Partida Rol por web

Gargoltar contempló satisfecho, desde fuera, el trabajo que llevaba. Prácticamente, había reclamado aquellas montañas como suyas. No era una gran zona, de hecho el dios no era muy ambicioso. Pero aún así, le gustaba. Y siempre tendría tiempo para hacer más cosas.

Desde una distancia apropiada para apreciarlo, pudo ver con su divina vista la obra de su trabajo. Lo primero, la Meseta de Platino, donde estaba el gran disco, su nexo entre el mundo y Asul-Adal. Refulgía a la luz del astro de Izkaal, pero no como los metales normales. Al fin y al cabo, era una creación divina, por lo que reflejaba la luz de manera bella, pero sin cegar. La meseta tenía un único acceso, al sur de allí. El este y el oeste eran paredes verticales, casi a pico. En cambio el norte...

En el norte estaba la otra creación visible de Gargoltar en el mundo. Sí, lo había llenado de metales, pero éso estaba relativamente disimulado. Aquello era poderosamente llamativo: la Forja de Gargoltar. Era un volcán creado por El Forjador. Pero mientras los que había distribuidos por el mundo eran elevaciones caóticas y desordenadas, que tendían a estallar y a expulsar fluídos de viscosidad media y alta temperatura, que el dios denominaba magma o lava, el suyo actuaba de otra manera.

La primera diferencia era estética y exterior. Era una verdadera obra de arquitectura, con contrafuertes, bellos grabados, estatuas... el signo del dios, la rueda dentada con el martillo, estaba grabado en platino en todas las entradas. La segunda diferencia era interna. Dónde debería haber un caos de calor y destrucción, se encontraba una montaña ahuecada. Y no estaba vacía sin más. En su interior había unas bellas fuentes de las que brotaba lava, y canales que la conducían a lo largo del recinto. El magma se deslizaba de manera fluída y continua, sin causar problemas. La tercera era su funcionalidad, marcada por el estudiado diseño, y por la que era de momento la única pieza de tecnología en el interior: El Yunque Estelar. Una losa de titanita estelar, un metal que Gargoltar había conseguido arrancando unas estrellas lejanas de su espacio en el universo, y que era extremadamente resistente.

La Sombra que daba el Nuevo Astro no daba calor por ahí por donde “alumbraba”. Causaba que algunos lugares, aquellos por donde la penumbra era más profunda y la energía del Astro Blanco escaseaba, se quedasen fríos y sus terrenos fueran cubiertos por agua en estado sólido. Aquello se llamaría nieve y hielo. Luciel y Luvisi aún se encontraban en el Cosmos Libre, Luvisi observó los distintos terrenos de la Masa de Padre y los cambios que allí se habían producido gracias a la creación de aquel dúo de Dioses. En una zona de la masa aparecía un gran terreno frío y sombrío, mientras que en la zona contraria se encontraba La Forja de Gargoltar.

El Dios del Orden y del Pensamiento lo vio y supo que tenía que haber un mayor equilibrio. Así que, después de la creación junto a Luciel, bajó a la Masa de Padre y allí, en la zona donde la Sombra del Astro Oscuro más tiempo la acariciaba, decidió crear una Cordillera, un conjunto de montañas. El cuerpo de Luvisi se agrandó, hasta una altura considerada, y movió su brazo dejando la palma de la mano mirando a la tierra. Un fulgor salía de aquella extremidad. El suelo comenzó a levantarse y comenzaron a crearse una serie de montañas que se extendían desde un punto central, un volcán de grandes magnitudes ya inactivo por el frío y el tiempo. Aquella formación geográfica poseía una cierta forma semicircular, como si fueran las montañas los muros que protegieran aquel lugar concreto. Los vientos no pasarían por uno de los lados, pues las altas rocas lo taparían, y por otro las ventiscas serían frecuentes.

Y así por fin, el equilibrio quedaba definido tanto en la Masa de Padre como en el Cosmos Libre que la envolvía. Luvisi quedó satisfecho con aquel Orden. Se fue ya cansado hacia sus aposentos, allí descansaría por un largo tiempo.

Tras dar el último martillazo, un destello dorado emergió de los huecos de Gargoltar mientras sonreía para sí mismo. Había desarrollado algo que era, como poco, curioso. Empleando la energía de otra de las estrellas que consiguió, desarrolló un nuevo material... algo verdaderamente sorprendente, metal "vivo". El metal se desarrollaba y crecía, sin ninguna fuente realmente. Aquello era muestra del poder del señor de los metales.

Sin embargo, mientras se alegraba de su logro, sintió que sus hermanos habían cedido a la urgencia de crear vida. El destello dorado aumentó mientras se le ocurrió una idea para su recién creado material.

Vió brevemente lo que sus hermanos estaban haciendo, y lo que se proponían hacer a corto plazo, y empezó a maquinar como aportar vida a aquella esfera tan vacía. Lo primero que hizo fueron pequeños experimentos. Cogió algo de aquel metal, y empezó a malearlo con mucho cuidado. No empleó el gran martillo en aquella operación, sino que lo transformó en un pequeño cincel y en herramientas de mayor precisión.

Tras un rato largo para un dios, probablemente después de que los astros asomaran y se ocultaran varias veces, terminó sus creaciones.

Decidió que se alimentarían de metal... pero no quería que acabaran con los filones que había esparcido por el subsuelo, asi que se puso a trabajar en otra creación. Tras varios ciclos más, la completó: ciclos de esfuerzo, tallando hojas, raíces...

Sin embargo, su ansia creadora iba más allá, no estaba conforme con la vida que había creado. Por lo que se puso manos a la obra, decidido a completar un ciclo vital que su poderosa mente había diseñado mientras trabajaba en las otras dos formas de vida. Y así, surgieron dos especies más.

Una vez terminados los cuerpos de los seres que consideraba básicos, los destrozó con su martillo, para después volver a montarlos. Se aseguró de repetir el proceso varias veces, para asegurarse de que su divina mente había encajado todo correctamente y que no había ningún fallo. En el último reensamblaje, insertó instrucciones en cada conjunto de seres, además de aportarles un nombre.

Refiriéndose a los primeros, dijo:

-Vosotros seréis los recicladores. Os alimentareis de los restos de los seres caídos que he creado, reciclando su metal para que pueda ser usado por el resto de seres. Sois aquello que une mi círculo vital, aunque pequeños, muy importantes.

