Partida Rol por web

Ragnar era incapaz de correr entre aquella frondosidad desconocida. Si aquel incidente hubiera sucedido en su tierra local, otro gallo hubiera cantado, pero allí... no podía arriesgarse a perderse sólo en aquel bosque. Le hubiera encantado coger a ese hocico de cerdo y reventarle los morros, pero no era la opción acertada. 

En ese momento, Camlann salió disparado. El norteño intentó avisarle: - ¡¡No vayas!! ¡¡PUEDE SER UNA TRAMPA!!- 

Pero era demasiado tarde...

El orco intenta escapar buscando perderse entre el follaje pero las piernas se le traban en un par de oportunidades y casi cae al suelo pero el miedo a ser una víctima más de una infructuosa incursión le hacen seguir corriendo por su vida. Detrás viene el caballero y más atrás quedó el resto del grupo.

Sir Mordred no cejó en su empeño, necesitaban encontrar a quienes asaltaban el camino y él dudaba mucho que aquellos orcos fuesen los causantes. - Detente, responde a mis preguntas y se te perdonará la vida. - le gritó el humano esperando que aquella criatura fuese lo suficiente inteligente para entender el idioma que todas las razas tenían en común. 

Una vez más, el grupo se había mantenido firme frente a la adversidad, respondiendo con eficacia al intento de asalto de aquellos orcos. Râgnar había desechado la idea de perseguir al incursor, pero la carrera de Camlann le hizo dudar seriamente. En un segundo tiempo estuvo tentado de ir tras su compañero, pero algo le decía que era mejor mantenerse en el sitio y defender tanto a Tres Libros como a Isbell.

¡¡¡¡MORDREEEEEEED!!-  gritó. 

Râgnar mantiene su postura defensiva esperando que algo o alguien salga de golpe de la espesura y ataque a sus compañeros mientras aun con remordimiento por no poder saciar su sed de sangre orca deja que el caballero siga su carrera internándose a cada paso más en el bosque. Camlann por su parte intenta avanzar más rápido pero el orco sabe por donde irse y se termina perdiendo tras un par de vueltas dejando al caballero en ascuas.

Isbell se queja de la herida recibida y está tirada clamando por su vida, una exageración quizás o tal vez no pero con alguien como ella uno nunca está seguro. A un costado Tres Libros mira como sufre la mediana y trata de pensar en como asistirle.

Al parecer el combate había acabado. No salieron más orcos de la espesura...

Los gritos de dolor de la pequeña Isbell llamaron l atención del gigantón. Su querida amiga, a la cual la llamaba "diosa" de forma cariñosa, yacía en el suelo herida. El Bárbaro se arrodilló ante la pequeña y con cara preocupada y consternada preguntó:

- ¡¿Cómo puedo ayudarte?! ¡¡Dímelo pequeña!!

Realmente, el norteño temía por la vida de la halfling, pues había observado como los ataques de aquellos "caras de cerdo", habían logrado alcanzar su fino y diminuto cuerpo.