Una vez llegó a la puerta, el elfo lunar se adentró en la sala y se movió con su disco flotante, evitando en todo momento que aquel hombre se acercara lo suficientemente a él. Tras analizar sus movimientos y su porte durante un buen tiempo, Losse dedujo que podría ser un rival asequible. - Este maldito hijo de puta va a recibir más flechas que La Creación. - En cierto modo, sentía lástima por Lady Ophal. Aquella mujer seguro que distaba mucho de ser una persona de gran corazón, pero ver cómo su sobrino moría delante de él, quizá fuera un shock demasiado grande, aunque, tras mucho pensarlo, quizá fuera más útil mantenerlo con vida.

Pero antes de atacar, prefirió ser cauto y quiso analizar de cerca el cadáver y los enseres que poseían los tres cuerpos de la habitación así como los alrededores. - Echemos un vistazo antes. No quiero llevarme ninguna sorpresa. Y quién sabe, quizá encuentre algo que sea útil. -

Sin nada más que pudiera inquietarle de lo que hubiera alrededor, aquel hombre, capaz de haber matado al guardia de Lady Ophal, parecía portar únicamente una daga. Si Losse consiguiera quitársela, quizá éste no tuviera más medios para atacarle y, así, dejarlo a su merced sin tener que trabar combate, momento que aprovecharía para avisar al resto de sus compañeros. No quiso pensárselo más y se lanzó a la acción. Se acercó hasta su posición mientras seguía paseando inquieto de un lado para otro y alargó la mano para arrebatarle el arma.

TURNO 1

Nos salvaremos tía...deja de lloriquear. Al final acabarás dándome las gracias. - El llanto de Lady Ophal aunque no era en absoluto el de una persona que pudiese evocar una pena insoportable parecía haber tranquilizado en cierta media a su sobrino. Aquel momento de relativa calma fue aprovechado por el explorador para tratar de hacerse con la daga que portaba en su costado izquierdo. Pero… - Continuaba relatando cuando un tintineo imperceptible a su espalda y un ligero tirón en la funda de su daga le llamaron la atención. ¿Qué diablos pasa aquí? – Preguntó girándose de improviso hacia un invisible Losse. La daga, que hasta ese momento había estado en su funda, apareció en su mano en tras un movimiento centelleante. ¿Pero qué artimaña es ésta? – Aunque no veía a nadie a, el avispado Laisser supo de inmediato que alguien estaba junto a él. Podía notar su respiración, su olor y presencia. ¿Qué es lo que te propones ratero? – Preguntó a la vez que su mortal daga buscaba en aquel espacio vacío la carne de su enemigo. Con satisfacción la encontró al notar como la punta del arma se abría paso entre la armadura del enemigo invisible y su filo era bañado por un tinte rojizo.

Aquel ratero había logrado percatarse del intento de desarme de Losse y le replicó con dureza hendiendo su daga en la delicada piel del elfo. - Maldito cabrón. Te ofrezco la posibilidad de salir de aquí con vida. Estás rodeado de los aventureros que ya conoces y no hemos venido para tratarte con mimo. -

Dicho ésto, el everlunita se separó de su oponente y le lanzó dos flechas que erró gracias a la rapidez del hombre. Losse, no obstante quiso disimular su error. - Ésas son de advertencia. Las próximas te atravesarán la piel. -

- Me ha descubierto. Venid para que no escape. -

El grupo vio como un decidido Losse se adentró en los dominios de Lady Ophal. Imitando casi a la perfección al pequeño Zanc, el elfo salvó las murallas del recinto y puso rumbo a los ventanales de la casa.

El grupo quedó expectante, en silencio esperando noticias ya fuesen de apoyo o simplemente porque el camino estuviese despejado. Así estuvieron hasta que Ogna fue informando de lo que había descubierto. Al parecer aquel individuo estaba involucrado de lleno en los ataques a la ciudad, algo que por otra parte ya sospechaban. Sin embargo lo que alarmó a todos fue la noticia  de que Losse había sido descubierto. Cualquier sutileza ya era absurda…había que atrapar a ese traidor…

-¡Vamos allá!, exclamó Jeldrich a la vez que de una fuerte patada abría las puertas de la cancela. – Rodeemos la casa para asegurarnos que no escape, ese traidor debe pagar por lo que ha hecho, comentó a sus compañeros justo antes de adentrarse en la propiedad de Lady Ophal.