Pasó a sus segundas creaciones:

-Sé que mis hermanos han puesto de nombre árbol a los que se parecen a vosotros, asi que también seréis árboles. Árboles de Gargoltar. Daréis alimento a otros seres que también han surgido de mis manos, y a la vez os alimentareis de lo que los recicladores dejaron para vosotros. Seréis aquellos que relancen los restos de metal como verdadero material, consumible por el resto. Arraigareis en la tierra, y creceréis hasta que os arranquen del suelo o el tiempo os venza.

Su "mirada" pasó a los terceros:

-Forrajeadores de metal, ése será vuestro nombre. Pastareis en las llanuras, alimentandoos de las hojas de los Árboles de Gargoltar. Avanzareis en manadas, y seréis cazados y comidos, pero es el precio que debeis pagar por vuestra existencia. Cuando caigais, de un modo u otro, también seréis pasto de los recicladores.

Y pasó a su última creación:

-Y vosotros, mis últimas creaciones, sois los depredadores de la Forja. Astutos, fuertes y despiadados con vuestras presas. No causareis dolor innecesariamente, os alimentareis de los forrajeadores, también vivireis en grupos, y seguireis con vuestra vida hasta que caigais y seais pasto de los recicladores.

Y, dirigiéndose a todos, dijo:

-Las criaturas de mis hermanos deben seros tan extrañas como vosotros a ellas. No tomareis sus cuerpos ni los cazareis, no los devorareis y no interferireis en sus asuntos. Sólo las atacareis en defensa propia, pues su existencia es independiente de la vuestra, y nada sacareis de ellos. Ahora, vivid.

Y tocando con sus dedos cada una de sus creaciones, cobraron vida y salieron fuera de la Forja, para poblar el mundo. Una vez lo hubieron hecho, solucionó el último problema, el de su reproducción. Los árboles darían semillas de las que nacerían otros árboles, pero para los otros tres, con otra estrella más, creó generadores ocultos en los alrededores de la Forja, que traerían al mundo más de sus criaturas, pero de un modo lógico y sostenible como sólo el Forjador podía idear.

Cita:

Luv se agachó para estudiar la entrepierna de Cernunnos y se rascó la cabeza, con gesto pensativo.

—Mmm… sí, estoy bastante segura de que eso que tienes allí va por aquí —declaró con aire de seguridad, mientras se señalaba la oreja izquierda.

Cita:

La tierra se resquebrajaba y se desplazaba bajo la presión del cuerpo de Luv, embatido con fuerza por Cernunnos. La diosa esbozaba una amplia sonrisa de felicidad.

—Tenías razón, se siente mejor por allí —declaró, mientras se restregaba el oído, con la punta del dedo meñique.

Vio el cielo, por sobre el hombro de Cernunnos y contempló la obra de su hermano Luvisi. Estrellas y lunas que comenzaban a formarse sobre el firmamento, en complejos y bellos patrones.

—¡Wow! Esto es mejor de lo que pensaba. ¡Ya estoy alucinando!

Cita:

Sobre las manos y las rodillas, Luv se movía rítmicamente, con las embestidas de Cernunnos.

—También tenías razón sobre esa entrada de atrás —reconoció Luv, con entusiasmo—. ¿Ya habías hecho esto antes? ¡Ouch!

La cabeza de Luv golpeó la ladera de una montaña, que se resquebrajó de la cima a la base.

Cita:

Luv se hallaba recostada de espaldas, sobre la ladera de una montaña, descansando tranquilamente, con las manos detrás de la cabeza. Se incorporó ligeramente y examinó a Cernunnos, que se encontraba a su lado.

—No, allí está —dijo—. Pensé que se te había despegado y me había quedado dentro, porque me estoy sintiendo algo rar….¡¡¡AAAAAAHHHH!!!

Luv se llevó las manos al su vientre, que se había hinchado, redondeándose y alzándose, cual montaña.

—Sabía que no debería haber trag… ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!

Volvió a gritar de dolor y a su grito, le hizo eco un rugido, similar al trueno, que hizo eco en los valles y las montañas. De entre las piernas de la diosa, volaron hacia el cielo, colosales criaturas aladas

Con la frente perlada de sudor, Luv sonrió y cogió la mano de Cernunnos.

—¡¡Oh!! ¿No son preciosos? Tienen tus ojos.

Uno de los recién nacidos, se acercó volando a uno de los pegasos de Slanya y escupió un chorro de llamas en su dirección, que lo dejó rostizado en un parpadeo. Antes de que el pobre animal, pudiera empezar a caer, el monstruo lo devoró de un bocado y continuó su vuelo.

—¡Ups! Perdón, Slanya. —se disculpó Luv y levantó la cabeza, para mirar a su retonio—. ¡Niño malo! ¡Eso no se hace!

Volvió a descansar su cabeza sobre la ladera de la montaña y se llevó una mano a la frente.

—Estoy corrigiendo el comportamiento caótico de mis bebés. Debo tener fiebre.

Con un gesto de dolor, se volvió a llevar las manos al vientre.

[/B]—¡Ou! Creo que aquí vienen los hermanitos. [/B]

Slanya vió la creación de su hermana, horrendas criaturas aladas con membranas que los sostenian en el aire y fuego que enamaban de sus bocas para así destruir la belleza de sus pequeñas criaturas. Luego se alzó sobre toda su altura y  se puso frente a Luv...

-Con que esas tenemos verdad...hermanita?

Le dijo sacudiendo con fuerza sus alas. Todas las plumas desprendidas se concentraron en una inmensa bola de luz, y cuando Luv pudo ver de nuevo, una criatura similar ala ya creada, pero con plumas en vez de membranas, con una coraza en su cabeza de plata que irradiaba la luz obtenida del sol, inmenso, colosal...creió de esa luz, para darse forma.

Ahora tus criaturas podrán jugar con las mias, en igualdad de concidiones Luv

Sonrió ampliamente y un rayo de luz se dirigió a la garganta del nuevo ser, para que éste tras una tos profunda, echara por su boca un halo helado de hielo, que heló parte de la tierra que tocó.

Era un lugar extraño en el que el agua saltaba de un gran embalse hasta caer tan abajo que su misma fuerza había logrado erosionar la piedra que había abajo hasta abrirse camino al gigantesco mar que dividía las diferentes islas de tierra.

El ruido resultaba ensordecedor y es por ello que nombre el lugar el Grito de Dursulum, bautizando con el nombre tanto el río como el lugar dónde daría a luz a aquellos capaces de alimentarse de la luz de mi corazón.

A simple vista no resultaba gran cosa, pequeñas formas de vida verde sin capacidad para escapar o pensar, cuya unica labor consistiría en almacenar mi energía para que después pudiera ser usada.

