Partida Rol por web

Ok dire, tengo que pedirte disculpas de nuevo; no he parado en todo el puente. Los conjuros memorizados son:

0. Luz, Orientación divina y detectar magia.
1. Santuario, Protección contra el mal, y hechizo de dominio Arma mágica.

También me apunto el libro en la ficha, y hechas las disculpas, solo me queda decir:

Let's rol!

Taryn negó con la cabeza - los muertos no deben caminar en este mundo, su período ya pasó, y su tiempo es de descanso... es importante que se respete el orden de la naturaleza, Brok, así que no dudaré un segundo en ayudarte a darle reposo a esas criaturas... en cuanto al canguro, no tengo idea de que puede tratarse, te pediré que me guies a él una vez que hayamos limpiado el lugar... por cierto, debemos estar cerca, verdad?- 

Jajajaja La sonora voz del enano resuena en la zona, llamando la atención de algunas ratas que había por allí, haciendo que huyan. No se parecía tanto a un canguro, pero tienes razón, podemos llamarle así. De todos modos, nunca me he enfrentado a ninguno, sólo los he visto de lejos.

Luego se pone más serio. Tienes razón con lo de los muertos. Te confesaré que algunas veces no puedo evitar pensar por qué siguen aquí. ¿Será por la propia magia que protege la muralla, o habrá algo más? En cualquier caso, dejémoslo, que ya hemos llegado.

Al girar una esquina, veis a un grupo de unos 5 enanos que están ante una puerta, sobre la que hay una cabeza de lobo. Al ver a Brok le saludan con la mano, y recogen las herramientas que tenían por el suelo, dispuestos a empezar la jornada.

El trabajo no es duro para ti, dado que tú no tienes que ayudar con las reparaciones. Una vez controladas las ratas, ellos se encargan del túnel mientras tú permaneces atento a cualquier movimiento. Pero este no se produce, y la jornada pasa sin sobresaltos.

Al acabar el día, cuando ya se empieza a hacer de noche y estais saliendo del túnel, un enano, quizá el más raro que hayas visto hasta ahora, se dirige directo a Brok y empieza a hablar con él.

Mientras esperaba fuera de la tienda cargado con todo seguía observando el bullicioso lugar. La verdad que trabajar en un sitio así acabaría con mi paciencia, demasiada gente y demasiado alboroto.

Cuando salio la pequeña le hice un leve gesto con la cabeza. - Suerte que he venido contigo aquí, de haber venido solo me habrian timado o algo peor. -sonrio levemente al oir su comentario- Ya me dirás tu como me podrias secuestrar, soy enorme para que me lleves metido en un saco. Pero bueno, vayamos ya con los compañeros, tienes razón Gatita.

Empecé a apartar al gentío, abriendo camino con grandes zancadas y sin mucho miramiento de a quien podía llevarme por delante. Había prisa y sobretodo estaba deseando salir del bullicioso mercadillo y librar a mis oidos del incesante sonido de voces y más voces que gritaban y regateaban.

Vi el gesto y palabras de la halfing con la mujer pero decidí no hacer preguntas, no me gustaba meterme en los asuntos de los demás. Si Isbell quería ya me contaria de que iba todo.

Se acercó sigiloso detrás una de las estatuas hacia un rincón oscuro del pasillo. Los enanos estaban concentrados en sus reparaciones, parecía sencilla su tarea a juzgar por la gracia de sus movimientos, pero lo que lograban excedía ampliamente las capacidades de cualquier humano experto. Desapareció durante unos segundos, se agachó detrás del mármol y susurró 

- eh, tú... si tú, no mires para otro lado y ven - unos segundos después, dubitativa y temerosa, algo desorientada, se acercó la rata. Medía la mitad de la mas grande que le había mostrado Brok, pero aún así era mucho mayor que una normal - hazme un favor, junta al resto de tu tribu y diles que ha llegado el tiempo en que deben mudarse, al menos por una estación. Les daré un día para que lo hagan, hay lugar suficiente en estos paredones para todas ustedes. No puedo asegurarles a las que decidan quedarse que sobrevivirán... la naturaleza es sabia y busca el equilibrio, hace crecer los nuevos brotes y hace caer las hojas viejas...- vio como el animal parecía mirarlo con total incomprensión, sonrió y dijo - ya... vete, y dile a los tuyos que huyan hoy, sin demora-