¿Aventureros? ¿Qué aventureros? – Preguntó con la mandíbula desencajada al ver aparecer a un elfo sobre un disco flotante en mitad del salón. Aquella amenaza de Losse no impresionó demasiado al sobrino de Lady Ophal que, viendo que era la real la presencia de más personas a raíz del sonido de la cancilla al abrirse por el empujón de Jeldrich,  optó por una medida desesperada. Sus ojos enrojecidos se posaron en su tía que gritando horrorizada se había tumbado bocabajo en el diván. Con un único paso Laisser se colocó a su lado para inmediatamente después agacharse buscando utilizar el mobiliario como cobertura con respecto al elfo. Pero no quedó ahí su estrategia. Su daga, lejos de permanecer inmóvil, se fue junto al cuello de la que hasta entonces había sido su única familia en la ciudad.

¡NO VUELVAS A COLOCAR UNA FLECHA EN ESE ARCO O LE CORTO EL CUELLO! – Chilló, haciéndose oír incluso en la calle.

¡Vamos, no hay tiempo que perder! – Animó el paladín de Tyr al resto. Desenfundando su espadón, Allen corrió en dirección a la puerta principal que, aunque cerrada y probablemente bloqueada, no sería obstáculo para un buen golpe de su afilada arma. ¡RECORDAD AMIGOS! ¡QUEREMOS RESPUESTAS, MUERTO NO NOS VALE DE NADA!- Gritó - Tiempo habrá para juzgarlo por sus actos…. – Aunque aquel recordatorio servía para todos los que le rodeaban, anhelaba que éste llegase hasta Losse, pues después del ajusticiamiento del pirata disfrazado poco tiempo atrás sabía cómo podía reaccionar.

La reacción de aquel hombre, totalmente nervioso, no sorprendió a Losse. Era el tipo de calaña que odiaba y odiaría hasta el fin de sus días. Por si hubiera sido poco todo el desconcierto que había causado en la ciudad, ahora amenazaba a su propia tía, aquella que le daba refugio y comprensión. Sin embargo, éso no amedrentaría al elfo, dispuesto a no bajar la guardia y, por supuesto, a no dejarlo escapar, aún con la vida de Lady Ophal en juego. - De ti depende que tu tía viva o no. Nuestro objetivo es claro: obtendremos respuestas sobre toda la trama en la que te has envuelto. No vas a salir de aquí y de tus actos dependerá si sales vivo o muerto. Mis amigos ya tienen sitiada la casa y yo estoy intentando negociar contigo. Suelta a la señora o será entonces cuando mis flechas se cargarán en mi arco y no descansarán hasta que el suelo de esta sala se torne por completo rojo de tu sangre. - Por si acaso su amenaza no había calado bien en Laisser, quizá unas últimas palabras le hicieran recapacitar sobre el potencial del grupo de personas que tenían delante. - Ya hemos matado a La Creación y hemos hecho huir a Silphamen a causa de sus heridas. Esa zorra encontrará su destino más adelante pero dudo que tú tengas sus recursos para escapar. Así que no te lo repetiré más veces. Baja la daga y te perdonaremos la vida o prepárate para morir. - El ultimátum fue seguido de un gesto del exporador agarrando por las plumas una de sus preciadas flechas, aunque no llegó a cargarla en el arco todavía.

Tras alertar a los demás, Ogna siguió a Allen y Jeldrich al interior del recinto de la mansión. Una vez allí optó por rodear la habitación donde parecía haber entrado Losse, ya que Jeldrich cubría uno de los lados.

- Yo voy por este otro lado.- Le susurró al clérigo esperando cubrir todas las vías de un posible escape. Sacó un pergamino del estuche y desenfundó a Vishna.