Pero no resultaba suficiente. Las criaturas de Luv, Cernunnos, Slanya y Gargoltar habían demostrado ser mucho más poderosas que ésta inofensiva creación pegadas a las rocas más húmedas. Era necesario que fuera más allá, mucho más allá. Así que de un soplido los dispersé, expandiéndolos por el mundo y observando cómo en muchos lugares tomaban diferentes formas, como hierbas, plantas y flores.

La pequeña igual se quita las capas de envoltura que sus hermanos llaman vestimentas, ofreciéndole la hermosa desnudez de su cuerpo.
Cernunnos respeta eso, ya que el tampoco lleva envolturas nunca, pero no puede evitar sorprenderse ante lo que la pequeña le dice a continuación:
“Follame”.
Ladeando su enorme cabeza Cernunnos observa con mas interés a su igual, es pequeña y parece frágil, pero exuda un aura que lo atrae, algo en ella lo llama una conexión mas fuerte que la que tiene para con sus otros iguales.
Sin decir nada, se agacha hasta quedar de rodillas poniéndole sus enormes manazas sobre los frágiles hombros, acercando entonces el enorme rostro hasta casi besarla, le permite ver su cara bestial, sus afilados dientes, su enorme cornamenta y sus ojos brillantes, peligrosos y primitivos.
Mírame bien pequeña igual, mírame bien y sabe esto:
Va a dolerte.
Entonces se entrega a la lujuria, dentro de su ser mora el instinto de lo primitivo, lo salvaje, lo primitivo.
Toma a la pequeña Luv de manera animalesca montándola como si fuese la hembra de cualquier raza animal venidera.
El apareamiento es largo y brutal.
Y en su copula dan vuelta al mundo, tirando montañas, abriendo ríos, creando valles, y cambiando muchas de las cosas creadas por los demás.
Cernunnos muerde y araña, sus embestidas tanto así, que la diosa golpea con su cabeza en una montaña o que le den forma a los dos cráteres gemelos del Evandros.
Y aunque pequeña, la bella diosa parece gozar ante lo novedoso del acto y no se resiente mucho ante la bestialidad de su hermano.
Volviéndose aun más salvaje que el dios de las bestias, por que si bien Cernunnos es una criatura en esencia caótica como la vida que fomenta, Luv es el caos encarnado.
La violencia pasional de los dioses se propaga por las tierras del mundo por muchos ciclos, pero al fin, y en algún momento, concluyen.
Por eso dicen que el amor lo crearon Luv y Cernunnos, y como con ellos, los que aman transitan por etapas dentro del amor, desde los nervios novedosos de las primeras citas, hasta la calma y conexión que el tiempo trae a la pareja.
Descansan los dioses sobre una montaña, Cernunnos ha quedado exhausto ante la profundidad del caos que es su hermana, ella parece estar tan jovial como siempre.
Y farfulla, sin parar, acerca de muchas que el dios ha dejado de escuchar, por que la plenipotencialidad de su ser, se centra en la vida, este acto, este maravilloso ejercicio de la copula, debería tener un significado mas allá del simple acto del goce de las alma, seria una bendición que tras el placer y el dolor, pudiera ser engendrada la vida como el máximo regalo de los dioses al mundo.
Es entonces cuando Luv se incorpora, y para su asombro Cernunnos ve como el vientre de la diosa se hincha hasta casi reventar, la diosa grita el mundo se sacude, y una bestia, una bestia hermosa y única como pocas emergen al mundo desde las piernas de la pequeña Luv.
VIDA, se dice Cernunnos profundamente emocionado, así nacerá la verdadera vida en el mundo.
Una criatura hermosa de correosas alas que nacida del caos vientre dentro de la diosa sale al mundo hambrienta y feroz.
Parado cuan largo es, Cernunnos atrapa en sus manos uno de los pequeños animalillos, también son de él y así lo siente en la esencia de la criatura.
Luv vuelve a tenderse a espaldas del dios, sigue hablando, nunca se ha detenido, pero Cernunnos no la escucha, algo en el lugar ha cambiado, cuando nacieron estas pequeñas cositas, y algo más, esta por venir.
Arghhhhhhhhhhhhhhhhh grita Luv, y su vientre vuelve a hincharse.
Otros seres están saliendo de entre las piernas de la diosa, ha diferencia de los primeros estos carecen de alas, y parecen estar a medio formar, sus cuerpos deformes y maltrechos se muestran incompletos, y no hay dos iguales, algunos tienen ojos, otros no, algunos tienen bocas, otros no, otros tienen varias, las criaturas son dispares, horribles, y están mas alla de la cordura, verdaderas criaturas del caos.

A Cernunnos le causan repugnancia.

Estas bestias inmundas se oponen a todo lo que el es, estas pobres bestias que debieron ser hermosas por estar mas tiempo en el vientre del caos, han sido cambiadas irremediablemente hasta volverse retorcidas, enloquecidas criaturas nacidas del primigenio caos, y aquellas que se encargaran en los años venideros de asolar las tierras, allí por donde anden.

Pero llevan parte de lo que Cernunnos es, y como padre de estos monstruos, los dota de una primigenia inteligencia, una ínfima chispa de pensamiento y los maldice para que no puedan reproducirse, puesto que su sola existencia atentara contra todo lo que el dios aun tenga por hacer en este mundo.

Así los ve reptar, correr, o flotar más allá de su sombra, algunos se internan bajos las montañas, otros se dejan llevar por los vientos, moraran por todo el mundo.
Y por su sola existencia serán causa de pesar eterna para el dios.

Cernunnos se alejó de su hermana, estaba horrorizado por las atrocidades que habían brotado del vientre de aquella.
Estaba claro que la vida era el camino, pero la esencia de su hermana corrompía cualquier creación, sin importar de quien fuera.
Aun tenia entre sus dedos una de las pequeñas criaturas aladas, Cernunnos la llevo hasta sus ojos mirándola detalladamente, luego la devoro sin miramientos, absorbiendo todo lo que era ese pequeño ser, para integrarlo a su creación.
Así que tomando alas y cambiando su cuerpo, por el de la pequeña criatura que había nacido primero de Luv, voló por los cielos de la esfera reconociendo la obra de sus otros hermanos.

(http://www.deviantart.com/download/118573066/Black...)