Cuando terminó la jornada se acercó a Brok y a quien lo acompañaba -ha sido una labor simple por hoy para mi, por suerte solo vimos ratas... pero la de ustedes ha sido mucho mas fructífera, es admirable como trabajan la piedra, entiendo porque las murallas de esta ciudad han sido fundadas por sus manos-

Una sonrisa aparece en la boca del enano. Parece que va a responder, pero entonces se fija en que otro enano se está aproximando. Este nuevo enano es un enano de tipo medio, tanto en estatura como en constitución, pero su barba encanecida refleja que es alguien de bastante edad, cosa importante para los enanos. Sus manos, tampoco presentan os surcos y arrugas habituales de los enanos trabajadores (o, por lo menos, de con los que has estado ahora). Se dirige directo hacia Brok.

El grupo de enanos, todos bastante típicos, se arremolinan junto a una entrada con una cara de lobo sobre ella. Junto a ellos hay un humano, vestido con una armadura de cuero. Parece hablar con el capataz, pero este pronto se percata de tu presencia y se aparta de él para dirigirse hacia ti.

¡Estimada suma sacerdotisa! Cuanto honor. Sus palabras, dichas en idioma enano, no suenan falsas, al contrario. Parecen provenientes del típico enano devoto. ¿A qué debo la gracia de que nos visite? Su sonrisa, si bien ningún no enano la habrá visto (se centran demasiado en las barbas, sin ver más allá), le hace parecer guapo.

Lo que más diferencia a este enano de otros es, sobre todo, su armadura negra. A su espalda lleva un hacha enana, y en el cinto porta un cinturón de herramientas con el que ha estado trabajando en los túneles.

La sacerdotisa reconoció con gran alivio en aquel enano que se le había acercado a un miembro reconocido de su comunidad, trabajador y devoto de los secretos de la montaña, y se tomo su presencia como una señal de que, con todas sus dudas y sus miedos, Enda contaba con el favor de la diosa... todavía. - ¡Que la montaña te colme de tosoros, Brok, hijo de la roca! - Aunque el enano no le era un del todo desconocido a la eclesiástica -la comunidad enana de Toldoth tampoco era tan grande, después de todo- le llamo la atención el encanto de la sonrisa de aquel sencillo trabajador, que nunca antes había podido contemplar tan de cerca. Desde luego que no era lo más normal que una suma sacerdotisa como ella se mezclara con el vulgo, y aquello al parecer, tampoco le había pasado desapercibido al capataz. - Ojalá me me trajeran por aquí asuntos menos serios que los que me ocupan. Pero Lo cierto es que necesito vuestra ayuda. El honor y el futuro de nuestro pueblo están en juego. - Así, la enana explicó por encima la situación a su congénere, pasando por encima los detalles más importantes. Le habló de una fugitiva humana, que se había perdido en las catacumbas, y que se había convertido en un asunto de estado el encontrarla. - Sé que os pido demasiado, pero es de vital importancia actuar con rapidez. Hasta que las autoridades se hagan cargo os tengo que pedir por el bien de todos que organicéis a los trabajadores de confianza que podáis para que vigilen permanentemente las galerías, entradas y salidas del interior de la muralla que estén bajo nuestra custodia. Si hace falta, podéis decirle a los trabajadores que sus horas extra serán bien recompensadas con dinero del templo. Yo misma me dirijo al interior de la muralla, para, con ayuda de la diosa, dar con la fugitiva. No os pido que me acompañéis al interior si así no lo queréis, pero si alguno de nosotros diera con ella, es de máxima urgencia que la custodiéis hasta el templo o la retengáis hasta que yo vuelva, sin poner en peligro vuestras vidas. - La sacerdotisa echó mano de su talega de cuero, y tomando la mano del capataz, vació las monedas que guardaba en su interior sobre su palma. - Con esto espero que será suficiente para convencer a los enanos menos dispuestos... de momento. Pero decidme... antes de entrar - La sacerdotisa se dio cuenta de que en todo este tiempo no había parado de hablar, y quizá el curtido enano tuviera también algo que aportar. - ¿habéis visto vosotros algún movimiento inusual durante los últimos días en el interior de la muralla? Tampoco me vendría mal algún consejo de un trabajador experimentado del interior de la muralla ¿Vos, por dónde empezarías a buscar?

