino que les aguardaba.

La Driada sin duda sería de ayuda, los espíritus del bosque sonríen a Hardem... Quizás tengamos una oportunidad después de todo. No tenía nada que decirle a la Driada más que mostrar mi agradecimiento, mis compañeros ya se habían encargado de hacérselo saber, calcule el tiempo que nos quedaba de descanso y dando media vuelta intente dormir un poco más.

Tras dos horas de caminata, llegáis al lugar de encuentro, donde os espera Hargun III, su guardia y un elfo de piel verdosa que os intriga. Parece muy viejo, como si el don de la inmortalidad le hubiese abandonado hace décadas. Junto a ellos están los cinco batidores orcos, que están apuntalando las tiendas de campaña y encendiendo el fuego para preparar el desayuno. Cuando os ve el druida os saluda, pero rápidamente es interrumpido por un halcón que se posa en su antebrazo.

-Puntuales, tal y como acordamos. Aunque sin los Uthgardt, me temo. ¡Oh! ¡Pero si os acompaña ni más ni menos que una moradora del bosque, una dríade! -Todo el campamento se sorprendió al verla.

-¡Qué maravilla! Saludos bella dama. Me llamo Hargun, el tercero de mi nombre, y soy el Druida jefe de los orcos del bosque. Hacía décadas que no se veían dríades en el Bosque Frío... Pero bueno, si estos chicos te acompañan es que estás dispuesta a enfrentarte al Pastor de Calabazas por lo que eres bienvenida.

Los batidores, que ya habían alucinado al ver la sombra andante, ahora estaban perplejos al ver con sus propios ojos una criatura legendaria como una dríade.

-Mi halcón tiene nuevas de Laderafría. Tenemos un plan que desarrollar así que, por favor, sed bienvenidos a mi tienda. Hablaremos de ello y de lo que ha visto mi fiel amigo.

El elfo solo os miraba. Una comadreja gigante, una sombra, un espíritu del bosque... Aquella era la compañía aventurera más rara que había visto en su vida. Sin decir nada, éste entró en la gran tienda que serviría de base para Hargun.

Boff estaba perplejo por la aparicion de la driade, sentia que era como una visión que estaba teniendo lugar. No podía asegurar que estuviera despierto,por lo que pensaba que era un sueño, mas aun con la transformación de Cecil...

- Pero que..? pudo decir y luego viendo la conversacion de este ser majestuoso al hablar con sus compañeros y lo que les traducia Tume , no le quedó otra que aceptar que era la realidad. Nada habia sido un sueño y se alegraba que su grupo "ejercito" creciera un poco mas con los nuevos integrantes.

Puestos en camino, no podia salir de su asombro, sentia que habian estado acertado con su decisión, y tal vez las cosas si continuaran asi, saldrian bien y completar al fin la mision.

Llegando a junto de Hargun y escuchar que el ave tenia noticias, sintió una ansiedad muy grande de saber que era lo que tenia que decir. Supo controlar sus impulsos y mantenerse casi detras de su grupo. Ser un halfling entre tantos gigantes, lo hacia sentir raro. Pero que nadie se confundiera, aun asi trataba de imponer presencia.

Escuchó y tradujo lo mejor que pudo la historia del espíritu del bosque y se entristeció al conocer todo el daño que se le había causado a estas criaturas fantásticas.

– Siento todo por lo que tuvo que pasar tu pueblo. Y te agradezco sinceramente que estés dispuesta a ayudarnos. – comentó con pena y respeto a la dríade.

Entonces empezó a prepararse para el camino. Recogió sus cosas y dejó el tronco que les había dado cobijo como lo habían encontrado, recuperando su equipo y eliminando cualquier rastro de su presencia que no fueran las hojas resecas con las que se habían cubierto.

Descansados como estaban el camino que les quedaba se hizo sorprendentemente rápido y, cuando llegaron al lugar determinado con Hargun y los suyos, estos ya estaban esperando les allí. Tume se alegró de verles y se sorprendió de encontrar con ellos a un elfo tan… anciano. Aunque mirándole el rostro era algo evidente, le costó describirlo por lo extraño que le parecía. Claro que había visto ya a otros de su pueblo con muchos años a sus espalda, pero ninguno de ellos reflejaba su avanzada edad de manera tan clara. Así y todo el pícaro supo guardar las formas y no mostró su sorpresa. Le saludo formalmente, como le habían enseñado a hacer, y siguió al resto dentro de la tienda. Sentía curiosidad por conocer lo que tendría que decirles el druida orco y pensaba que, de paso, escucharían algo sobre aquel elfo.