Existían muchas cosas diseminadas por el mundo, había vegetación y animales, pero ninguno procedía de su mano, aunque estaban ligados a el por ser la vida la esencia que en parte daba forma a su alma.
Cernunnos llevado por el viento llego a una zona alejada de las grandes masas de roca, por debajo de él se elevaban del mar unas zarpas en formas de isla.
Le recordaban a sus manos, las manos que había usado para sujetar a la pequeña diosa que lo había incitado a copular.
Las manos que le permitían crear o destruir, según los designios de su mente divina.
Las había usado de forma placentera con la diosa, pero no le habían deparado ningún provecho, ahora sangraría trabajando las islas allá abajo, pero al terminar, esta seria la tierra que el mas amaría en el mundo, cuidándola tan celosamente, que no permitiría ninguna criatura que no fuera de su propia hechura, morando allí.
Tomando su verdadera forma, Cernunnos bajo a las islas cavando con sus garras sobre la tierra misma, hasta darle la forma que más se ajustaba al deseo de su corazón.
Elevo montañas, y cabo valles, insufló a la tierra haciendo nacer amplias extensiones de praderas y profundos bosques, estirando sus descomunales brazos, quito agua y nieve de las lejanas montañas de hielo, y cubrió las cimas de las suyas propias, aunque guardo el resto derritiéndolo para formar los ríos y lagos que habría en sus islas.

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Tomo también una gran nube oscura cargada con su simiente al principio de esfera, cuando Cernunnos se baño en el centro del mundo, y la anclo a los cielos de una de las islas, para que nunca se olvidasen los que allí moraban que el padre de lo salvaje amaría ese lugar, hasta el final de los tiempos.

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Una vez dibujado el lienzo según lo que le placía, se dedico a plantar arboles, gigantesco y nudosos, elevándose sobre cientos de metros y de troncos tan gruesos que ni veinte hombres rodeándolo podrían llegar a cerrar su circunferencia.
A estos los llamo los vigías de Cernunnos, y los doto de una chispa de vida ínfima, para que crecieran a lo largo de su vida, sin detenerse nunca, hasta que el fin de su ciclo los encontrase secos y res quebradizos como la paja de un campo de trigo.

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ya conforme con aquellas tierras que ya sentía suyas, Cernunnos hundió profundamente sus brazos bajo el mar, levantando grandes porciones de tierra, corales, e islotes, para que sirvieran de puente entre las tres mas grandes, que a su vez aparto mas de las costas del resto del mundo.
Sus tierras serian un vergel, un paraíso virgen inexpugnable y extremadamente peligroso para cualquier criatura que no fuera de su simiente.

Y para asegurarse del bienestar y progreso de sus criaturas, tomo un poco de su esencia, volcándola en los mares circundantes a las islas, provocando que estos hirvieran ferozmente, levantando grandes nubes constantes de vapor, que llevadas por el viento harían húmeda y fértil a las islas, y a su vez dificultarían encontrar por mar o aire su santuario en esfera.

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Crearía a continuación la vida que poblaría "Islas de las Bestias", como serian llamadas en los años venideros, pero antes se tomo un tiempo para admirar sus obra.

Luciel vio las creaciones de sus hermanos ,todas ellas extrañas.
Vio vida en cada una y tocando el centro dle planeta ,noto el cambio que habia sufrido este.

Entonces notando lo acontecido decidio añadir algo mas a aquel mundo sin par.

Apareciendo en su desierto de muerte y arena cogio un puñado de esta ,y de los granos de aquella tierra sin vida creo algo nuevo,soplo con su aliento de muerte por todoaquel lugar.Y del interior de las dunas salieron unas nuevas y extrañas criaturas .

Poseian unas grandes patas que les daban velocidad y unos saltos realmente gigantescos.
Despues unos dientes serrados y afilados combinados con molares capaz de aplastar cuaquier roca.
Tambien tenian una especie de antenas y unas alas que les permitian volar grandes distancias.

Estos seres eran grandes y fuertes.Se movian en cnatidades enormes miles,tantso que podian tapar el sol durante unos segundos.

Y entonces les encomendo una tarea .

Hijos mios tierra sois y en tierra os convertireis ,vosotros sois los Devoradores,peus asi os llamare.

El planeta ha sido poblado por todo tipo de criaturas ,y estos consumen el aliento que este posee.
Por ello habeis sido creados para mantener el equilibrio,vosotros acudireis en manadas de cientos de miles y alli donde la muerte os envie,alli donde la tierra sufra o donde sea roto el equilibrio ireis.

Consumireis toda la vida vegetal del lugar hasta los cimientos,en vuestros cuerpos esta se convertira en acido y nunca mas estas plantas podran reproducirse .Y dejareis grandes explanadas sin vida vegetal y al morir estallareis en un monton de sal lo que hara que alla donde esteis nunca pueda salir ni una brizna de paja.

Este sera el equilibrio que la madre naturaleza necesita .Y vosotros hermanos que me esteis escuchando a vosotros me dirijo.

Sabed que esto es necesario o los seres consumiran los recursos,pero mas os añado ,estas criaturas solo naceran una vez al año,en el quinto mes y su devastacion solo durara mientras vivan ,que sera un pequeño ciclo solo de 5 dias.

Pero no estaran indefensas,solo comeran vegetal ,no atacarn ningun ser o animal mas que este ,a menos que sean atacados ,y si alguien osa hacerles daño o comerselos sabed que no solo se defenderan sino que en su interior poseen mi luz negra pues hacen mi trabajo y los que coman de su carne o sean heridos ,puede que se lleven una desagradable sorpresa.

Y no sera esa la unica funcion de mis pequeños sino que en su muerte su esencia volvera a la naturaleza,devolvviendole fuerzas y vida para poder nacer esta en algun otro lugar del mundo,asi se mantendra el equilibrio.

Por ultimo tengo algo mas que añadir ,habeis creado vida sin tener en cuenta a nuestro hermano ,señor de esta y eso no esta bien .Por lo que una imposicion pondre a mis criaturas y es que
las Islas de las Bestias ,gran creacion de mi hermano no sera objetivo de ellos ,hasta que llege el dia elegido por la muerte .Pues la obra de Cernunos mantiene el equilibrio y confio en que sabra mantenerlo.
Este es tambien un regalo parea ti hermano pues mis criaturas al vivir mantendran parte de tu alma a salvo y a su muerte ,parte de su energia tambien ira a ti .

El dios se encontraba en su Forja cuando el ansía de crear vida volvió a asaltarle. Asi que rápidamente recurrió a la reserva de "metal vivo" que tenía en el inmenso taller, y se puso manos a la obra.

Una de las primeras creaciones que pasó en aquel momento por su cabeza era algo simple, y a la vez curioso. Un pequeño arbusto floral. Pero las flores no sólo eran de "metal vivo", sino que además tenían un peculiar comportamiento: y es que sólo crecían encima de yacimientos de metales, que detectaban hasta a unos cien metros de profundidad. Y la flor cambiaba de tonalidad en función del metal o metales que tuviera debajo, y el arbusto era más grande o más pequeño dependiendo de la cuantía del filón. Llamó a ésta planta flores magnéticas.

