Partida Rol por web

Cruzas camino al parque del temple. Sentado tranquilo tomas tu merienda-cena. Sabes que las prostitutas están en algún sitio del parque más hacia oeste.

- ¿Quieres pillar algo? Por 25 pavos te la como aquí mismo.

Asombrado ves como la chica que te habla se sienta a tu lado mirándote sin parpadear. Su rostro es hermoso tiene el pelo corto y rojizo, su ropa hecha con restos de tela vaquera tapa lo justo, y sus zapatos de tacón de aguja te producen un escalofrió.

-No no, creo que no. No tengo dinero...

Evito mirar a la chica directamente, azorado. Algunas veces, un puñado de amigos hemos pasdo por aquí y dicho alguna cosa a las chicas, pero en grupo es diferente. Me apresuro a guardar los envoltorios del super.

Como veo que la chica no se levanta inmediatamente, miro detenidamente a mi alrededor si veo a alguien, incluso si está lejos. Respiro hondo y me decido. Al fin y al cabo, no sé ni por dónde empezar, y esta tiene el pelo corto.

-¿Cómo te llamas?

- Mi nombre no es importante. Lo que importa es si te puedo ayudar.

-Bueno, tal vez puedas. En realidad busco a un pr de chicas en concreto. Me han hablado bien de ellas... Digamos que tenemos amigos comunes. Una se llama Sofía, la otra Sheila. Las conoces?

Intento parecer experto en estas lides, y sobre todo dar un aspecto de franqueza.

Sigo atento a si veo a cualquier persona en los alrededores.

Repentinamente al nombrar a Sofía su rostro se vuelve rígido y serio, su mirada se desvía de tus ojos mientras te escucha.

-Sofía... Para que la quieres. Ella esta muy ocupada es difícil encontrarla. Encuanto a Sheela no tengo ni idea de quien es.

-¿Para qué la quiero? Ya te dije que tenemos amigos comunes. Tengo un recado para ella, algo privado. Nada malo, te aseguro que no quiero complicarle la vida, pero tiene cierta urgencia.

Espero a ver si responde, pero no parece decidirse.

-Bueno, puedes llevarme hasta ella? Te lo agradecería mucho, añado, más quedo, sin poder evitar cierta excitación ante su escote.

Miro alrededor de nuevo, constantemente. Y también la hora, no quiero llegar tarde a mi cita con Virginia, aunque faltan horas...

-Sigueme.- Te dice en bajo y añade.-Vamos te lo vas a pasar muy bien.- Mientras te agarra del brazo simulando caricias tira de ti.

Y me dejo llevar, siempre con un ojo en todas partes y las piernas listas para salir corriendo...

Te guia por entre las calles hasta un edificio viejo con el portal abierto al entrar ves varios mendigos durmiendo. Subís por una escalera y entráis en uno de los pisos. Parece estar vacio hay muebles viejos, un colchón en el suelo y una tele.

- Sientate. ¿Quieres algo?

El antro abandonado al que me trae es bastante siniestro, aunque no puedo evitar notar cierta presión en los pantalones mientras recorremos los pasillos oscuros y llenos de desconchones y humedades. Procuro no tocar nada por el camino.

-No, no, gracias, no quiero nada... -murmullo. Inmediatamente me reprocho a mí mismo que no hablaría así un héroe crepuescular metido en estas lides...

-Lo que quiero es encontrar a Sofía. El tono es algo más fuerte y serio. Me gustaría tener un cigarro ahora para hacerme el duro.

- Ahora escúchame bien, está es mi casa.Su voz asustaria por si sola pero su rostro muestra desconfianza y seriedad. Así que mas vale que sea importante. ¿que quieres de mi?¿Porqué me estas buscando?

Intento poner cara de póker mientras asimilo la sorprendente información. Así que esta es Sofía... Bueno, a lo mejor alguien más listo que yo hubiese podido olérselo, pero me ha pillado por sorpresa... Cuánto me queda por aprender...

-Queremos encontrar a tu padre, Javier Geijo -en ese momento me doy cuenta con frustración de que ni me he molestado en preguntar el nombre de quien nos ha encargado la tarea. -Se trata de algo muy importante. Debemos concertar una cita con él. Sé que su situación es peligrosa, pero este encuentro no le acarreará ningún riesgo, te lo aseguro.