-¿Estos son los jóvenes de los que me hablaste Hargun? ¿Pero si son una panda de harapientos vagabundos? El elfo ni siquiera debe llegar a la centena... ¡Y no es siquiera del bosque, es lunar! En fin... lo que sea para parar los pies al Pastor.

Astaroth el Viejo, druida de la tribu de los elfos del Bosque Frío, era un ser con más de un milenio a sus espaldas. Pero a diferencia de los longevos elfos de ciudad, él estaba demacrado, con una larga barba blanca, fruto del desgaste por múltiples guerras a lo largo de los últimos siglos.

-Esta vez, sin la ayuda de los archimagos de Cormyr... no sé que vamos a hacer.

-Confío en ellos, Astaroth. Tienen poder. Esa comadreja... ¿ha cambiado de tamaño, no? Y han conseguido el apoyo de una dríade, supongo que sacrificando el apoyo de los Uthgardt... Ya habrá tiempo para explicaciones. Sin los bárbaros humanos y sin apoyo élfico solo estamos nosotros. Pasad a mi tienda, es hora de trazar un plan.

A medida que os acercábais a la tienda, el halcón seguía graznándole al oído al viejo orco.

-Ya veo... habrá que dividirse.

Dentro de la tienda hay un mapa de la zona, con una marca roja en el campo de calabazas de Ulrik Barbasucia.

-Ahí está nuestro objetivo. La calabaza gigante que será despertada en pocas horas si no intervenimos. Hay dos formas de acabar con ella: O bien la atacamos frontalmente, cargándonos su corteza o bien le cortamos las tres raíces principales que se extienden por todo el pueblo. Según el halcón una está bajo la Casa del Alcalde(4) y las otra bajo la posada del enano, la que vosotros conocéis como "El Refugio del Montañero"(2) y la ermita de Helm(6).

-El Pastor tiene la capacidad de moverse entre Planos para desplazarse rápidamente así que puede atacar rápidamente si nota que en algún punto está perdiendo. Por suerte, no ha sido versado en las artes sombrías tanto como le gustaría y está obligado a usar pergaminos. Por lo que me ha dicho Hargun a vosotros ya os ha atacado varias veces en dos días por lo que no le deben quedar demasiados. A lo sumo dos o tres. Obviamente él estará en el campo de calabazas realizando el ritual de invocación así que el grueso de nuestras fuerzas debería concentrarse ahí. Pero hay un problema: yo... yo no debería... yo no debería enfrentarme a él.

Todos os sorprendéis al escuchar eso. Hargun le puso la mano en el hombro en señal de apoyo.

-El Pastor... el Pastor es mi hijo. Contra la voluntad de los archimagos y los demás druidas decidí en su momento no matarlo y enviarlo al Plano de las Sombras para que estuviese preso para toda la eternidad. Luchar por segunda vez me obligaría a matarlo y eso me consumiría. Puede que sea inmortal pero la tristeza puede acabar con un elfo como si fuera una enfermedad humana.Puedo ser más útil luchando en otros sitios. Además puedo despertar a aquellas gentes que nos encontremos y así conseguir más aliados.

El silencio se hizo en la tienda. Solo se oía a los batidores orcos preparándose para la batalla: tensando arcos, cargando los carcajs... Era el momento final. Si ganaban, el pueblo se salvaba. Si perdían, habría muerte y destrucción no solo en Laderafría sino también en el Bosque Frío y en todo Luruar.

- Los Uthgard, la matrona, solo buscaba poder mediante el sacrificio de la driade. Eso no lo ibamos a permitir y por el camino nos ha acompañado para detener al Pastor. Le contesto a Hargun, las palabras del viejo elfo no le habían gustado, ni siquiera su gente había venido para apoyarles. No tenía derecho a hablarles así a quienes intentaban para aquella locura.

Se unieron en la tienda que habían preparado los orcos para Hargun. Vislumbraron un mapa de Laderafría sobre el que poder planificar el ataque. Tenían dos opciones o cargar conjuntamente contra el lugar de la invocación o dividirse en tres grupos para cortar las raices, el comentario del elfo les dejó claro que el Pastor interrumpiria su invocación si algunos de los lugares corría mucho peligro, pero si todos atacaban conjuntamente se vería obligado a detener la invocación y debería evitar así que la invocación fuera completada.

 - Si cargamos todos de frente el Pastor se verá obligado a detener la invocación para hacernos frente. Y mientres no esté invocando, esta se interrumpirá y no podrá ser completada, ¿Verdad? le preguntó a Hargun. Estaban allí para evitar que la invocación ocurriera, dividir fuerzas y enfrentarse por separado al pastor podía ser peligroso para los mermados grupos pero si luchaban todos contra él directamente interrumpirían la invocación y quizá paralizaran lo que estaba por ocurrir.