Lo siguiente que le pasó por la cabeza fue un árbol más... pero éste no tendría solo hojas metálicas, sino que daría frutos... más aún, sus frutos serían de oro, un noble metal comparado con el hierro, tan común. Cuando estuvo satisfecho, con un diseño basado en el árbol de Gargoltar, pero modificado para la ocasión, decidió que aquel árbol se llamaría manzano aúreo, y que su fruto sería llamado manzana dorada. De hecho, tanto le gustó la fruta de aquel árbol, que decidió que tendría, en cierto modo, esencia divina, para mejorar aún más el árbol.

Mientras dejaba a su lado el árbol, empezó a trabajar en el último proyecto de aquella epifanía creativa, otro animal. Éste sería un animal enorme y "herbívoro", es decir, que se alimentaría de los árboles que creó el Forjador... pero que a la vez, tendría la función de cuidarlos, y de trasladarlos a lugares más seguros si fuera preciso, de ahí su gran tamaño y fuerza. Se limitó a llamarles cuidadores de árboles.

Sin embargo, mientras estaba enfrascado en ése proyecto, la energía divina de las manzanas había dotado de vida al "metal vivo" que tenía al lado, creando una forma de vida que Gargoltar no apreciaba, ya que a diferencia de sus otras creaciones, sí tenía intenciones dañinas. Con sus largas ramas en forma de látigo, o tentáculo, atrapaba a sus presas, y las rompía haciendo fuerza con sus apéndices. Gargoltar se disponía a destruir ésa aberración, enojado, cuando comprobó entristecido que se había establecido un vínculo entre "éso" y su creador: el manzano aúreo. Si destruía uno, también debería destruir el otro, y no quería acabar con una creación tan bella. Asi que limitó la capacidad de las manzanas, para que no influyeran en su entorno, y dejó vivir a regañadientes a aquello que llamó muerte acechante.

Como siempre, se dirigió a sus creaciones, aunque en éste caso no tuvo que hablar tanto con ellas para programarlas, ya que sus funciones eran muy limitadas. Sin embargo, viendo que el manzano aúreo y la muerte acechante estaban unidos en una suerte de relación parasitaria, encomendó a los cuidadores otra labor:

-Vigilad atentamente a las muertes acechantes, mantened a ralla su malicia, podándolas y limitándolas sin dañar a su árbol anfitrión.

Y así, distribuyó sus nuevas creaciones por las cercanías de la Forja. Sin embargo, horrorizado por el resultado que había dado el metal expuesto deliberadamente, guardó sus reservas en un contenedor aislado, no quería que nada ni nadie interfiriera con él, y ni siquiera él mismo estaba seguro de querer volver a tocarlo.

Después del incidente de la muerte acechante, el Forjador estuvo pensativo en su taller...

De pie, sin moverse, meditó acerca de porque habría podido ocurrir aquello. Muchos pensamientos abordaban su mente. Estaba razonablemente convencido de que la vida había surgido de las propias manzanas... pero éso no explicaba la maldad inherente a aquel desagradable vegetal.

Entonces, le vinieron a la cabeza las advertencias de Slanya acerca de Luciel. Hacía no demasiado, su hermano había usado su fuego oscuro en su Forja... lo que podría explicar ésa corrupción, al no controlar él el diseño del ser. Sin embargo, ¿habría sido algo premeditado? ¿un simple accidente? Gargoltar no podía estar totalmente seguro de aquello. Por ésa imprecisión, no podía decirselo a Slanya o sus otros hermanos, pero tampoco podía descartarlo.

-Sólo hay una posible vía entonces... anular ésa clase de influencia.

Su mente siguió rápidamente los posibles métodos para conseguir sus deseos. Así estuvo varios ciclos, pensando en las diferentes posibilidades, y en como llevar a cabo sus deseos. Finalmente, se le ocurrió una idea. Recurrió a sus conocimientos sobre la energía divina, y sobre lo poco que había visto de energía "mágica" de su hermano, y trabajó diseñando y trazando sobre planchas de metal.

Finalmente, tras un ciclo descartando diseños fallidos, contempló la plancha con su obra: unos trazos sobre el metal, con una forma, colocación y medidas precisas, que conseguían su objetivo. O al menos éso esperaba el dios. Llamó a aquello runa de protección mágica, y decidió que el resto de trazos que siguieran aquel esquema, serían también runas, aunque podrían tener otros fines.

Una vez terminado su proyecto, y con un nombre que lo definiera, lo guardó en uno de los arcones de la Forja, bajo llave, para que fuera un secreto. No agradaba a Gargoltar no extender el conocimiento, pero en éste caso una prudencia lógica le dictaba ser discreto, ya que quizá gracias a aquello pudiera proteger la armonía de la creación de una corrupción.

Complacido con la distribución de las islas y sus formas, a gusto con los lagos, montañas, colinas y ríos, Cernunnos se decidió a poblar de vida aquellos dominios que consideraba suyos.

comenzó por los bordes de la isla mas pequeña, mansos y verdes prados de dulces pastos altos como un hombre se extendían a lo largo de muchos kilómetros, semejantes a un mar de esmeralda color de tan hermosa imagen que el dios mismo lloro emocionado ante el portento de la vida, al caer sus lagrimas, fertilizaron los prados y llanuras, rápidamente de la negra tierra nacieron los primeros arboles de Cernunnos, que al ser creados por el amor del dios por la vida, serian los proveedores de los mas dulces frutos que el mundo jamás conocería.

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los altos y bellos “suspiros del Padre”, nacieron primeros, sus troncos lustrosos, de oscura madera y elegantemente espigados se elevaban hacia el cielo cubriéndose de hojas violetas su follaje, proveían unos frutos redondos con puntas de cascara amarilla ácidos de gusto, sabrosos para beber o como condimento de cualquier comida

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Se propagaron rodeando la pequeña isla en grupos reducidos, que crecerían dentro de bosques mas grandes, ya que otros arboles asomaban del suelo.
Estos, los segundos creados por el dios, eran distintos a sus hermanos primerizos.
De troncos también delgados, pero mas bajos que los primeros, el follaje de estos arboles era de un intenso color rosado, sus hojas siempre abundantes caían de las ramas creando un manto impresionante y de un aroma dulce e intenso, el destilado de sus flores bellas, de su sabia aceitosa y de sus hojas aromáticas, eran elementos esénciales de los mas ricos perfumes, los aceites mas aromáticos, y con su corteza convertida en pasta y transformada en pequeñas barritas de incienso, que podían darle un perfume único a cualquier ambiente este delicado árbol se elevo en abundantes bosques que contenían en su interior a los primeros nacidos.