-No se donde está, nos tenía a mi madre y a mi, hasta que decidio que la verdad era más importante que su familia. ¡Sabes que hizo, que consiguió con eso por lo que lo admiras! Logro convertirse en un refugiado, que le amenazarán de muerte. Mamá se suicido por la presión, y yo estoy haciendo la calle para poder comer cada día. ¡Para eso es para lo que sirve tu héroe!
Y sus amigos esos que nos protegerían, desaparecieron en cuanto hubo problemas. Nos dejaron tiradas y ahora queréis ayuda.

Te das cuenta de la mezcla entre cabreo, desesperación y tristeza.

La amarga explosión de Sofía me deja bastante perplejo. No me esperaba... bueno, en realidad no sé lo que me esperaba. Tampoco sé qué responder. Nunca había imaginado que la vida cotidiana de los "héroes" no debe de ser nada fácil.

En realidad yo no le admiro... -musito. Carraspeo y repito más alto. En realidad yo no le admiro. Ni siquiera lo conozco, sé que es periodista pero no leo mucho los periódicos. Te pregunto por él porque... porque me lo han encargado. La verdad es que si me paro a pensar no sé ni por qué ni por quién estoy haciendo esto. Yo no soy nadie para decir nada acerca de tu situación y la de tu familia, aunque sí suena injusto. Si pudiera, me gustaría ayudar de alguna forma. Pero en todo caso, tengo que volver a preguntarte. Sabes dónde está o cómo puedo encontrarle?

Respira profundamente tranquilizándose y se derrumba a tu lado en el sofá. - La verdad es que no tengo ni idea, hay un periodista amigo suyo un cámara...¡Víctor! Creo que se llama él sabe donde está.De todas maneras ya es un poco tarde, no deberías irte pa' casa. Llevas todo el rato mirando la hora.

"No deberías irte pa casa." La frase se me ha grabado a fuego en la cabeza, y un impulso nervioso que conecta directamente la entrepierna con el cerebro borra cualquier otro pensamiento funcional de mi cabeza. Miro nuevamente a Sofía. No creo que tenga muchos más años que yo, aunque pueda parecer mayor por el maquillaje. La verdad es que está bastante buena, y con esa ropa...

Pero es la propia ropa lo que me devuelve bruscamente a la realidad. De repente me invade un sentimiento de compasión e injusticia inmensos. Se la ve agotada. Me gustaría poder chasquear los dedos y sacarla de todo esto. Salir todos de todo esto. Sacar la cabeza del pozo y respirar y abandonarnos, no pensar más, no sufrir más, no humillarnos más. Pienso en mi madre.

-Sí, -confirmo, suspirando y volviendo a mirar el reloj abiertamente-. Se supone que tengo una cita en un rato, no puedo faltar. Así que Víctor. Podremos encontrarlo en la redacción del periódico, supongo. ¿Podemos decir que venimos de tu parte? Oye, muchas gracias por la información. De verdad.

Siento una gran gratitud hacia ella por haber confiado en mí. Vuelvo a mirarla, y siento una especie de remordimiento. No sé si por haber obtenido la información sin dar nada a cambio o por dejarla sola aquí, o en el mundo.

-Pero bueno, mi cita es todavía dentro de un rato^*, no tengo tanta prisa. Puedo quedarme un rato, si quieres. ¿Por qué dices que no debería irme a casa? ¿Crees que me va a dar miedo tu barrio?

-Puedes decirlo pero no se si te hará caso. Una pequeña lagrima resbala por sus mejillas al recordar tiempos mejores. Se apoya en tu hombro, abrazándote fuerte, casi te hace daño. -Lo siento mi barrio es... Como decirlo poco recomendable, de noche llueven navajas de un lado a otro de la calle. Se acerca a ti mirándote con ojos llorosos llevada por un impulso irracional te besa.

Uy. Respondo a su beso, enlazándola con los brazos. Noto como se me empieza a poner dura. Por un momento, un ligero chispazo de presciencia me hace pensar que tal vez en el futuro pueda considerar que no es el momento para estas cosas, pero ahora mismo no, ahora solo pienso en abrazar y besar a Sofía con todas las ganas el mundo. Noto su cuerpo pegándose al mío, y no puedo pensar en un lugar ni un momento mejor. Bueno, sería más ajustado decir que no puedo pensar, a secas.

Finalmente ha llegado la hora son las seis de la tarde del día siguiente. El sol comienza a desaparecer tras las nubes y en los bares comienza a servirse limonada. Entráis en el parque por el lado Este allí donde los abuelos antes jugaban a la petanca. Un par de ardillas se acercan a vosotros y os miran esperando que les deis de comer.