El enano siguió a Allen hacha en mano y escudo en la diestra. Aún estaba sorprendido por la patada del nuevo, parecía reacio en una primera instancia a que Kormack entrase a las bravas. Parecía ser que sólo buscaba una excusa para tirar abajo la puerta y ser él quien entrase de forma brusca. Una vez entraron en la casa pudieron ver la negociación y a Laisser amenazar con una daga en el cuello de su tía. Parecía que Losse no podía controlar la situación. Cuando tuvo ocasión el enano intervino en la conversación.
-Sabemos que tienes culpa de la guerrra. Lady Ophal tampoco saldrrrrá indemne.- dijo duramente. -Debiste haber inforrrmado de las fechorrrías de tu sobrrrino. Bien que atacabas a Hembelan, que en paz descanse... y tú... cobijabas el mal en tu prrropia casa-  decía con un dedo acusador. -¿Crrrrees que nos imporrrta una mierrrda tu tía? O la sueltas o la rrrrajas, perrro haz algo ya que quierrrro darrrte una paliza.- continuó diciendo el enano en tono amenazador.

La súbita irrupción de los demás compañeros del elfo hizo que Laisser se volviese de un lado  a otro con la mirada desencajada y el pulso tembloroso. La daga, que aún conservaba el tinte rojizo de la sangre de su anterior víctima, la cual yacía al otro lado del diván,  se ajustó más si cabe contra la arrugada piel del cuello de Lady Ophal.  - ¡No deis ni un paso más! – Gritó, pero esta vez sin la seguridad que le hubiese gustado aparentar frente al grupo de aventureros.

Cuando Kormack hizo su aparición con aquella amenaza que dejaba claro que no haría distinciones entre tía y sobrino las caras de ambos palidecieron visiblemente. ¿Yo…yo…la guerra? ¡NO! ¡Yo no tengo nada que ver con la guerra! ¡Yo quería…yo quería devolver a mi familia lo que es nuestro! ¡Nuestro nombre! – Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas tan pronto comprendió que aquella situación tendría un final muy lejos del que esperaba. Está bien, ¿queréis respuestas?  Os las daré…pero mi tía se viene conmigo. Y…y… tenéis que sacarnos de aquí. – Continuó vacilante. Todos podemos salir beneficiados. ¿Es a la chica a quién queréis, no? -  Preguntó, deseoso porque aquello detuviese a los aventureros y le valiese para escapar tanto de los orcos como del juicio al que a buen seguro le someterían si es que aquellos seis individuos no acababan antes con él.

El intento de Laisser había sido bueno, pero éso de que saliera impune de allí tras los trastornos que había causado, no terminaba de gustarle al elfo lunar. No obstante, antes necesitarían una garantía de que su información fuera veraz. - No finjas que te importa tu tía cuando osas amenazarla con rajarle el cuello. - Le dijo tajantemente. - Para sacarte de este lugar primero tendríamos que comprobar que lo que dices es cierto, cosa que dudo. ¿Crees que esa mujer te habrá contado lo suficiente como para tener la garantía de que tu información es cierta? Habla y después dirimiremos tu destino. En caso que decidas no hacerlo, date por muerto. Así que habla cuanto antes y déjate de rodeos. - Y con esta última frase Losse dejó asomar ligeramente el mástil de la flecha que tocaba con sus dedos. La amenaza del explorador iba totalmente en serio y más le valdría no andarse siquiera con ambages ni intentara negociar de nuevo.

- Contente amado mío.- Le llegó a Losse en un susurro de la familiar voz de Ogna.-  Ya tendrás tiempo de ajusticiarlo pero si ese hombre mata a su tía necesitaremos que esté vivo para interrogarlo.

Ogna vigilaba la escena por la ventana palpando la tensión que se mascaba dentro. Conocía de sobra lo irascible que era Losse y le susurró unas palabras que su hechizo llevaría hasta su agudo oído. Si se dejaba llevar por la ira y mataba al sobrino de Lady Ophal perderían mucha información que podría serles muy útil para encontrar a Sylphamen. Ogna confiaba en Allen para decidir si el hombre decía la verdad o no. Culpable era, eso desde luego, pues aún sostenía el arma que había sesgado la vida al guardia. 

La muchacha, mientras escrutaba los movimientos del asesino, sacó un pergamino que podría ayudarle a encauzar la situación.