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Amor de Padre serian llamados, y sus bellas flores serian llevadas por las futuras novias de todo el mundo.

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Los terceros arboles creador por el Padre de la vida, fueron puestos sobre las colinas y a mayor altura que los otros dos ya creados.
Para esto Cernunnos uso una de sus uñas como catalizador de la vida, plantando pequeñas partes aquí y allá por toda la pequeña isla, que rápidamente estaba tomando color.
De tan extraña semilla, nació un árbol recio, de madera nudosa y dura como el metal, arboles de buen porte, los mas altos que nacerían en la isla, y de amplio follaje perenne en todas las estaciones, cuyas hojas anchas y opacas serian siempre del mismo color dorado naranjino.

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Muy buscada seria la madera de este árbol, para hacer de ella los mas bellos objetos, los frutos de este árbol pequeños y de cascara dura, serian aplastados hasta volverse harina con la que hacer una gran cantidad de derivados consumibles.
Uñas del Padre serian llamados, por su dureza, y sus frutos pequeños y blancos, los dientes de Cernunnos.

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Llego por fin a los montes de la isla, y meditando por unos momentos, Cernunnos se rascaba la enorme cabeza no decidiéndose del todo sobre como seguir, algunos cabellos del Dios cayeron por toda la zona, y al contacto con la piedra y la tierra de la isla, los cabellos hecharon raíces, volviéndose unos extraños arboles que rápidamente se propagaron por todo el lugar.

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los cabellos de Cernunnos les llamo a estos arboles sin hojas, y no daban ningún fruto pero su sabia oleosa atraía a ciertos parásitos que crecían en el árbol, dándole la apariencia de hojas, los delgados troncos de estos arboles solo podrían ser usados como buena madera para fogata, o forjas.

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Terminando con esto, paso satisfecho a la segunda isla para comenzar a trabajar en ella.

Paso a la isla siguiente, un poco más grande que la anterior, unas altas montañas se elevaban mas o menos en el centro.

Comenzó por ahí mismo, colgando en la piedra viva multitud de arboles de mediana altura los cuales creo a partir de múltiples cabellos que fue anudando y trenzando, el resultado fue extraño, un árbol de corteza grisácea y escaso follaje, la mayor parte del mismo eran ramas y tronco, las profundas raíces de estos arboles se internaban en la tierra buscando las vetas de agua necesarias para mantenerse siempre fresco, así como para crear los preciados frutos.

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A pesar de sus burdas formas, este árbol daría un fruto muy apreciado por lo moradores de las estériles piedras, ya que en su interior guardaban abundante liquido.
Los testículos de la bestia se llamarían los frutos, y el árbol que los sostenía seria conocido como los callos del Dios.

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Rodeando a las montañas, El Padre de lo Salvaje, creo una selva de altos arboles primitivos.
Para hacerlos Cernunnos se provoco una pequeña herida en su divino cuerpo, regando con su esencia los cerros irregulares de la isla, lo que de la tierra broto, fue algo distinto y único, arboles del caos serian llamados, y en verdad eso recordarían sus formas.

Estos arboles se extendieron rápidamente por toda la isla, cubriéndolo todo por igual, sus troncos dispares, sus incongruentes follajes, sus mil aromáticos olores, harían de los arboles del caos los mas anhelados por los comerciantes.
No había dos arboles iguales, todas las plantas aromáticas, todos los frutos, flores, semillas, todas las maderas y tipos de follajes de todos los arboles nacidos o por nacer, tendrían cabida en esta selva caótica y única en el mundo.

También hubo una creación inesperada en la selva del caos.
En algunas partes y donde la esencia del Dios cayo en mayor cantidad, unos arboles mágicos crecieron, dotados de la esencia de Cernunnos, estos arboles tenían la habilidad de cambiar de lugar, tomaban extrañas formas, y en sus coloridos troncos y hojas, los sabios de los pueblos salvajes, podrían leer el devenir de los años al entrar en un trance místico.

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El árbol de la vida se llamo a estos ejemplares, y no se sabe de ninguno que haya dado frutos alguna vez.

Al dios le complacieron gratamente estos arboles, dejo la isla libre de otra creación, pasando a la tercera.

La tercera isla contaba con una única y monumental montaña, profundas quebradas, valles oscuros, y terrenos irregulares.
Esta isla salvaje y peligrosa le pareció un reflejo de si mismo, y se disponía a comenzar a sembrarla de arboles cuando escucho la voz de su hermano Luciel.
“Este es también un regalo parea ti hermano pues mis criaturas al vivir mantendrán parte de tu alma a salvo y a su muerte, parte de su energía también ira a ti”
Era el primer regalo que uno de sus iguales le hacia, Luciel reconocía a Cernunnos su potestad sobre la vida, Luv había procreado valiéndose de su virilidad, Galgotar no creaba cosas realmente vivas, y Luvisi se había mantenido correctamente a un costado en esta parte de la creación.
No así la arrogante Slanya, ni Izkaal el quemado que habían pasado por encima de su potestad sin siquiera pedir permiso, algo que no era precisamente “justo” para aquella que se autoproclamaba a si misma como “la justa”, tampoco Izkaal profesaba un amor verdadero por las cosas vivas, pero aun así había creado.
Seria un tema a tratar con ellos prontamente, pero antes, correspondería a su hermano con un digno regalo.
Para esto cavo profundamente en las grietas que ya había en las islas, haciéndolas tan profundas que difícilmente alguna vez la luz del sol llegara allí, en estas simas oscuras de pastos cortos, planto unos bellos y fantasmales arboles, a los que llamo Suspiro de Luciel.

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Bellos troncos blancos, y un follaje de hojas tan delgadas que eran trasparentes, dotaban a estos arboles de una presencia onírica, el suspiro de un sueño apenas recordado.
Las frutos y la sabia de estos arboles serian usados como poderosas drogas psicodélicas.

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Subiendo desde las profundas grietas nuevamente a la isla, Cernunnos la sembró en su totalidad con gigantescas masas vegetales.

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Los arboles hogar de sus futuros hijos pensantes.
Estas gargantuescas moles crecieron sin control, tapando aun mas la luz que llegaba al suelo, Cernunnos creyó conveniente adecuar entonces este lugar al carácter las plantas reinantes, por este motivo, estiro los brazos al cielo, y movió las nubes negras sobre esta isla, para que siempre estuviera a oscuras.
Doto a sus nuevos arboles de luz propia, difusa y extraña caería de las altas copas, y quienes moraran aquí, preferirían la luz nocturna a los días de sol.
Una porción de un sueño en el mundo parecería esta isla creada y poblada en honor a su hermano.