Estoy seguro que esto no hará falta, ya hablaremos del pago cuando regresemos, suma sacerdotisa, dice el enano, devolviéndote el dinero. Luego se dirige a los trabajadores. Por su parte, el humano parece alejarse, pero antes que se vaya, Brok lo llama y, en común, le dice que vuelva mañana por la tarde, ya que probablemente por la mañana no trabaje. Una vez el humano se ha alejado, ves que habla con el resto de trabajadores, un grupo de 8 enanos, fuertes y curtidos por el trabajo bajo el suelo. Todos asienten, y mientras 5 de ellos se marchan, otros 3 se quedan atrás junto a Brok.

Bien, suma sacerdotisa, esto es lo que hay: he mandado a cada uno de esos 5 congéneres a las distintas entradas las catacumbas que no nos conciernen, y Dvalin dice, poniendo su rechoncha mano llena de cayos en el hombro de un joven enano que está a su lado, permanecerá de guardia en esta entrada. Mientras tanto, nosotros cuatro refiriéndose a los dos enanos que quedan, más él mismo y tú, hablaremos con Dorno el gordo, alguacil del barrio de las pulgas, para que nos abra la puerta que os interesa: la puerta de las gárgolas.

Mientras empieza a caminar adentrándose en el barrio de las pulgas, y dejando atrás a Dvalin, sigue hablando. Es un secreto a voces que una tal Goldie, que me imagino es vuestra fugitiva, se metió no hace demasiado, con ayuda de Dorno, en las catacumbas. Eso es un suicidio si no tienes un plano de estas y una buena escolta, pero tampoco le prestamos más atención al rumor. Al fin y al cabo, si un humano quiere arriesgar su vida, ¿quiénes somos nosotros para impedirlo?

Ahora bien, si me decís que es importante, pues ya la cosa cambia. Así pues, vamos a "pedir amablemente" a Dorno que nos abra también la puerta de las gárgolas para buscar a vuestra fugitiva, dice, mirándote con una sonrisa encantadora, que seguro camelaría a más de una enana, aunque no parece hacerlo intencionadamente.

Respecto a qué podemos encontrar ahí abajo dice, poniéndose más serio, lo habitual son ratas y no muertos, cosa que no creo suponga demasiados problemas. Máxime cuando contamos con vuestro apoyo. Sin embargo, también hay otros seres, aunque no sé qué son. Una vez vi uno, que pasó como un rayo. Casi ni estoy seguro de si lo que vi es cierto o no. Era un ser, similar a un goblin, con unos brazos que arrastraban por el suelo y unas piernas combadas en un ángulo casi imposible, parecido en cierto modo a un canguro. Ni siquiera me miró. Ahora que lo pienso, ese ser se dirigía hacia donde se encuentra la entrada de las gárgolas, y este suceso ocurrió hace ahora dos días. De hecho, ese fue el motivo de que tuviéramos con nosotros a ese humano que vio antes.