La boca se le abrió como un plato ante la revelación del pastor. No se había imaginado aquello y entendia que no quisiera formar parte de quienes le arrebataran la vida. - Si puedes despertar al pueblo para que se unan en la lucha sería de gran ayuda. Sobre todo a los miembros de la milicia. dijo mirando a Boff. Sus compañeros podían ser de mucha ayuda.

-La invocación ya está en marcha. El solo estará protegiendo la Gran Calabaza, rezando a los oscuros dioses que ahora adora. Debemos decidir si dividirnos o cargar contra él.

El tono arrogante y despectivo con el que se expresó el anciano elfo molestó a Tume. Sobre todo por ser este alguien de su propia raza, aunque aquel tampoco tuvo palabras de aprecio hacia el pícaro. Parecía estar dolido o afligido y más tarde descubrieron el porque. Tume no supo si podía confiar en aquel druida o no. Tendrían que tener cuidado con él.

Cuando les explicaron las posibilidades que tenían, el pícaro meditó unos instantes. Ambas dos parecían poder llevarles al éxito, aunque ninguna de ellas fuera a ser sencilla, pero las dos podían ocultar riesgos que, mal calculados, supondrían el fracaso.

– Creo que en esto no estamos de acuerdo, Hardem. Creo que será más fácil acabar con la calabaza si nos separamos en tres grupos y destruimos sus raíces. Sera más seguro para todos nosotros.

Había empezado a explicar su posición y ahora tocaba concretar algunos detalles.

– Tal y como yo lo veo debemos crear tres grupos y arrancar las raíces. Así Astaroth también podrá tomar parte activa en la batalla, pues no luchará contra su hijo. Aunque no consiguiéramos destrozar las tres raíces principales, deberíamos de poder al menos debilitar a la gran calabaza a la que el Pastor de Calabazas quiere despertar con su ritual.

Se detuvo un segundo, pensando en otra posible táctica que podría serles de ayuda.

– ¿Y si mandamos a la dríade a hablar con el Pastor mientras nosotros atacamos las raíces? Seguro que ella puede entretenerle desde un principio y ganamos con ello algo más de tiempo.

Después de dos horas de camino hasta el punto de encuentro previsto, al fin, todos los destinados a impedir que el mal se propagase por la tierra estábamos reunidos, era un grupo variopinto, desde luego... y mas con el nuevo integrante del mismo, el mismísimo padre del Pastor, un elfo muy viejo que nos despreciaba....

Ya en la tienda, viendo el mapa y las posibilidades, comento...

- Dividirnos en tres, no creo que sea buena opción, dado que el Pastor, se mueve entre planos, nos podría atacar a los tres grupos sin ni siquiera verlo venir... Una duda que tengo es ¿si destruimos las tres raíces acabaríamos totalmente con la gran calabaza?, y si destruimos sólo una, que pasaría, ¿la debilitaríamos?, pero aun así nos quedaría el Pastor por destruir, ¿no?...

- Yo propongo en primer lugar que dado que Astaroth el Viejo no va ha luchar contra el Pastor, que nos ayude de alguna forma mágica para el ataque, ya sea con algún hechizo de protección, si es que llegas a ese poder - digo dirigiéndome al viejo elfo - y con hechizos de sanación una vez aparezcan las primeras heridas.... 

- Me parece bien que la Dríade hable con el Pastor, a así nosotros podemos romper alguna de esas raíces, si es que sirve para algo, o situarnos alrededor del Pastor y hacer un primer ataque sin que lo vea venir.... ¿que les parece?

-Si cortamos las raíces la calabaza se podrirá. Si no, aun ganando al Pastor deberíamos atacarla y quizás sea demasiado tarde. Una vez esté fuerte, se alzará y poco podremos hacer para frenarla. Yo soy partidario de ir la driade, el hechicero, yo y mis batidores a por Astaroth mientras vosotros os dividís y os encargáis de las raíces

-Yo podría liderar otro grupo, Hargun, junto con el orco y la joven paladina mientras que el tercer grupo estaría compuesto por el elfo y los dos medianos. Además la sombra puede acompañarles dado que por fuerza son el grupo más débil .

Astaroth señaló la taberna de Ulrik.

-Nos reunimos aquí y de la taberna vamos hacia el campo para ayudar a Hargun. Se puede mover por los planos pero para ello usa rollos de oergaminos. En cuanto se le acaben no podrá defender cuatro sitios a la vez. Ese será el momento para atacarle con todas nuestras fuerzas.