Bosque de los suspiros y arboles del sueño, seria llamada la isla y sus arboles.

Así le pareció suficiente, la isla oscura y dotada de una onírica luz quedo concluida.
Pasaría a trabajar las ultimas dos islas.

Las ultimas dos islas eran similares en formas y superficies.
A una de ellas decidió dotarlas de pantanos sombríos y una gran cantidad de ríos y lagos, quito cualquier montaña o elevación importante arrojándola al mar, hasta que la isla quedo lo suficientemente plana como él quería, luego con sus monstruosos dedos cabo cauces de ríos , profundos lagos, ciénagas pútridas y traicioneros pantanos.
La isla de los afluentes seria llamada rica en frutos marinos, pero pobre en tierras cultivables.
Tomando uno de los arboles del sueño, Cernunnos fue quitándole toda luz, volviendo su descomunal tronco nudoso de múltiples raíces, que hundiéndose profundamente en los lechos pudieran sustentar la vida pensante, y los animales no acuáticos, que deberían acostumbrarse a vivir entre las altas y gruesas ramas.
Espaldas de Padre se llamarían estos arboles por el gran peso que tendrían que soportar sobre sus ramas.

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Recordó entonces el salvaje dios a las criaturas de su hermana, que dotadas de alas morarían en las alturas a medida de que migraran por el mundo.
Para esto creo unas moles arbóreas nunca antes vistas.
Sus raíces se agarraban profundamente de las espaldas de Padre, o se internaban en los ríos, lagos, y pantanos de la isla,  en donde terminaban sus ramas unos extraños bulbos vegetales macilentos y esponjosos inflados como globos, permitían a estos arboles flotar en los cielos dela isla.
Los bulbos expedían un aroma seductor para las bestias del aire, que atraídas por el aroma se posaban en este árbol planta parasito, que se alimentaba de carne.

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El hambre de Dios se los llamo, Cernunnos creo estos engendros en clara afrenta a su igual y sus criaturas aladas.

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Volvió su mirada entonces a la ultima de las islas, y quiso dejar aquí unas tierras prosperas y fértiles, un paraje feliz en el mundo, donde la primavera y el verano durasen por siempre.
Donde el sol bañara los campos sembrados, y los lagos y ríos abundantes de peces.
Donde las flores crecieran como mares, y el dulce aroma de las hierbas y los frutos, fuera tan vasto como las incontables manadas de animales salvajes.
La tierra del ocaso se llamo a esta isla.
Y aquellos afortunados que vivieron aquí, conocieron la felicidad mientras Cernunnos existió en su morada.

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Complacido gratamente por el fruto de sus designios, Cernunnos baño las tierras creadas por y para el, con una porción de su sangre divina, dotándolas asi de una halo que al contener su esencia, las marcaba por siempre como suyas, su marca, su territorio, aquellos que amaba el dios.
En ese momento fue cuando escucho nuevamente la voz de uno de sus iguales, era el sin rostro quien desde la morada de los dioses, pedía su presencia.
Aprovecho el momento para descansar de su obra, iría a ver a su hermano y luego de escucharle volvería al mundo, para dotar a sus tierras de una diversidad de criaturas dignas de su mano.

La Casa del Infinito había quedado atrás mientras fijaba mis ojos en el mundo en busca de las imperfecciones naturales que provocarían la destrucción de todo lo que encontraran si no se ponían los medios para controlarlos. Pero eso iba a resultar demasiado fácil, al menos al principio, porque nada podía provocar más daños que esas peligrosas colinas llenas de magma ardiente.

Si, los volcanes.

Me decidí inmediatamente pues sería inconcedible dejarlos incontrolados. Y con mi deseo, las grandes salamandras hicieron su aparición en el pequeño planeta.

Ligadas a cada volcán, cuatro fueron las que aparecieron en la superficie de cada una de las montañas llameantes. Su cuerpo era fuego y lava, capaz de derretir cualquier cosa con un simple deseo y con la capacidad de calmar o enfurecer el volcán al que se encontraban ligadas. Y como hijas mías, heredaron parte de mi personalidad, para evitar que actuaran caprichosas o alocadas.

Desgraciadamente faltaba una. La quinta de ellas había quedado aprisionada en la Forja de Gargoltar, perdida entre sus canales de fuego amaestrados por el Forjador y que de seguro se encolerizaría si interfería en su trabajo. Así que bajo el riesgo de que la lava decidiera librarse de su influjo, otorgué de libertad a la quinta gran salamandra convirtiéndola en el Fenix, el Ave del Fuego, que brillaría mientras la lava continuara fluyendo en el mundo.

Luv levantó su cabeza. Sus cabellos enmarañados, caían sobre su rostros aniñado, cubierto de sudor.

Miró a Cernunnos y le dio un puñetazo, no muy fuerte, en el antebrazo.

—¡Tú, deja de decir que nuestros hijos son feos, les vas a ocasionar un trauma!

Lanzó un grito y se llevó la manos al vientre.

—No sé qué va a salir, pero tiene garras.

El Fenix había resultado demasiado inspirador para acabar aquí y no continuar con ésta "Creación". Incluso me hacía sentir vergüenza por continuar participando en ella y no parar, pero antes de siquiera darme cuenta, las cenizas de los aleteos de Fenix daban a luz a los primeros pájaros.

Demasiado pequeños comparados con las monstruosidades que habían dado a luz mi otros hermanos, un millar de ellos empezaron a asaltar las plantas y sus frutos, tejiendo con hierbas y muscos pequeños obras de arte en las que poder descansar y llenando con su música praderas y bosques por igual.

Podía entender perfectamente los motivos por los que Cernunnos se había enfadado tanto con el observador, que alguien más fuera capaz de crear o destruir semejante armonía no hacía sino despertar un fuerte sentimiento de amenaza en mi interior, y por éste siguiendo éste sentimiento fue por lo que consagré una de ellos a la destrucción de sus semejantes. Dando lugar a las rapaces.

Aburrido de la habitación, la extraña presencia y las estériles estrellas.
Cernunnos se escabullo de vuelta al mundo, aun no había poblado a sus islas de aquellas criaturas que bullían por nacer en su mente.

Comenzó por lo más simple, las grandes manadas de animales que serian herbívoros, presa tanto de los depredadores por venir, así como de aquellos seres sintientes que luego decretase debían morar en su santuario.
Miraba atentamente un extenso campo de “dientes de león”, cuando la chispa de una idea broto en su ser.
Trabajando inspiradamente en base a las formas y colores de aquella pequeña flor, Cernunnos creo a los primeros seres vivos de sus islas.