Jeldrich observaba desde el exterior la trágica escena que se estaba llevando a cabo en uno de los salones de la mansión. La situación era un calco de lo acontecido en Fuerte Bueno y que tan bien supo resolver el clérigo, sin embargo, en esta ocasión ni se encontraba a la distancia adecuada ni contaba con el poder divino de su Dios. Solo quedaba confiar en que el sobrino de Lady Ophal o el elfo lunar no cometieran ninguna estupidez… 

Los cálculos sobre el tiempo que tardarían en despejar cualquiera de los túneles de los contrabandistas les llevó a seguir la pista al sobrino de lady Ophal, una decepción para Davros, quien deseaba experimentar su primera gran guerra.
No era una mala decisión, desde luego, ya que toda información era buena si con ella les acercaba un poco más a los responsables de aquel entramado plan.
Una vez Losse entró a la casa y fue descubierto por el sobrino, éste no tuvo más opciones que amenazar con matar a su tía - ¿Que más da una vida más o menos? Además, probablemente, ésa clase de personas no merezcan ser salvadas de el temible destino que podría asolar la costa de la espada...-
Davros se quedó fuera, cubriendo la ventana, junto a Ogna, esperando el desenlace de todo aquello. En ése momento, dependía del juego mental entre aquel bastardo y Losse y el enano.
Con la espada en la mano, pero con una actitud relajada, aguardaba el final de todo aquello.

Aunque con disimulo y apenas perceptible para alguien que no lo observase, la campanilla de Laisser, que sobresalía notoriamente en su estilizado cuello, subió arriba y abajo varias veces, signo evidente de que se veía sin salida. Bien…bien…sí. – Entonó tras hacer un carraspeo a la vez que se obligaba a hacer memoria. Sí…la muchacha, tiene un amigo… ¡un mediano! Pero no es de aquí, es de un pueblo al oeste, cerca de la costa. Hablaron largo y tendido sobre los soldados de… oh Dioses… ¿cómo se llamaba ese maldito pueblo?... ¡Oaksville! ¡Sí, Oaksville! – Exclamó sin mover ni un ápice la daga que se encarnaba ligeramente en el cuello de su tía. Estuvieron…estuvieron juntos todo el día, durante una cacería que Hembelan dio no hace mucho tiempo. El mediano decía algo de que los soldados ya eran suyos y que alguien le había concedido todas las tierras que pertenecen a ese condado para él, como su feudo particular.

Sí… que más… que más…- La frente de Laisser, que ya mostraba brillantes perlas de sudor mucho antes de la irrupción de Losse y sus compañeros, comenzó a empaparse de manera evidente. Hablaron algo de una persona que iba a recibir una herencia o algo así y que haría rico cuando la costa de la espada hubiese caído. El mediano quería que Sylphamen echase un vistazo a un lugar que habían encontrado o excavado o algo así…decía que era asombroso.

Losse escuchaba al hombre mientras Ogna intentaba tranquilizarle. Había perdido las ganas de matarlo ahí mismo hasta que comenzó a darles una información de la cual ya disponían. Lo hubiera ensartado ahí mismo de no ser por sus últimas palabras. - ¿Nos estás tomando por gilipollas? Sabemos perfectamente quien es el mediano. Sabemos de dónde viene y gran parte de sus planes. Sabemos que Sylphamen estaba compinchada con él. Así que háblanos más de ese lugar excavado y exprímete el cerebro en recordar todo lo que puedas o harás que mi paciencia se agote. - El elfo volvía a remarcar su amenaza paseando constantemente los dedos por las plumes de la flecha. - Y suelta a tu tía de una vez o te daré una muerte tan lenta y dolorosa que desearás no haber nacido jamás. - Cuando contemplaba el lánguido cuerpo de aquella mujer y la amenaza constante que le estaba sometiendo alguien de su propia familia, la sangre del everlunita hervía más aún.

Mientras tanto Laisser continuaba con sus dudas sobre soltar a su rehén y ésto agotó, parcialmente, la paciencia del elfo - ¡QUE LA SUELTES DE UNA PUTA VEZ O, POR MUCHO QUE NOS CUENTES, ME ASEGURARÉ QUE TUS DÍAS DE VIDA ACABEN HOY! -