Enda apoyó su mano sobre el hombro del capataz con gesto solemne y le dijo: – Gracias. Gracias, Brok. Sin duda que sois un enano excepcional. Os guardaré en mis plegarias a la diosa, para que os proteja con el mismo celo que tú estás protegiendo nuestra comunidad. – Con todas las cosas que habían sucedido en los dos últimos días, las emociones de la clérigo estaban a flor de piel. La sacerdotisa no pudo detener en su voz el torrente de emoción por encontrarse con unos enanos tan valedores y orgullosos de su raza; una prueba fehaciente de que el culto de la montaña había estado haciendo las cosas bien. Pero como los enanos nunca fueron famosos por disimular demasiado bien sus verdaderas emociones, y Enda era consciente de eso, carraspeó algo avergonzada como juzgándose un poco indigna, y continuó diciendo en seguida: – Pero rápido, no hay tiempo que perder. Si es de conocimiento público que Dorno ayudó a la fugitiva abriéndole La Puerta de las Gárgolas es urgente que lo encontremos antes de que el Rey lo haga. – Sus palabras sonaron algo trágicas a este punto. Estaba claro lo que quería decir. No por nada el sobrenombre popular del Rey había cambiado de “León” a “Loco”, en los últimos años. Así y todo, la sacerdotisa se dirigió con su pequeña escolta de trabajadores enanos hacia donde el alguacil, inmersa en sus pensamientos: “En cuanto tenga algo de tiempo tengo que mirar en el libro si encuentro criatura semejante”. Sin duda que las palabras del capataz sobre aquella misteriosa criatura del interior murallas habían agitado su estado de ánimo, que se debatía entre sentimientos encontrados. Por un lado ardía en deseos de probar a la diosa su valía como guerrera, y aquél retraso no hacía nada más que incrementar sus ansias de aventura. Por el otro... se sentía aliviada de no tener que haber entrado sola, de momento. Al menos ahora no estaba sola.

Yo no me preocuparía, suma sacerdotisa. El rumor se ha extendido por el barrio de las pulgas, es cierto. Pero la gente de este barrio no suele codearse con la gente de alto rango, y con los que se codean no suele interesarles difundir esta clase de información. Más bien, suelen reservarla para chantajear a alguien. Estos humanos se manejan así, con chantajes, tiras y aflojas... a veces me exasperan.

Ya llegamos, suma sacerdotisa. Dejadme a mí hablar con Dorno, si no os importa...

En ningún momento el enano parece dar muestras de haberse percatado del gesto de Enda. Será cierto, o simplemente está obviando algo que sabe no sería adecuado?

la casa a la que os aproximais destaca como un faro en medio de la marginación y decadencia del barrio de las pulgas. Alguien extraño diría que es la casa de algún noble excéntrico o algo así, vosotros os dais perfecta cuenta que esta casa tiene origen enano. Dentro, en una fría sala sin ningún adorno, hay un chico, de poca edad, apenas contareis que tenga 12 años humanos o así, detrás de una especie de mostrador, que os mira curioso. Brok le dice directamente que quiere ver a Dorno, y él asiente metiéndose en la parte de atrás.

Finalmente aparece el tipo, y cuando lo ves descubres por qué lo llaman así. Realmente es gordo, inmenso, mucho más alto que vosotros. Ni siquiera estás segura de si podrá veros dada su barriga. Se sienta pesadamente en una silla que chirria bajo su peso, casi pareciendo que va a romperse en cualquier momento.

Y bien, Brok. ¿Quién es ese que te acompaña? ¿Y en qué puedo ayudarte?

¡Maldita sea, Dorno! Deberías lavarte la boca con jabón antes de hablar. O, más bien, deberías lavarte la boca.

A quien tú llamas "ese" es una sacerdotisa enana, así que contén tu lengua, o me veré obligado a contenerla yo dice, poniendo la mano sobre el hacha enana de su espalda

Tranquilo, hombre, tranquilo. Para mí todos los enanos sois iguales, como imagino os sucederá, por ejemplo, con los orcos o los elfos. No hace fata ponerse así.

Pero pasemos a cosas interesantes, ¿en qué te puedo ayudar?

Bien, ha llegado a mis oídos que hace poco franqueaste el paso a una mujer, una tal goldie, por la puerta de las gárgolas...

Sí, claro. Pagó la cantidad demandada, pagué mi parte al jefe y listo. ¿qué sucede con eso? Yo la advertí que entrar ahí era una condena a muerte, pero ella insistió y tenía el pago.

Ya, pero resulta que ella tenía algo que nos pertenece. Así que queremos que nos franquees el paso a nosotros también para buscar su cuerpo y reclamar aquello que es nuestro.