Partida Rol por web

Mientras esperas, ves un haz de luz y notas una explosión. Ante ti te parece ver la imagen de un Fénix y empieza a consumirse en el fuego ardiente.

A medida que las llamas se van consumiendo, empiezas a vislumbrar una figura de una mujer.

A la media hora, aparece al que todos conoceis como Dr. Méndez cogido de la mano de un anciano.

En la sala cuando aparecen Tanatos y Méndez, hay dos damas. Una de ellas de pie en frente a la otra, al parecer se ha interrumpido algo entre ellas. 

Lo que al principio tomásteis como un anciano, se revela como un hombre unos cincuenta años de aspecto envejecido aunque no senecto como el Dr. Méndez; por su esquelética complexión, ralo cabello y ojos hundidos, se le podría suponer más edad. Va vestido con un traje oscuro con abrigo y sombrero a juego y se apoya en un bastón.

Suelto la mano del Dr. Méndez con un gesto deliberadamente lento, a la vez que con un ligero floreo retiro el sombrero de mi cabeza. - Buenas noches señoras, disculpen la interrupción. El Dr. Méndez ha sido un tanto... impetuoso con nuestra llegada. Me llamo Tanatos, ¿puedo saber sus nombres? -.

Mientras evaluo a las mujeres, no pierdo de vista con el rabillo del ojo al "Dr. Méndez", las explicaciones tendrán que llegar pronto, pero primero los buenos modales. Es algo que se está perdiendo y me irrita que así sea.

La chica te mira a los ojos, cuando cruza la mirada contigo, ves el fulgor del fuego en sus ojos, pero es una visión fugaz, poco después solo ves ese precioso color de sus iris. Sonríe lentamente

- Yo soy Zael - dice seria y directa -

Al oír a mis "compañeros" de sala, presto atención a sus nombres y los observo meticulosamente, pues sigo haciendo mis pesquisas mentales sobre quienes son.

- Al parecer todos estamos aquí reunidos por lo mismo, que por otro lado sigo sin saber qué es. Mi nombre es Eterna...¿Alguien sabe qué demonios estamos haciendo aquí?

Busco algún lugar donde sentarme en la sala. De haberlo, me siento en actitud tranquila, mientras sacudo mi sombrero.

- No se a ustedes, a mi me a transportado instantáneamente aquí un personaje que se hacía llamar Dr. Méndez. Bajo la petición de que le escuchara con respecto a su necesidad de ser ayudado, por lo que definió como un grupo de "personas especiales". Heme aquí debido a cierta dosis de mi no muy cultivada normalmente, curiosidad; y ustedes son las primeras personas que me encuentro. Salta a la vista que son especiales, claro -.

COn un movimiento mecánico, consulto mi reloj de bolsillo. Tras eso saco una libreta y un lápiz y hago unas anotaciones que no me llevan más de un minuto completar. Tras eso examino más profundamente el lugar donde nos encontramos.

Justo en ese momento una luz azul ilumina la sala y aparecen el anciano con otro muchacho. Seguidamente desaparece el anciano dejándoos ahí.

Echo una mirada apreciativa al joven que acaba de aparecer.

- Buenas noches, ya que has sido el último en llegar deberías presentarte. Hay dos damas delante - señalo con un gesto apreciativo hacia las dos bellas mujeres de la habitación.

Mientras el recien llegado se decide (o no) a hablar, saco mi libreta y un lápiz y espero con aire de fastidio.

El coche te deja delante de lo que parece ser un centro comercial. El chófer se detiene y te abre la puerta.

- En la armería Capitan Sully - se limita a decir tras cerrar la puerta cuando sales y se mete en su lugar y se va dejándote ahí solo.

Sully entra en el centro cormercial y busca la armeria, despues de unos minutos la encuentra y entra.
-Buenos dias!- parecia una armeria normal y corriente, y sully empezaba a dudar de las palabras del Dr. Mendez.

- Oh, buenos días muchacho, ¿que desea? - dice un anciano que parece ser el dueño de la armería.

-Soy el Sr.Sully me envia el Dr.Mendez-dice mientras apoya su petate en el mostrador.

- Oh capitán - dice sorprendido - si, si... me dijo que vendría. Finalmente le han dejado salir veo - dice mientras empieza a andar lentamente hacia la trastienda.

En ese momento suena la campanita de la puerta que se abre. El anciano se detiene mirando hacia la entrada. 

Después de algunos segundos que parecieron años, balbuceando y abriendo y cerrando la boca como un pez, consigo articular la primera idea.

- ¿Quesesto? - Siguen un segundo de ojos como plato y... - ¿Donde estamos?

Observo al joven mientras boquea como un pez fuera del agua, sopesando sus preguntas. Lo cierto es que no tengo respuesta para ninguna.

- Serénate joven, estamos esperando. Supongo que a más gente "especial". No se responder a tus preguntas, quizás estás mujeres si puedan hacerlo, no obstante. Mientras tanto, ¿tu nombre? -.

Espero con el lápiz y la libreta en las manos, con la paciencia de una piedra.