Los Virmash moradores de la tierra del ocaso.
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Dóciles animales cubiertos de lana, que proveerían leche y carne a las criaturas por venir.
Estos animales crecerían hasta alturas máximas de cuatros metros hasta el lomo y esparciéndolos por todas sus islas lo dejo reproducirse.
Complacido por los primeros seres creados paso a la isla de los afluentes, aquí no seria posible que los Virmash con sus pesados cuerpos pudieran subsistir, debiendo entonces adaptar a la criatura, transfigurándola en otra totalmente nueva, que cumpliría la misma función pero adaptada al entorno.
Así Cernunnos creo a los herbívoros de la isla de los afluentes, Prothabyss les llamo dejándolos sobre lo gigantescos arboles. Era más insectos que mamíferos y sus cuerpos cubiertos de una dura quitina los haría una presa difícil para los carnívoros del lugar, estas criaturas crecerían hasta llegar a dimensiones no mayores a la del perro más grande.

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aprovechando su estancia en dicha isla, pobló las aguas del lugar de un pequeño carnívoro dedicado principalmente a la caza de los múltiples peces que ya poblaban las aguas, este animalito gracioso y salvaje, crearía enormes diques vegetales y seria muy apreciado por los seres sintientes del lugar, que buscarían cazarlos por sus carnes y cueros. De cuerpo grácil y pequeño no mayor a dos metros de largo.

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Voló entonces sobre el mar en una gloriosa forma, llegando sobre los bosques del caos, una extensión irregular de múltiples colores y aromas, tan tupido y diverso era este lugar, que ninguno de los dos herbívoros anteriores podría morar a su placer allí, para esto creo entonces una nueva forma de vida, adaptada a las condiciones del lugar, gráciles y no nada comunes nacieron entonces las Mythoris, de las manos del dios, estas criaturas tendrían diversos tamaños, colores de pelaje y formas, el ambiente fuertemente influenciado por las energías del caos, iban siempre mutando a todas las camadas, pero nunca mas allá de los deseos del padre de los salvaje.

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Las alas de Cernunnos lo elevaron a los cielos otra vez cuando se dirigió a la isla que dedicara a su hermano Luciel, a los majestuosos arboles los pobló de unas graciosas criaturas depredadoras, de apenas un metro de alto, serian carnívoros de pequeña estofa, comedores principalmente de las muchas alimañas que reptaban por los enormes arboles.
Muy apreciados serian estos seres alados por los futuros moradores de los arboles, y gracias a eso solo se los mataría por deporte ya que ni su carne, ni sus cueros servirían para nada.
Nacieron así los Zarnallas.

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Dueños de las copas de los arboles fueron los Zarnallas, pero en el suelo reinaban los carnívoros Makar, unos depredadores agiles y pequeños, pero fieros como pocos.
La mordida de esta criatura solía si no era rápidamente tratada, podía ser letal para los infortunados que se cruzaran en su camino.
Los Makar se movían en manadas pequeñas y eran terriblemente territoriales, rehuían los asentamientos poblados, pero los mas bravos entre estos, a veces trepaban a los altos arboles en busca de cachorros bípedos.

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este depredador recién creado, le dio a Cernunnos la idea de poblar con una bestia de similares características la primera de las islas creada por el, así que hacia ahí fue, y de su mano nacieron los primeros nueve colas, que poblarían las praderas de la hermosa isla.
Del tamaño de un perro pequeño, y de pelaje argénteo los creo.
Un animal muy buscado por su bella piel y por la supuesta buena fortuna que otorgaban sus colas a quienes las llevaran

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las profundas cimas de la isla dedicada a Luciel seguían vacías de vida animal, por eso Cernunnos basándose en los arboles que creara allí, puso una criatura indefinida, una bestia que bien podría haber salido de un sueño apenas recordado, los llamo Ponds, y estos animales serian los únicos que podrían alimentarse de los frutos del árbol de Luciel.
Los Ponds serian de pelaje blanquísimo, y una bruma los seguiría a todos lados volviéndolos etéreos y fantasmagóricos en su presencia.
Mas estos animales serian mansos y solitarios y nada darían de provecho a los seres sintientes de la isla.

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Puso otros animales también Cernunnos, distribuyéndolos según la fisiología de cada bestia en una o mas islas especificas.
Así creo pro ejemplo a los Perros de la pradera.

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Los grande Murr que eran lentos y portadores de una terrible fuerza.

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Los bellos Xianas, que moraban en las altas montañas y se alimentaban de carne.

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También los Zi, una variante de los Xianas, mas grandes y feroces.

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Los agiles trepadores de arboles conocidos como Corcupines que se alimentaban de frutas y plantas.

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Pequeños y gráciles.
Al igual que los mansos moradores del bosque del caos conocidos como Mutidos.

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Pero no todos serian mansos o pequeños, también puso animales bravos de indómitos procederes, animales que serian temidos por aquellos que en las islas vivieran, pero no imposibles de derrotar.
Así puso a los bravos Aos, los cerdos colmilludos de la espesura.

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los trepadores carnívoros de la isla de los afluentes que con parsimonia avanzaban tras su presa en tierra, pero en las aguas eran terriblemente rápidos, y muy difíciles de acabar por sus caparazones armados.

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Los reptilianos depredadores de la isla en honor a Luciel que podían permanecer parados estáticamente confundiéndose con los arboles del entorno, para atacar rápidamente a los desafortunados que se cruzasen en su camino.

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O los terribles canes del abismo que con su potente olfato seguirían incansablemente a sus presas, sus cuerpos de metabolismo ultra acelerado, generaban un terrible calor que hacia que su piel siempre estuviera despidiendo vapor, en los fríos climas de los abismos de la isla de los suspiros.

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Unos gigantescos animales reptiloides que morarían entre los inmensos baobabs comiendo tanto plantas como carne.

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Y seguidos de cerca por manadas de carnívoros carroñeros, los Ikrassh y los Murrnos

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Majestuosas aves también nacieron de la mano de Cernunnos, poblarían los límpidos cielos de la isla.
Los Giruhnos

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Los Nerkos

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Los Awargs.

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Los Orgos.

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Cada vez mas ideas y formas se agolpaban en la mente del dios, ideas, conceptos, anhelos, las voces cacofónicas de un sinfín de seres pugnando por un lugar para nacer en el mundo, debía crearlos a todos, quería hacerlo en verdad.
Volverse el padre de una legión de bestias maravillosas.
Pero antes, volvió a la morada de los dioses a descansar, se sentía extrañamente abatido.
Una sensación que le sabio rara y novedosa a la vez.